Meta Librería y Fórcola Ediciones organizan la presentación del volumen colectivo Huérfanos de Sofía. Elogio y defensa de la enseñanza de la filosofía (Madrid, Fórcola, 2014), coordinado por Àlex Mumbrú y prologado por Javier Gomá.
Presenta y modera el acto: Carlos Javier González Serrano.
Intervienen: Ignacio Pajón Leyra, Jacinto Rivera de Rosales, Agustín Serrano de Haro y Àlex Mumbrú, coordinador del libro.
Fecha: Viernes 28 de marzo, a las 19:00 h.
Lugar: Meta Librería, Calle Joaquín María López, 29 – 28015 Madrid
Huérfanos de Sofía
Elogio y defensa de la enseñanza de la filosofía
Josep Maria Bech, Damián Cerezuela Frías, Ana de Lacalle, Àlex Mumbrú, Manoel Múxico, Ignacio Pajón Leyra, Francesc Perenya, Jacinto Rivera de Rosales, Begoña Román Maestre, Salas Sánchez Bennasar, José María Sánchez de León Serrano, Ramón Sánchez Ramón, Agustín Serrano de Haro.
Prólogo de Javier Gomá
Introducción y coordinación Àlex Mumbrú
Huérfanos de Sofía denuncia el desamparo institucional a que se encuentra sometido ese «amor al saber» en que consiste la filosofía. Es un ensayo colectivo en el que profesionales del ámbito de la filosofía toman su quehacer cotidiano como atalaya desde la que esbozar la naturaleza del discurso filosófico y, en especial, deliberar sobre la función que le queda reservada en la sociedad contemporánea. Una reflexión surgida por tanto de la experiencia vital de investigadores y docentes provenientes de diversas regiones del ámbito filosófico.
Un acierto y una «aventura» que ha de fecundar esa tierra inhóspita…
Hola a todos.
Me acabo de enterar de un nuevo libro en defensa de los dineros de la filosofía, titulado «Huérfanos de Sofía».
Es el enésimo libro, manifiesto, etcétera, a favor de que la actividad filosófica siga siendo económicamente lucrativa para algunos profesionales. Su contenido es totalmente previsible, y no hace falta piratear el consabido fichero en formato PDF (el libro, muy coherentemente, no es gratuito) para saber qué va a a aparecer en él. Es un libro escrito por varios autores, coordinado por Álex Mumbrú y publicado por la editorial madrileña Fórcola, el año 2014.
Aquí quiero presentar un punto de vista totalmente diferente: el de quienes rechazamos toda subordinación de la filosofía a su financiación estatal regular y permanente, porque estimamos que eso destruye la independencia del filosofar.
Como dicen viejas intuiciones filosóficas africanas, según las cuales primero viene el nombre y luego la cosa, o sea que lo que existe existe porque le hemos dado previamente un nombre, sin preexistencia de la cosa antes del nombre, y a las cuales hoy confirma experimentalmente la hipótesis lingüística de Whorf-Sapir, la presencia o ausencia de vocabulario y de distinciones no es indiferente ni inocente a la hora de reconocer realidades. La ausencia de vocabulario específico y distintivo hace mucho más difícil percibir ciertas realidades, especialmente en caso de fuerte y prolongado conflicto social. No es, exageraciones fuera, que la cosa dependa totalmente del nombre; pero su reconocimiento, su percepción y su construcción social sí que dependen fuertemente de su visibilización lingüística. Bien lo saben las feministas cuando intentan superar construcciones lingüísticas nada inocentes ni neutrales, como son las construcciones gramaticales de género masculino con valor conjunto para hombres y mujeres, como «Los conductores de autobús (las personas que conducen autobuses) deben tener filtros anticontaminantes en las cabinas de conducción.», y nunca en cambio «Las conductoras de autobús deben tener filtros anticontaminantes en las cabinas de conducción.», con el mismo sentido.
En el caso del propio nombre de la Sociedad Española de Filosofía, por ejemplo, el que no se llame, como debería llamarse en buena ley, «Sociedad Española de la Profesión Filosófica Lucrativa», no es una inocente omisión.
Por el contrario, sirve a cuatro propósitos bien concretos, entre otros los siguientes.
Primero, identificar ante el gran público al filósofo con el profesional o profesor pagado de la filosofía.
Segundo, invisibilizar y ocultar a los filósofos que no cobren por filosofar.
Tercero, negar la condición de filósofos a quienes no quieran o no puedan entrar en el entramado académico y universitario de la filosofía pagada, para así vetar su participación pública en los debates filosóficos, especialmente si son sufragados por el erario estatal.
Cuarto: en conclusión, hacer creer al gran público que la filosofía depende de la remuneración estatal, y que, por tanto, si no se paga a los filósofos, dejará de haber filósofos.
Podría ser bueno, en contraposición, crear una nueva agrupación de filósofos, que se llamaría por ejemplo «Asociación Libre de Filósofos», en la cual quedaría meridianamente claro, ya de entrada, que a nadie se le exige título académico o ejercicio lucrativo de una profesión filosófica, para ser miembro de esa hipotética asociación de filósofos (que no de profesores de filosofía necesariamente) ni para ser un filósofo.
Hoy, el mundo padece una grave patología sociopolítica: la «estatitis» O sea, la «inflamación o manía del Estado». Según esta patología, lo que el Estado no reconoce o no paga, no existe o no es valioso.
¡Pues la filosofía es anterior al Estado, y vale mucho más que el Estado con sus universidades o academias! ¡Y seguirá existiendo después de que el Estado se haya extinguido!
Cordialmente, de Alexandre Xavier Casanova Domingo, filósofo por decisión propia y no por designación académica o política. Correo electrónico trigrupo @ yahoo . es (trigrupo arroba yahoo punto es).