Yasmina Romero Morales*
A pesar de que me licencié en Filología Hispánica, me sentí rápidamente atraída por los Estudios Árabe-Islámicos, sobre todo en su vinculación con la literatura española, la representación de la otredad en esta literatura y, por supuesto, el orientalismo. El referente en este campo de estudio era indudablemente el palestino Edward W. Said (1935-2003), las teorías postcoloniales se convirtieron entonces en mi principal metodología de trabajo.
Sin embargo, cuando abordé mi tesis doctoral y quise sistematizar las estrategias representacionales surgidas en el discurso orientalista español sobre las mujeres marroquíes, pronto me di cuenta de que Said no era suficiente. Leí y releí su obra hasta comprender que no me proveería de las herramientas que necesitaba para enfrentarme a ningún tipo de análisis desde la perspectiva de género, su discurso era pobre y sucinto si se quería aplicar a una investigación donde las mujeres no sólo eran objeto representado (los personajes femeninos), sino generadoras, asimismo, de estrategias representacionales (las veintidós autoras españolas de los cuentos y las novelas que utilizaba como fuentes primarias). Y es que mi tesis consistía justo en eso, en estudiar la representación de las mujeres marroquíes en la literatura española de ficción, pero escrita, también, por mujeres. Me tuve entonces que rendir a la evidencia, el discurso de Said se llevaba a cabo desde parámetros restrictivos y taxativos, eran una forma más de violencia epistémica hacia las mujeres y las condenaba a la inacción y a la incapacidad de generar agencia.
La búsqueda de otros referentes teóricos más idóneos para mi investigación fue la que me hizo descubrir a Gayatri Ch. Spivak, leí sus primeros textos Subaltern Studies: Deconstructing Historiography (1984) y Three Women’s Texts and a Critique of Imperialism (1985) y dejé de buscar más, Spivak y su obra era justo lo que necesitaba. Se convirtió en mi referente de cabecera para un acercamiento filológico y literario desde las teorías postcoloniales, pero con perspectiva de género. Esta filósofa india, en la actualidad profesora de Literatura Comparada en la Universidad de Columbia, se decanta por un discurso feminista dentro de los denominados “Subaltern Studies” (estudios de la subalternidad o subalternos) surgidos en los años 80, basados en la definición de Antonio Gramsci y de la que ella es una de sus más influyentes representantes. Esta corriente, también incluida entre las teorías postcoloniales, sirve para revelar la condición específica de déficit de poder y de sumisión de los grupos minoritarios, no sólo mujeres, sino también personas negras, “gays” o lesbianas. Grupos, oprimidos, atemorizados y subyugados que no se han atrevido a pronunciar palabra o que cuando lo han hecho no se les ha escuchado por no encontrarse en un escenario dialógico efectivo que les permitiera hablar, pero también ser escuchados. De ahí la célebre e incómoda pregunta de Spivak, hoy referencia internacional en los estudios postcoloniales: “¿Puede hablar la subalterna?”. El alcance de su interrogación fue tal que no sólo criticó esa ausencia de “voz” en los escritos del imperialismo colonial, sino también —y ahí radicó parte de su repercusión— en la obra de teóricos postcoloniales señeros como en la del propio Edward W. Said.
Gayatri Ch. Spivak, junto con otras investigadoras feministas postcoloniales como Nawal As-Sadawi, Chandra Talpade Mohanty o Reina Lewis entre muchas otras, denunció el discurso orientalista por homogéneo, totalizador y por estar adherido a los enfoques patriarcales tradicionales. Puso en marcha así los estudios postcoloniales, pero desde los necesarios barómetros feministas y de género que investigaciones como la mía necesitaban. Y, paralelamente, acusó a la tesis de Said de dar por supuesto que el sujeto colonizador era en la totalidad de los casos un hombre, relegando así a las mujeres exclusivamente a la condición de objetos representados por el poder-fantasía del hombre occidental, lo que habría dejado fuera de la etiqueta “literatura colonial” a las fuentes primarias que yo estaba usando para mi tesis doctoral, las autoras españolas que durante el pasado siglo XX habían escrito sobre Marruecos y que yo tenía claro, por supuesto habían sido generadoras de estrategias representacionales orientalistas al igual que sus coetáneos masculinos. No se las podía dejar fuera.
Así fue como Gayatri Ch. Spivak vino a llenar el vacío metodológico de Edward W. Said y es que esta filósofa lo deja claro en todas sus aproximaciones: en la producción colonial el sujeto subalterno lo es por estar oprimido por cuestiones de étnia-raza, cultura y otras diversas circunstancias de vulnerabilidad, pero, también puede ser un sujeto subalterno si es mujer, aun siendo occidental o blanca, o burguesa, o heterosexual.
* Yasmina Romero es investigadora postdoctoral «Agustín de Betancourt» en la Sección de Filosofía de la ULL.
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Fuente: Sección de Filosofía de la ULL