Educar en valores en tiempos políticos convulsos.

Elisa Rosselló Forteza. Profesora de Filosofía.  Presidenta AFIB (Asociación filosófica de las Islas  Baleares).

Foto de Jaume Muntaner

Nuestra tarea es educar en valores, pero ¿Cómo hacerlo si desde la ventana del aula hacia fuera lo que observamos no responde al modelo al que queremos aspirar? ¿Cómo invitar al alumnado a resolver los conflictos a partir del reconocimiento del otro, de su dignidad, mediante el diálogo y el consenso? La juventud es mucho más inteligente de lo que parece, y como queda patente,  responde con practicidad:  

¿Por qué esforzarme en el proyecto común de trabajar para un mundo mejor? ¿Qué gano yo en concreto? 

Ante esta tesitura, pienso que nuestra respuesta debería ser una pregunta: ¿todo lo que hacemos debe ser para “ganar algo”? Empezamos por ahí… ¿Qué es ganar? ¿Qué es perder?

Educar en valores basados ​​en la imposición y la competitividad, es seguir apostando por el individualismo que fundamenta el sistema social y económico actual, es continuar en una direccionalidad hegemónica que descansa sobre la verticalidad de los valores capitalistas y patriarcales donde todo se convierte en jerarquía y relaciones de poder. Entonces… ¿y si empezamos a cambiarlo todo desde los cimientos y no desde el tejado? ¿A qué me refiero? Pues a “educar” no para “hacer” o para “conseguir”, sino a educar para “ser”. La propuesta requiere de educadores y educadoras convencidos y convencidas,  cuyo   punto de partida  sea principalmente su propia deconstrucción frente a un  mundo esencialmente utilitarista. Para priorizar “el ser” debes andar en solitario, sin esperar el reconocimiento de los que te miran, sin actuar de cara “a la galería”. Tu «hacer» y tu «decir», no deben esperar nada a cambio, se trata de «ser» desde la verdad y no desde el like o el postureo. Recuerdo cuando era joven, (en el sentido biológico del término), observaba conductas adultas realmente escandalosas, hipócritas, interesadas, superficiales… Las observaba en todos los ámbitos, en el educativo, el deportivo, el religioso, el académico, el laboral… Pero también recuerdo otras actitudes, la de personas auténticas que no se prostituyen por intereses personales, éstas son las que, sin ellas saberlo, son mis grandes referentes y todavía a día de hoy, alientan mi mirada .

Frente al panorama político actual en el que casi todos sus representantes nos muestran la parte más ridícula del ser humano, y en lugar de ofrecer soluciones, el escenario se carga de insultos, resentimiento y enfrentamiento para obtener o mantener el poder… ¿Cómo hablar en el aula de valores cívicos y éticos? ¿Cómo educar desde, a partir y en el respeto? Porque no se trata de ser o pensar igual que el otro, pero sí debe haber unos mínimos de los que se derive la buena educación. ¿Cómo hablar al alumnado de todo esto cuando la política se convierte en un montaje escenificado que ofende a la ciudadanía? Pienso que lo único que convence es la coherencia. Eres coherente si lo que dices y lo que haces no brota de un ser tramposo, falso. Sólo es coherente “quien no necesita”, quien se conoce, quien se acepta tal y como es, quien se ama y se reconoce como ser digno, capaz de transformar desde la convicción sin esperar a que la alteridad le aplauda … Si seguimos priorizando “el yo” frente a la justicia y el bien común, nada cambiará. Tal vez el cambio debe empezar por uno mismo, por una misma, sin excusas circunstanciales del “yo solo no puedo hacer nada” o yo ya no tengo edad, pienso que nunca es tarde: basta ser coherentes. La propuesta es apostar por un futuro que ya no vamos a saborear nosotros, sino los que vienen detrás. Educar en valores que fomenten la autoestima saludable, no narcisista, valores comunitarios horizontales, igualitarios, que busquen el bien común, educar en el “interés del desinterés”. Pienso que a la juventud le hace ilusión un mundo mejor, y a mí me ilusiona su ilusión. La propuesta es deconstruir para después construir, educar con cariño, con espíritu crítico, y así contagiarnos de la descontaminación todavía vigente de los y las jóvenes, en un feedback constante.

Artículo publicado en el “Diario de Mallorca” el 23/05/2024

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