Entrevista a Thomas Pogge publicada por el Boletín nº 13 (2º semestre de 2013) de la Fundación Víctor Grifols i Lucas, dirigida por Victoria Camps.
Thomas Pogge es el director del Programa de Justicia Global y profesor de Filosofía de la Universidad de Yale. Doctorado en Filosofía en Harvard, es uno de los filósofos más activos y comprometidos en la actualidad. Entre sus obras publicadas destaca World Poverty and Human Rights, uno de los libros más importantes y controvertidos de la filosofía contemporánea en el que insta a reconocer las formas en que las instituciones internacionales facilitan y exacerban la corrupción perpetuada por instituciones nacionales.
Usted defiende que los países ricos estamos violando los derechos humanos de los pobres del mundo. ¿Cuáles son los derechos que se están violando?
Estamos violando prácticamente todos los derechos humanos, pero principalmente los sociales y económicos. En este sentido, destacaría el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que hace referencia al derecho que tiene toda persona a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
También expone que existe un régimen institucional supranacional que produce déficits de derechos humanos masivos. ¿Cuáles son los aspectos más destacados de este déficit?
Sigue habiendo un gran número de personas que están privadas de derechos sociales y económicos. Mucha gente sufre hambre, no puede acceder a servicios sanitarios, a agua potable, a la electricidad… Aún existe un alto nivel de analfabetismo, un número demasiado elevado de personas que no saben leer, ni escribir, ni hacer un cálculo matemático… Y todos estos aspectos son manifestaciones de pobreza.
¿Cuáles son los países que sufren estos déficits?
En base al número total, la India es el país con más pobreza, incluso por encima de los países de África. Después hay otros grandes países con mucha población pobre como Bangladesh, la China, Filipinas, Indonesia, Nigeria, el Brasil…. En estos países el número de pobres no es tan alto como en la India pero el porcentaje es muy elevado. También debemos incluir en esta categoría a países de África como Mali, el Senegal, la Guinea Ecuatorial, Malawi…
¿Qué nivel de responsabilidad tienen los ciudadanos de países ricos sobre las decisiones que toman sus políticos y que dañan a los países pobres?
Los ciudadanos con cierta capacidad racional somos completamente responsables de lo que los gobiernos hacen en nuestro nombre. No me refiero a la gente pobre de un país como España, pero sí de un ciudadano medio con una educación normal y con trabajo e ingresos razonables. Si 10.000 ciudadanos españoles se unen con determinación para reivindicar un hecho específico, pueden hacer «presión» y modificar la conducta de sus gobernantes. Por otro lado, los ciudadanos españoles también pueden incidir en que las políticas de la Unión Europea sean modificadas, ya que España forma parte del G-20, donde tiene voz, y es un país importante con mucha influencia. Por tanto, creo que desde la óptica ciudadana se puede hacer mucho más de lo que se está haciendo para solucionar el problema de la pobreza global.
¿Y cuáles cree que son las vías más efectivas para que un ciudadano pueda ayudar a erradicar la pobreza global?
Además de las movilizaciones de las que hemos hablado anteriormente, también podemos hacer contribuciones personales a organizaciones internacionales efectivas, ya sean intergubernamentales como Unicef o no gubernamentales como Oxfam. También hay muchas organizaciones con causas específicas como Against Malaria Foundation, una gran organización cuya misión es erradicar la malaria. Existe un elevado número de entidades que hacen un muy buen trabajo y que, con pequeñas aportaciones de cada ciudadano, pueden conseguir grandes mejoras.
¿Cuál cree que es la mejor forma de motivar a la gente rica para que ayude a la gente pobre?
Hay diferentes vías para hacerlo, ya que la gente responde a diferentes argumentos. En este sentido, mi postura va más allá del pensamiento de Peter Singer. Él defiende que algunas personas son ricas y otras son pobres, pero que si los ricos contribuyen con unos pocos euros se puede mejorar mucho la situación de las personas pobres. Y éste, por sí solo, es un buen argumento que debería motivarnos a ayudar. A pesar de ello, acepto este argumento, pero también defiendo que los países desarrollados hemos contribuido a generar una gran parte de la pobreza existente y, por este motivo, tenemos una responsabilidad muy significativa para ayudar a solventarla.
¿Qué medidas cree que debe tomar la comunidad internacional para solventar esta problemática? ¿Cree que hacen lo suficiente?
No, no creo que hagan lo suficiente. Los países ricos ofrecen ayudas, pero éstas acostumbran a gastarse de manera ineficiente, porque muchos gobernantes las ofrecen para beneficiar a sus propias empresas y conseguir así objetivos políticos. Por ejemplo, los países desarrollados ofrecen ayudas en comida, pero este alimento parte de su propio país y así se beneficia a la empresa exportadora. Otro ejemplo podría ser el referente a la construcción de infraestructuras, puesto que en muchas ocasiones la ayuda se materializa a cambio de que sean construidas por ingenieros del país rico. Además, muchas veces las ayudas no se destinan a aspectos importantes para las personas y para cubrir sus necesidades básicas, sino que se destinan únicamente para satisfacer el deseo del líder de un país determinado.
Y entonces, ¿qué deberíamos hacer?
No se trata de aumentar el número de ayudas, sino de establecer mejores normas de régimen económico y de comercio internacional. Actualmente, existen grandes problemas como el proteccionismo en Europa, que beneficia únicamente a los países de la UE. Se otorgan muchas subvenciones para la agricultura, pero ello dificulta que los países pobres puedan exportar sus productos a la zona euro con precios competitivos. Otro ejemplo es el hecho que haya un sistema secreto de bancos en países como Suiza donde se pueda almacenar dinero sin declarar, lo que fomenta que líderes corruptos de países pobres tengan un lugar donde amasar su dinero y seguir robando a sus ciudadanos. Si estos líderes no pudieran guardar su dinero en un sitio seguro, podríamos eliminar parte del problema. De alguna manera, desde los países ricos estamos apoyando y facilitando la corrupción en países pobres y esto dificulta la erradicación de la pobreza global.
En el contexto de crisis que se vive ahora mismo, por ejemplo en España, y las dificultades económicas que tienen muchas familias para llegar a fin de mes, ¿deberíamos priorizar la ayuda a nivel local o deberíamos destinar las ayudas a nivel global?
Lo más importante aquí es no permitir que las élites nos dividan. Con esta pregunta implícitamente aceptas que el gran enemigo de los pobres españoles son los pobres extranjeros, ya que compiten por trabajo, por ayudas… Pero tenemos que luchar juntos, porque tenemos un enemigo común que es más importante, que son los ricos, las grandes multinacionales, los bancos. Estos agentes son los que están creando normas que nos dañan a todos. Si hablamos en términos de competencia entre pobres del mundo, jamás solventaremos los problemas comunes. La crisis actual en España tiene su origen en el ámbito financiero. Pero, ¿quién la provocó? Es evidente que no fueron los pobres… Fueron los grandes bancos, las grandes multinacionales.
Finalmente, ¿deben las empresas privadas solventar los problemas a los que las administraciones públicas no pueden hacer frente a causa de la falta de recursos económicos?
Pienso que sí. Siempre es mejor que haya servicios que sean ofrecidos por las administraciones públicas, pero si éstas no pueden hacerles frente, es preferible que sean las entidades privadas las que se hagan cargo de ellos, antes de que queden servicios desatendidos. Pero, aunque las entidades privadas puedan cubrir parte de este déficit, el objetivo es que las organizaciones públicas asuman este tipo de servicios, porque la gente pobre no puede depender de la buena voluntad y la solidaridad de las entidades privadas. Debemos aspirar a que haya entidades públicas eficaces que ofrezcan servicios beneficiosos para todos y de forma igualitaria. Y esta igualdad y fiabilidad sólo puede ser aportada por los estados.