Sheila García González*
Las aportaciones de esta filósofa de origen indio no solo resultan fundamentales en campos como la filosofía y la teoría feminista, sino que su obra es considerada una herramienta muy valiosa por su cruce entre estudios culturales, ciencias políticas y estudios sobre el colonialismo.
En su célebre obra Dislocating Cultures: Identities, Traditions, and Third-World Feminism (1997), Uma Narayan elabora un estudio exhaustivo de la construcción del papel de la mujer en la India poniendo el énfasis en el vínculo entre cultura y política, desde una mirada histórica que va desde el colonialismo inglés del siglo XIX hasta el momento actual. Entre otras cuestiones, Narayan indaga en la viabilidad de una teoría y praxis feminista en un contexto tercermundista y revela dos obstáculos fundamentales al respecto. Por un lado, la tendencia de las feministas primermundistas a desconfiar de las feministas de otros países y a asumir las distorsiones propias de la mirada occidental sobre otras culturas. Y, por otro, la persistencia de grupos locales de perpetuar prácticas discriminatorias identificadas con la tradición cultural. En relación con la mirada occidental, Narayan advierte de el peligro de considerar a otras culturas como estáticas e inmóviles, y destaca que la sociedad india está en constante transformación. De este modo, reivindica firmemente el feminismo en contextos tercermundistas mientras insta a superar el énfasis que suele ponerse en la diferencia entre los países más desarrollados y los menos.
La filósofa Uma Narayan despertó mi interés hace algunos años, cuando cursaba el grado en Filosofía en la ULL, y tuve la oportunidad de conocerla a través de la lectura de uno de sus artículos. En ese texto, Narayan analizaba el impacto de la transición del colonialismo al capitalismo sobre la mujer y revelaba las diferencias que supuso este periodo histórico para las mujeres occidentales y las de las colonias. Mientras que el rol de las mujeres occidentales estuvo dividido, en líneas generales, entre el modelo de Ama de Casa Burguesa (clase alta) y la Chica de Fábrica (clase baja), en las colonias estos modelos no fueron tan comunes. Como sabemos, el colonialismo vino de la mano con la conversión del dinero en una necesidad para sobrevivir, obligando a las mujeres de las colonias a contribuir en la producción de cultivos comerciales en tierras controladas por hombres, que tenían el poder de controlar los ingresos generados por estos cultivos. En suma, el sector informal que incluía la venta de alimentos, la fabricación de cerveza, la artesanía o la prostitución, se convirtieron en los únicos medios para obtener remuneración para las mujeres de las colonias. Para esta autora es ineludible reflexionar sobre el lugar que ocupa el sector informal dentro de las economías coloniales y en cómo las mujeres se vieron relegadas a dicho sector.
Hay que tener en cuenta que su análisis histórico del capitalismo colonial nos brinda algunas claves sobre la postura crítica que mantiene ante las políticas de desarrollo de la mujer a través de microempresas del sector informal. En relación con ello, no puede pasar desapercibido el hecho de que la ONU eligió el año 2005 como el Año Internacional del Microcrédito. Entonces predominaban discursos que enaltecían la implantación de los microcréditos en el Tercer Mundo, mientras generaban la figura de la mujer microempresaria como una suerte de heroína provisora de su supervivencia y de las personas que tuviera a su cargo. Uma Narayan cuestiona acertadamente las razones humanitarias que se hallan bajo este modelo que pretende el desarrollo a través del acceso a microcréditos a mujeres que viven en la pobreza y las razones comerciales presentes en las estructuras sobre las que funcionan estos programas, sin pasar por alto la situación de irregularidad y desprotección que gira en torno al sector informal. Narayan pone de manifiesto sus reticencias respecto a este modelo y sus supuestas contribuciones al desarrollo y a la mujer. En esta línea denuncia, por una parte, un incremento de la violencia para las mujeres por parte de los hombres que quieren controlar sus préstamos y la carga adicional que recae sobre las hijas que pasan a ocupar el papel de sus madres en casa y en el negocio familiar; y por la otra, las propias formas de inseguridad que introducen los microcréditos con unas condiciones extremadamente severas y de intolerancia a la deuda.
Uma Narayan contribuye a la reflexión crítica sobre el acceso de la mujer a los microcréditos, indagando en las sombras de este modelo, en un momento en el que predominaban los discursos alabadores al respecto. El tiempo le ha dado la razón a esta filósofa y desgraciadamente muchas mujeres han sufrido las consecuencias de este modelo tirano que se caracteriza por ser una especie de círculo vicioso de endeudamiento. Esta autora enfatiza la necesidad de pensar en garantizar una mayor igualdad a las mujeres respecto a los trabajadores del sector formal, una mayor igualdad respecto a los grupos económicamente avanzados dentro del propio país y una mayor igualdad con respecto a la división económica del trabajo, tanto a nivel nacional como global. Estos aspectos resultan claves para reflexionar con relación a la justicia global desde el pensamiento filosófico y feminista. Precisamente por ello, Narayan indaga en la historia colonial y las desigualdades sistemáticas de la división mundial del trabajo.
El pensamiento de esta filósofa es fuente de inspiración para el movimiento feminista y para la liberación de la mujer india. Narayan se define como feminista del Tercer Mundo, pero aclara que su afirmación se apoya meramente en su localización y no en la asunción de valores propios de la cultura a la que pertenece. Su mirada crítica, tanto hacia las estructuras patriarcales y coloniales, como hacia ciertas inclinaciones del feminismo occidental, resulta relevante para reflexionar sobre un devenir del movimiento feminista fundamentado en la igualdad y capaz de cuestionar los privilegios y la interseccionalidad que se generan en nuestras sociedades. Comprender las estructuras patriarcales supone, pues, escarbar en las estructuras coloniales, para poder así vislumbrar su reflejo en la situación actual. La lectura de la obra de Uma Narayan resulta muy valiosa para reflexionar en un marco feminista y filosófico, en torno a un escenario capitalista neo-liberal que tiene sus raíces en la época colonial y en un panorama donde las cuestiones culturales han estado y están inevitablemente vinculadas a la política.
* Sheila García González es alumna del doctorado interuniversitario en Investigación en Filosofía de la ULL.
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Fuente: Sección de Filosofía de la ULL