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INVITADOS A LA VIDA. CUIDADO DE SÍ, DE LOS OTROS Y DEL PLANETA.

Sebastián Gámez Millán

Durante el juicio le preguntaron a Sócrates si era el más sabio de los atenienses, a lo que respondió con su característica ironía: “Sólo sé que no sé nada”. Conviene distinguir entre la ignorancia, uno de los principales orígenes del mal, y el reconocimiento de la ignorancia, que es el espíritu filosófico que nos impulsa hacia la búsqueda sin fin del conocimiento y que desemboca en el horizonte interminable de las ciencias. Frente al frontispicio del oráculo de Delfos Sócrates se encontró con aquellas misteriosas palabras que marcaron el rumbo de su existencia: “Conócete a ti mismo”.
¿Por qué a lo largo de la historia de la filosofía, al menos hasta Kant, ha primado la epistemología sobre la ética y la política, pongamos por caso? Porque dependiendo de los límites de nuestro conocimiento podemos cuidar mejor o peor de nosotros. De este
modo el “conócete a ti mismo” (que depende de la antropología y la epistemología) es
inseparable del cuidado de sí (ética), de la misma manera que el cuidado de sí se encuentra íntimamente vinculado con el cuidado de los otros (ética-política), no sólo
porque vivir es convivir con los otros, sino también porque no hay yo sin los otros, sin
nosotros. Desagradecidos, olvidamos que venimos al mundo de la vida gracias a los
otros, y que nuestra adaptación depende a menudo de los otros. Y no sólo entre
cachorros humanos el calor y el afecto es vital para la supervivencia, también en otras
especies de animales.
¿Qué significa “cuidar”? Según el Diccionario de la RAE: “poner diligencia, atención y solicitud en la ejecución de algo”. El origen etimológico proviene del antiguo “coidar”, y este del latín “cogitare”, que quiere decir “pensar”. Evidentemente, para cuidar de nosotros no nos queda otra que pensar. ¿Quién puede “andarse con cuidado” sin pensar? Pensar bien equivale a cuidarnos, a ser prudentes, a prevenir, a predecir y
anticipar la incertidumbre, como hace el conocimiento científico, a ejercer la libertad y
la responsabilidad adecuadamente. Cuidar de sí es cultivarse, y de la misma manera que una tierra cultivada produce sus mejores frutos, una persona puede dar lo mejor de sí cultivándose. En su misma órbita gira la palabra “cultura”, sin la cual es inconcebible la historia de la humanidad. Somos naturaleza y cultura: ¿acaso no es esta última es la que modela y moldea nuestra biología?
Sorprende, pues, que Kant separara conocimiento y ética, a pesar de que señaló que “la libertad constituye la ratio essendi de la ley moral (…) y la ley moral supone la ratio cognoscendi de la libertad”. En palabras de Michel Foucault, “la libertad es la condición ontológica de la ética. Pero la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad”. Aceptando el pluralismo axiológico, si la ética amplía nuestros márgenes de libertad, tanto desde una perspectiva individual como social, ¿cómo es posible que no implique conocimiento?
Me atrevería a defender que no hay vida humana ni cultura sin ejercicios ascéticos, lo que en cierto modo equivale a decir cuidados. El prejuicio que pesa sobre ellos es que se entienden como una renuncia, cuando es más bien una preparación ante lo incierto del destino. Los ejercicios espirituales de Pierre Hadot, que han permitido reinterpretar la historia de la filosofía desde un punto de vista más práctico, son formas de cuidado de sí y cuidado de los otros. Inspirándose en el anterior y en Heidegger, Michel Foucault escribió sobre la cura sui y las tecnologías del yo.
Sin embargo, es una praxis que se remonta a los orígenes de la filosofía occidental: platonismo, aristotelismo, epicureísmo, estoicismo… y que alcanza la modernidad: Montaigne, Descartes, Spinoza, Nietzsche, Wittgenstein… Un ejemplo: tras haber tomado la cicuta, mientras esperan la despedida irrevocable, le pregunta un amigo a Sócrates: “¿qué es lo que nos encargas a éstos o a mí, bien con respecto a tus hijos o con respecto a cualquier otra cosa?” A lo que responde el filósofo: “Lo que siempre estoy diciendo, Critón, nada nuevo. Si os cuidáis de vosotros mismos, cualquier cosa que hagáis será de mi agrado, sino también del agrado de los míos y del vuestro propio”.
Otro de esos ejercicios filosóficos, según Hadot, es mirar a lo alto. Por medio de la imaginación y de la inteligencia se trata de volver a situar al ser humano ante la inmensidad del universo, haciéndonos tomar conciencia de lo que es y, en consecuencia, adoptar una perspectiva universal adecuada (¿cuántas cosas nos parecen en principio de una importancia capital y luego nos resultan ridículas?). Pues bien, desde la revolución científica (Copérnico, Galileo, Descartes, Newton) a nuestros días la ciencia ha avanzado con frecuencia distanciándonos de una visión antropocéntrica que coloca al ser humano en el centro del cosmos: sin ir más lejos, pensemos en el paso del geocentrismo al heliocentrismo; en la teoría de la selección natural de los seres vivos, de Darwin; en que no es la conciencia ni la razón las que gobiernan nuestra existencia, sino lo inconsciente, según Freud.
No es casual, pues, que el imperativo categórico de Kant, que sitúa al hombre en
el centro de la Tierra, fuera reformulado más recientemente por Hans Jonas de la
siguiente forma: “Actúa de modo que no pongas en peligro las condiciones para la
subsistencia indefinida de la humanidad en la tierra”. Es un cambio de paradigma:
nuestra relación de deber, de responsabilidad, ya no es sólo con nuestros semejantes,
sino también con los demás animales, con las plantas y, en suma, con el planeta.
Quizá el cambio climático es el tema de nuestro tiempo. Probablemente no haya
otro que posea similares ramificaciones, implicaciones y consecuencias que van desde
la ecología a la biología y la economía, desde la ética a la política. En otras palabras, no
hay otro asunto que pueda afectar tanto, y de forma irreversible, a la subsistencia del
planeta Tierra, del que dependemos todos los seres vivos. Con todo, también en ello soy pluralista y no debemos perder de vista otros problemas fundamentales: las guerras, el hambre, la pobreza, la inmigración, la lucha por la igualdad, la erosión de las
democracias, que son las formas de gobierno que defienden conjuntos de valores más
cercanos a los Derechos Humanos…
La Final de la XII Olimpiada Filosófica de Andalucía se celebrará por tercer año consecutivo en la Biblioteca Pública “Antonio Garrido Moraga”, de Alhaurín de la
Torre (Málaga), el sábado 8 de marzo de 2025, bajo el tema de “los cuidados” en las
modalidades de disertación, fotografía y vídeo filosófico. Aunque es una suerte
dedicarse a la enseñanza, en contacto con los niños y jóvenes que nos sucederán, la
transmisión educativa está acompañada a menudo de expectativas que no se cumplen,
incomunicación, sin sabores y soledad. Sin embargo, en la final de estas Olimpiadas
Filosóficas brilla la excelencia de un alumnado que lo mismo defiende con arte y rigor
lógico una argumentación que interpretan una imagen o una canción, celebran la
amistad o la propia vida.
Es posible que los cuidados, que son nuestras responsabilidades y antes se llamaron virtudes, concepto que prefiero de todos ellos, se podrían sintetizar con una metáfora ontológica formulada por George Steiner: invitados a la vida. Es la persona que agradece el espacio que se le ofrece para vivir. Acepta las leyes y costumbres de sus
anfitriones, pero conversa para tratar de ampliarlas. Aprende los símbolos y la lengua de los que los acogen, pero los practica a fin de mejorarlos. En cualquier caso, cuando
llegue la hora de abandonar la casa procurará dejarla al menos tal como estaba cuando
llegó a ella. Sabe valorar justamente la herencia recibida, pues se esfuerza por elevarla a la altura de la historia, y dejarla más cuidada, limpia y bella de como la recibió. En esto
consiste acaso nuestra gratitud y nuestra dignidad como invitados a la vida, en abandonar la casa habiendo aumentado su valor durante nuestra residencia en ella.

Sebastián Gámez Millán es vocal provincial de Málaga de la Asociación Andaluza de Filosofía

Publicación: Vulnerabilidad y comunicación social

Fragilidad humana en la esfera pública

Varios autores.

Editores: Hugo Aznar GómezRodrigo Fidel Rodríguez Borges

Sinopsis

Este manual es una obra colectiva escrita por numerosos profesionales del periodismo, cada uno espeaializado en una materia, que tratan de explicar la mejor manera de comunicar temas de gran actualidad. En esta ocasión tratan el tema de la vulnerabilidad de distintos grupos, como puede ser la vulnerabilidad de las personas con discapacidad, de los niños, adolescentes, mujeres, etc.

Más información sobre el libro y su adquisición aquí:

https://www.tecnos.es/libro/comunicacion/vulnerabilidad-y-comunicacion-social-hugo-aznar-gomez-9788430991716

Filosófica-mente: Podcast de Manuel Calvo

Manuel Calvo Jiménez

Estudió Filosofía en la Facultad de Sevilla y se doctoró en esa misma facultad con la tesis titulada «El conocimiento metafísico (Fenomenología radical versus Posmodernidad)». Fue vocal por Sevilla de la Asociación Andaluza de Filosofía (AAFi) y pertenece al consejo de redacción de la revista filosófica «ALFA». Tiene publicados artículos en revistas especializadas como «El laicismo filosófico», «Ensayo sobre el sentido de la vida», «El fin de la democracia débil» o «Una esperanza racional -o cómo la filosofía puede sustituir a las religiones en algunos casos-», entre otros; así como varios ensayos de divulgación filosófica. Su obra más reciente es «Filosofía para la felicidad» (Almuzara, 2016).

También gestiona el Podcast Filosófica-mente (Filosofía, pensamiento y autoconocimiento), en el que se tratan temas de Historia de la Filosofía.

El podcast es accesible en Spotify, aquí:

MARX Y EPICURO: DIALÉCTICA del átomo y clinamen. contribuciones para una FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD

Ricardo Alberto Blanco Rodríguez

Doctorando en Filosofía e investigador en formación en la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

rblanco189@alumno.uned.es

Resumen: Este trabajo pretende exponer la recepción del atomismo de Epicuro y la reinterpretación dialéctica de la teoría del clinamen en la tesis doctoral de 1841 de Karl Marx, con el propósito de realizar algunas contribuciones para una teoría de la libertad. Para ello se analizan las implicaciones del enfoque dialéctico marxiano aplicado a la declinación epicúrea a la luz de las aportaciones del pensamiento filosófico de Schiller y la fenomenología hermenéutica de Ricoeur. Marx descubre en Epicuro una “ciencia de la atomística” en la cual el clinamen es la autodeterminación formal del átomo respecto de la materia; su ley interna, por medio de la cual se abre la posibilidad de una libertad humana que transgrede el determinismo. Se intenta mostrar que causalidad natural y libertad no son excluyentes en un materialismo idealista como el epicúreo, en el que, conforme a la interpretación de Marx, idea y materia se integran en una síntesis dialéctica.

Palabras clave: Marx, Epicuro, Dialéctica, Clinamen, Libertad.

Nuevas publicaciones didácticas

«Vinciane Despret. La evolución del estatus animal: De objetos a sujetos»

De Manuela Picazo Tadeo, prologado por Marta Segarra Montaner

Colección filósofas

Aquí se aborda a la filósofa con la visión puesta en la didáctica en bachillerato. Para ello contiene una serie de actividades sobre textos para trabajar en el aula.

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«Filosofía oriental. El saber desconocido», en la editorial Diálogo, que recoge diferentes hitos en la historia de la filosofía árabe e islámica, de la India, china y japonesa. Con materiales para quienes seáis profesores y queráis trabajar textos en el aula. 

Autores y autoras presentes: 

1. Ibn Arabi 2. Asma Lambrabet 3. Fatima Mernissi 4. Nawal Al-Saadawi 5. Nagarjuna 6. Mahatma Ghandi 7. Sri Aurobindo 8. Jiddu Krishnamurti 9. Vandana Shiva 10. Gayatri Chakravorty Spivak 11. Lao Tse 12. Han Fei Zi 13. Dogen 14. Yamaga Soko 15. Yukichi Fukuzawa 16. Tetsuro Watsuji 17. Morihei Ueshiba 18. Byung-Chul Han

Un imprescindible dentro de los estudios didácticos sobre filosofía oriental.

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Presentación: TRACTATUS LOGICO-PHENOMENOLOGICUS. Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina.

Anunciamos la aparición de TRACTATUS LOGICO-PHENOMENOLOGICUS de Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, publicado por EDICIONES EIKASIA, Oviedo, 2024.

En el año 2014, la Editorial Brumaria y Ediciones Eikasia publicaban Estromatología. Teoría de los niveles fenomenológicos, la primera obra de una serie de ensayos que presentan el pensamiento sistemático del pensador español. Posteriormente, siete años después, en el año 2021, Ediciones Eikasia publicará Orden oculto. Ensayo de una epistemología fenomenológica.

Una década después de la publicación de Estromatología, en abril de 2024, Ediciones Eikasia publica Por amor al arte. Ensayo de una gnoseología fenomenológica. El círculo se cierra, y el despliegue teórico desarrollado en el 2014 se concreta después de diez años en forma de gnoseología. Previamente, en su obra del año 2021, Orden oculto, esta concreción se había expuesto en forma de una epistemología fenomenológica. En el año 2024, Ediciones Eikasia nos presenta el colofón de esta sistematización: Tractatus logico-phenomenologicus.

Urbina tiene un plan trazado y premeditado. La efectividad de la diferenciación de niveles que había desplegado en su Teoría de los niveles fenomenológicos cobra cuerpo en sus últimas obras, y el resultado es un cierre fenomenológico consistente y potente que abarca toda la naturaleza y extensión del campo intencional.

La publicación de Urbina nos muestra el resultado de una fórmula filosófica que remueve los fundamentos del pensamiento contemporáneo, reordenando todas las consideraciones sobre la ciencia, el arte, la religión y la filosofía. Su obra, heredera de un materialismo filosófico, ha sabido sistematizar una geometría de ideas que se presenta como refundición y refundación, aunando las consideraciones más radicales de la matemática, de las ciencias naturales y de las ciencias humanas, en una propuesta viva, vigente y actuante, que supera nuestra tradición y el horizonte de la filosofía de hoy.

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ARTE, FILOSOFÍA Y VERDAD

Rafael Guardiola Iranzo
Presidente de la Asociación Andaluza de Filosofía

¡Qué tiempos aquellos en los que la realidad superaba a la ficción! Esta es la crónica de una gozosa serendipia en el Ateneo de Málaga. La escribo pocos días después de la celebración del Día Mundial de la Filosofía recibida por la ciudadanía sin fastos ni parabienes de postín. Me dispongo a desmentir este desdén gracias al diálogo con algunos de los artífices más cercanos del amor a la sabiduría y el gusto por la historia de la cultura, pues el tema de la verdad parece ser, parafraseando a Ortega y Gasset, “el tema de nuestro tiempo” y protagoniza los titulares de prensa y los artículos académicos.
En la sesión “Pensando con Picasso” del pasado 10 de octubre de 2024 que pude compartir en la Sala Muñoz Degrain del Ateneo de Málaga, practiqué con el profesor, crítico de arte, escritor y poeta Sebastián Gámez Millán la sospecha filosófica de forma activa. Nos encontramos en el entramado de un puñado de actividades coordinadas por José Olivero Palomeque, Secretario de la institución, que combinan la filosofía para zombis y necrófilos con la filosofía practicada. En ellas queda también de manifiesto el entusiasmo de algunos miembros destacados de la Asociación Andaluza de Filosofía que me honro en presidir, como Antonio Sánchez Millán, poeta y filósofo práctico, y nuestro amigo, bioquímico y también filósofo práctico, Ramiro Ortega Subires. Me explico.
Empleando el Guernica de Picasso como recurso, insistí en que las obras de arte no se
disfrutan plenamente si omitimos la labor de los intérpretes, aunque muchas veces la
interpretación, inspirada por ideologías alienantes y sesgos cognitivos, traiciona el significado de la obra en su empeño de mostrar lo universal en lo particular. Por eso hay que intentar proteger al Guernica, convertido en mito, de sus adoradores, como escribiera el pintor Antonio Saura: nada hay en el cuadro que remita a un hecho histórico, sino a cuestiones privadas, como el conflicto erótico del pintor con sus amantes del momento, Dora Maar y Marie-Thèrese Walter, o a la memoria familiar del propio Picasso. Los especialistas nos recuerdan que en la Estética y en la Teoría de las Artes late una tensión entre lo particular y lo universal. Pues individuales, personales y subjetivos son los gustos y las experiencias estéticas, aunque nuestra aspiración sea el logro de un conocimiento objetivo fruto del acuerdo universal. Este es, ente otros, el ideal filosófico hegeliano de la presencia de lo universal en las manifestaciones artísticas concretas.
Por otra parte, como subrayara, entre otros, el filósofo norteamericano Nelson
Goodman, el arte tiene la virtud de “crear mundos”, de generar ambientes, una especie de escenografía teatral que tenemos que reconstruir a través de sus diferentes versiones. Por ejemplo, los mundos que crea Veermer están presididos por la intimidad de lo privado y la armonía, de tal modo que al contemplar sus cuadros deseamos entrar. Pero no todas versiones son “correctas”. Dice Goodman: “Hacer versiones-del-mundo-correctas –o hacer mundos- es algo más difícil que hacer sillas o aviones, y es frecuente fracasar en ello, en su mayor parte, porque de lo que disponemos es de un escaso material reciclado, procedente de mundos antiguos e inquebrantables.” Umberto Eco señala también que algunas afirmaciones sobre los textos literarios son verdades absolutas: “Con respecto al mundo de los libros, proposiciones como Sherlock Homes era soltero, Caperucita Roja es devorada por el lobo pero luego es liberada
por el cazador, Ana Karenina se mata, seguirán siendo verdaderas toda la eternidad y jamás podrán ser refutadas por nadie”. Por el contrario, “Hamlet se casó con Ofelia” o “Superman no es Clark Kent” son enunciados falsos, puesto que el mundo de la literatura nos inspira tal confianza, que no pueden ponerse en duda algunas proposiciones, son un “modelo de verdad”. Están registradas en un texto y el texto es “como una partitura musical”.
Muy al contrario, resulta que “en nuestro tiempo”, la verdad que podemos cosechar en
la ficción artística difícilmente puede encontrar acomodo en la realidad: estamos perdidos en el mundo de las interpretaciones, de los “relatos”, fruto de la sobredosis de información al que estamos expuestos. En esto no estoy siendo nada original. ¿Y si el mejor tratamiento para la enfermedad social de la posverdad y del egoísmo –que se sustenta en las patas del infantilismo y el victimismo contemporáneos- se encontrara en el mundo del arte? Esta es la propuesta del viejo Schopenhauer, y sobre la base de sus ideas edificaron Horkheimer y Adorno el pensamiento de la llamada “Escuela de Frankfurt” y emprendieron su pugna frente a la “razón instrumental” –el pensamiento que proclama el imperio de los medios para lograr fines- y el utilitarismo en sus versiones más groseras. Nietzsche y Goethe también confiaron en el poder cognitivo de la experiencia artística, consiguiendo que el cadáver de Platón se revolviera en su mausoleo invisible del Mundo de las Ideas.
¿Y si la lucha más eficaz frente al egoísmo y la posverdad se encontrase en la experiencia estética, desinteresada y plurisensorial? Como afirma la filósofa catalana Marta Tafalla: “Desde una concepción schopenhaueriana, la estética no es una mera actividad hedonista, ni mucho menos un capricho ni un lujo: es una vía para construir una relación más ética y pacífica con los otros seres humanos y con la naturaleza en la que vivimos”. Lo lógica hace que nos elevemos, a un tiempo, frente a la estupidez y el vano optimismo de la charlatanería, pero la estética –de algún modo- nos salva. El problema sea, tal vez, que muchos no quieren ser salvados, quieren permanecer en las profundidades de la caverna de Platón.
Precisamente, frente a la amenaza de Platón, quien quería a poetas y artistas fuera de
la Polis por ser unos miserables cazadores de sombras que nos alejan de la verdad, me atrevo a enarbolar aquí, con un pecho fuera si así lo exigiera el guion, la bandera de Aristóteles.
Oponiéndose a su maestro, Aristóteles rehabilitó la poesía y el arte como parte de la vida buena, como nos recuerda el historiador de la literatura y crítico literario francés, Antoine Compagnon en un famoso discurso pronunciado en el Collège de France. El ser humano aprende gracias a la “mímesis”, a la imitación o representación, “por mediación de la literatura entendida como ficción” y esto nos proporciona placer. La catarsis, es decir, la purificación o depuración de las pasiones por medio de la representación tiene como resultado “una mejoría de la vida tanto privada como pública”. Pues la literatura (el cuento, la fábula, la ficción) tiene un fascinante poder moral –algo que se reconoce desde Horacio y Quintiliano, hasta el clasicismo francés. Por eso conviene reservar un lugar adecuado a la literatura y el arte en el espacio público y, en particular, en la escuela. Un lugar como el que se destina a las tecnociencias.
Entre las conclusiones del reputado filósofo francés Gilles Lipovetsky en la conferencia
sobre “El capitalismo artista” que pronunciara hace dos años en el Museo Pompidou de Málaga se encuentra la defensa del arte como promesa de felicidad, como hiciera Stendhal en su tiempo. No hay que demonizar el arte porque nos aporte “momentos” de felicidad y no la felicidad completa. No obstante, tampoco debemos sacralizarlo. El capitalismo industrial ha encontrado la clave para crear infinidad de objetos, procesos y sucesos que hacen más cómoda nuestra vida. Pero comparto con Lipovetsky, que el reto está en aumentar la calidad de los mismos y para ello, es imprescindible colaborar en la formación estética del público
promoviendo la “educación artística”: hay que crear deseos bellos, cultivar la ironía, y desterrar el mal gusto. La verdad está en juego.

Publicación: «Ser Responsable I. Libertad sin Responsabilidad»

En esta obra se tratará un aspecto específico de la Libertad como uno de sus componentes esenciales, y éste no es otro que la Responsabilidad. Se pretende, así, elaborar la necesaria arquitectura conceptual y terminológica que permita abordar con rigor todo el campo de influencia de la Responsabilidad en el conjunto de sus acepciones y aplicaciones. Partiendo de la consideración sobre el inherente sentido orientado responsablemente que mantiene el actuar humano, lo que será necesario razonar, se convocarán numerosos saberes y conocimientos organizados para así poder estimar debidamente la visión poliédrica que exige la Responsabilidad, término ahora muy manido, aunque, eso sí, poco argumentado.

Ésta es la primera parte de una obra más amplia, dividida en dos volúmenes, que se completa, en un segundo tomo, con una visión histórica de lo que supone la Responsabilidad para ejercer y preservar la Libertad. En la primera —en ésta—, se argumenta sobre la Responsabilidad; en la segunda, se ejemplifica sobre la Responsabilidad. La inicial es filosófica; la consiguiente, histórica. Por la anterior, se transitará, entre otros saberes, a través de la lógica, la epistemología, la antropología, el derecho, la ética, la moral o, incluso, la política; por la posterior se hará en el campo de la historia contemporánea, en concreto correspondiendo el análisis al periodo de nacimiento, auge, apogeo y destrucción provocadas por el nazismo, con todas sus macabras y delictivas consecuencias, como ejemplo de lo que supone la conculcación de la Libertad por ausencia de Responsabilidad.

El libro puede adquirirse AQUÍ

Hay acceso al primer capítulo del libro AQUÍ

LA FILOSOFÍA EN TIEMPOS DE LA I.A

Pedro Feal

   El jueves 21 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Filosofía. Esta veterana disciplina del pensamiento, de bello nombre de origen griego (cuyo significado es “amor a la sabiduría”), se enfrenta en la actualidad a grandes retos. Mencionaré ahora dos de ellos:  en primer lugar, a escala nacional, la asignatura de Historia de la Filosofía afronta una considerable renovación en el último curso de Bachillerato y en la nueva Prueba de Acceso a la Universidad (P.A.U.), que es todo un desafío para la continuidad futura y el prestigio de la materia. Sin embargo, el segundo reto, a nivel global, es mucho mayor: afrontar el impacto cultural, social y cognitivo que supone la introducción de la Inteligencia Artificial (IA) en todos los ámbitos del conocimiento y de la vida humana.

    La Filosofía puede definirse como una reflexión racional acerca de la realidad en general. Por ello la primera función que ahora le corresponde es distinguir lo que es real de lo que no lo es en el flujo de información que llega a nosotros a través de los medios de comunicación y de las redes sociales. La tecnología actual es capaz, valiéndose de la IA, de generar todo tipo de contenidos (imágenes, sonidos, textos, vídeos, etc.) puramente simulativos, que no corresponden a ninguna realidad existente fuera del ámbito digital. Por tanto, proporcionar métodos y criterios para poder diferenciar lo real de lo simulado es una de las tareas más importantes de la Filosofía en el presente. Dado el alud de informaciones falsas (“fake news” o bulos) que   circulan  en  los dominios de internet, parece conveniente por ejemplo reeditar la duda metódica cartesiana como un procedimiento adecuado para poner en cuestión cualquier dato, noticia o imagen que recibamos a través de los medios sin suficiente garantía de validez real.

  Por otra parte, la Ética es la parte de la Filosofía que se ocupa de estudiar y analizar los valores y las normas  que han de regir la conducta individual y social. La IA ha nacido sin reglas morales propias, por lo que es preciso diseñar una ética específica para ella. Así,  dado que esta tecnología se surte de textos e imágenes preexistentes que transmiten valores sesgados (pongamos por caso, racistas o sexistas), se ha observado que la IA, de modo en principio automático e  inconsciente, refleja en sus producciones dichos valores y sesgos. De ahí la necesidad de desarrollar un pensamiento  crítico que permita reconocer la ideología velada que subyace a las realizaciones de la IA,  proponiendo en su lugar valores alternativos. Además, esta tecnologìa debe subordinarse siempre a los derechos humanos, incluídos los de autor, así como los relativos al respeto a  la privacidad y a la dignidad de las personas.

    En general, la actitud reflexiva y crítica propia de la filosofía ha de velar por evitar y contrarrestar los usos ideológicos, propagandísticos y manipulativos de la IA por parte de los poderes públicos y privados (como las grandes corporaciones internacionales que la promueven).  Como han puesto de manifiesto  Byung Chul-Han y Yuval Noah Harari, entre otros, la potencia de la IA para utilizar o deformar la información y controlar a los individuos es tal que puede conducir a un nuevo tipo de totalitarismo tecnológico, que ya se estaría experimentando en países autoritarios  pero que también podría pronto extenderse  por ejemplo a  los Estados Unidos de Trump y Elon Musk, al menos en grado incoativo.

     Y en efecto, es de prever y temer que quienes  dominan la comunicación y la información- y por lo tanto el mundo- hagan todo lo posible por crear una nueva caverna platónica en la que una población hechizada por las triquiñuelas tecnológicas siga sus dictados casi sin darse cuenta y hasta con agrado. De hecho, es algo que en alguna medida ya está ocurriendo ahora mismo con los móviles y las redes sociales, a las que gran parte de la población se ha vuelto adicta en poco tiempo.

     La tarea de la Filosofía en este nuevo” mundo feliz” (en el irónico sentido de Huxley) no es menor: enseñar a  diferenciar lo verdadero de lo falso, lo real de lo irreal, lo moralmente válido de lo nocivo, y formar en el pensamiento crítico y autónomo,  así como en el hábito de la reflexión, a unas mentes ya demasiado saturadas de una información a menudo ficticia o vana y en todo caso, excesiva. Mentes además  urgidas por un inmediatismo inducido por la velocidad de los medios  que utilizan y por los que son a su vez utilizadas. Se trata de una tarea hercúlea y a contracorriente pero necesaria, que ha de contar con la ayuda del espíritu humano y su natural  “amor a la sabiduría”- que lo es también a la verdad y a la libertad- para poder ser realizada.

Pedro Feal es Catedrático de Filosofía jubilado

MEDITACIONES ESTÉTICAS. LA EXPERIENCIA SENSIBLE Y SUS HORIZONTES

Se publica Meditaciones estéticas. La experiencia sensible y sus horizontes. Coordinador Davide E. Daturi. Editorial Tirant Humanidades, Valencia, 2024.

¿Cuál es el futuro de la Estética en una época en que su objeto específico, el arte, parece haber olvidado toda regla y principio objetivo, y está a merced del poder reconstructivo de las nuevas tecnologías? ¿Qué tanto, hoy, conviene regresar al día en que nació, cuando fue definida una «gnoseología inferior»? Actualmente, justo esta improbable unión, en que por primera vez se encontró plasmada la posibilidad del vínculo entre sensibilidad y verdad, sigue representando un punto de partida poderoso para trazar nuevas coordenadas y abrir caminos inesperados en la comprensión del ser humano y su potencial creativo. Por tanto, pensar en la Estética hoy a partir de lo sensible significa regresar a plantearse el estatuto mismo de su existencia dentro del horizonte siempre renovado de las artes contemporáneas. En este sentido, la noción de sensibilidad leída en el marco fenomenológico, la reflexión sobre una «razón pictórica» en María Zambrano, la desimbolización en el arte a partir de Walter Benjamin, la posibilidad de una Estética dentro del Nuevo Realismo, la necesidad de Badiou en proponer el viraje hacia una “inestética” o la histórica interacción entre lo estético y lo político planteada por Rancière, son algunas de las coordenadas vivas elaboradas en este texto para poder mapear un territorio en continua reestructuración. Propiamente es este el objetivo del libro: reunir diferentes voces de expertos de México, España e Italia, trazando un diálogo que nos acompañe en la comprensión de una de las disciplinas más productivas y cuestionadas de la filosofía.