Las bases que procesan y analizan miles de títulos ponen de relieve el olvido en el que pueden caer obras que son muy relevantes. Este es, por ejemplo, el caso de Explicatio mentis humanae, sive anima rationalis, ubi explicatur quid sit, quid ese possit. El autor de esta nueva edición de la obra, Guillermo Quintás Alonso, considera que esta obra no puede reducirse al documento en el que cuaja la ruptura de Descartes con Regius, señalado protagonista de la difusión del cartesianismo desde la cátedra de Medicina y Biología de la Universidad de Utrecht. Se estimó necesario, en consecuencia, retomar la edición presentada en 1981 en Cuadernos Teorema y proyectar esta segunda edición en la colección Cuadernos del pensamiento (Krk Ediciones) con un propósito muy marcado:
Descartes señala con toda claridad alguna respuesta de su propio sistema como insuficiente y lo hace como respuesta a las tesis formuladas por Regius; en cierto modo, señala con el reconocimiento de la insuficiencia de la propia respuesta, el estado del problema que llega hasta nosotros. No se trata, pues, de continuar ahondando con nuestros estudios en las aporías asociadas a la unión postulada (mente/cuerpo), cuya insuficiencia es claramente reconocida en una de las cartas asociadas a esta obra por el mismo Descartes. Lo verdaderamente representativo de la conducta humana, lo que debemos explicar es que «vemos pensando o sintiendo que vemos» y, por tanto, dar cuenta de la experiencia personal de la propia visión no cabe reducirla a la indagación de los mecanismos de la visión, explicados en la Dióptrica.
En esa presentación del problema que reconoce que el proceso fisiológico de la representación no agota la verdadera experiencia humana de la representación ni da cuenta de los principios universales se juega el valor de su teoría sobre el innatismo y, por supuesto,
obliga a la consideración de este texto para analizar problemas tales como el de la percepción.
Las posiciones marcadas en esta respuesta al Programa de Regius explican muy probablemente su razón para no completar el desarrollo expresado en el primer párrafo de El tratado del hombre. Al invitar a la reconsideración de este texto le otorgamos un valor como el que fue reconocido por sus editores, pues las ediciones latinas de las Meditaciones editadas por Elzevir (1650, 1654, 1663, 1670 y 1678) incorporaron este texto. Todo un síntoma de su valoración.