La filosofía está en todas partes. Está en las preguntas de un niño de once años que empieza a dudar de que lo material sea lo único que existe y que le dice en tono cómplice a su mamá que cree que todos en el mundo son personajes de historietas.
También está por supuesto en el trabajo cotidiano de muchos profesionales. Distintas escuelas, corrientes y aproximaciones filosóficas ayudan (de forma consciente o inconsciente) a profesionales de todas las áreas a realizar su trabajo.
Vamos a poner el ejemplo de un detective privado. Uno real, no estamos hablando de un Sherlock Holmes que resuelve casos de asesinatos misteriosos, sino de ese detective de carne y hueso que debe quizás ayudar a dirimir una disputa entre un empleado y su patrón en relación a un fraude, o que sigue al potencialmente infiel esposo de su cliente.
Este profesional debe guiarse por las máximas filosóficas del escepticismo, es decir, dudar de todo.
Recordemos que el propio término escepticismo viene del griego «sképsis«: duda, investigación. Y también que como escuela filosófica, el escepticismo nos dice que no se puede alcanzar la verdad. Para este hipotético detective, la duda debe ser su motor: dudar de los hechos que se le presentan, las imágenes, las declaraciones. Y no sólo al realizar sus pesquisas, también desde el momento mismo en que recibe a un cliente nuevo, pues muchas de las personas que acudan a él, le dirán sólo parcialmente la verdad del hecho que quieren que se investigue.
Este escepticismo le permite a un detective privado apegarse a sus principios morales y mantener un comportamiento ético. Y es que son muchas las personas que le pedirán que a lo largo de su investigación truquee la verdad, falsifique eventos o incluso, amenace o amedrante testigos. Y ello es porque estas personas no respetarán ni conocerán el auténtico trabajo que realiza este profesional. Dudar desde un principio, dudar mientras investiga y dudar al finalizar su reporte son la cotidianidad escéptica de un detective.
¿Qué podemos aprender de él? Que la verdad es un concepto plástico y maleable. No podemos asirla como tomamos las manos de un ser querido. No podemos fotografiarla ni imprimirla. Hay que respetar lo esquivo de su existencia para poder tomar fragmentos de este concepto. No podemos adquirir la verdad del amor, pero podemos saber llanamente si nuestra pareja nos es fiel y si en base a ello podemos construir una relación verdadera. No podemos tener entre las manos la verdad de la gentileza, pero podemos intentar ser amables en el día a día.
Como podemos ver, la filosofía de “escepticismo ante todo” que puede aplicar un detective privado (artículo original en el que se basa este texto) no nos es completamente ajena. Es cotidiana, es útil e incluso nos puede ayudar a ser personas más empáticas. Y eso es algo que quizá no le sobra al mundo hoy día.
Este es un artículo escrito por Carla Martínez.
Es precisamente ese cuestionamiento del detective hacia los hechos que se encuentra, el que le permite descubrir la verdad detrás de alguna situación. Si se da por sentado una realidad, estará dejando por fuera datos importantes y necesarios para su labor.