Os dejamos el enlace a un interesantísimo canal de youtube de Fernando Puyó: Leyendo Historia de la Filosofía
https://www.youtube.com/channel/UCHRxJ-PzCtcBLqU7554F2xg
Aquí está la lista de reproducción:
Os dejamos el enlace a un interesantísimo canal de youtube de Fernando Puyó: Leyendo Historia de la Filosofía
https://www.youtube.com/channel/UCHRxJ-PzCtcBLqU7554F2xg
Aquí está la lista de reproducción:
Publicamos entra entrevista con Jenann Ismael, Profesora de filosofía en la Universidad de Arizona y autora del libro How physics makes us free, realizada por Andrés Lomeña, que nos la ha cedido amablemente.
ANDRÉS LOMEÑA: ¿Estaba predestinada esta entrevista a convertirse en una realidad? He contactado con usted libremente, pero no elegí que su libro apareciera en mi muro de Facebook a través de la cuenta del físico Sean Carroll. ¿Qué tipo de libertad (positiva, negativa, externa, interna, etcétera) se da en la física?
JENANN ISMAEL: Depende de lo que quieras decir con “predestinado”. Soy consciente de que es la típica respuesta de un filósofo. Las personas odian que los filósofos nunca den una respuesta clara y que analicen inmediatamente el significado de las palabras. Algunas veces tienen razón al quejarse, pero en este caso, todo depende realmente de los significados. Hay diferentes significados para predestinación y distintos sentidos de libertad. La física descarta algunos y permite otros. He empleado cierto esfuerzo en el libro para enfatizar de qué manera el futuro “no” está predestinado y por qué “somos” libres, incluso en un régimen determinista. Desde mi perspectiva, si atendemos a las concepciones de autonomía y libertad que han desarrollado los filósofos que trabajan en asuntos como la responsabilidad moral y el autogobierno, el determinismo es compatible con todos aquellos conceptos que deberían preocuparnos.
Si la física es determinista o no sigue siendo una cuestión abierta, pero como el determinismo es frecuentemente visto como la fuente principal del riesgo científico a la libertad humana, el libro se mantiene dentro del campo determinista. La idea es mostrar qué tipo de libertad es posible dentro de los confines relativamente bien conocidos de la física clásica.
La libertad positiva que comento en el libro es aquella que permite la aparición de criaturas que regulan el impacto del medio ambiente en su comportamiento y lo hacen de acuerdo con las metas que nacen de sus propias elecciones. La libertad presupone seres que no están marcados pasivamente por el entorno y que recogen información sobre el curso de su historia; eligen, aprenden y construyen un conjunto de valores, objetivos, esperanzas y sueños (una concepción de quiénes son y qué quieren) con los materiales proporcionados por su experiencia, algo similar a cuando un escritor propone una serie de hechos imaginarios dentro de una historia, o como cuando un escultor transforma la piedra en una estatua. Este conjunto de información autocreada es la que los seres humanos usan para llevar a cabo sus decisiones. Este tipo de libertad es enteramente compatible con el determinismo. Nos da una especie de control sobre quiénes somos o qué elegimos que es bastante aproximado a lo que el sentido común supone. Este tipo de libertad es el producto de la sofisticación psicológica. En lugar de cablear las respuestas programadas a ciertos estímulos, la madre naturaleza proporciona al ser humano una plataforma psicológica que le permite “construirse un yo”. Hay dos partes importantes en el tipo de libertad que enfatizo: a) El yo ejercita una especie de papel creativo en su propia formación. b) El yo ejercita un control crucial sobre el comportamiento. Esto quiere decir que se puede modificar el estado externo de una persona sin que se logre cambiar su comportamiento, ya que el comportamiento depende de sus decisiones.
La “voluntad”, tal y como se suele emplear el término, es solamente un elemento práctico del yo, por así decirlo. Es la facultad mental que toma decisiones y ejerce un control motor sobre el cuerpo. Defiendo que existe libertad en la voluntad humana, en el sentido de que hay un control genuino e inalienable sobre lo que decides, aunque también haya limitaciones externas para la voluntad. Puedes levantar los brazos, cantar una canción o hacer la cena si decides hacerlo. También puedes tratar de ser bueno, gentil y simpático con los demás. No puedes, sin embargo, volar sin más o saltar por encima del Empire State Building simplemente deseándolo. Nuestros poderes físicos están limitados por las leyes de la física y estas leyes nos dan control sobre los movimientos voluntarios de nuestros cuerpos.
Si he captado tu terminología, caracterizaría mi forma de entender la libertad como un sentido positivo de libertad interna sobre nuestras voliciones, combinado con una libertad externa de nuestro comportamiento, que está controlado por la voluntad.
A.L.: Sartre dijo que estamos condenados a ser libres, Spinoza pensaba que el libre albedrío es solamente una ilusión y Kant sostuvo que no tenemos pruebas fehacientes de la libertad, pero tenemos que actuar como si fuéramos libres. ¿Dónde encajaría la física? Diría que en la segunda opción, pero su libro habla de cómo la física “nos hace” libres. Quizás todo esto no sea más que un “juego de lenguaje”.
J.I.: Coincido contigo en que parte de la dificultad radica en la confusión de términos. Palabras como “libertad” no aparecen en ninguna parte de la física, así que antes de que veamos si la física es incompatible con la libertad, tenemos que decir algo sobre lo que significa la libertad. No creo que tengamos una noción “preteórica” clara y perceptible sobre lo que es la libertad o el libre albedrío. El común de los mortales tiene una concepción sustancial e intensa sobre cómo funciona la vida “para él” cuando lleva a cabo sus elecciones. No hay un mandato en la estructura del mundo que impulse su mano o que le haga decidir de antemano. Él cree que su yo realiza la elección y eso solamente ocurre “aquí y ahora”. No está nada claro que esas convicciones preteóricas puedan ser meras ilusiones bajo leyes deterministas. Creo que parte del desafío consiste en compatibilizar esos dos aspectos, asumiendo que esas convicciones son acertadas en un contexto determinista. La tarea de reconciliación pasa por mostrar que nuestras ideas preteóricas pueden ser correctas, aunque requieren un examen profundo de las relaciones entre las leyes, el tiempo y el orden causal.
Al decir que la física nos hace libres, quiero expresar varias cosas. Una es que la física hace que seamos lo que somos. La física nos hace seres humanos y los seres humanos tienen la capacidad para ejercer el tipo de libertad que he descrito. También quise decir que nos hace libres en el sentido de que no equivale a ser hojas movidas por el viento, flores creciendo en el jardín o planetas orbitando alrededor del Sol. El cuerpo humano se mueve, si lo hace, bajo su propia voluntad. Y eso significa que, nos guste o no, tenemos que tomar decisiones. Significa que no solo tenemos la “capacidad”, sino la “carga” de decidir literalmente nuestro destino. Eso no evita que haya muchas constricciones a la libertad humana, ya sea por exigencias sociales, psicológicas o políticas. Hay circunstancias en las que nuestras decisiones, o la capacidad práctica para ejercerlas, están limitadas por los condicionantes de nuestras vidas. Dentro de esos límites, decidimos quiénes ser y cómo actuar.
Hay personas que tratan de vivir pasivamente, delegando el control de sus vidas a las personas o fuerzas de su entorno, pero esa opción es en sí misma una elección libre.
A.L.: ¿Qué opinión le merece la teoría de los mundos posibles? No tienen nada que ver las hipótesis de David Lewis o las de Hugh Everett, aunque ambas perspectivas sugieren que podemos imaginar diferentes caminos en nuestras vidas. Daniel Dennett rechazaría las dos propuestas.
J.I.: Pienso en los mundos posibles de la filosofía como una forma pintoresca de representar las posibilidades. No creo en el universo de mundos reales cerrados y desconectados entre sí que describe David Lewis. En esa acepción de mundo posible sería correcto decir que, en cualquiera de las vidas (o de los mundos separados en compartimentos estancos), los seres humanos tendrían muchos futuros posibles y no estaría fijado cuál de ellos se hará realidad, independientemente de su voluntad o de cualquier cosa que tenga lugar antes de que tomen sus decisiones.
En el multiverso de Everett, los mundos posibles no son universos literalmente cerrados, sino partes de nuestro universo. Si existen tales cosas es una cuestión empírica que se puede separar de los temas que discuto sobre la libertad humana.
A.L.: ¿Cree en la posibilidad del demonio de Laplace, una inteligencia tal que conociera todas las fuerzas de la naturaleza y así pudiera prever el futuro o conocer el pasado?
J.I.: En mi libro uso un argumento bastante raro y elegante de Michael Scriven. Un demonio laplaciano que supiera las leyes del mundo y sus condiciones iniciales podría fallar en su intento de predecir con exactitud el comportamiento de un dispositivo que funcionara de acuerdo con un mecanismo contrapredictivo, siempre y cuando el demonio tuviera que revelar su predicción al dispositivo. Tu primer pensamiento puede ser que tales dispositivos no existen en un escenario determinista, pero en realidad, no solo son compatibles con el determinismo, sino casi triviales de fabricar.
Esta cuestión es algo desconcertante y no llegué a abordarla del todo, en parte porque defendía la compatibilidad del determinismo con un orden causal en el que tienes la libertad de refutar a cualquiera (incluso a una inteligencia laplaciana que sabe todo lo que podría conocerse) con tan solo rascarte la nariz si te dijeran lo que vas a hacer dentro de un minuto. La reflexividad es una parte importante de la explicación, en términos computacionales, de por qué una inteligencia no podría tener éxito en su predicción.
A.L.: He estado leyendo el libro de divulgación científica Spooky action at a distance de George Musser. Parece que la no localidad sigue fascinando a los científicos. Si lo he entendido bien, el entrelazamiento cuántico implicaría que o bien el principio de Heisenberg está equivocado, o bien lo está la teoría de la relatividad. ¿Cómo escapamos de esta nueva trampa conceptual?
J.I.: Buena pregunta. Otro de los gigantescos y magníficos problemas a los que nos enfrentamos es intentar resolver cómo es el mundo y cómo encajamos en él. Creo que el libro de George es excepcional. No creo que la cuestión pueda resolverse sin un cambio de paradigma y espero vivir lo suficiente para verlo cuando ocurra.
A.L.: Me encantaría seguir haciéndole preguntas, pero no quiero robarle más tiempo y he decidido, espero que con absoluta libertad, concluir la entrevista.
J.I.: La física no pone en riesgo la libertad humana. El hecho de que seamos parte de una estructura gobernada por leyes no debería llevarnos a pensar que no tenemos control sobre nuestro destino. Es algo que los compatibilistas como Dan Dennett han estado reclamando durante años; si realmente queremos comprender la libertad humana, deberíamos centrarnos en las nociones de autonomía, autogobierno y autoconstitución. Deberíamos dejar de buscar una habilidad inflada metafísicamente que actúa desde “fuera” del orden causal y entender que nuestra posición “en” el orden causal nos da un control creativo sobre quiénes somos y lo que hacemos. Deberíamos dejar de preocuparnos por los riesgos imaginarios que correría la libertad por culpa de la física y centrarnos en cómo la libertad humana puede verse socavada por factores psicológicos, sociales y políticos. Si he añadido algo a la discusión de Dennett, sería haber mirado más de cerca de los fundamentos de la física. Creo que hay enseñanzas valiosas en la naturaleza de las leyes físicas, la causalidad y el tiempo que pueden ser provechosamente extraídas del pensamiento acerca de cómo los seres humanos encajan en el orden natural.
20 de mayo de 2016
Compañeros y compañeras,
Ante la posibilidad de un inminente Pacto de Estado de Educación elaborado por las fuerzas políticas sin el consenso ni la participación de la comunidad educativa, el pasado 19 de abril impulsamos desde la plataforma La Educación que nos une la iniciativa «Diálogo por la Educación«. Su objetivo es promover un proceso de diálogo que conduzca a un acuerdo social y político que permita alumbrar una nueva Ley de Educación:
Dicha iniciativa tuvo una gran acogida por parte de diferentes plataformas y colectivos de la comunidad educativa, así como el apoyo desde diferentes ámbitos y personalidades (valgan de ejemplo las palabras de Pucho (de Vetusta Morla) en la entrega de Premios de la Música Independiente).
Por todo ello, reclamamos tiempos y espacios donde ese encuentro y diálogo sea posible. Os invitamos a participar en el acto que hemos organizado para el próximo 31 de mayo a las 19.00h en el Ateneo de Madrid (Calle del Prado, 21).
Agradecemos toda la difusión posible y esperamos la máxima participación y asistencia de colectivos, plataformas y ciudadanía.
Si aún no lo has hecho, muestra tu apoyo en: http://laeducacionquenosune.
Evento en Facebook: https://www.facebook.com/
Síguenos a través de:
– https://www.facebook.com/
– https://twitter.com/
– https://telegram.me/
Un cordial saludo.
Así como la matemática es el lenguaje universal de las ciencias, la filosofía es, en el mismo sentido, el de las letras. Ambas formalizan, conceptualizan, estructuran lógicamente y dan universalidad al pensamiento en ambos campos del saber. Y si en la educación secundaria la matemática es una asignatura instrumental, o competencia clave, junto con la lengua (que es el lenguaje universal de la vida, de sus ocios y negocios), la filosofía debería formar una trinidad sagrada educativa con ellas. Ninguna otra asignatura es capaz de hacer operativo el pensamiento científico, literario y humano como ellas, fundarlo en el estado actual de la evolución superior general de la mente humana, ninguna otra es crucial y necesaria al nivel esencial y básico de agilidad conceptual del quehacer y de la gracia intelectual de una persona.
Seguro que en este sentido Guillermo Fernández Vara , médico de formación, nos confesaba a una compañera de bachillerato y a mí, en un encuentro casual en Mérida, meses antes de ser elegido para este segundo mandato, que únicamente la asignatura de filosofía le había enseñado a pensar. Lo dijo muy convencido, como recordando una experiencia real. Creo que un tanto se le nota en su actividad política el fondo que le debió dejar aquella experiencia. Como creo que se nota en su nuevo y confeso talante, al menos cuando lo confesaba al principio y por el hecho de confesarlo, otro fondo filosófico que recordamos aquel día. El de la melancolía aristotélica, distintiva luego en la historia de todo gran quehacer humano, en política como en cualquier cosa: la inanidad definitiva del negocio humano, la superconsciencia, un tanto irónica, de lo inaccesible del ideal pero de la necesidad de vivir por él a pesar de todo, a pesar de saberlo tal, porque, si no, no tiene sentido nada, las cosas son muy cutres.
Sí, no está mal la lección filosófica de aquel encuentro fortuito emeritense: pensar y melancolía. La filosofía es superconsciencia de ambas cosas, juntas. Melancolía por tener que pensar dentro de una lógica siempre asintótica a la vida. Pensar movido por la melancolía de ser así, consciente a cada instante del hecho irrebasable de poder existir y actuar solo en esas condiciones melancólicas de pensar. Sí, efectivamente, un buen fondo esta consciencia también para toda acción política, aunque parezca inverosímil en la degradada posdemocracia de hoy y en sus ínclitos representantes. Y una elegante compañera de viaje, en general, en el artificio virtual de nuestra ilustre condición actual de vida de netizens en camino a cyborgs.
LA FILOSOFIA da que pensar al intelectualmente sensible, al que no lo es solo le produce una sonrisa de estúpida suficiencia. De modo que, además de todo lo demás, la sensibilidad por la filosofía es buena medida de la sensibilidad en general de una persona. Sucede, por ejemplo, que aquellos alumnos que dicen que se les «atraviesa» la filosofía no suelen ser en general los mejores. A pesar del profesor, por ejemplo, y si es el caso, la filosofía, más que otras asignaturas, se impone por sí misma, por su nivel de consideración de las cosas, a las mentes jóvenes, menos adocenadas, despiertas.
Como las matemáticas en ciencias, en la educación secundaria se necesita una asignatura de letras realmente difícil, en tanto abstracta, que desbroce hacia el concepto las mentes de la gente de esa edad. Nunca lo agradecerán suficiente en la vida. En los másteres de dirección de empresas americanos, y en alguno de los más famosos de aquí, al menos hace años, siempre había alguna asignatura de filosofía. Enseña a ordenar las ideas, graduar su valor lógico y su eficacia retórica, y en ese sentido a superar entrevistas de trabajo y a dirigir empresas, incluso. Eso me confirmaba esta Semana Santa, agradecida, una brillante antigua alumna mía de filosofía en la licenciatura de historia, directora hoy en Londres del departamento organizativo de una multinacional española técnica, llena de ingenieros de caminos y otros vericuetos: la que diseña y construye aves por el mundo.
Respecto a otros valores ineludibles de la filosofía: coadyuvar al civismo, convivencia, ciudadanía y democratización, reflexión crítica y diálogo, exponer las cuestiones básicas que laten bajo las ciencias, la economía, las letras, el arte, la religión, etc., han escrito, y muy bien, quienes estos días publican cosas sobre la entidad de la filosofía, defendiéndola de las desastrosas arbitrariedades de la ley del inefable Wert , hoy por cierto irresponsablemente escabullido de sus responsabilidades al respecto en su dorado retiro de Paris, creo. Los políticos de esta tierra parecen haber entendido el clamor del pueblo enseñante (¡gracias!), manifestado razonada y razonablemente por las propuestas de profesionales entendidos, responsables y valientes, preocupados sobre todo por sus alumnos y por el nivel de la enseñanza y educación de este, en este aspecto, sufrido y sufridor país.
Este artículo apareció originalmente el El periódico de extremadura, el día 19-5-2016
Julio Badenes
¿Acaso en la Comunitat Valenciana conocemos quién fue, realmente, ese valenciano llamado Lluís Vives? El nombre nos suena a casi todos, pero ¿somos conscientes, ciudadanos y políticos, de su trascendencia, a lo largo de la Historia, en la creación de nuestra realidad sociopolítica europea y valenciana del siglo XXI? ¿Es coherente un gobierno que reduce a la mínima potencia, en nuestro sistema educativo, aquellas materias, la filosofía y la ética, que alimentan la base en la que se sustenta la democracia, y los valores de las constituciones europea y valenciana, a los que tanto contribuyó el magisterio filosófico-humanista de Lluís Vives?
Lluís Vives nació en aquel Siglo de Oro Valenciano, de valores tan contradictorios, a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, tan próspero para las letras, las artes y la economía, pero tan letal para la convivencia social entre los valencianos de diferentes creencias religiosas (cristianos, musulmanes y judíos). De hecho, aquel año de 1492 en el que nació, marcó a fuego su destino y le avocó, cual flecha recién lanzada, a ser el refugiado europeo más influyente del Renacimiento. Pues ese agridulce año en el que Colón llegó a América, los Reyes Católicos decretaron la expulsión de los judíos, religión que profesaba la familia de Vives.
Los mismos Furs del Reino señalaban la hoguera para los herejes. Mas, a pesar de su conversión al cristianismo, la familia Vives fue perseguida por una férrea Inquisición valenciana, quemando en la hoguera a Lluís Vives Valeriola, padre del humanista, en la plaza de la Seo el 6 de septiembre de 1524. Por precaución familiar, el joven Juan Lluís Vives había marchado a París en 1509 y ya no regresaría a su amada Valencia nunca más. Se había convertido en uno de los refugiados más universales de la Historia al no poder retornar a su tierra natal por la intransigencia de una interpretación inhumana y absolutista de la política y de la religión en el Reino de Valencia. Sin embargo, Europa lo acogió y supo reconocer su magnífica contribución ético-filosófico-política que, con el paso del tiempo y los siglos, se ha convertido en uno de los pilares sobre los que se ha nutrido la Unión Europea y los valores éticos que la sostienen.
Al comienzo del siglo XXI, unos 500 años después, el Gobierno valenciano volvió a despreciar el legado humanístico-filosófico de uno de sus hijos más universales. De hecho, el Estatuto de Autonomía, en su artículo 1, punto 4, afirma que «la Comunitat Valenciana, como región de Europa, asume los valores de la Unión Europea». Y el preámbulo del tratado por el que se establece una Constitución para Europa afirma que surge «inspirándose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho». Sin embargo, la implantación actual de la Lomce, prácticamente, reduce a la mínima expresión aquellas materias (ética e historia de la filosofía), legado de Vives, que alimentan y promueven dichos valores europeos entre los valencianos y fundamentan nuestra democracia.
Mas, ¿cómo podrán pasar nuestros alumnos de simples habitantes del territorio valenciano a auténticos ciudadanos democráticos valencianos, españoles y europeos si se elimina la obligatoriedad de aquellas asignaturas que son insustituibles para «defender y promover los derechos sociales de los valencianos que representan un ámbito inseparable del respeto de los valores y derechos universales de las personas y que constituyen uno de los fundamentos cívicos del progreso económico, cultural y tecnológico de la Comunitat Valenciana» (Estatuto de Autonomía, artículo 10, punto 1).
Evidentemente, si se va a implantar la Lomce en la Comunitat Valenciana, y se elimina la obligatoriedad de las enseñanzas de ética e historia de la filosofía, entonces, hay una flagrante contradicción y, o no se cree en el Estatuto de Autonomía o no se está dispuesto a educar a los alumnos valencianos en los valores que propone dicha Constitución valenciana. Por tanto, el Estatuto sería papel mojado o una mera pantomima.
Al honorable conseller de Educación y a la Generalitat Valenciana les compete no volver a despreciar, por tercera vez, el magisterio de Lluís Vives y apostar por los valores democráticos. Pues, honrar a Lluís Vives no consiste en erigirle calles y estatuas, sino en que nuestros alumnos estudien su herencia filosófico-humanista porque, como él nos enseñó, las capacidades en cualquier ámbito son ciegas si no están dirigidas hacia un fin ético-político-social que se piensa desde la reflexión filosófica.
Este artículo fue originalmente publicado por Julio Badenes en el diario Levante el día 10 de Mayo de 2016
Video de la presentación del libro «Maquiavelo», de Francesco Bausi, (trad. M. Barbuto), València. Publicacions Universitat de València, 2015.
Índice:
Marcelo Barbuto
“De Maquiavelo a Machiavelli”
inicio a 17:04
comentario de Granada a 20:57
comentario de Cappelli a 22:35
comentario de Bausi a 28:05
Francesco Bausi
“Machiavelli republicano o mediceo?”
a 1:17:52
comentario de Granada a 1:19:16
comentario de Bausi a 1:22:05
Guido Cappelli
«Dall’oscuro segretario mediceo al grande Machiavelli»
a 2:01:46
comentario de Bausi hasta el final.»
Enrique Medina es un chaval de quince años que dedica parte de sus horas libres a escribir sobre filosofía. Sorprende el alcance y profundidad de sus reflexiones.
Dejamos aquí una muestra de algunas de ellas, para que pensemos en el potencial de la juventud de hoy día:
http://blogdelascolumnas.blogspot.com.es/2016/02/al-borde-del-abismo-del-pesimismo.html
http://blogdelascolumnas.blogspot.com.es/2015/11/manifiesto-del-trabajo-y-el-capital-y.html
http://blogdelascolumnas.blogspot.com.es/2016/01/sufrimiento-mundial.html
Los videos originales están en catalán y este curso también se han estado grabando en castellano.
Con ocasión de la XXXIII Semana de filosofía en Galicia, el Diario de Pontevedra ha publicado una entrevista a Concha Roldán: