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Filosofía: una nota a pie de página

De la filosofía pueden decirse dos cosas. La primera es que su existencia es muy reciente: tiene apenas 2500 años. Cosas mucho más antiguas –los paisajes de nuestra infancia, el rinoceronte blanco, decenas de especies de helechos–han desaparecido y la humanidad ha sobrevivido. Si la filosofía quedase enteramente desplazada no solo de las escuelas, sino de la faz de la tierra –de su memoria común- seguiríamos estando vivos, quizás «iletrados y cerriles», como sostenía Platón en el Crátilo, pero sin ninguna conciencia de nuestra iletradez y nuestro cerrilismo. No pasaría nada porque no notaríamos nada. Al contrario de lo que pretendía Hegel, no hay ninguna relación entre realidad y racionalidad. No todo lo que ocurre es racional, no, pero sí, en cambio, es normal. Todo lo real –digamos– es normalísimo ¿El maná del cielo? Normal ¿Los bombardeos? Normales ¿La llegada del hombre a la luna? Normal ¿La llegada de los nazis al poder? Normal. ¿La desaparición del planeta tierra? Normal también. Vivir en la extrañeza perpetua, desprendidos de la realidad, sería imposible, desaconsejable y patológico, pero una normalidad sin costuras acabaría conduciéndonos al precipicio si nuestra vida no fuese rescatada de la rutina por algunos momentos inesperados de extrañeza salvífica, como a veces ocurre con la belleza y con el amor.

O lo diré de otra manera: vamos cediendo al abismo objetos cuya memoria desaparece inmediatamente de nuestra percepción. Para caer en la cuenta de las cosas que nos faltan, de las que hemos perdido, de las que nos han robado, sería necesario crearlas de nuevo. ¿Desaparecen las aves? En su lugar hay aviones ¿Desaparecen los ríos? En su lugar hay un centro comercial. ¿Desaparecen los tomates? En su lugar hay «tomates». Lo desaparecido, al desaparecer, empeora nuestra existencia, pero nuestra existencia está siempre llena de otras cosas y no notamos el empeoramiento. No echamos nada en falta. Cada época de la historia, digamos, es la época más completa de la historia. Hasta que una magdalena de Proust nos recuerda lo que hemos extraviado. Ahora bien, como su propia obra demuestra, una magdalena de Proust es un azar muy improbable en una vida humana. Tendríamos que crear de nuevo los árboles, reemplazados por cables y postes, para percatarnos de su necesidad; si los creáramos de nuevo, sin embargo, dejaríamos de notar inmediatamente la mejoría que introducen en nuestras vidas como no notamos el empeoramiento que causa su desaparición. 

De ahí la necesidad de la filosofía. La única magdalena de Proust –fuente de extrañeza salvífica– que podemos introducir a voluntad en nuestra existencia común es la filosofía, que sirve para recordarnos las cosas que nos faltan, las que hemos perdido, las que nos han robado. Sin filosofía todo nos parecería igualmente normal. Si desapareciera la filosofía de nuestras escuelas –y, aún más, de la memoria de la tierra–, el color verde, el dolor de los demás, la belleza del amado y la enormidad del cielo estrellado dejarían de producirnos asombro; quedarían definitivamente absorbidos en la normalidad, que es, de algún modo, la inermidad total frente al poder. La dimensión filosófica del color, del dolor, del amor y de las estrellas quizás no precede sino que sucede al descubrimiento de la filosofía. No olvidemos, en cualquier caso, que todo empezó con un tipo llamado Tales que cayó a un pozo mientras contemplaba el cielo nocturno; y que de él sacó también Kant, muchos siglos después, la ley moral que reside en el alma de los humanos.

De la filosofía podemos decir, pues, que es joven y que podría desaparecer, junto a cosas mucho más antiguas, sin que ocurriese ninguna catástrofe inmediata, o sin que percibiésemos ningún cambio a nuestro alrededor, porque nos sirve –la filosofía– precisamente para que el mundo nos resulte benéficamente extraño y no solo destructivamente normal. Ahora bien, sobre la filosofía hay que añadir también un segundo dato inquietante: que es la única disciplina que no conoce ningún progreso. Podemos decir, no sé, que Pasteur demostró inequívocamente que la teoría de la generación espontánea –de Aristóteles a van Helmont– era errónea; y que, en términos cinéticos, la navegación a vela quedó superada por la máquina de vapor, superada a su vez por el motor de explosión. En el campo de la filosofía, sin embargo, no hay ningún progreso; los filósofos no se superan los unos a los otros. Sus obras, si se quiere, se acumulan y se citan sin negarse. Es verdad que Galileo dejó atrás el uso que la Iglesia hacía de la obra aristotélica para frenar la ciencia, pero Aristóteles, que hablaba de animales inexistentes, sigue estando tan vivo -o mucho más- que Sloterdijk o Zizek, por citar dos filósofos contemporáneos. Como sabemos, el filósofo inglés Whitehead escribió en una ocasión que «toda la historia de la filosofía occidental es una nota a pie de página de Platón». Puede parecer una provocación bravucona, pero en realidad con esta frase Whithead viene a decirnos que las grandes preguntas fueron formuladas hace 2500 años y que seguimos sin encontrarles respuesta. Al parecer, la única respuesta que se nos ocurre ahora es suprimir las preguntas de los currículos escolares.

¿Qué nos enseña la filosofía? Que los grandes problemas no tienen solución; solo pueden pensarse. Eso es lo que realmente quiere decir «pensamiento»: dar la vuelta a un problema, en bucle, en espiral, tocando fugazmente el objeto, como avispas en torno a una tortilla de patata, sin posarnos ni saciarnos jamás. ¿Y por qué querríamos enunciar en las escuelas problemas que no tienen solución, preguntas que no tienen la respuesta al final de ningún libro de sudokus? Vivimos en una «sociedad de mercado», lo que quiere decir que es por un lado sociedad y por otro mercado, con encajes entreverados entre las dos partes, siempre –por cierto– con ventaja para el mercado. Las sociedades y los mercados aman las soluciones. Las sociedades, digamos, son conservadoras; los mercados, digamos, son revolucionarios. Las escuelas ¿deben servir a la sociedad? ¿O deben servir a los mercados? Se nos olvida que el término «escuela» procede etimológicamente de la palabra «skholé», que en griego quería decir «ocio» o «tiempo libre», y que remitía –es decir- al tiempo liberado, a un lado y otro, de los trabajos de la reproducción y del peso de la tradición. «Escuela» es, por tanto, ese espacio que toda sociedad democrática se reserva al margen de la producción y de las respuestas fosilizadas recibidas para hacerse preguntas en libertad; «escuela» es, pues, sinónimo de «filosofía», como lo es también -según recuerda Carlos Fernández Liria– de «ciudadanía». Una escuela sin filosofía es sencillamente un oxímoron. Por eso mismo, una escuela privada o concertada jamás podrá ser una verdadera «escuela».

La escuela no debe servir ni a la sociedad ni al mercado. Debe protegerse y protegernos, al contrario, de las dos fuerzas. En España hay muy poca escuela, y la que queda se conserva gracias al esfuerzo heroico de maestros y profesores que tienen que deslizar el cielo nocturno, por una rendija, en un pequeño bancal permanentemente ocupado por los bancos y por la tradición; es decir, por la desigualdad y la doctrina. La enseñanza privada y concertada –no lo olvidemos– sigue estando en manos de la Iglesia y de las empresas; y nuestros gobiernos, de izquierdas y de derechas, no solo han cedido terreno a la privatización del saber –o, valga decir, a la desescolarización de España– sino que han reducido a harapos la escuela pública mientras «privatizaban» sus currículos, pensados para satisfacer dos funcionalidades contradictorias entre sí y las dos ajenas a la definición misma de la «escuela». Por un lado, a la escuela se le pide que responda a las demandas de una sociedad de mercado estratificada y desigual. Esto implica, en términos de currículo, la eliminación o reducción de las asignaturas humanistas en favor de una nueva materia, «economía y emprendimiento» (mercado), y de la siempre ineludible «religión» (tradición); implica el disparate de la escuela bilingüe, que considera la lengua una «herramienta económica» y no un regazo cognitivo; e implica la tecnologización de la enseñanza, vendida como una revolución pedagógica mientras que sus artífices –los magnates de Silicon Valley– llevan a sus niños a escuelas tradicionales sin pantallas donde los profesores escriben en pizarras y los alumnos en cuadernos (porque saben que el poder y el conocimiento residen en la relación entre la mano y la mente). 

Pero a los profesores se les pide más. Una vez ha entrado el mercado en la escuela, como el mar en el casco de un barco bombardeado por debajo de la línea de flotación, se les pide que dediquen todas las horas de clase y de tutorías a achicar el agua. Se les pide que «eduquen en valores» a los alumnos. Incluso se crea una asignatura con ese nombre: una declaración de derrota y una burla un poco humillante a maestros y profesores que han dedicado años a estudiar en la universidad y a prepararse una oposición. Se les pide, pues, que pongan sus conocimientos al servicio del mercado y se les pide al mismo tiempo que corrijan en las aulas los terribles efectos económicos, culturales y éticos del mercado; y esto en condiciones materiales cada vez más degradadas. Es evidente que ahí no hay sitio ni tiempo para la filosofía. Ya es bastante con que algunos de ellos, los más fuertes, los más valientes, los más apasionados, consigan no pedir una baja por depresión e incluso deslizar, sí, un poco de cielo nocturno, de rondón, en las cabezas de nuestros niños, más formateadas que nunca por la clase social de sus padres, el hedonismo de masas y el cepo tecnológico. 

Contra esto no puede hacer nada la filosofía, es verdad, un frágil pie de página en las costuras del capitalismo. Lo normal es que desaparezca y que desaparezcan con ella la extrañeza del color verde, del amor, del dolor ajeno, de las estrellas y del planeta tierra. Seamos conscientes, al menos, de que todas estas extinciones están relacionadas. No, no podemos serlo. Para eso necesitaríamos precisamente la filosofía.

Esta entrada fue publicada originalmente el 1 de diciembre de 2021 en Eldiario.es, en el siguiente enlace: https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/filosofia-nota-pie-pagina_129_8540452.html

Vindicación de la filosofía

Entrevista de Paco Beltrán a Jahel Queralt e Íñigo González, con ocasión de la publicación de su libro «Razones públicas: una introducción a la filosofía política». En el vídeo se hace una razonada defensa de la filosofía, sin eludir la visión crítica. Un estupendo documento de mano de tres profesionales amenos y rigurosos.

Congreso de Filosofía organizado por el centro Imaginalia de Alicante, dedicado al tema Filosofía y Progreso.

En conmemoración del Día Mundial de la Filosofía proclamado por la UNESCO que se celebra anualmente el tercer jueves de noviembre, la Organización Internacional Nueva Acrópolis, ha celebrado el Congreso de Filosofía, cuyo lema ha sido “Filosofía y Progreso”.

El Congreso se ha inaugurado con las palabras de bienvenida del Director Juan Adrada, quien ha recalcado el compromiso de este Centro con la educación. Desde hace 40 años en Alicante y 60 años en el mundo se realiza, desde el voluntariado, una labor de difusión del estudio de la filosofía como herramienta para la búsqueda de la verdad.

Entre nuestros  invitados estuvo Delia Manzanero Fernández, catedrática de Ética, Desarrollo Emocional y Social, en la Universidad Rey Juan Carlos. En su ponencia Tras la virtud: el vínculo entre educación, compasión y ética, se refirió a la necesidad de vincular la educación con la enseñanza de la ética y al papel imprescindible de la filosofía dentro de la formación humanística.

Otro de los participantes ha sido Luis Martínez de Velasco, doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, en cuya exposición Una aproximación a la inteligencia moral, explicó la ética como la culminación de la inteligencia moral y la mejor manera de llevarla a la práctica.

El profesor de filosofía y filólogo clásico Juan Antonio Negrete Alcudia, trató el tema Pensar en el futuro, y reflexionó sobre lo que debería y lo que puede llegar a ser nuestro futuro, así como del lugar que debería ocupar el pensamiento.

Por último, Juan Carlos del Río Álvarez, licenciado en Matemáticas por la Universidad Complutense de Madrid, y director del Área de Internet para la Organización Internacional Nueva Acrópolis, en su disertación Ética y filosofía en los recientes avances tecnológicos, propuso el análisis del impacto social de las tecnologías de la información y la postura ética que conlleva su desarrollo.

Per què Filosofia? Un libro de todos y para todos

Ayer la radio pública valenciana se hizo eco del éxito del libro de Per què filosofía? un libro coral coordinado por el infatigable Sergi Pascual, profesor de filosofía  y escritor, que además gestiona el blog  Café filosòfic . En la presentación que hizo el programa Al ras, se leyeron fragmentos del mismo, por alumnas que habían participado en su redacción. A continuación, se entrevistó a representantes de la Movida filosófica valenciana, con un invitado sorpresa de Catalunya:

También la cadena Ser entrevistó a Sergi Pascual hace poco tiempo, con ocasión de la publicación del libro:

Entrevista en la Cadena SER 

Editado por Neopàtria, El libro está compuesto por una serie de artículos de la más diversa temática y estilos, pero siempre tomando como referencia la filosofía. Cerca de 80 personas han trabajado en su redacción, procedentes de diferentes ámbitos -profesorado, alumnado, intelectuales de otras disciplinas- y el resultado es muy sugerente precisamente por su pluralidad.

Puede adquirirse aquí:

https://neopatria.es/es/cataleg/llibre/per-que-filosofia/

Nueva temporada de Diálogos en la caverna (RNE)

Se abre la nueva temporada del programa filosófico «Diálogos en la caverna» en Radio Nacional de España. Este programa, ya veterano, está comandado por Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete, que junto a multitud de colaboradores/as hacen de las madrugadas de los martes unas veladas deliciosamente filosóficas.

Aquí podéis encontrar todos los programas emitidos hasta ahora:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/dialogos-en-la-caverna/

La manzana de Kafka por La Rabiosa Teatro

La compañía de artes escénicas chilena “La Rabiosa Teatro” estará presentando todos los domingos de Noviembre en Madrid la obra con temática filosófica “La manzana de Kafka”, en el teatro Plot Point de Madrid.

La manzana de Kafka, cuenta la historia de Virginia López Carrasco. Una mujer treintañera común y corriente que se encuentra hace un año en el paro. Asqueada de su situación decadente entra en una noche de insomnio, los somníferos se han acabado, es tarde y le es imposible conciliar el sueño. Es ahí, en ese desvelo en particular, cuando aparece una manzana mordida por unas ratas lo cual comienzan a atormentar aún más sus pensamientos y que la llevaran a sumergirse en un discurso profundo y crítico sobre el sentido de su existencia y la nuestra como sociedad.

 

Concurso de vídeos Filosóficos

La Coordinación de la licenciatura en filosofía y el Centro de documentación en filosofía latinoamericana e Ibérica (CEFILIBE) de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM-Iztapalapa, convocan a su Primer concurso de vídeos Filosóficos.

Los temas a tratar en el vídeo deben considerar: “La filosofía mexicana y Latinoamericana”, “La filosofía hoy” o “la filosofía de habla hispana”. En esta primera edición podrán participar todos los estudiantes de la carrera de filosofía, de cualquier grado o nivel, inscritos actualmente en cualquier Universidad.

Las bases completas para participar en el concurso, podéis descargarlas aquí

Escenas de filosofía y teatro. Las noches de la Maleta en La Perla

Teatre Biblioteca de Catalunya, 26-27 y 28 de Octubre de 2017

Primera edición de Escenas de filosofía y teatro. Las Noches de la Maleta en La Perla, un festival organizado por la revista La Maleta y la compañía teatral La Perla 29.

Durante las tres jornadas, desde las 18:30 horas hasta la medianoche se ofrecerá diferentes actividades relacionadas con las dos disciplinas: conferencias, conversaciones en torno a piezas teatrales y acciones performativas, complementadas con tertulias en un Café filosófico.

Las jornadas tendrán lugar en Barcelona, en el Teatre de la Biblioteca de Catalunya.

Acceso al programa completo: http://bit.ly/2wEjorw

Nueva edición de «La Viena de Wittgenstein»

Nueva edición de «La Viena de Wittgenstein», un estudio ya clásico en una magnífica edición revisada y prologada por la profesora de la Universidad de Extremadura, Carla Carmona, y con introducción del catedrático de Filosofía y experto en la figura del pensador vienés, Isidoro Reguera.

http://www.athenaica.com/index.php/atn/catalog/book/96

Sinopsis

Este libro es uno de los estudios clásicos sobre aquella «ciudad de genios» de hace un siglo, a la que han convertido en un espléndido paradigma de investigación: la llamada «Viena fin-de-siglo» o «Viena 1900» como marchamo de la decadencia de toda una cultura y forma de vida y del resurgir genial de otras. Ha originado un acervo impresionante de bibliografía de altura digna de esa Viena ya eterna donde la clara conciencia de la extinción inmediata del imperio austro-húngaro y su mundo hizo más evidente que en ninguna parte la famosa «crisis» cuya conciencia había comenzado a reventar con Nietzsche; su paisaje fantasmal: un mar que se vacía, un horizonte que se borra, un sol que gira alocadamente en torno a sí; ser, verdad y bien desvanecidos, desquiciados. Ciudad de gentes hipersensibles también a los signos de los tiempos desde todos los campos de la ciencia, la cultura y el arte, que pusieron sobre nuevas vías una renovada autoconciencia cultural de Europa: crearon la impronta, marca, estilo de lo que hoy somos o al menos de lo que hasta ayer mismo éramos. Junto con Sigmund Freud máximo ejemplo en aquellas cimas: Ludwig Wittgenstein.

Allan Janik
Autor

Allan Janik nació en Chicopee, Massachusetts. Estudió en el St. Anselm College, la Universidad de Villanova y la Universidad Brandeis, donde trabajó con Stephen Toulmin. Enseñó Filosofía e Historia de las Ideas en la Universidad de Innsbruck y la Universidad de Viena hasta 2006. Fue investigador sénior en el Instituto de investigación Brenner-Achiv de la Universidad de Innsbruck. Entre otras obras suyas destacan Wittgenstein’s Vienna Revisited, Assembling Reminders: Essays on the Genesis of Wittgenstein’s Concept of Philosophy y Towards a New Philosophy for the European Union.

Stephen Toulmin
Autor

Stephen Toulmin nació en Londres y estudió Física y Filosofía en la Universidad de Cambridge, donde asistió a las clases de Wittgenstein. Enseñó Filosofía e Historia de las Ideas en las universidades de Oxford y Brandeis, así como en un amplio abanico de universidades americanas, como la de Chicago, la del Noroeste o la del Sur de California. Cabe destacar entre sus obras Human Understanding, Knowing and Acting y sus numerosos estudios sobre la Filosofía e Historia de la Ciencia y el problema de la racionalidad. Murió en 2010.

Carla Carmona
Volume editor

Profesora de la Universidad de Extremadura, es especialista en la obra de Wittgenstein y en el universo cultural de la Viena finisecular.

Isidoro Reguera
Prologuista

Catedrático de Filosofía de la Universidad de Extremadura, fue uno de los primeros introductores de Wittgenstein en España. Ha escrito, hablado y traducido mucho de y sobre Wittgenstein.

Polémica abierta: Sobre la defensa de las Humanidades y la opinión de Jesús Zamora Bonilla (y III)

A la espera de la prometida segunda entrega de Jesús Zamora en el País, enlazamos aquí dos nuevos comentarios a su artículo original, uno de Fernando Broncano y otro del Blog «Antes de las cenizas». Es justo decir que Jesús se ha defendido con solvencia en los comentarios del primero.

https://www.facebook.com/notes/fernando-broncano-r/c%C3%B3mo-defender-las-humanidades/1227802190588444

Falacias, humanidades y fuego amigo.

Sea como sea, hay que reconocer que su artículo ha provocado un interesante debate. esperemos, pues, al siguiente.