Crónica de Francisco Artacho en el periódico digital andalucesdiario.es, 04/11/2013.
Tras un año y cuatro meses en paro, Federico Rodríguez no tuvo más remedio que hacer las maletas y marcharse al país que le abría las puertas que le cerraba su tierra. Este filósofo, de Jerez de la Frontera, es el ejemplo vivo de la fuga de cerebros en España.
Roberto Ampuero, además de escritor, es el ministro de Cultura de Chile. El pasado 2 de octubre él mismo dio a conocer, con bastante orgullo, el nombre de los ganadores del XX Premio Nacional Mejores Obras Literarias que, además de incentivar a la lectura, busca el reconocimiento a “lo mejor de la literatura contemporánea chilena”, según palabras del propio ministro. En la categoría de ensayo, el premio ha ido a parar a la obra inédita de un joven filósofo andaluz, emigrante en Chile desde hace tan solo un año, Federico Rodríguez. Este Doctor en Filosofía por la Universidad de Sevilla, con mención Europea incluida, ha sido galardonado por su obra Cantos cabríos. Jacques Derrida, un bestiario filosófico.
El ensayo inédito está inspirado en la tesis doctoral de Rodríguez, que constituye un estudio filosófico sobre la obra de Derrida a partir del problema de lo animal. Han proliferado en los últimos tiempos estudios filosóficos que tienen por objeto los límites de lo humano. El autor por su parte aprovecha el bestiario presente en el corpus derridariano para enfrentar la pregunta sobre el humanismo en sí. El libro premiado por Chile hace una reinvención del bestiario y está acompañado de 29 dibujos en blanco y negro realizados por la pintora Ana Gutieszca. “Los animales abren los capítulos; también se encuentran incrustados en los márgenes de las páginas. Ana supo dar vida a las ideas”, en palabras del autor.
A sus 30 años, Rodríguez es el único de los premiados que no es chileno. Asegura que el premio otorgado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile ha sido “algo coyuntural” e “inesperado”. El galardón, además de estar dotado con ocho millones de pesos chilenos, unos 12.000 euros, permitirá que su obra se pueda consultar en un centenar de bibliotecas chilenas. Un galardón a miles de kilómetros de su tierra y de su gente. Un premio para la cultura española en el exilio.
EXILIADO ECONÓMICO
Tras un año y cuatro meses en paro, y después de agotar la prestación de los 400 euros, el conocido como Plan Prepara, Federico comprobó cómo era expulsado de su país. “Llegó un momento en el que me di cuenta de que, a pesar de haberme doctorado y haber conseguido una beca de investigación, con estancia en Bélgica, Alemania y Estados Unidos, no tenía prácticamente ninguna opción de hacer carrera universitaria y seguir investigando en España”. Desde hace más de dos años, el Ministerio de Educación, que dirige el ministro José Ignacio Wert, no convoca becas postdoctorales. Y la posibilidad de acceder a una plaza de profesor universitario es hoy prácticamente imposible. “Pero tampoco había ni siquiera opciones de ser contratado en un instituto privado de secundaria, y de las oposiciones mejor no hablar…”, explicó Rodríguez a andalucesdiario.es.
La precariedad que vivía el joven jerezano “era total, tanto anímica como económica”. De esta forma comenzó a buscar diferentes destinos. Lo intentó con Francia y con Portugal, donde presentó varios proyectos. Finalmente fue Chile el país que le dio la oportunidad y lo fichó como Investigador Residente Postdoctoral de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Allí desarrolla un proyecto sobre el problema de la interpretación de los sueños en la filosofía franco-alemana contemporánea. “Aquí, en Santiago, estoy muy contento, en líneas generales. Especialmente, porque hago lo que me gusta; y aparte, porque me han recibido muy bien y porque el dinero que me paga es, simplemente, digno”.
La ministra de Empleo del Gobierno de España, Fátima Báñez, calificó el pasado abril los casos como el que representa Federico, la fuga de cerebros, como “movilidad exterior”. El joven filósofo no se anda con rodeos: “Me he visto obligado a emigrar. No me he ido de Andalucía por gusto. A mí me gusta mi barrio y estar con mi gente”. Y lo de volver a su tierra es algo, por el momento, algo lejano. “Volver, sí, sería algo muy bueno. Pero la situación actual no invita a ello. Ni a corto ni a medio plazo parece posible”, añade.
Federico explica que en Chile cada vez hay “más españoles, muchos” y que el país que lo ha acogido está apostando “muy seriamente por gente extranjera europea, especialmente joven y con estudios”. Allí la situación laboral para los emigrantes españoles es, según su testimonio, “mucho mejor en todos los aspectos”. Pero advierte de que en Chile “también hay otro tipo de burbujas económicas, y una gran desigualdad social”, aunque “aún no han estallado, o al menos no del todo”.
LA VIDA DEL EMIGRANTE FILÓSOFO EN SANTIAGO DE CHILE
A sus 30 años, Federico Rodríguez ha conseguido dedicarse a lo que le gusta, y vivir de ello, que no es poco. En Santiago de Chile reside en un viejo caserón de dos plantas, en el barrio de Nuñoa, con varios compañeros. “Tiene un patio con una hermosa parra y una gran barbacoa para hacer asados, la práctica nacional por antonomasia”, según detalla Rodríguez. Los sábados intenta no perderse el programa de radio que hacen unos amigos, Inútiles y subversivos. Él nunca habla en el programa: “Llego y me siento a escucharlos, normalmente me acompaña uno de sus gatos. Luego salimos casi siempre a tomar algo”.