La posconceptualidad

Apuntes de viaje

Antonio Guerrero

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Posconceptual

Ya va siendo hora de crear un nuevo discurso filosófico, más útil y menos académico

PARA los que siempre hemos perseguido las grandes ideas de los filósofos clásicos, y sus acciones, supuso virar hacia un camino melancólico descubrir en nuestra formación universitaria una filosofía asistemática y conceptual que, a pesar de tener ambiciones de universalidad, solo ofrecía productos ligados a la fuerza de los conceptos que estaban circunscritos a la vida academicista y que no tenían efectos secundarios. Tal vez por eso algunos hemos buscado otro camino más crítico basado en la decepción. La primera llaga de nuestro sufrimiento viene de la niebla proveniente de la tradición escolástica española, en forma de óptica contemplativa y de estética cultural. Nunca nos libramos de ella ni aún recibiendo la filosofía europea Krausista, positivista y las tendencias de los filósofos de la sospecha. La estética, como liturgia académica, aún nos desborda, nos agota y nos desorienta; ha proclamado una filosofía solo desde la trascendencia intelectual y para las élites culturales. Por ello, hoy día, la filosofía ni está democratizada, ni tiene unos contenidos accesibles para la mayoría. Aún perdura el discurso cerrado y exclusivo solo apto para licenciados y doctores. Por desgracia esto acarrea tres graves problemas. A saber: si eso es un acto de irresponsabilidad de los filósofos actuales poco interesados en la filosofía práctica, en la vida social y en los problemas de los ciudadanos, ya que residen en el silencio y el mutismo y están llenos de ausencias y vacio contemplativo. Si eso supone, por otro lado, una desconexión total de la filosofía con la realidad, bloqueando así los recursos del conocimiento para el desarrollo de la disciplina y eliminando toda posibilidad de reactivación del motor de búsqueda ante la pregunta sobre el Ser. Y, finalmente, si ello trae consigo un problema de identidad en la vida interior de los filósofos. ¿Saben estos para qué sirve la filosofía? ¿Tienen aspiraciones de salir del aula y generar pensamiento crítico en la calle? ¿Es lo mismo un filósofo que un docente? Bien, a la vista de estas impresiones propias, y aún desmotivado por la decepción, creo que ya va siendo hora de exigir un nuevo discurso filosófico, uno posconceptual, dirigido hacia los problemas reales de los seres humanos y ajenos a la vida académica. Solo así la filosofía podrá reactivarse y ofrecer un producto más útil y directo que el actual.

Unidad

La filosofía debe democratizarse para salvarse y hacerse más asequible a la mayoría

CUANDO recibo comentarios sobre la visión popular sobre la filosofía encuentro una gran incomprensión. Con ello no digo que la filosofía no pueda ser comprendida o que el pueblo no sea capaz de entenderla sino que el formato en el que se muestra la hace del todo incomprensible. Existe un gran problema relativo al lenguaje. Cada filósofo tiene uno propio y personal sin el cual no es capaz de explicarse. Por otro lado las líneas, escuelas, y tendencias, enarbolan sus argumentos desde los mismos presupuestos lingüísticos y estéticos sin ser capaz de adaptarlos a un público no docto en la materia. Con este contexto me pregunto aturdido cómo una persona ajena al mundo académico va a comprender algo. Y peor aún… cómo una persona así va a sentirse atraída por esta disciplina. Es imposible. Llevo varios años leyendo críticas o quejas ante la probable desaparición de la filosofía de los planes de estudios por causa de las instituciones, crisis de valores, y etc, y sin restar la porción de culpa necesaria a estos, me causa sorpresa que nadie se haya planteado si tal vez sean los mismos filósofos los principales responsables de esta desaparición. Ninguno de ellos cree que un discurso inaccesible tenga nada que ver; ni piensa que la filosofía pueda estar en otros ámbitos distintos al académico (donde hace más falta); ni considera que hay una gran pasividad, abandono, o dejadez por parte de los profesionales de la materia hasta el punto de confundir «el hacer filosofía» con «el transmitirla». Ya lo dijo Gaos, hay una soberbia natural en el filósofo que hace que ciertos problemas sean invisibles para sus ojos. Lo siento mucho pero debo decirlo: los filósofos actuales no están a la altura. Están mudos, no salen de las aulas, y caen en una autocomplacencia trascendental (la autoindulgencia). Por si fuera poco no crean ideas nuevas, solo repiten los conceptos posmodernos una y otra vez. Amén de esto creo necesario la creación de una institución, como la RAE y con el espíritu de Ferrater Mora, que unificara criterios; que planteara problemas comunes; que impulsara la creación lejos de las escuelas y líneas de pensamiento anquilosadas en su estética. La filosofía debe democratizarse en dos vías: 1) Desde dentro, perdiendo el respeto a los paradigmas. Y 2) Desde fuera, con un lenguaje más asequible. Si surgiera algo así esto aún podría salvarse. De lo contrario… no sé.

Fuente:

http://www.elalmeria.es/antonio_guerrero/

http://lamiradazurda.blogspot.com.es/

 

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