La Policía detiene a un grupo de adolescentes que estudiaban Filosofía al salir del instituto

CADA VEZ MÁS JÓVENES SE REBELAN CONTRA EL SISTEMA EDUCATIVO FILOSOFANDO EN LA CLANDESTINIDAD

Tras las denuncias de varios profesores, la Policía Nacional ha arrestado esta mañana a ocho adolescentes de Badalona que se reunían para estudiar Filosofía a la salida del instituto. Los jóvenes desafiaban así la política educativa del Gobierno, que ha desterrado esta materia de los planes de estudios.

“Leer libros de pensadores y filósofos es la forma que tienen hoy en día de ser malotes y llevarle la contraria al ‘establishment’. Están en la edad”, admitía esta tarde el director del instituto, que ha recordado que “los esfuerzos del Gobierno y del personal docente no bastan si las familias no se implican para evitar estas cosas”.

Las autoridades han requisado tres ejemplares de la “Crítica de la Razón Pura” de Immanuel Kant, varias fotocopias del “Discurso del Método” de René Descartes y un estudio comparativo de Paul Ricoeur sobre la llamada escuela de la sospecha (Marx, Nietzsche y Freud). Escondidas dentro de los bocadillos, los agentes han encontrado además varias citas de Bacon.

“Me han quitado las lecciones de estética de Hegel cuando ni siquiera forman parte del corpus del filósofo porque no las escribió él directamente, son apuntes que tomó su discípulo Gustav Hotho”, se quejaba uno de los detenidos, que ha tenido que ser atendido tras sufrir un cuadro de existencialismo.

Los padres de los adolescentes aseguran que no sabían nada, aunque sí notaron alteraciones en el comportamiento de los jóvenes. “Ahora entiendo que se pasara el día empanado, como ido. Estaba consumiendo razón pura”, declara uno de los progenitores.

Un examen psicológico determinará el alcance de la exposición de los adolescentes a la Filosofía. “Iban camino de tirar su vida por la borda”, reconoce uno de los agentes. “Aún pueden centrarse y dedicarse a algo de provecho, pero es importante que padres y profesores los eduquen sobre los peligros del pensamiento filosófico”, añade.

Fuente:

elmundotoday.com

 

Formas en movimiento

Georg Simmel vio lo que hoy se celebra como modernidad líquida en ciudades europeas que conservaban rasgos premodernos

No conozco mejor definición sobre “lo contemporáneo” que la que Georg Simmel ofreció para la modernidad. En los últimos años se ha debatido cuándo terminamos los modernos, cruelmente ahogados en un líquido que recibió varios nombres, casi siempre compuestos con sustantivos antecedidos por el prefijo “pos”. En un libro publicado en 1911, Simmel escribió lo siguiente: “La esencia de la modernidad es el psicologismo y la interpretación del mundo según las reac­ciones de nuestra vida interior, desde donde todo lo exterior se filtra y cuyas formas son meramente formas de movimiento”.

Impresiona la actualidad de estas breves líneas escritas hace más de 100 años, antes de las redes sociales, los derechos de la subjetividad convertidos en pilares de la civilización occidental, y el respeto por la opinión atinada o desatinada. Me pregunto: ¿cómo pudo Simmel ver estas formas nuevas? Ocurre que los grandes pensadores ven las cosas cuando todavía no se han consolidado. Las descubren en estado de emergencia, y es difícil captar sus rasgos porque están mezclados con lo más arcaico, lo que va a desaparecer inevitablemente, pero todavía no ha desaparecido. Las mercancías que se utilizan como ejemplos en El capital no son caños de acero sin costura o cristales de silicio, sino levitas y varas de lienzo. La teoría del valor y la plusvalía se definió con esos ejemplos, suficientes para un talento filosófico como el de Marx, que no necesitaba conducir el primer automóvil, porque habría debido esperar algún tiempo. El pensamiento puede esperar, pero no por tonterías.

Simmel vio lo que hoy se celebra como modernidad líquida, en ciudades europeas que aún conservaban rasgos premodernos injertados con las transformaciones asombrosas de las grandes avenidas y los nuevos sistemas de transporte. No necesitó descubrir a los citadinos flotando en la ola indecisa de sus subjetividades para comprender la forma del presente y del futuro. Hoy sería muy fácil escribir unas líneas como las citadas más arriba. Pero llegarían tarde, ya que pueden aparecer en la monografía de un estudiante de primer año. Por ejemplo: ¿quién no puede afirmar hoy que nuestras subjetividades están flotando en el flujo ininterrumpido de una pantalla de teléfono celular, flujo que no nos animamos a cortar ni cuando nos sentamos a la mesa?

Vivimos en un mundo colonizado por la subjetividad. Dos horas en las redes sociales son suficientes para descubrir que la opinión fundada o infundada tiene tanto valor como un dato científico o una noticia chequeada en varias fuentes. Roland Barthes habría dicho que vivimos en el Reino de la Doxa, es decir de la opinión, del que no hay que excluir todos los prejuicios que acompañan a la opinión como sus fieles camaradas de armas. Una investigación reciente nos avisa que la permanencia de un usuario de redes sobre una noticia periodística cualquiera promedia los 35 segundos. Como es un promedio, hay quienes permanecen más y también menos que ese fatal medio minuto. Aceptemos que la investigación se haya equivocado en sus datos. Pero ¿por cuánto?, ¿por 40 o 50 segundos?, ¿por un minuto? La noticia misma, más allá de los deseos e intereses de quienes escribimos en los diarios, es un medio líquido, donde flotan hasta hundirse todos los cuidados editoriales porque valen tanto como una foto falsa, dos minutos de azaroso vídeo, las creencias más improbables o los desahogos furiosos.

Por lo tanto, interpretar el mundo “en términos de nuestra vida interior” (como lo fraseó Simmel) parece inevitable. Liquidadas las ideologías, jubilados los principios, no nos queda otra cosa que ese cogollito donde nos pensamos libres porque acostumbramos a llamarlo, consoladoramente, nuestra propia vida, esa isla un poco imaginaria. Vale nuestra opinión, como si una orgullosa independencia de criterios externos fuera la prueba de la más completa libertad, aunque simplemente pruebe una sujeción dentro de los propios límites y lo difícil que es reconocerlos.

Puede que las autoridades del saber estén agonizando. La modernidad, como escribió Simmel, es el reino edificado sobre esa agonía. Liberados de las autoridades, la Doxa establece su imperio subjetivo, móvil y caprichoso. Pero estamos en familia: vamos a las redes y por obra del algoritmo nos encontramos con nuestros parientes, es decir, los seres que, como cliquean más o menos los mismos links que cada uno de nosotros, son nuestra nueva familia. “Un mundo interior donde se han disuelto los contenidos fijos”, escribió Simmel hace un siglo.

No se trata de hacer un cuadro de honor simplemente para dejar establecido que Simmel vio este cambio antes que las secciones de vida cotidiana de los periódicos. No es un concurso para ver quién llegó primero a la meta. Simplemente porque no hay meta. Algunos intelectuales pudieron percibir lo que estaba apenas esbozado. Vieron lo radicalmente novedoso a través de los restos de un pasado que perduraba. Hoy esa novedad es el presente.

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https://elpais.com/cultura/2017/11/06/babelia/1509985334_019816.html

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Un hombre sostiene un ordenador portátil con un fondo binario. REUTERS

Nueva temporada de Diálogos en la caverna (RNE)

Se abre la nueva temporada del programa filosófico «Diálogos en la caverna» en Radio Nacional de España. Este programa, ya veterano, está comandado por Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete, que junto a multitud de colaboradores/as hacen de las madrugadas de los martes unas veladas deliciosamente filosóficas.

Aquí podéis encontrar todos los programas emitidos hasta ahora:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/dialogos-en-la-caverna/

La manzana de Kafka por La Rabiosa Teatro

La compañía de artes escénicas chilena “La Rabiosa Teatro” estará presentando todos los domingos de Noviembre en Madrid la obra con temática filosófica “La manzana de Kafka”, en el teatro Plot Point de Madrid.

La manzana de Kafka, cuenta la historia de Virginia López Carrasco. Una mujer treintañera común y corriente que se encuentra hace un año en el paro. Asqueada de su situación decadente entra en una noche de insomnio, los somníferos se han acabado, es tarde y le es imposible conciliar el sueño. Es ahí, en ese desvelo en particular, cuando aparece una manzana mordida por unas ratas lo cual comienzan a atormentar aún más sus pensamientos y que la llevaran a sumergirse en un discurso profundo y crítico sobre el sentido de su existencia y la nuestra como sociedad.

 

Lo que realmente importa

Hay que educar para saber y para convivir, y eso solo puede llevarse a cabo sobre la base de conocer en el sentido más amplio de la palabra

Si Emilio Lledó se hubiera limitado a ser tan solo una figura enormemente influyente en la filosofía académica española de la Transición, habría perdido peso en el pensamiento de nuestro país tan pronto como se hubiera jubilado. Si Emilio Lledó hubiera sido solamente un magnífico profesor, su prestigio se habría ido apagando conforme se hubiera ido quedando sin estudiantes a los que transmitir su sabiduría. Si Emilio Lledó hubiera sido únicamente alguna de esas cosas, o incluso la suma de todas ellas, no estaríamos hablando hoy aquí de él. Pero Emilio Lledó no se deja describir apelando a ninguna de las determinaciones mencionadas. Si ha llegado a los 90 años no ya manteniendo intacto el prestigio que atesoraba cuando abandonó definitivamente las aulas, sino incrementándolo, es porque ha residenciado su virtud en el lugar que le correspondía: en la palabra misma.

¿Es esta efectivamente la clave del prestigio de Lledó? Intentemos poner a prueba nuestra propia afirmación. De pocas cosas se habla más en este país últimamente que de diálogo. Hasta el punto de que se diría que para algunos parece haber constituido un descubrimiento, cuando no (para los más ignorantes) una propuesta radicalmente novedosa. Pero ¿qué es el diálogo sino la palabra en su estado más vivo, la palabra en acción, ese momento en el que la palabra muestra todo su poder y se pone en juego? Importa entenderlo así para alejarse de una imagen unilateral de lo dialógico sumamente frecuente. Me refiero a esa imagen en la que el diálogo queda dibujado como una actividad, noble, hermosa, bienintencionada, que busca que las personas rebajen su posible dogmatismo, su intransigencia, su incomprensión o cualquier otra actitud negativa (por no decir antipática), saquen su parte buena y corran al encuentro del otro para ponerse de acuerdo con él de forma razonable y, de ser posible, amistosa. Así dibujado, el diálogo formaría parte del repertorio categorial del perfecto buenista, y el mejor provecho que podría extraerse de él sería el de que constituyera un instrumento para negociar y alcanzar acuerdos.

Qué duda cabe de que en ocasiones el final feliz es la desembocadura del diálogo, pero representaría un grave error suponer que es una desembocadura inevitable. Si no queremos quedar atrapados por las connotaciones que a menudo se adhieren a las palabras, se impone subra­yar la enorme importancia del diálogo entendido, si se me permite decirlo así, como aventura intelectual, que es como nos enseñó a entenderlo Emilio Lledó. Ignoro hasta qué punto el veneno del diálogo a él se lo inoculó a su vez Hans-Georg Gadamer, con quien estudió en la Universidad de Heidelberg, o ya venía Lledó envenenado de casa, esto es, lo llevaba incrustado en lo más profundo de su alma cuando conoció al autor de Verdad y método. En todo caso, se puede afirmar que la pasión por el diálogo como actividad espiritual de alto riesgo —por decirlo apenas de otra manera— constituye la expresión más transparente de su talante intelectual, aquello que mejor informa de la naturaleza de su pensamiento.

De ahí la complementaria insistencia, de la que nunca se ha apeado Emilio Lledó, en la paideia, en la educación. Esta debería cumplir, además de una función de conocimiento, una función moral. Hay que educar para saber y para convivir, y eso solo puede llevarse a cabo sobre la base de conocer en el sentido más amplio y fuerte de la palabra, esto es, de conocernos también a nosotros mismos, a los que tenemos por otros y a los vínculos que podemos y debemos establecer con ellos. Llámesele a esto, si se quiere homenajear a Flaubert, educación sentimental (a no confundir con la autoayudesca inteligencia emocional) o de cualquier otra forma, siempre que dé cuenta del calado que se le está atribuyendo a la función de ese educador.

Y aunque Lledó, modestamente, prefiera definirse como profesor de filosofía antes que como filósofo, lo cierto es que, parafraseando al ilustre político, podríamos decir de él que es filósofo a fuer de (magnífico) profesor de filosofía. Esto es, lejos de contentarse con ser mera correa de transmisión de la herencia recibida, se ha esforzado en criticarla, depurarla y mejorarla para ponerla al servicio de un ideal de vida buena. Con lo que nos vemos devueltos al punto de partida: ha dialogado con la tradición de la que somos hijos, se ha convertido en interlocutor de ella y, a través de ese gesto, ha ejercido de filósofo. Las lecciones de dicho diálogo están en los textos que Lledó ha escrito, textos con los que, prolongando esa gran conversación de la humanidad que es la cultura, venimos nosotros hoy convocados a dialogar. No otra constituye, en fin, la gran metalección que deberíamos retener de su magisterio (y, en lo posible, aplicarnos para ser capaces de prolongarla): la figura de Lledó resiste tan bien el paso del tiempo porque siempre ha hablado de las cosas que realmente importan.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2017/11/03/babelia/1509729280_210957.html

Foto: Álvaro García.

Emilio Lledó: “En el conflicto catalán han sobrado ignorancia y pasión”

A punto de cumplir 90 años, el filósofo confiesa su desazón ante la evolución política

Tereixa Constenla

En los malos tiempos hay que celebrar las buenas historias. Empapado de la tristeza que impregna a parte de la sociedad en estos días, Emilio Lledó (Sevilla, 1927) es ese sabio de origen andaluz que inspiró el poema Filósofo en la noche al catalán Joan Margarit. Otros tiempos. Lledó es también ese profesor que sacó una cátedra en Madrid y renunció a ella porque los estudiantes catalanes recogieron firmas para rogarle que siguiera en Barcelona. Otros aires. Y es Lledó ese paseante capaz de arrancar una margarita en el Retiro, a pocos metros de su casa en Madrid, para trasplantarla a una maceta del balcón y apreciarla con la misma admiración que le despiertan Kant o Aristóteles.

Pregunta. Va a cumplir 90 años. ¿Cómo los recibe?

Respuesta. Con sorpresa. He sido un niño de la Guerra Civil, de la posguerra sobre todo, poco saludable y delgaducho. He estado en colas de una hora para comprar medio kilo de tomates. Que ese niño hambriento, que tenía bronquitis, haya llegado a los 90 años en un estado de salud relativamente bueno es una sorpresa.

P. ¿Cambia la percepción del tiempo con la edad?

R. Sí, cambia, y a veces te entra una pequeña veta de melancolía porque no quieres irte, pero entonces te asomas a los árboles y ves que las hojas se caen. Es el ritmo de la naturaleza, nace, florece y se agosta y, como por suerte somos hijos de la naturaleza, no tenemos más que asumir ese condicionamiento del tiempo.

P. ¿Cómo está la salud de la escuela pública?

R. No muy bien, pero hay que luchar por ella. Hay textos de la filosofía política griega que ya dicen que la enseñanza tiene que estar en manos del Estado. No tiene sentido que el dinero sea el que marque la diferencia. Es una injusticia. Me sorprendía que una conocidísima política hablase de la libertad de los padres para escoger el centro donde educar a sus hijos. ¿Qué libertad es esa? ¿Los trabajadores de Vallecas tienen libertad para mandar a sus hijos a los colegios de pago de las zonas ricas de Madrid?

P. En algunos institutos se han sustituido los libros por tabletas. ¿Ve riesgos en este camino hacia la dependencia de lo digital?

R. Vivimos en una época digital y es importante, pero puede haber una patología en todo esto. El libro, la lectura, necesita otro tipo de tiempo distinto de los fogonazos de los móviles, de las imágenes, y es insustituible, porque es la compañía, el diálogo continuo. Todos los libros de mi biblioteca son mi vida. Ese objeto fosforescente que te llega a los ojos y de pronto desaparece, no.

P. ¿Esperaba que después de 40 años de democracia pudiésemos llegar a esta situación?

R. Me ha sorprendido muchísimo, porque yo he estado de catedrático en Barcelona, desde el 67 hasta el 78 y, con la excepción feroz de una cosa personal, he sido muy feliz como profesor, me he sentido enormemente aceptado.

P. ¿Ha faltado filosofía tal como la concibe, como entendimiento del otro?

R. Por supuesto, y ha sobrado ignorancia y pasión. Yo no soy nacionalista, no sé lo que es. Nací en el barrio de Triana; a mi padre, que era militar, lo destinaron a A Coruña, a Vicálvaro, al acabar la Guerra Civil a la calle, después a Madrid. Cuando acabé la carrera y el servicio militar, en el 52-53, me fui a Heidelberg 11 años, tres en Valladolid, medio año en Alcalá de Henares, tres en La Laguna, 11 en Barcelona… ¿De dónde soy yo? Estoy orgulloso de haber tenido toda esta experiencia y de donde realmente soy hoy es de la lengua que puedo hacer con mi manera de pensar, de sentir, de querer, de aceptar a los otros. Esa es mi patria, esa es mi nación y ese es mi nacionalismo; por eso he sido feliz en todos los sitios en los que he vivido. En lo único que se me pudo notar algo de eso que llamamos nacionalismo es cuando estaba en Heidelberg. Me molestaba que hablasen tontamente con estereotipos de mi país, sobre todo porque he tenido la experiencia maravillosa de ser profesor de obreros españoles, la mayoría andaluces.

P. ¿Por qué cuesta tanto entender al otro?

R. Por prejuicios, por deformación mental. Qué duda cabe que pertenecer a una lengua tiene componentes sentimentales, pero ojalá yo fuera bilingüe o trilingüe, qué maravilla. Creo que es incultura, deformación, es el desgénero humano. Aristóteles inventa el verbo “ser humano”, que significa querer a los otros, proyectarte hacia los otros, entender a los otros, asimilarlos, hacerlos semejantes a ti. Solo nos diferencia la lengua matriz que hablemos, las ideas y la generosidad que podamos transmitir. Estos días, por estas razones de separatismo y no separatismo, me he sentido muy infeliz; hacía tiempo que no me sentía tan triste, desazonado, ¡hacía años! Creo que desde después de la guerra no me he sentido tan afectado, quizá se deba a que yo no tengo sentimiento nacionalista en este sentido.

P. ¿Qué recomendaría hoy un sabio griego para salir de esto?

R. Generosidad. Y darnos cuenta de que la globalización no es solo económica; hay que globalizar también los sentimientos, la aceptación, la riqueza… ¡Lo feliz que me sentí los años que estuve en Barcelona! Por eso no he querido ir ahora; sabía que se me haría un nudo en la garganta si iba a algún acto por la medalla de oro de la universidad que me han concedido. Tenía miedo a mí mismo; hay cosas que no se te olvidan.

P. ¿Las banderas le dicen algo?

R. Nada.

P. ¿Ayudan o entorpecen?

R. Creo que cualquier bandera entorpece. Lo que tenemos que tener es una bandera de justicia, de bondad, de educación, de cultura, de sensibilidad, de filantropía, otro sustantivo maravilloso de los griegos, el amor a los otros. Pero trazar fronteras me parece una equivocación. No lo entiendo. Ahora hay que ser un poco radical y un poco generoso, y entender y estudiar. Yo me sentí en mi país desde los Pirineos hasta la isla más al sur de Canarias. Me parece un terrible error, porque se están olvidando problemas mucho más importantes de nuestro país con esta historia de los nacionalismos, se están olvidando de la corrupción de un lado y de otro. Hay un gran señor de un nacionalismo que vendió su ideología y tiñó el nacionalismo de la patria y resulta que lo que verdaderamente estaba haciendo era llevándose el dinero a Andorra. Pues nadie habla de eso. Tampoco se habla de los Bárcenas ni de los Ratos.


Tratado del «desgénero»

En vísperas de su 90 cumpleaños —el 5 de noviembre—, Emilio Lledó ha releído El jardín de los frailes, de Manuel Azaña, para descubrir “la lucidez que encierra” y asombrarse de lo poco que se reedita. Son días en los que da vueltas a un nuevo concepto, “el desgénero humano”, para explicar aquello que le parece impropio de los humanos, ya sean los incendios en Galicia o la guerra en Siria. “Estoy escribiendo ahora sobre el sentido del bien y de los grandes conceptos que han creado los humanos, la justicia, la bondad, la lucha por la igualdad, la inteligencia, la racionalidad, el enriquecimiento de la sensibilidad con el arte”. “A pesar de que se diga que el hombre es un lobo para el hombre”, expone, “la sociedad funciona cuando hay un principio de bondad. Lo realmente importante es el hombre que tiene poder. Un político indecente es la ruina del país”.

Fuente:

https://elpais.com/cultura/2017/10/26/actualidad/1509043512_980095.html

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Alvaro Gacía.

“El profesor que triunfa en la universidad es el burócrata»

El ensayista Nuccio Ordine aspira a ofrecer pistas para quienes el dinero no lo es todo con su nuevo libro, ‘Clásicos para la vida’

Borja Hermoso

A bordo de un impecable look de ejecutivo -traje azul oscuro, camisa blanca y corbata roja- rematado por unas aparatosas botas deportivas color arena viaja Nuccio Ordine (Diamante, Italia, 1958). Estamos ante un ciudadano, un profesor y un ensayista que se ha empeñado en resistir. Resistir, desde la defensa de las humanidades y la enseñanza de los clásicos, a la inercia inexorable de la consabida deriva mercantilista.

Por eso Ordine se indigna contra la transformación de las universidades como templos del saber en factorías de nuevos profesionales perfectamente diseñados para el mercado. Por eso clama contra la derrota del pensamiento frente al dinero, y del corto frente al largo plazo, y por eso lo cuenta en libros-manifiesto de lectura apasionante. Fue el caso de La utilidad de lo inútil (traducido ya a 20 idiomas en 30 países), un verdadero fenómeno editorial consistente en la reivindicación furiosa de las inútiles humanidades -más necesarias que nunca, sostiene- frente a los saberes útiles, con la ayuda de un buen puñado de filósofos y escritores de todas las épocas.

Y es el caso de su nuevo libro, Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal, en el que el profesor de la Universidad de Calabria, lejos de pretender establecer un canon literario-filosófico, solo aspira a ofrecer pistas, balizas a navegantes para quienes, definitivamente, el dinero no lo es todo. También están Einstein, Thomas Mann y Montaigne. Tanto La utilidad de lo inútil como Clásicos para la vida están editados en castellano por Acantilado, y en catalán por Quaderns Crema. Ordine estuvo ayer en Barcelona para hablar de su nuevo ensayo y para inaugurar, junto al compositor y violagambista Jordi Savall, un nuevo ciclo de Conversaciones en La Pedrera.

Las grandes obras literarias y filosóficas no deberían ser leídas para aprobar un examen sino para, en primer lugar, experimentar placer y, en segundo, mejorar como personas. Ese es el punto de partida para este experto en el Renacimiento y en la vida y la obra de Giordano Bruno. Pero Nuccio Ordine no es un ingenuo y sabe que la batalla está perdida de antemano. «El poder nunca ha querido gente cultivada, así es más fácil hacerle creer cosas. Cuando no eres una persona cultivada, no tienes capacidad crítica. Maquiavelo decía que la humanidad se divide entre los que saben y los que no saben. El que sabe tiene siempre una posición dominante. El segundo es un esclavo del otro», ha explicado este lunes en una conversación con este diario.

Considera Ordine que el presente en lo que a la educación y la cultura se refiere es un espejo del pensamiento único y de la desidia, cuando no la consciente negación de la enseñanza. Así lo argumenta: «Cada vez más, en los institutos y en las universidades el profesor que triunfa es el profesor burócrata, ese que se dedica a redactar informes sin parar y que frecuenta todos los consejos. Paradójicamente, el profesor que se dedica a hacer de profesor se ha convertido en algo marginal dentro del sistema. Esto es gravísimo». ¿Su propuesta?: «La universidad y la escuela deben volver al espíritu para el que fueron fundadas. La palabra escuela viene del griego skolé, que significa ‘tiempo libre’, ‘ocio’. significa que no debes hacer algo porque te sientes presionado por una exigencia práctica, sino por ti, para mejorar».

Para combatir ese fatalismo, en los últimos 15 años Ordine ha leído ante sus alumnos un gran número de pasajes de obras de escritores o pensadores no necesariamente ligadas al temario que tocaba. Desde Borges hasta Pessoa y desde Maquiavelo hasta Cervantes, pasando por Goëthe, Saint-Exupéry, Ludovico Ariosto, Montesquieu, Homero, Hipócrates o Stefan Zweig entre otras decenas de nombres, los ha relacionado con cuestiones de actualidad. Así ha demostrado lo que perseguía: que los clásicos no solo ofrecen placer. También ofrecen soluciones.

Casi todo es, para él, una cuestión de disyuntiva entre el corto y el largo plazo. Eso afecta a la praxis política. Eso afecta a la educación. Eso afecta al compromiso o no de quienes disponen del dinero a la hora de ayudar a crear mejores generaciones de ciudadanos. «El mercado te exige hoy una cosa que en seis ya no es válida. Eso impide ver las cosas a largo plazo. Las profesiones y los oficios nacen y desaparecen a toda velocidad. Pero en la enseñanza y el aprendizaje en profundidad, los plazos son de 20 o 25 años. ¿Y cómo vas a aplicarle a la enseñanza una lógica de mercado si a los 25 años absolutamente todo habrá cambiado?». Pero queda, asegura, un resquicio de esperanza: «Hay algo que ni todo el dinero del mundo puede comprar: el saber. Eso es fruto de un esfuerzo que solo tú puedes hacer, y ahí nadie puede sustituirte».

Pone a Nietschze y su elogio de la lentitud en el aprendizaje como uno de los modelos a seguir. Y subraya que, mientras los sistemas de educación occidentales avanzan a toda velocidad hacia otro modelo, el consistente en factorías de robots humanos utilísimos, incultísimos y autoconvencidísimos de su excelencia, un país tan hipertecnológico y tan cibernético como Corea del Sur intensifica sus inversiones en educación humanística. «¿Sabe usted que hace cosa de un año la Unesco organizó una especie de campeonatos mundiales de filosofía y que los dos primeros clasificados fueron dos surcoreanos?», pregunta Nuccio Ordine.

Autor: Nuccio Ordine. Editorial: El Acantilado (2017). Formato: tapa blanda (192 páginas).

Fuente: https://elpais.com/cultura/2017/10/23/actualidad/1508780704_884734.html

Foto: Joan Sánchez

Concurso de vídeos Filosóficos

La Coordinación de la licenciatura en filosofía y el Centro de documentación en filosofía latinoamericana e Ibérica (CEFILIBE) de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM-Iztapalapa, convocan a su Primer concurso de vídeos Filosóficos.

Los temas a tratar en el vídeo deben considerar: “La filosofía mexicana y Latinoamericana”, “La filosofía hoy” o “la filosofía de habla hispana”. En esta primera edición podrán participar todos los estudiantes de la carrera de filosofía, de cualquier grado o nivel, inscritos actualmente en cualquier Universidad.

Las bases completas para participar en el concurso, podéis descargarlas aquí

Filosofía, arquitectura y arte para construir la ‘civitas’

Cuatro pensadores debaten sobre los espacios y conocimientos colaborativos entre África y Europa en el marco del II Grigri Pixel Festival

Gemma Solés i Coll

El pasado sábado 7 de octubre, en Intermediae de Matadero, dentro del marco del segundo programa de residencias, talleres y seminarios Grigri Pixel, se celebró Lo invisible, lo común y lo mágico: espacios y conocimientos colaborativos entre África y Europa. El encuentro, que reunió a la filósofa Marina Garcés, el artista Abu Ali (Toni Serra), la arquitecta Paz Núñez y el crítico de arte Simon Njami, tenía como objetivo ahondar en los retos comunes y las problemáticas urbanas contemporáneas en las ciudades de África y Europa, y sirvió para profundizar en los imaginarios compartidos y las amenazas actuales que acechan los espacios públicos de Norte y Sur.

Marina Garcés y la construcción de lo común como una situación de dignidad compartida:

«El plural, hoy, no es intrínsecamente bueno, hay plurales muy malos», abría el debate la filósofa catalana Marina Garcés, haciendo hincapié en la crisis política y social que atraviesa España actualmente en el contexto del independentismo de Catalunya. Crítica con la forma en que la sociedad moderna tiene de relacionarse con el medio ambiente o con la democracia directa, describió el momento actual como una «condición póstuma», referenciando el libro colectivo que ha escrito junto a grandes del pensamiento contemporáneo como Zygmunt Bauman o Slavoj Zizek.

«Una apuesta por lo común es cualquier situación que podamos definir como de dignidad compartida», pronunció Garcés. Y dio tres ejemplos que para ella, son claras apuestas por lo común:

  1. La defensa de los barrios: En el marco global, las lógicas capitalistas y depredatorias de violencia inmobiliaria (airbnb, narcopisos…) no pueden ser combatidas por los vecinos. En este contexto, aparecen barrios donde no los había, con prácticas de apoyo mutuo y de solidaridad entre los vecinos. ‘Barrio’ pasa a significar «queremos vivir aquí y solo podemos hacerlo luchando juntos, no apelando a una antigüedad, sino a un presente urbano en el mundo de la metrópolis global».
  2. Alerta creuers o Barcelona ens ofega, son agrupaciones que alertan sobre el peligro de los cruceros y la contaminación atmosférica que generan, que son, cada vez más, una preocupación entre los vecinos y vecinas de Barcelona. La cuestión ambiental y paisajística desemboca a una ciudad contaminada, y por más que los ciudadanos abandonen el coche, los cruceros contaminan muchísimo más que los automóviles. Eso genera una conciencia de un «nosotros» muy amplio que dice: «queremos respirar».
  3. Los recientes 1 de octubre o la Huelga del 3 de octubre: Según la filósofa, la prohibición del referéndum ha movilizado de forma transversal y amplísima en todo Catalunya. «La superación y la emergencia de ese común rompe las identidades y se abre por la aparición central y rígida del estado del «vosotros no». Eso genera una construcción de un nuevo «nosotros»».

Garcés criticó, también, el rol aturdidor de los medios de comunicación masivos, por fomentar un imaginario colectivo de confrontación. Y apeló a la responsabilidad del espectador, y a su disponibilidad de quedarse (o no) en la sociedad del espectáculo, donde no hay posibilidad de hacer y deshacer «nosotros» más allá de lo que se impone y se da por hecho.

Simon Njami, la defensa de un nosotros inclusivo y responsable

Simon Njami (derecha) y Abu Ali (izquierda), durante el Seminario 'Lo invisible, lo común y lo mágico: espacios y conocimientos colaborativos entre África y Europa', en el marco del 2º Grigri Pixel. 
Simon Njami (derecha) y Abu Ali (izquierda), durante el Seminario ‘Lo invisible, lo común y lo mágico: espacios y conocimientos colaborativos entre África y Europa’, en el marco del 2º Grigri Pixel. Lukasz Michalak / Intermediae Creación Contemporánea / Grigri Pixel

Simon Njami, redactor jefe de Revue Noire y director artístico de la Bienal de Dakar, abrió su intervención apelando al ‘nosotros’ como una noción polisémica y un concepto problemático que puede definir contra el «otro». Aludiendo a la esclavitud y la colonización, Njami expresó que el ‘nosotros’ que define aún hoy a los africanos siempre se ha tratado como algo complejo y con grandes estratificaciones. «El nosotros africano es bastante temible», dijo apuntando a la construcción eurocéntrica de África.

«En Angola, por ejemplo, comprendieron tarde que habían sido colonizados, y crearon un ‘nosotros’ muy plural, con los portugueses incluidos», explicó sobre el país que consiguió una de las independencias más tardías, en 1975. Así, Njami se apuntó a la construcción de un nosotros inclusivo: «el nosotros en el que yo creo es el de compartir», expresó. «Toda compartición supone responsabilidad. La responsabilidad es esencial. Dar y recibir. La importancia es el intercambio». Sin embargo, el comisario suizo se mostró crítico con la construcción de los espacios comunes en las ciudades africanas, y reprochó que han sido abandonados por los mandatarios de los estados modernos, a expensas de los espacios privados.

Paz Núñez, la ciudad como un espacio de relación

Paz Núñez (en el medio), durante el Seminario organizado en el marco del 2º Grigri Pixel.
Paz Núñez (en el medio), durante el Seminario organizado en el marco del 2º Grigri Pixel. EVA (Espacio Vecinal Arganzuela)

«Hay una malla que nos configura como seres», pronunció la arquitecta especializada en urbanismo Paz Núñez. Citando al geógrafo malagueño Horacio Capel y al arquitecto y activista granadino Esteban de Manuel, dijo que la ciudad no es un concepto estático sino una noción dinámica, muy referenciada a la nomenclatura de la civitas y de la polis. Explicó cómo en Roma se hablaba de la urbs, no como una entelequia única, de la civitas como la sociedad, y de la polis como aquello relativo a las decisiones políticas. Y apeló a la necesidad de concebir la ciudad como un triángulo equilátero donde cada uno de estos conceptos debe estar equilibrado.

Como hiciera Marina Garcés apelando las situaciones de «dignidad compartida», Paz quiso aportar ejemplos de apropiación del espacio público que ella misma ha vivido y visto en diferentes puntos de África o el Caribe, y que en su opinión, generan confianza. Porque a su modo de ver: “Cuanto más espacio público, más seguridad en las ciudades”.

Habló de la forma en cómo nos aproximamos a realidades que no conocemos llenos de prejuicios, recordando una anécdota que le sucedió en Bata, en Guinea Ecuatorial, donde gente joven se ponía a estudiar y leer debajo de las farolas, porque en sus casas no tenían luz. También explicó como durante su tiempo en Angola, después de la guerra civil, la Universidad se convirtió en un espacio de encuentro y de confianza para la consolidación de la paz. Aludió a la metáfora de un oasis del sur de Marruecos, donde mujeres, hombres y camellos confluían para diferentes usos. Y acabó evocando la experiencia que supuso para ella la intervención post-terremoto en Haití en 2010, invirtiendo en lo público primero (con una civitas y polis descompuesta).

Núñez dijo que «el mobiliario y el espacio urbano no son ingenuos», y que en las ciudades, es necesario relacionarse con las personas para dejar de temer a lo diferente, al «otro». «La ciudad debe ser un espacio de relación», pronunció, defendiendo el control social positivo o el comercio de proximidad. También tuvo el acierto de hablar de los espacios periféricos e informales como la Cañada Real de Madrid, un barrio de unos 7000 habitantes en una antigua vía de ganado, que viven al margen de la legalidad, bajo el umbral de la pobreza – con excepciones-… Habló de ellos como una población que se esconde de la mirada del ciudadano que vive en zonas céntricas y reivindicó: «cuanto más nos escondamos, más desconfianza tendremos».

Abu Ali, entender las imágenes para comprender el «nosotros» que construyen

Abu Ali, durante el seminario organizado por el 2º Grigri Pixel.
Abu Ali, durante el seminario organizado por el 2º Grigri Pixel. EVA (Espacio Vecinal Arganzuela)

El videocreador catalán Toni Serra, también conocido como Abu Ali, residente en Duar Msuar (Marruecos), arrancó su parlamento hablando de los migrantes racializados, solo incluidos en la retórica humanista pero en permanente estado de sitio. «La violencia policial que sufrimos hoy (haciendo referencia a Catalunya el 1 de octubre y la posterior inestabilidad política), les afecta a ellos de forma cotidiana porque no están incluidos en este «nosotros»», señaló. Y criticó la forma en la que «la población migrante en este país es menospreciada. No intervienen en la academia, aunque sean académicos… siempre quedan fuera».

Ahondando en su interés por la imagen como constructora de realidades, habló del fast food audiovisual consumido en el capitalismo de la imagen, que responde a la lógica del consumo y la producción en masa y que, de forma nada ingenua, construye imaginarios colectivos. «Están ciegos, solo ven imágenes», dijo citando al poeta persa Mahmoūd Shabestarī.

Toni subrayó la necesidad de ahondar en el mundo de la imaginación para poder crear realidades mejores y salir del capitalismo de alta velocidad y del mundo del espectáculo ya descrito por el cineasta y filósofo francés Guy Debord. «El mundo de la imaginación es el mundo intermedio entre lo real e irreal, racional y material, entre la vida y la muerte. La imaginación es una especie de matriz de la realidad». Para él, la tarea de la arqueología mediática, que realiza a través de su proyecto Archivos OVNI, es esencial para deconstruir y comprender cómo se articula la arquitectura del «nosotros». Por ello, quiso apelar, muy acertadamente a un fragmento del reciente pregón de la Mercè de Marina Garcés:

El futuro del mundo es oscuro ahora mismo. Pero la vida se ilumina cada día si aprendemos a imaginar. Imaginar no es manejar la fantasía de cualquier manera, sino generar ideas y sensaciones que abran el mapa de lo que es posible. Como podemos reaprender, hoy, a imaginar juntos la ciudad y, por tanto, el mundo que queremos?

Seminario GRI GRI PIXEL  Lo invisible, lo común, lo mágico: espacios y conocimientos colaborativos entre África y Europa. 7 de octubre de 2017.
Seminario GRI GRI PIXEL / Lo invisible, lo común, lo mágico: espacios y conocimientos colaborativos entre África y Europa. 7 de octubre de 2017. Lukasz Michalak / Intermediae Creación Contemporánea / Grigri Pixel

Sin duda, inestimables aportaciones en tiempos revueltos desde el espacio propiciado por Grigri Pixel. «Este encuentro ya es un amuleto contra todos los malos espíritus que nos acechan en estos días», decía Marina Garcés. Y es que el significado de ‘grigri’, que en algunas regiones del oeste de África es el de amuleto u objeto con virtudes protectoras frente a daños o amenazas, bien puede ejercer sus virtudes mágicas en entornos críticos y del fomento de la construcción responsable e inclusiva de lo común como este.

Fuente:

https://elpais.com/elpais/2017/10/12/seres_urbanos/1507835426_474716.html

Nicolás Salmerón, un filósofo práctico

Nicolás Salmerón, el mejor ejemplo a seguir.

Antonio Guerrero

A pesar de ser una figura no tan comentada como debiera, y de no contar con la misma cantidad de textos escritos que sus contemporáneos, de todos los ejemplos no cabe duda de que Salmerón es el mejor para perseverar y ambicionar hermenéuticamente réditos de la idea de una filosofía práctica en España. Fue una persona multidisciplinar y muy vinculada a los problemas sociales de su momento histórico. Para empezar tuvo el temperamento necesario para ello. Su biografía de forma fidedigna lo atestigua: durante su infancia tuvo contacto ya con la política. Tanto su padre como su tío fueron pioneros del Liberalismo en Almería, en ese contexto en el que “Los Coloraos” suponían la oposición. Por otro lado conoció el clímax ideológico democrático en su instituto de secundaria donde se encontraban, en la ratio, algunos de los miembros del Partido Democrático Almeriense. Tiempo después estudió derecho y filosofía en Granada donde conoció a Giner de los Ríos, sentando la base de su actitud también pedagógica. Ya en Madrid, al continuar sus estudios, se introdujo de lleno en el Krausismo siendo miembro de la segunda hornada de discípulos de Sanz del Río. A partir de ahí su vida estuvo ligada a diferentes actividades de las que vamos a dar fe en este ensayo. En todas hay un nexo común: la filosofía; por ello su vocación de filosofía práctica queda patente.

Hemos dicho que tuvo el temperamento necesario para ser un filósofo práctico, lo que nos faltó decir fue que además supo llevar el pensamiento a la acción para alterar la realidad. Lo hizo a través de unas trasformaciones sociales (hechos ahora históricos). Creó en 1866 el Colegio Internacional, claro antecedente de la Institución Libre de Enseñanza, en la que también tomaría parte junto a Giner de los Ríos (transformación pedagógica de lo social). Con su apuesta por la enseñanza privada dio respuesta a la política educativa del Partido Moderado. Por otro lado estuvo integrado al mundo docente universitario como catedrático de metafísica entre otros cargos. Su vocación como filósofo, y por el aula, estuvo clara desde el primer momento, allí esbozó su krausismo propio. Además colaboró con la prensa del momento (trasformación mediática de lo social) en medios como: La democracia, La discusión. Fue también cofundador del periódico: La justicia. En el terreno político comenzó a darse a conocer, por su democratismo, en las tertulias del Café Universal y en los debates del Círculo Filosófico de la calle Cañizares. Entonces se introdujo de lleno en el Partido Democrático (transformación política de lo social). De todos los krausistas, Salmerón, fue el que más se hizo notar en el terreno político. De hecho perdió su cátedra por negarse a firmar un documento de adhesión a la Reina Isabel II. Las conspiraciones en las que estuvo metido contra ella le llevaron a prisión unos meses. Entonces era un radical. Con el Sexenio Democrático tuvo mejor suerte. Ya ostentando cargos en el Partido Demócrata, y bajo el debate sobre el republicanismo, trató de ser diputado por su tierra, Almería, pero no lo logró. Finalmente si pudo serlo por Badajoz y entrar así en las Cortes Constituyentes. Al poco fue nombrado ministro de gracia, destacando como brillante parlamentario. Colaboraron con él: Gumersindo Azcarate, Concepción Arenal y Giner de los Ríos. Su protuberancia le llevó a ser jefe del ejecutivo, presidente de la I República, en 1873, aunque solo durante 50 días. Dejó el cargo al negarse a firmar una sentencia de muerte, siendo fiel a su ideario. Desde ahí paso a ser presidente del Congreso. De esta época destaca su talante moderador y equilibrador entre las fuerzas políticas, un rasgo del Krausismo obviamente. Tras varias agitaciones políticas, y el golpe del General Pavía, paso al Partido Republicano Progresista. En ese momento gozaba de la simpatía de sus paisanos de Almería y trató de ser diputado otra vez desde esa provincia. Sin embargo fue el Caciquismo quién se lo impidió. Lo intentó en varias ocasiones pero sin éxito. Los Caciques fomentaron el fraude electoral para impedirle su objetivo. Poco tiempo después volvió a ser diputado por Cataluña, donde tuvo más suerte. Su discurso era claro: perseguir al Cacique y luchar por la democratización y modernización de España. De esta época han quedado registrados sus discursos parlamentarios en un sensacional libro titulado Obras de Don Nicolás Salmerón que fue prologado por Gumersindo Azcárate. En ese manuscrito aparece, como mensaje, su deseo de trasformar los problemas sociales, implicando eso una conexión entre pensamiento, acción y realidad.

«El sentido del Sr. Salmerón, por lo que hace al problema social, bien claro se muestra en el primero de sus discursos que figuran en este volumen, pronunciado en el célebre debate sobre la legalidad de la Asociación Internacional de Trabajadores. Reconociendo con severa imparcialidad los prejuicios, vicios y errores, así doctrinales como prácticos que alientan este movimiento»(1).

Justificación ideológica

Si bien hay que decirlo todo, el krausismo al que pertenecía Salmerón ya era de por sí una filosofía bastante cercana a los problemas sociales (pretensión de transformación pedagógica, política y mediática). De hecho le dio cobertura al Liberalismo y parió a varios presidentes de la I República. Y todo porque este movimiento conectaba con Erasmo de Rotherdam y la libertad de conciencia, entroncando con el tema de la libertad individual. Krause predicó un realismo racional: un equilibrio entre el ser, el pensamiento y la acción (lo que es de por sí un síntoma claro de filosofía práctica: pensamiento-acción-realidad). Lo real es descubierto por la razón, bajo un realismo racional. Desde ahí es posible cualquier presupuesto que vincule al Krausismo con la acción social.

Como sabemos fue Sanz del Río el difusor en España, tras conocer a Ahrens (discípulo de Krause). Muy en el fondo Sanz del Río llevó a nuestro país ese espíritu socrático del que contaba esta filosofía. De ahí saldría una defensa y apuesta por la ética y la praxis (otro síntoma de filosofía práctica) desde su punto de partida el “yo individual” hasta llegar a la “realidad del cuerpo”, “el espíritu”, y etc. El Krausismo en España supuso la verdadera apertura del pensamiento español a lo extranjero, filosofía alemana en este caso. En el terreno pedagógico destacó con Giner de los Ríos y la Institución libre de enseñanza y en el terreno político con Nicolás Salmerón. En otro orden de cosas Salmerón desarrolló una línea propia dentro de este sistema filosófico: el krausopositivismo. Con ella se separó de la línea de Sanz del Río. Los principios fundamentales, en su postura, estaban en la ciencia empírica: la ley de la evolución y de la relatividad del conocimiento. Según Salmerón estos cuerpos ideológicos deben estar en la filosofía y mantener dentro de ella una relación armónica. Esto le conducía a la psicología filosófica que unía razón y experiencia. En definitiva Salmerón trató de buscar en su línea filosófica una conciliación. Pretendía ir de la ontología del pensamiento y realidad hacia el conocimiento racional y la ciencia, con la experiencia (metafísica inductiva). La experiencia era fundamental para sus ambiciones, como se ve (rasgo de filosofía práctica).

—(1) Obras de Don Nicolás Salmerón. Discursos Parlamentarios. Gras y compañía editores. Madrid 1881.

Bibliografía

  • Historia de la Filosofía Española Contemporánea. Manuel Suances Marcos. Editorial Síntesis. 2010.

  • Obras de D. Nicolás Salmerón. Tomo primero. Discursos parlamentarios. (Prólogo de Gumersindo de Azcárate). De Gras y Compañía Editores. Madrid. 1881.

  • Nicolás Salmerón. La vida de un presidente de la Primera República Española. (Prólogo de José Luis Rodríguez Zapatero y Manuel Chaves González) María Carmen Amate Martínez y J.M. Beltrán. Arráez Editores. Mojácar 2008.

Fuente:

http://www.culturamas.es/blog/category/pensamiento/