Laura García*
Marzo llega a su fin. Se ha convertido en un mes de aprendizaje que nos demuestra que, definitivamente, la filosofía no es cosa de hombres. Día tras día nos hemos acercado al trabajo de algunas destacadas filósofas nacidas en el siglo XX, aquellas a las que las nuevas generaciones admiramos y que tomamos como un ejemplo a seguir. Hoy nos acercaremos a la filósofa española Francisca Pérez Carreño. Supe quién era hace aproximadamente un año. Entonces estaba cursando el Máster Interuniversitario de Investigación en Filosofía desde la Universidad de La Laguna y, al buscar información sobre la coordinación del máster, me topé con ella. Francisca Pérez Carreño es, desde 2018, decana de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia, que coordina dicho máster. Lo que, quizás, me llamó más la atención sobre ella, y lo que ha hecho que la considere la mejor opción para cerrar este mes de marzo, es que fue la primera mujer que obtuvo una cátedra de estética en España, y sigue siendo la única catedrática de estética en nuestro país. A continuación, recorreré brevemente su carrera.
Francisca Pérez Carreño se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en 1984. En 1987, bajo la dirección de Valeriano Bozal, se doctora en la misma universidad con su tesis, Semiótica y estética de la imagen. En 1985 es contratada como Profesora Ayudante en la UAM, pero, desde 1990 se traslada a la Universidad de Murcia. Allí consigue la plaza de profesora titular de Estética y Teorías de las Artes en el Departamento de Filosofía. En la actualidad pertenece al Grupo interno de Investigación “Phrónesis. Grupo de filosofía analítica” y es también la investigadora responsable del proyecto de investigación “Recepción y expresión de emociones dolorosas en la obra de arte”. Además de haber sido visiting fellow en la Universidad de California-Berkeley entre los años 1995 y 1996, ha impartido cursos y conferencias en universidades como Hull, Cambridge, Udine, Primorska (Koper), Medellín o Caldas. Además, Francisca Pérez Carreño forma parte del consejo de redacción de revistas académicas como Daimon. Revista de Filosofía, Estetika. The Central European Journal of Aesthetics, Laooconte o Enrahonar y, desde 2015, es presidenta de la European Society for Aesthetics (ESA).
Nos encontramos ante una filósofa con un gran número de publicaciones. Entre sus principales trabajos se encuentran los libros Los placeres del parecido. Icono y representación (1988), Artemisia Gentileschi (1995), John Constable (1994) o Arte Minimal. Objeto y sentido (2003). Además, ha editado libros como Expression in the Performing Arts (2011), Estética después del fin del arte. Ensayos sobre Arthur Danto (2006) y Estética (2013). También, es importante señalar la gran cantidad de artículos de estética y teoría del arte contemporáneo que ha publicado, entre ellos encontramos “Institución-arte e intencionalidad artística”, “Looking at Metaphors” (2000), “Imágenes y metáforas. Una relación no tan feliz” (1999), “Teoría y experiencia estética en el Arte Conceptual” (1999) y “Drama y espectador en Artemisia Gentileschi” (1995) entre muchos otros.
Para seguir acercándonos a su carrera, me centraré en uno de sus artículos, “Drama y espectador en Artemisia Gentileschi”. En este, Francisca Pérez Carreño nos habla sobre cómo funciona la teoría revisionista de la historia del arte, aquella que pretende rescatar a las artistas olvidadas señalando la existencia de prejuicios sexistas que han hecho que las mujeres sean desdeñadas en manuales y antologías de historia del arte. Así, nos dice que “la historia del arte occidental ha creado imágenes casi exclusivamente para una mirada masculina” y que, desde la teoría feminista, hay dos tipos de explicación para este fenómeno. Por un lado, dice, esto proviene del carácter sexista de la práctica artística en sí misma, dado que su estructura reproduce un esquema general de dominación en el que el hombre es identificado con el sujeto, mientras que la mujer es identificada con el objeto. Por otro lado, se ha analizado las obras y sus contextos en la forma en que se han producido, fijándose especialmente en cómo son las mujeres (objetos) representadas, más allá del hecho de que lo sean. Más adelante, esta filósofa pasa a describir a la pintora Artemisia Gentileschi como una figura que consigue introducir en el movimiento pictórico naturalista un motivo feminista. Según nos dice, las mujeres representadas en sus pinturas ignoran al espectador, pues estas “se muestran ocupadas en algún trabajo o meditación que hace bien manifiesta su despreocupación del mundo” y esto, “esta pérdida de conciencia de la realidad alcanza al espectador, cuya presencia es ignorada”. Según Pérez Carreño, esto obedece a su intención de restar poder al espectador de su obra, es decir, a dejar de utilizar la figura femenina como un objeto de contemplación masculina. La obra de Artemisia significa un reconocimiento y un rechazo de los mecanismos masculinos de producción de imágenes, así como una ruptura con un patrón según el cual el espectador es de género masculino. Este artículo termina poniendo como ejemplo la obra Autorretrato como alegoría de la pintura, donde puede observarse a Gentileschi totalmente concentrada en su trabajo: “hay una absoluta unidad de la mente y el cuerpo implicada en su gesto”. Esto, nos dice, hace incompatible la objetualización del sujeto, pues existe en el lienzo y en lo representado una total autonomía con respecto al espectador. El que Artemisia considerase esta obra como retrato, manifiesta su desacuerdo con la práctica artística de esos años. Pérez Carreño nos dice que esta actitud obedece a la consciencia de la pintora de su incómodo e impreciso lugar como mujer en el mundo artístico, habitualmente ocupado por varones.
Me gustaría terminar comentando que, de entre todos los artículos que he podido leer de esta filósofa, este es mi favorito. Precisamente porque me ha ayudado a comprender la obra de Gentileschi, por la que siento debilidad y que, además, fue la primera mujer en hacerse miembro de la Accademia di Arte del Disegno de Florencia. Ambas son, en cierto modo, pioneras. Artemisia al ser la primera mujer en entrar en dicha academia, y Francisca Pérez Carreño al ser la primera mujer catedrática de estética en España. Ambas son mujeres importantes en su campo, mujeres que aportan una perspectiva feminista al arte. Podemos decir que existe un cierto paralelismo entre la situación de las mujeres en el ámbito filosófico y el ámbito artístico, éstos son espacios que, por lo general, han estado relacionados con lo masculino. Por ello, he querido dar a conocer a esta filósofa, pues, como hemos visto a través de este artículo, su trabajo no solo es valioso para la teoría estética en general, sino que, además, supone un esfuerzo por dar a conocer el trabajo de mujeres artistas como lo fue Artemisia Gentileschi. Aún tengo muchas lecturas suyas pendientes, recientemente me han regalado su libro Estética, en el cual encontramos una colección de artículos que tratan algunos de los temas más discutidos en la estética filosófica durante las últimas décadas y también tengo pendiente su artículo “Estrategias conceptuales del arte feminista”, donde espero poder comprender los conceptos que rigen el arte con motivo feminista. Mi acercamiento a su obra no ha hecho más que comenzar.
* Laura García es alumna del doctorado interuniversitario en Investigación en Filosofía de la ULL.
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Fuente: Sección de Filosofía de la ULL
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