Empezamos a descubrir que el problema sanitario que nos trae la pandemia es mucho más que de gestión de recursos, crisis de la salud pública o impacto en otras patologías.
En esta crisis sanitaria que nos ha tocado vivir, una de las mayores preocupaciones es el impacto que el COVID-19 tendrá en la salud mental de la población. Muy probablemente, el coronavirus nos pase factura en términos de trastornos de ansiedad y depresión. No sólo por el gran número de fallecimientos, sino también por las circunstancias excepcionales de aislamiento en que parte de la población ha tenido que superar situaciones tan terribles como la muerte de sus allegados en absoluta soledad. Sin obviar que el personal sanitario ha sido el grupo de población más expuesto, y posiblemente el que más vea resentida su salud mental tras la pandemia.
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