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Las últimas noticias del mundo de las Ideas.

Filosofía y educación: nuevas publicaciones de Felipe M. Ignacio

El filósofo como educador:

En estos tiempos confusos, parece no haber día en que no se cuestione el papel que debe tener la filosofía en las aulas de secundaria bachillerato, e incluso en la propia universidad.

Aunque la cuestión viene de lejos, pues en sus comienzos ya se debatía sobre la relación de alguna de sus formas con la corrupción de menores, sorprende la insistencia de este cuestionamiento, habida cuenta de que los argumentos que se esgrimen en contra de la filosofía –escasa o nula utilidad, casi completa desvinculación del mercado de trabajo– también podrían dirigirse contra otras disciplinas no tan disputadas, no solo humanísticas, sino también científicas.

A contracorriente de los argumentos al uso, este libro reivindica para la filosofía un papel decisivo en las aulas. Sin embargo, como deja claro el libro, no hay papel sin actores que lo interpreten: desde su propia experiencia docente los autores de este volumen proyectan su idea de lo que debe ser el profesor de filosofía, ese educador tan denostado.

La formación del ciudadano:

Esta edición, cuidadosamente preparada por Felipe M. Ignacio, contiene textos sobre el sistema educativo de: MirabeauTalleyrandCondorcetRabautSaint-ÉtienneLepeletier de Saint-FargeauVictor HugoJules FerryPaul BertJean JaurèsVictor CousinÉmile DurkheimJules LagneauHenri BergsonAlainErnest RenanMichel BréalErnest LavisseLouis LiardJacques Muglioni y Régis Debray.

Todos ellos son destacados protagonistas de la querella que, a partir de la Revolución francesa, tiene lugar en el país vecino sobre la cuestión educativa y su relación con las instituciones políticas de la república.

Ninguno de estos autores pierde de vista el papel crucial que tiene la educación en la formación de ciudadanos libres e iguales, premisa necesaria de la integración en sociedad.

Enlace a los títulos publicados por el autor

«Magnum in parvo. Una filosofía en compendio» (1888)

Publicación de un libro «perdido» del último Nietzsche

El catedrático y profesor Joaquín Riera Ginestar, investigador de la filosofía antigua y contemporánea acaba de editar, traducir, prologar y anotar en Alianza Editorial una obra perdida de Nietzsche que puede ser de gran interés del público lector de filosofía

Puede consultarse aquí

(https://www.alianzaeditorial.es/libro/bibliotecas-de-autor/magnum-in-parvo-friedrich-nietzsche-9788411485265/).

Se trata de una obra concebida en los últimos días de agosto de 1888 -último verano de  vida lúcida de Nietzsche-, una obra que  proyectó como síntesis de su malogrado proyecto capital «La voluntad de poder» y en la que se abordan los temas clave de su pensamiento. Si bien un repentino cambio de opinión determinó que esta obra única viera la luz no en la forma unitaria prevista, sino disuelta en dos libros distintos -«Crepúsculo de los ídolos» (1889) y «El Anticristo» (1894), esta edición reconstruye, a partir de los fragmentos póstumos y de los manuscritos nietzscheanos originales, la obra tal como Nietzsche la diseñó, recuperando así una pieza de notable valor filosófico y literario, más redonda, en conjunto, de lo que habrían de resultar sus dos vástagos.

Aquí dejamos una videoreseña que ha tenido a bien hacer el profesor Fernando Castro Flórez en su canal de YouTube:

https://www.youtube.com/watch?v=0ZKd-kPfyto

Nuevo libro de Javier Romero

Democracia ecológica. Entre la sociedad civil y el Estado ecosocial democrático de derecho

Autor: Javier Romero (Profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Salamanca)

A caballo entre la teoría política, la ética ecológica, el derecho y la filosofía política ambiental, Javier Romero hace un llamamiento a la cordura, un elogio a la demo­cracia, una invitación al diálogo y una advertencia frente al embudo de crispación y sectarismo en el que parece precipitarse la política ante unos límites planetarios que no deberían traspasarse en los próximos años. Partiendo de la idea lo ecológico también es político, el siguiente libro articula una concepción participativa y ecológica de la democracia deliberativa entre la socie­dad civil y el Estado ecosocial democrático de derecho. La realización de este tipo de democracia no es algo utó­pico, sino la única respuesta racional y realista capaz de contener el auge de los ecofascismos y demás autoritaris­mos pintados de verde, a la vez que limita los procesos sal­vajes de externalización de nuestras sociedades liberales en beneficio de la habitabilidad del planeta, sin suponer un riesgo de pérdida de derechos y libertades reconoci­dos por un Estado constitucional.

Más información:

http://tienda.horsori.net/coleccion-tendencias/500-ct-07-democracia-ecologica-9788417994907.html

Nueva publicación: Discurso del método. Dióptrica, Meteoros y Geometría, ensayos de este método.

Edición de Guillermo Quintás Alonso

Descartes nos ha dejado su «historia» en el Discurso del método; en ella sólo dio cabida a la evolución intelectual que inició «con gran suerte» por los años de su juventud, cuando «poseído por dudas y errores» sentía la necesidad de aprender «a distinguir lo verdadero de lo falso con la finalidad de ver claro en sus acciones y de avanzar con seguridad en esta vida». Al articular esa historia, resalta que su deseo de juventud se acrecentaba a medida que cobraba conciencia de «la diversidad de opiniones que pueden darse en torno a una misma materia», de «la vanidad de la mayor parte de las empresas acometidas en su siglo» y, también, de «aquella corrupción de las costumbres» surgida del dogmatismo más intolerante generado por los distintos «credos» y poderes, alentados por la misma educación que acostumbra a proponer «las propias opiniones de forma muy paradójica con el fin de atraer a mayor número de personas a la disputa», y cuya crueldad superó lo que podríamos considerar como su capacidad imaginativa.

La síntesis de acciones que Descartes materializa al gestar este título es tan acertada como cuidada en los pormenores y detalles. A veces parece aislar este motivo primario. Pero no es así, pues solo deja filtrar algún deseo personal que, como el de «vivir gozando de la libertad» y de «los frutos de la paz», «tratar de ser más espectador que actor en todas las comedias que en el mundo se representan a diario» o «disfrutar de todas las comodidades que pueden ofrecer las villas más pobladas», deberían ser participados e incorporados por cuantos vivían en aquella Europa tan insegura como dogmática, tan cruel como pícara e indigente, que solo invitaba a «vivir tan retirado y solitario como quien vive en uno de los desiertos más apartados». Y, sin embargo, su correspondencia, integrada por al menos 575 cartas, constituye una parte significativa de su obra, volcada en el conocimiento de las innovaciones científicas y en el desarrollo de proyectos vinculables a «la filosofía práctica», cuyo manifiesto presenta en estas páginas. De esa filosofía práctica da buena muestra al confeccionar estos ensayos (Dióptrica, Meteoros Geometría)y al seleccionar el mismo objetivo que juzga prioritario para la ciencia de su época: el desarrollo de la medicina.

El libro puede conseguirse aquí: Discurso del método. Dióptrica, Meteoros y Geometría, ensayos de este método.

La Filosofía impacta sobre un millar de personas vulnerables de Colombia y del resto de Iberoamérica 

Dos alumnos (Nerea López y Pablo García) y un profesor (José Barrientos) de la Facultad de Filosofía se encuentran realizando actividades de cooperación desde el 12 de julio en diversas ciudades de Colombia. El programa de trabajo incluye talleres y conferencias de filosofía en dos prisiones de Bogotá (La Picota y el Buen Pastor), talleres de Filosofía para Niños/as en varias ONGs y en asociaciones sin ánimo de lucro y charlas que incentivan el entrenamiento de virtudes y hábitos filosóficos en colectivos vulnerables. Estas actividades de cooperación se encuadran en el marco del proyecto de la Universidad de Sevilla KRINEIN (http://institucional.us.es/krinein), financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación al Desarrollo, al proyecto de Filosofía con colectivos vulnerables,  y del proyecto BOECIO, dirigido por el Profesor José Barrientos y del proyecto PARCCHE del grupo MARFIL, dirigido por el Profesor Rojas. Desde hace casi una década, BOECIO desarrolla talleres filosóficos en reclusorios argentinos, brasileños, colombianos, españoles y mexicanos y con otros colectivos vulnerables como mujeres en situación de prostitución, chicos en riesgo de exclusión social y, próximamente, inmigrantes africanos.

Las actividades de cooperación se derivan del convenio marco entre la Corporación Universitaria Uniminuto y la Universidad de Sevilla y las facilidades proporcionadas por su Vicerrector Académico, Nelson Bedoya. 

Dentro del proyecto KRINEIN, cerca de una decena de estudiantes de universidades andaluzas se han visto beneficiados por becas de cooperación para realizar estancias en otros países de América Latina. Las estancias están sirviendo para abrir nuevos puntos de cooperación internacional desde la filosofía, pues, en agosto, se abrieron iniciativas en dos nuevas prisiones de Medellín (Colombia), que serán coordinadas por Victoria Sarmiento, profesora de la Universidad Nacional A Distancia, y por su alumno Luis Triana, y una Ciudad de México de la mano de Luis Ariosto, profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y se espera abrir en una prisión de Guadalajara y otra de Colima (ambas en México). Con ello, se alcanzará un impacto filosófico sobre cerca de un millar de personas implicadas en el proyecto BOECIO.

De Izquierda a derecha: Prof. Víctor Rojas, coordinador de MARFIL y PARCCHE (Uniminuto), Prof. Nelson Bedoya, Vicerrector Académico de la Corporación Universitaria Uniminuto, Prof. José Barrientos, Director del Proyecto BOECIO (Universidad de Sevilla) 

De Izquierda a derecha: Prof. Víctor Rojas, coordinador de MARFIL y PARCCHE (Uniminuto), Nerea López, estudiante de la Facultad de Filosofía de Sevilla, y Pablo García, antiguo alumno de la Facultad de Filosofía de Sevilla, y Prof. José Barrientos, Director del Proyecto BOECIO (Universidad de Sevilla) 

Un hombre vestido de militar

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De izquierda a derecha: Prof. José Barrientos (Universidad de Sevilla), Profª Laura Giraldo y Prof. Víctor Rojas, saliendo de la impartición de un taller filosófico en la Prisión La Picota (Bogotá)

Taller de Filosofía para Niños en la Universidad de La Sabana con alumnas que realizan trabajos con niños vulnerables colombianos

Valeriano Bozal, IN MEMORIAM

                VALERIANO BOZAL, IN MEMORIAM: TEORIA Y PRAXIS DE UN MAESTRO DEL PENSAR

Las despedidas son difíciles. Sobre todo, si se trata de un Maestro del Pensar, con todas las letras, como es el caso del filósofo, historiador y crítico del arte español Valeriano Bozal Fernández (24 de noviembre de 1940-2 de julio de 2023). Para ser más preciso, se trata de una rara avis a la que Michael Podro incluiría en la categoría de “Historiadores del Arte Críticos”, que también quiso ser un hombre de acción, comprometido con su tiempo, además de un intelectual heterodoxo. La obra de Valeriano Bozal sigue la estela de eruditos librepensadores e investigadores alemanes de finales del siglo XIX y principios del XX como Schnaase, Semper, Göller, Wölfflin, Warburg o Panofsky, cuya ruta es imprescindible en los orígenes de la moderna historiografía del arte. Kant, Schiller y Hegel establecieron con anterioridad los cimientos de la calzada historiográfica y situaron al mundo del arte en el centro de las especulaciones filosóficas por derecho propio. Como buen historiador crítico del arte, su labor vital no se limitó al minucioso registro de obras y documentos –esa historia empirista como colección de hechos muertos que Marx detestaba-, sino que edificó una teoría eficaz, capaz de ser aplicada al análisis de obras concretas. Dicho marco teórico tiene que ver con su ambicioso programa acerca de las “categorías estéticas” que edificó tras su paso por la sociología del arte y la semiótica.

Doy fe de que Valeriano Bozal fue el alma del VIII Congreso de la Asociación Andaluza de Filosofía, que con el título “Arte y filosofía en el siglo XXI” se celebró en Málaga en septiembre de 2010, y que su ponencia “Ética, estética y política”, articulada en torno a la película de Leni Riefenstahl, El triunfo de la voluntad en el contexto de la Alemania nazi, sigue teniendo vigencia. Catedrático de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid, fue anteriormente profesor titular de Estética en la Universidad Autónoma de Madrid, donde gocé de su magisterio y luego, o al mismo tiempo, de su amistad. Ha sido también presidente del patronato del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y miembro del consejo rector del Instituto Valenciano de Arte Moderno, colaborador habitual del Museo Nacional del Prado y de numerosas instituciones relacionadas con el arte. Ha dirigido la colección de libros de filosofía, estética, teoría e historia de las artes, “La Balsa de la Medusa”, de la Editorial Antonio Machado Libros, e impulsor de la mítica Revista del mismo nombre, bajo cuyo paraguas dimos muchos nuestros primeros pasos académicos y críticos.

Afortunadamente, podemos transitar las sendas histórico-filosóficas del profesor Bozal gracias a sus propios escritos autobiográficos (Bozal, Crónica de una década y cambios de lugar, Madrid, Antonio Machado Libros, 2020) y al libro En torno al arte. Estética, historia y crítica (2023) publicado recientemente en la misma editorial, y editado por las profesoras Matilde Carrasco y Francisca Pérez Carreño, donde toman la palabra el propio Valeriano Bozal y algunos de sus más destacados interlocutores intelectuales y vitales: María José Alcaraz, Jèssica Jaques, Jordi Ibáñez, Salvador Rubio, Carlos Thiebaut y Gerard Vilar.

Valeriano Bozal confesó que le gustaba enseñar, que disfrutaba dando clase, y que la docencia le había permitido poner a prueba constantemente sus tesis. Con la claridad y la pretensión de objetividad como divisas en sus innumerables escritos, se consagró a un trabajo de investigación constante y disciplinado, en la que Goya ocupa un lugar privilegiado como leit motiv académico y personal.

Los intereses filosóficos del profesor Bozal, quien dijo pertenecer a una generación de autodidactas, evolucionaron con decisión, partiendo desde los problemas relativos al estilo –en especial, al realismo- desde una difícil mixtura de formalismo y filosofía hegeliana. El lenguaje artístico, la semiótica y el estructuralismo se convirtieron, posteriormente, en su objeto de estudio prioritario, sin marginar sus fuentes originarias, en busca de una visión comprensiva del fenómeno artístico. Pues, como afirma Hegel, el arte permite detectar y recrear la presencia de lo universal en lo particular, en las manifestaciones concretas, en las vivencias más íntimas plasmadas en las obras.

La investigación sobre el significado poliédrico de la obra de Goya y el estudio riguroso del pensamiento ilustrado y el arte del siglo XVIII proyectaron al profesor Bozal hacia el universo de las categorías estéticas, piezas indispensables para comprender el funcionamiento y el alcance de la sensibilidad, así como el significado de las obras concretas: las categorías positivas de lo bello, lo sublime y lo pintoresco; y las negativas grotesco, patético y kitsch.

Los libros, artículos, conferencias y reseñas sobre arte y filosofía del profesor Bozal han contribuido felizmente a la configuración de las señas de identidad de la cultura española contemporánea desde una perspectiva plural. Se puede reconocer en todas estas manifestaciones los ojos curiosos del filósofo inquieto: un pensador que reclama la ironía como actitud ética e instrumento de resistencia política. También nos damos de bruces con el historiador crítico del arte que examina las obras particulares a la luz de una teoría. Sentimos asimismo la presencia de un editor exigente y cercano a la ciudadanía y sus reivindicaciones sociales, y de un crítico de arte que ha compartido mesa con los artistas y que se ha atrevido incluso a hacer arte con ellos. Sin olvidar que su mirada es también la mirada atenta del gestor o el asesor de las instituciones del “mundo del arte” en la sociedad de masas y, sobre todo, la mirada de un lúcido espectador del arte y del pensamiento contemporáneo.

No me gustaría despedirme nunca de Valeriano Bozal, a quien he citado recientemente en unas conferencias sobre Picasso, auspiciadas por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, para hablar de la “experiencia estética” y pensar con el autor del Guernica en centros de secundaria. O, en caso de que no hubiese más remedio, hacerlo como lo hizo él, el último día de clase en la Facultad, a principios del verano de 1985, invitando al alumnado a compartir su lectura estival, celebrando la vida con El pianista, la última novela de Vázquez Montalbán. Valeriano Bozal es, definitivamente, un buen capitán para poner rumbo a Menorca, protegidos a buen recaudo de los corsarios de la estulticia, la autocomplacencia, el infantilismo, el victimismo y el mal gusto.

RAFAEL GUARDIOLA IRANZO

Presidente de la Asociación Andaluza de Filosofía

La filosofía como eje de la educación en democracia

La revista Paideia tuvo la gentileza de publicar en su último número nuestro artículo «La filosofía como eje de la educación en democracia«. En él sostenemos la idea de que la formación filosófica es un componente fundamental de la educación en y para la democracia. La razón es que tres de las propiedades más importantes de las ideas de democracia y de educación (la orientación axiológica, la dimensión dialéctica y la autorreferencialidad) son las mismas que caracterizan específicamente a la actividad filosófica, una disciplina que contribuye como ninguna otra al aprendizaje de tres competencias análogas a dichas propiedades (la especulación en torno a las ideas, el diálogo crítico y la actitud reflexiva) y que resultan necesarias tanto para el ejercicio pleno de la ciudadanía como para el desarrollo de una educación articulada en torno a la autonomía del alumnado. 

Entrada publicada en el blog Filosofía para Cavernícolas

Benito Pérez Galdós

Todo lo que no sabías de Benito Pérez Galdós, el escritor que hay que leer para «sentirse español»

Lorena Maldonado

Caricatura de Galdós.

Desde la azotea de su casa natal de las Palmas de Gran Canaria, el niño Benito Pérez Galdós podía ver el mar. Regresaría siempre a esa masa regeneradora, a ese misterio acuoso que conformó de alguna manera su personalidad amplia, polifacética, curiosa y renovadora, porque como escribió él mismo más tarde, “bien puede decirse que la estrategia, y la fuerza y la táctica, que son cosas humanas, no pueden ni podrán nunca nada contra el entusiasmo, que es divino”. La luz y el paisaje de la isla le inyectaron una frescura que se canjeó en eso: en una nueva manera de mirar las cosas. En un deseo por superar los arquetipos y dualidades predominantes desde el Renacimiento -razón y corazón, mente y emociones, espíritu y cuerpo- y dibujar una realidad humana más ecuánime, más justa, ¡verdadera!, que no despreciaba al cuerpo por ser innoble frente al espíritu.

Ese crío de clase acomodada -hijo de un militar, veterano de la guerra de la independencia, y de una madre férrea que gobernaba el hogar imponiendo los valores tradicionales- se mostraba tímido y se refugiaba en los mimos de sus seis hermanas, pero pudo desarrollar desde pequeño varias de sus artes: la escritura, la pintura y la música. Sobre ese diminuto vástago -que luego fue un gran hombre cerebral, racional, modernísimo, hijo del pensamiento ilustrado- versa ahora Benito Pérez Galdós. La verdad humana, la exquisita exposición comisariada por Marta Sanz y Germán Gullón que abre sus puertas hoy viernes en la Biblioteca Nacional de España y que trata de aunar todas las caras del genio en más de 200 piezas.

El que se enamoró por primera vez de una niña llamada Sisita -resultó que era su prima y eso cabreó a la teniente Dolores Galdós, quien hizo todo lo posible por alejarlos-. El que empezó Derecho y lo abandonó. El que se hizo periodista y acudía a las tertulias canarias y plácidas de la Puerta del Sol, donde ahora hay un Pans&Company, en contraposición al ‘Bilis Club’ asturiano donde asistía Clarín -con miembros llenos de mala leche-.

El que soñó con vivir armónicamente, con minimizar a los enemigos; y el que aprendió eso mismo de Giner de los Ríos, que le inculcó el “diálogo” y las ganas de vivir las ideas para tenerlas. El diputado. El heterodoxo. El liberal. El republicano. El que en la fase final de su vida se hizo socialista. El que se alineó con Pablo Iglesias al darse cuenta de que “el proyecto de la restauración no había funcionado”, al asumir que “el llamado tercer Estado no tenía sentido”. El candidato más votado. El amante de los perros. El tipo que alquilaba pianos porque no podía dejar de tocar. El de la curiosa caligrafía.

 

Todos los Galdós

El que escribió “sin miedo a ser local”, como señala Sanz, y, sin embargo, puede leérsele siempre, “encaminado a lo universal, siempre traducible en las nuevas coordenadas culturales de cualquier momento”. El autor que contó la historia desde abajo, desde “la vida privada de los seres normales” -en boca de Almudena Grandes- para entender la conciencia pública. El ciudadano que respetaba las instituciones. El que se matriculó en la vida urbana madrileña. El gran lector de reacciones humanas. El del pulso de la calle. El director de diversas publicaciones. El editor. El dibujante. El coleccionista de arte. El mejor dramaturgo de su época, aunque ya no se le reconozca. El ensayista político.

Una de las piezas de la BNE.

Una de las piezas de la BNE.

El hombre que edificó a esa Tristana que no quería ser ni amante ni esposa. El autor que dibujó a la niña rebelde, huérfana y desgraciada para retratar la emancipación de la mujer en la sociedad española de finales del siglo XIX, para hablar de “amor libre y anarquismo”, como señala un vídeo de Elvira Lindo en la misma muestra. El pionero. El vanguardista. El progresista. El viajero. También Galdós es el envidiado y admirado por Luis Buñuel, el amante favorito de Emilia Pardo Bazán, el padre de María Galdós Cobián.

Un escritor para «sentirse español»

“Yo viví en EEUU mucho tiempo y entré en contacto con muchos exiliados, como Francisco Ayala, y con muchísimos campesinos…”, comienza a rememorar el comisario Germán Gullón. “Y recuerdo la frase del poeta Cernuda. Él vivía, el pobre, en una universidad del norte de Nueva York, un sitio muy triste, muy horrible, donde estaba solo y no tenía nadie con quien hablar, porque ni siquiera manejaba el inglés. Por las noches leía a Galdós. Y decía que lo leía para sentirse español. Para volver un poco a España. Sus lecturas le ponían contento”. Sanz, por su parte, apunta que el final de la exposición cuenta con varias entrevistas a galdosianos muy reconocidos, como Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina, Trapiello o Almudena Grandes, “que nos dan razones y argumentos para entender a Galdós más allá de ese ‘garbancero’ que muchos han pretendido que fuera”.

Una de las piezas expuestas en la BNE.

Una de las piezas expuestas en la BNE.

Recuerda la comisaria que hay que reivindicar al “Galdós estilista”, al que “basándose en la realidad y en la historia de su tiempo fue capaz de volver a ella a través de sus textos literarios”: “Habló de todas las capas sociales. Habló de hombres y de mujeres admirables. Construyó personajes femeninos que forman parte de nuestro imaginario sentimental. El realismo galdosiano muchas veces ha sido denostado por una parte pseudoexquisita y elitista de la cultura española”. Es hora de quitar de una vez por todas esa caspa. Es hora de reconocerle como le extrañaban en Madrid el día de su entierro. Eran las tres y media de la madrugada del 4 de enero de 1920 cuando se fue. Le despidieron unos 30.000 madrileños “de todas las clases sociales, menos la política”: “Fue un acto emocionante, donde el pueblo mostró su cariño por quien les había retratado con fidelidad, y ofrecido una imagen imperecedera de su tiempo”.

Escribió entonces Unamuno que, leyendo su obra, “nos daremos cuenta del bochorno que pesa sobre la España que en él ha muerto”. Ortega y Gasset le dedicó las siguientes palabras: “La España oficial, fría, seca y protocolaria, ha estado ausente en la unánime demostración de pena provocada por la muerte de Galdós. La visita del ministro de Instrucción Pública no basta… Son otros los que han faltado… El pueblo, con su fina y certera perspicacia, ha advertido esa ausencia… Sabe que se le ha muerto el más alto y peregrino de sus príncipes”. Quizá la mejor de sus memorias la reflejó Cernuda en su Díptico español: “La real para ti no es esa España obscena y deprimente / en la que regentea hoy la canalla / sino esta España viva y siempre noble / que Galdós en sus libros ha creado. / De aquélla nos consuela y cura ésta”.

Fuente:
https://www.elespanol.com/cultura/20191101/no-benito-perez-galdos-escritor-sentirse-espanol/440956841_0.html

videojuego

El videojuego busca su sitio entre el arte y la filosofía

El Espacio Fundación Telefónica alberga una exposición que aborda con profundidad la dimensión sociológica y cultural del ocio interactivo

Dos de los videojuegos jugables de la exposición.
Dos de los videojuegos jugables de la exposición. JAIME VILLANUEVA

Una lapidaria sentencia del historiador del arte alemán Oliver Grau preside una de las paredes de la última exposición del Espacio Fundación Telefónica: “En cada era se ha dado una revolución en las artes. En el Renacimiento fue la perspectiva. En el siglo XX, el movimiento, de la mano del cine. Y en el XXI es la interacción, posible mediante las nuevas tecnologías”. Lenta pero inexorablemente los videojuegos van reclamando (y alcanzando) un espacio en el marco cultural, y buena muestra de ello es la exposición Videojuegos, los dos lados de la pantalla, que desde ayer y hasta el 12 de enero puede verse en Madrid.

“Lo que queremos mostrar es el videojuego como algo que va más allá de la pantalla”, explica la comisaria del evento, la doctora en filosofía especializada en tecnología Eurídice Cabañes. “Mostar la influencia de otras artes en los videojuegos, pero también la influencia que ejercen los juegos en otras artes y en la sociedad”.

Parte de la exposición dedicada a los avatares.
Parte de la exposición dedicada a los avatares. J. V.

La exposición es oscura, introspectiva. Los objetos antiguos y nostálgicos, generalmente centrales en exposiciones de este tipo, tienen aquí un papel muy secundario: viejas consolas, mandos antiguos o dispositivos portátiles salpican el cuarto piso del edificio de la calle Fuencarral, pero no acaparan el protagonismo que les corresponde a las instalaciones artísticas. “Nuestra intención aquí”, explica Cabañes, “es preguntarnos cuál es la relación entre el mundo físico y el virtual, o qué impacto tiene en nuestro cerebro jugar a videojuegos. Indagar en si son o no una expresión artística”. “Los juegos guían cada paso que damos: mueven la relación entre la sociedad y la tecnología”, sostiene la comisaria. “El primer contacto tecnológico de los niños es con videojuegos. Y hoy son una catapulta artística: los juegos integran otras artes como la narrativa, o la música, pero las hacen evolucionar como la narrativa no lineal, o las composiciones interactivas”.

A diferencia de otras expresiones artísticas, jugar a videojuegos tiene un efecto físico. La exposición no entra en la problemática de las adicciones pero sí subraya los efectos positivos del ocio interactivo: una obra creada a base de maquetas de cerebros que se van iluminando dependiendo de a qué juego se juega es, según Cabañes, “muy eficaz a la hora de trazar un mapeo del cerebro y ayudar a combatir enfermedades”. Sobre lo que sí mete el dedo en la llaga es sobre la imposición económica real en el mundo digital: o sea, transacciones con dinero contante y sonante. Baste como ejemplo una de las imágenes de la muestra, el “perro de guerra infatigable” del juego onlineWorld of Warcraft por el que un jugador pagó 33.927 euros.

Uno de los hologramas de la exposición.
Uno de los hologramas de la exposición. J. V.

Problemáticas

“El juego pone sobre la mesa problemáticas importantes”, explica Cabañes. Y es que, como sostiene el diseñador e investigador Ian Bogost en otra de las citas que envuelven la exposición, “los videojuegos pueden modificar las actitudes y creencias fundamentales sobre el mundo generando un cambio social significativo a largo plazo”. “Tomemos como ejemplo un juego como Dys4ia [que nos mete en la piel de un sujeto en plena terapia hormonal para reasignar su sexo]: pone sobre la mesa problemáticas de género. Pero otros juegos cuestionan sistemas políticos o económicos”, muestra Cabañes. Este tipo de cuestiones se abordan en el espacio dedicado a los serious games.

Otro de los espacios está destinado al personaje que se crea el jugador cada vez que juega: el avatar. Esta zona se sustenta sobre el trabajo del artista Robbie Cooper, que ha pasado tres años fotografiando y comparando a jugadores y a sus avatares. “En el mundo real a mí me van a tratar siempre como a una mujer. De hecho, como a una mujer con mi peso y estatura”, explica Cabañez. “Pero el avatar subvierte el peso de las expectativas sociales”.

El último tramo de la exposición se vuelca en preguntas filosóficas, con ejemplos de juegos (casi siempre independientes) que confrontan al jugador con decisiones de calado. Por ejemplo, el Red Strings Club (2018), donde se plantea la cuestión de, si tuvieras un dispositivo para controlar las emociones, ¿eliminarías las emociones negativas? O en Papers, Please (2013), donde el jugador ejerce de agente de aduanas que, tras ver que la madre de la persona que ha dejado pasar no tiene sus papeles en regla, debe decidir si pasa o no.

“Juguemos o no”, apostilla Cabañes, “vivimos inmersos en una realidad en la que el videojuego lo ha transformado todo”. También el arte. La cita inicial de Oliver Grau, de hecho, termina así: “Hoy, confrontado con la obra, el espectador se convierte en una parte activa de la misma”. Lo sepamos o no, estamos en la era del arte interactivo.

 

ESTEREOTIPOS Y ENTRAÑAS

La presencia de juegos españoles es notable en la exposición. En una zona dedicada a la disección de un guión de videojuegos —“más parecido a una hoja de Excel, porque las decisiones ramifican la historia”, explica Cabañes—, podemos encontrar el desarrollo narrativo y los storyboards de Gris (2018) o de Rime (2017), dos de los últimos éxitos españoles. Las ilustraciones de Gris, un juego con un apartado visual de altura, creado por las acuarelas del catalán Conrad Roset, comparten espacio con una zona dedicada a obras clásicas que han influido en juegos, en la que el original y la influencia están enfrentadas. Un ejemplo: las ilustraciones de escaleras laberínticas de Giovanni Battista Piranesi encuentran su reflejo en el juego Monument Valley (2014).
En otra de las zonas de Los dos lados de la pantalla, encontramos un panel que compara imágenes de personajes que, a juicio de Cabañes, están estereotipados. “Desde el protagonista, siempre musculoso, hasta las mujeres, hipersexualizadas, hasta los personajes árabes, encasillados en el papel de terroristas con la cara tapada”, analiza la comisaria de la exposición.
“Hay un cambio en marcha, y se están dando saltos: muchos personajes femeninos antes sexualizados ya no lo están”. De todos modos, incide en que “el 97% de los personajes femeninos de los juegos son caucásicas, y si la población del mundo se correspondiera con la virtual, las mujeres representarían solo el 15% de la gente del mundo”.

Fuente:

https://elpais.com/cultura/2019/09/24/actualidad/1569332873_597496.html

Miguel Catalán

Fallece a los 61 años Miguel Catalán, el filósofo que analizó la mentira

El pensador valenciano dedicó la mayor parte de su obra al estudio del engaño

Miguel Catalán, en su casa.
Miguel Catalán, en su casa.

 

Comentaba un día Miguel Catalán (Valencia, 1958-2019), fallecido ayer a los 61 años, que tenía cuatro autores a los que se refería con reiteración: Thomas Mann, Marcel Proust, Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Los motivos por los que lo hacía eran de peso: “Los dos primeros son escritores con pensamiento propio, algo bastante difícil de encontrar; los dos últimos, pensadores que escriben bien, lo cual, tratándose además de filósofos alemanes, es casi un milagro”. Dos virtudes que él compartía: escribía muy bien y pensaba incluso mejor. Y habría que añadir aún otra: era un trabajador infatigable, hasta el punto que apenas daba tiempo a sus lectores para seguirle el ritmo.

Catalán fue, hasta la jubilación, hace poco más de un año, profesor de Ética en Valencia y, en paralelo, escribía. Su primer texto, resultado de su investigación para la tesis doctoral, estuvo dedicado a John Dewey, autor que junto a Ambrose Bierce, era para él también referencia continua.

Podía trabajar de sol a sol, sobre todo desde que abandonó la ciudad de Valencia para instalarse en Godella, porque tenía, como él mismo decía, “obstinación investigadora”, una obstinación que encontró sentido en la mentira. “El universo del engaño es casi infinito y al tiempo, conmovedor. Sea la ilusión del autoengaño, la mentira piadosa o la propaganda política, nunca te deja indiferente. Dedicar toda una vida de investigación a un tema en concreto, aunque sea tan transversal como el mío, es posible porque hay una fuerte corriente subterránea: el deseo de encontrar la verdad debajo de todas las alfombras”.

En los últimos tiempos, imponiéndose a la enfermedad que estaba seguro de acabar venciendo, trabajaba en los volúmenes dedicados al engaño en los medios de comunicación, la publicidad y, también, claro, la política, convencido de la veracidad de uno de los aforismos que figuran en la selección que hizo de la obra de Wilde: “Fue un día fatal cuando el público descubrió que la pluma es más poderosa que el adoquín y puede hacer tanto daño como un ladrillo”. Un daño que debía producirse en las filas de los dominadores porque Catalán se había puesto siempre del lado de los dominados. Y es que era un optimista dispuesto a conseguir con su obra que el pueblo abandonara la fe del carbonero.

Fuente:
https://elpais.com/ccaa/2019/09/23/valencia/1569269079_952039.html