Participación de ‘Filosofía en la calle’ en el Festival Avivament
Consumismo, gregarismo… Los ismos del siglo XXI se alejan de aquellos de las vanguardias que propugnaban la libertad creativa y de pensamiento. Pero frente a los males de nuestra sociedad (más líquida o licuada que nunca) están los filósofos. No pensemos en ellos como figuras anquilosadas de gesto hermético, voz grave y discurso listo para ser pegado en Google translate para entenderlo. La juiciosa gente de Filosofía en la calle, proyecto multidisciplinar creado por Antonio Guerrero en 2015, y que cuenta con su propio programa de radio y su canal de youtube, se afana por conectar filosofía y realidad, y qué mejor escenario que el asfalto.
Su proyecto (que es también asociación) se basa en tomar la calle, el ágora, la plaza pública, la polis… con las ideas, el pensamiento, con el loable fin de convertirnos en seres librepensadores: críticos y autónomos. Desbloqueándonos de lugares comunes ideológicos y repetitivos, de posiciones antagónicas como únicas vías posibles. Porque somos masa pero debemos incorporarnos a ella, ya pensados y reflexionados de casa, para aportar y no sucumbir en el intento.
La idea es seductora y se presentará (jueves, 6 de junio, 21h, MuVIM) en el seno del Festival de Filosofía Avivament, la fiesta valenciana y primaveral de la filosofía, que con esta llevará tres ediciones dándonos también herramientas para comprender nuestro presente. Una filosofía práctica es como un manual de instrucciones del mundo actual, pero de libre uso que seguro que nos planteará muchas más preguntas de las que imaginamos. Acaso la filosofía no servía para esto.
Me cuesta mucho trabajo creer que se puede hablar de Parménides, Heráclito, Pitágoras, Platón, Aristóteles. Plotino o Proclo en la calle. Pero me cuesta mucho mas trabajo aún creer que se pueda hablar en la calle de Pseudo-Dionisio, Juan Escoto Eriúgena, San Agustín, Santo Tomás, Duns Escoto, Spinoza, Kant, Fichte, Shelling y Hegel. En fin, creo que la Filosofía es otra cosa. Para empezar, un conocimiento exhaustivo de la Historia de la Filosofía requiere mucho tiempo, tranquilidad, dudas, vías muertas, retractaciones. Sobre todo mucha, mucha, mucha biblioteca. Y maestros, maestros que amen la Filosofía, no la calle, ni la Universidad, ni el curriculum, ni el ruido, ni la revolución.