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Antonio Campillo publica Tierra de nadie

El filósofo y sociólogo Antonio Campillo acaba de publicar un nuevo libro: Tierra de nadie. Cómo pensar (en) la sociedad global (Herder, Barcelona, 2015, 120 p.). Ha sido editado en la colección «Pensamiento», dirigida por Manuel Cruz. El autor ya publicó en esta misma colección su libro El concepto de lo político en la sociedad global (Herder, Barcelona, 2008).

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Antonio Campillo

Como se indica en la nota final de Tierra de nadie, esta obra tiene su origen en la conferencia “Tierra de nadie: filosofía y sociedad global”, con la que Antonio Campillo inauguró el I Congreso internacional de la Red española de Filosofía: “Los retos de la Filosofía en el siglo XXI”, celebrado del 3 al 5 de septiembre de 2014 en la Facultat de Filosofia i Ciències de l’Educaciò de la Universitat de València, y cuyo texto ha sido recogido en las Actas del Congreso.

La obra

En Tierra de nadie, el autor se plantea una doble pregunta: cómo pensar la sociedad global para conseguir que la Tierra siga siendo un hogar para todos y, de otro lado, cómo pensar en la sociedad global, es decir, de qué modo los cambios en el mundo globalizado afectan e interpelan a la propia actividad de pensar.

Para analizar esta relación de ida y vuelta entre la globalización y la filosofía, Antonio Campillo toma como hilo conductor el concepto tierra de nadie, en sus diversos usos y sentidos: la tierra sin dueño, los territorios arrebatados a los pueblos, la tierra disputada, las fronteras amuralladas y, por último, el patrimonio común de la humanidad. El autor propone que nuestro planeta sea reconocido como propiedad de nadie, pero patrimonio de todos.
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En cuanto a la filosofía, para Campillo se trata de una actividad cosmopoliética, pues su tarea consiste en pensar las diferencias y las articulaciones entre las tres grandes esferas de la experiencia humana: el mundo, el nosotros y el yo. En este sentido, es también una tierra de nadie, porque permite conectar entre sí la ciencia, la política y la ética, y porque todos los seres humanos pueden acceder a ella y ejercitarla libremente.

El autor

Antonio Campillo es catedrático de Filosofía y decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia, presidente de la Conferencia Española de Decanatos de Filosofía y presidente de la Red española de Filosofía (REF). Es director de Daimon. Revista Internacional de Filosofía. Fue promotor y primer presidente de la Sociedad de Filosofía de la Región de Murcia (1995-1999) y del Foro Ciudadano de la Región de Murcia (2001-2007). Ha sido investigador visitante en el Centro Michel Foucault de París (1995) y en el Instituto de Filosofía del CSIC (2009-2010). Ha traducido y editado textos de Foucault y de Bataille. Ha coordinado y editado varios volúmenes colectivos.

Ha publicado una decena de libros en solitario: Adiós al progreso. Una meditación sobre la historia (Finalista del Premio Anagrama de Ensayo 1985, 2ª ed. 1995), Diálogo de los mundos (1986), La fuerza de la razón. Guerra, Estado y ciencia en el Renacimiento (1987, 2ª ed. 2008), La razón silenciosa. Una lectura de las Enéadas de Plotino (1990), La invención del sujeto (2001), Contra la Economía. Ensayos sobre Bataille (2001), El gran experimento. Ensayos sobre la sociedad global (2001), Variaciones de la vida humana. Una teoría de la historia (2001), El concepto de lo político en la sociedad global (2008) y El lugar del juicio. Seis testigos del siglo XX: Arendt, Canetti, Derrida, Espinosa, Hitchcock y Trías (2009). La obra Tierra de nadie (2015) es su undécimo libro.

Su web personal: http://webs.um.es/campillo

El declive de las humanidades en la enseñanza y la tiranía del utilitarismo

El declive de las humanidades en la enseñanza y la tiranía del utilitarismo

Jaime Fernández
Escritor y periodista

La nueva puntilla a la enseñanza de las humanidades y a la cultura clásica en la reforma educativa –y ya van siete en treinta años de democracia- diseñada por el gobierno español a favor de las materias denominadas con el horrible epíteto de “instrumentales” ha provocado las protestas de profesores e intelectuales. En esta ocasión las quejas se centran en la eliminación parcial de la Filosofía, que sólo será obligatoria en primero de Bachillerato, cuando hasta ahora estaba presente en la etapa de Secundaria y en el Bachillerato a través de tres asignaturas relacionadas, Filosofía, Valores Éticos e Historia de la Filosofía. La idea que subyace en esta reforma es que las humanidades no son útiles para la formación práctica del alumno, que son teóricas y el mercado de trabajo no está para teorías.
La desconfianza en las enseñanzas que no son técnicas ni tienen una utilidad visible e inmediata no es nueva, del mismo modo que la réplica a esa desconfianza ha provenido precisamente de la filosofía. Se remonta muchos siglos atrás. Fue un filósofo, Aristóteles, quien en su Política justifica sólo la utilidad en la educación en el sentido de que los conocimientos -como era el caso de la gramática- deben servir para facilitar la adquisición de otros muchos. En esencia, sostiene que las enseñanzas que se impartan a los jóvenes tienen que ser “cosas dignas de ocupar a un hombre libre, como cosas que son bellas” y no “como cosas útiles o necesarias”.

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Aristóteles

La gratuidad de la belleza discurre paralela a la gratuidad del conocimiento. Se equivoca aquel que espere de éste contrapartidas contantes y sonantes, como si se tratara de una caja registradora. La escuela desempeña la valiosa función de abrir la espita al caudal infinito del conocimiento que, como señaló Aristóteles, sirve para facilitar la adquisición de otros. En todo caso ésa sería su única contrapartida.
En un sentido parecido se pronunció otro filósofo, Hans-Georg Gadamer cuando descubrió en la expresión griega de paideía “algo de la ligereza y de la inocencia del juego infantil” cuyo tema característico es “lo bello” para referirse a aquello que “sin servir para algo, se ofrece a sí mismo de tal manera que nadie pregunta para qué sirve”. Según Gadamer este sentido de lo bello “comprende naturaleza y arte, costumbres, usos, actos y obras y todo lo que se comunica y todo lo que, en la medida que es compartido, pertenece a todos”.
Una explicación plausible al coincidente interés de los griegos por colocar lo bello a la cabeza de las cosas dignas de enseñarse a los jóvenes sería que, como comentó el poeta Joseph Brodsky, “el propósito de la evolución es la belleza, que sobrevive a todo y genera verdad simplemente por constituir una fusión de lo mental y sensual”. Puede afirmarse sin paliativos que la educación moderna ha traicionado su promesa de transmitir “lo bello”, al subordinar el conocimiento al utilitarismo, convirtiéndolo en un medio, en lugar de hacer de él un fin en sí mismo. No es del todo peregrina la hipótesis según la cual esa subordinación del conocimiento al utilitarismo habría conducido a la institución escolar al estancamiento.
Siempre preocupado por el sentido de la educación, y partiendo del recuerdo de su experiencia más bien desalentadora, el escritor Hermann Hesse pensaba que la verdadera formación “no es formación para un fin, sino que, como todo anhelo de perfección, tiene sentido por sí misma”, como el deseo de fuerza física, destreza o belleza. Por el contrario, constituye “una ampliación benefactora y vigorizante de nuestra conciencia, un enriquecimiento de nuestras posibilidades de vida y felicidad”. Es también “satisfacción y estímulo” y “estar de camino en lo infinito, resonar en el universo, convivir en lo atemporal”. Su fin “no es potenciar tal o cual capacidad, sino que nos ayuda a darle un sentido a la vida, a interpretar el pasado, a estar abiertos al futuro”.

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Herman Hesse

Ortega y Gasset propuso que la escuela no eduque para “la vida ya hecha, sino para la vida creadora”, de modo que la enseñanza elemental fomente la “vida primaria y espontánea del espíritu, que es idéntica hoy y hace diez mil años, que es preciso defender contra la mecanización que ella misma, al crear órganos y funciones específicas, acarrea”.
La obsesión por recargar los planes de estudios de materias que supuestamente han de ser útiles al estudiante cuando tenga que abandonar la escuela, representa para Ortega un atentado contra la idiosincrasia del niño, ya que mientras se suministran conocimientos al ciudadano del futuro, se olvida de atender al niño del presente. Pese a la buena voluntad de los adultos por llenar las mochilas de los escolares de conocimientos que se presumen útiles para el futuro, Ortega aventuraba que esta manía obedece a un prejuicio típicamente adulto “que juzga los actos de los niños suponiendo a éstos sumergidos en el mismo medio que el de ellos” y entiende la misma infancia como una “etapa enfermiza” y “defectuosa” que hay que reprimir en la medida de lo posible, cuando no sofocar. Esta concepción de la infancia no entiende que capacidad receptiva del niño es limitada “en volumen, calidad y tiempo”.

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Ortega y Gasset

Por ello, considera que el problema de la educación “es siempre un problema de eliminación”, y el problema de la educación elemental, “un problema de la educación esencial”. De ahí su oposición a que se enseñe tanto El Quijote en las escuelas -una obra demasiado compleja para la mentalidad infantil y no porque fuera escrita en el siglo XVII, como argüía un pedagogo de la época- como los periódicos que, según Ortega, no son “la expresión de la vida, sino sólo de la faz que hoy tiene la vida”.
Contra la pedagogía vanguardista de su tiempo, alegó que sólo se ocupaba de adaptar nuestra vitalidad al medio, sin ocuparse de ella. En este sentido, proponía una educación que, en vez de adaptar el hombre al medio, adapte el medio al hombre. “En lugar de apresurarse a convertirnos en instrumentos eficaces para tales o cuales formas transitorias de civilización, debe fomentar con desinterés y sin prejuicios el tono vital primigenio de nuestra personalidad”. De ahí que, frente a la primacía de los hechos, con su carga de utilidad y evidencia incontestable, abogase por la enseñanza de los mitos que provoquen en los niños “sentimientos audaces y magnánimos, ambiciosos y entusiastas”.
En términos similares, Walter Benjamin aseveró que el poder inmediato de la creación, del que es portador el alumno, se ve anulado por la orientación hacia fines profesionales que, desde un principio, se pretende dar a los estudiantes.“La misteriosa tiranía de la idea de la profesión es la más profunda de estas falsificaciones (…) Desde que la vida de los estudiantes está sometida a la idea de utilidad y de profesión, semejante idea excluye la ciencia, porque no se trata de consagrarse a un saber que aleja del camino de la seguridad burguesa”.
También John Dewey abundaba en esta idea subrayando que la concepción excesivamente utilitarista de la educación induce a olvidar que el proceso educativo no tiene un fin más allá de sí mismo y que es un error percibir el crecimiento “como teniendo un fin, en vez de ser un fin” y “asignar importancia a la preparación para las necesidades futuras”, eludiendo de esta manera hacer de ella “la fuente principal del esfuerzo presente”. A juicio de Dewey, “si la educación es crecimiento tiene que comprender progresivamente las posibilidades presentes y hacer así a los individuos más aptos para satisfacer los requerimientos ulteriores”.
En 1952 Albert Einstein afirmaba que “la insistencia exagerada en el sistema competitivo y la especialización prematura fundada en la utilización inmediata matan el espíritu en que se asienta toda la vida cultural, incluido el conocimiento especializado”.
Testigo del declive de las humanidades, y en particular de la enseñanza de la Filosofía en los planes de estudio, el filósofo Emilio Lledó denuncia una “tendencia pragmatoide” en unos planificadores obsesionados con lo inmediato. Lledó reitera que la desaparición de la enseñanza de la filosofía equivale a “la muerte de la riqueza más grande un país, que es la cultura, porque ahí residen su libertad”. Entre los atributos que otorga a esta materia destaca el que “nos obliga a pensar sobre la lengua, sobre el bien, sobre la justicia, sobre lo que somos, sobre la verdad”. Además, desde los griegos, “los filósofos siempre han sido la conciencia crítica de una época”. soluciones-emilio-lledo-ok
No toda la responsabilidad del declive de las humanidades en la educación escolar recae sobre los encargados de planificar la enseñanza. Hay también una mentalidad en las familias que apunta en la misma dirección y que los propios alumnos se limitan a trasladar a la institución escolar.
Parece que esta mentalidad se ha convertido en el único medio de coacción para que los alumnos se interesen por el estudio, aunque, a la vista de los resultados, haya que dudar de su eficacia. Es posible que limitando la razón última del estudio y del conocimiento al utilitarismo chato, la escuela sobreviva como lo ha hecho hasta ahora, pero en unas condiciones precarias. Finalmente, el tecnocrático lema “menos latín y más eficiencia” ha relevado al brutal “menos latín y más deporte” jaleado por el ministro franquista.
En la escuela concebida como un supermercado de especializaciones profesionales hablar de Homero, de Platón, de Cervantes, Shakespeare, Kant, Bach, Mozart o Velázquez es casi superfluo. El conocimiento ya ni siquiera tiene el sentido meramente decorativo que se le daba en la vieja escuela.
Los planes de estudio han derivado en una especie de recipiente gigantesco en el que los planificadores se disponen a arrojar sin orden ni concierto todos los utillajes que, según creen, han de servirle al niño en el futuro, cuando deje de serlo, y que, los alumnos, a su vez, se vean degradados a la vejatoria condición de sacos de conocimientos sin fondo.
Hace unos años, en un diálogo con George Steiner, Cécile Ladjali, profesora de un conflictivo liceo de un suburbio parisino, reconocía que cuando pensaba en los demenciales programas que tenía que enseñar en primero de Bachillerato, se acordaba de su época de estudiante en el instituto, donde el listón no estaba tan alto. Ahora estaba obligada a inculcar a sus alumnos nociones que ella estudió en las oposiciones para profesora. No hay que extrañarse que ese demencial nivel de exigencia conviva con una creciente incapacidad de los alumnos para expresarse. Photo_Ludovic-Lai_-Yu--Cecile-L_32                 Cécile Ladjali
El hecho de que los escolares acaben la enseñanza básica sin dominar las reglas académicas más elementales, que sus antepasados a su edad dominaban perfectamente -lo que era el orgullo de todos-, confirma la falta de realismo y de sentido común de los planificadores, así como sus absurdas pretensiones, que les induce a creer que porque engorden mucho los programas escolares con materias meramente utilitarias los alumnos van a asimilarlos automáticamente, como si fueran máquinas.
La subordinación del carácter elemental de la enseñanza infantil al pretencioso e hiperracionalista propósito de suministrar al niño enseñanzas “instrumentales” hace que los estudiantes abandonen la escuela con un caos mental del que la única forma que tienen de liberarse es, como intuyó el ilustrado Lichtenberg, olvidando lo que aprendieron para aprenderlo de nuevo, si es que tienen la oportunidad y el suficiente humor para ello.
En el nuevo escenario la escuela tiene que hacer lo que ha venido haciendo desde siempre con mayor o menor fortuna (aunque a algunos no les guste y tachen de anticuado este propósito): “enseñar cómo es el mundo”, su pasado y su presente, preservando la atmósfera de intimidad que requiere la enseñanza y el aprendizaje y procurando mantener bien definidas sus diferencias con los medios extraescolares, en primer lugar ante los propios alumnos y luego ante la familia. No son pocas las dificultades con que se encuentra un profesor a la hora de cumplir esta aparentemente sencilla labor en una sociedad atrapada en un presentismo avasallador y presionada por las innovaciones tecnológicas y la voracidad consumista.
En un sistema educativo saturado de conocimientos variados pero no ligados por un hilo conductor, ni el profesor ni el alumno están predispuestos para asumir un método educativo basado en una relación dialéctica y viva. Aquél tiene que cumplir con su cometido de agotar a lo largo del curso el programa de la materia que imparte y éste, si quiere pasar al curso siguiente, debe acomodarse al ritmo que le marca el profesor.
Sin embargo, como mejor entiende y retiene el niño una enseñanza es mediante la narración y el lenguaje en el que se expresa. El discurso narrativo del profesor debe obrar el milagro de atrapar al alumno-oyente, estimulando su atención y curiosidad. Mientras escucha al maestro, el estudiante sólo atiende a la narración, pero al mismo tiempo, y sin que se dé cuenta de ello, está entablando una relación viva con aquél.
Por su parte, el profesor se sentirá estimulado por el auditorio e insuflará nueva vida a las enseñanzas que debe impartir curso tras curso, ahuyentando así la inercia a que se presta la repetición de las enseñanzas a las sucesivas hornadas de alumnos. La atención que preste el escolar dotará de individualidad a sus enseñanzas y él mismo adquirirá a los ojos de éstos una identidad diferenciada, que se fijará probablemente para siempre en la memoria de sus atentos oyentes. Pero, por regla general, se sigue el camino contrario al de la narración y, bien por comodidad, por incuria o impericia, se tiende a atiborrar al estudiante de datos, cifras, esquemas, definiciones y conceptos aislados de su contexto, que sólo sirven para facilitar su aprendizaje memorístico, no así su comprensión.

Este artículo fue publicado originariamente por Jaime Fernández en:

Documental sobre Carlos París: Soy un animal teórico

Carlos París. Soy un animal teórico bucea en el pensar y en el hacer de este filosofo y activista españoles también un documento sobre la historia contemporánea de España, sobre la Memoria y sobre la lucha por la justicia social, un alegato por la ética radical y por una sociedad igualitaria para hombres y mujeres. 

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Profesor, académico, político, minero, piloto, presidente del Ateneo, ciclista, padre, compañero y amante…  

Carlos París. Soy animal teórico. Un documental para recordar su memoria y su legado


El documental Carlos París. Soy un animal teórico está disponible a través de esta dirección de correo: carlosparissoyunanimalteorico@gmail.com (14,00€).
Es posible organizar proyecciones y/o mesas redondas sobre la película con la asistencia del director -Nacho Blanes- y la productora -Lidia Falcón-.

Publicación del libro «Memorias de un profesor» de José María Calvo

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José María Calvo

D. José María Calvo publica Memorias de un profesor en la colección Energia de la editorial Ápeiron Ediciones.
Fruto de una larga experiencia profesional en la enseñanza secundaria, en este libro se dan la mano el pensamiento sobre la propia vida (el paso del tiempo y el juego de ilusiones y desilusiones que a todos nos afectan) y la reflexión del experto en educación que desde un principio y —antes de que llegasen las modas y las políticas mediáticas— había apostado por la innovación con un solo objetivo: conseguir que los adolescentes pensasen por sí mismos de manera libre para conseguir un mundo mejor.

Memorias de un profesor combina impresiones biográficas con
reflexiones profesionales en una obra de interés para profesores,
padres y alumnos

En palabras del autor: «El profesor no es el sabio, el sofista, que conoce las respuestas
de antemano. Es el filo-sofo, que ama el saber. No da respuestas que no tiene y que
pueden matar toda necesidad de investigación y de creatividad de los alumnos, sino
que camina a su lado. No manipula ni adoctrina, ilusiona. Hace emerger la autonomía
y la madurez. El profesor responde ante los alumnos, ante las familias y ante la
sociedad, en el ejercicio de sus funciones. Todo el mundo debe ser responsable en el
puesto que ocupa».

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«El profesor no manipula ni adoctrina»

José María Calvo de Andrés es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de
Madrid y licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Ejerció
como profesor de Filosofía y Psicología en la Universidad de Montclair (EE. UU.) y ha
sido profesor de Filosofía, Psicología y Ética en la educación secundaria española. Es
miembro fundador del programa «Filosofía para niños» y Presidente fundador del Ateneo Escurialense de las Letras, las Artes y las Ciencias. Entre sus libros publicados
destacan Educación y filosofía en el aula (Barcelona, 1994), Filosofar en la escuela: los
jóvenes piensan (Barcelona, 2006) y Éxito en educación (Madrid, 2009).

Puede encontrarse información detallada sobre el libro aquí:

Memorias de un profesor

Más información:

Ápeiron Ediciones
Telf.: 911 64 66 23
E-mail.: info@apeironediciones.com
Twitter.: @ApeironEdicion

 

Higinio Marín: En defensa de la Filosofía

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C.S. Lewis

En plena Guerra Mundial, el autor de Las crónicas de Narnia y profesor en Cambridge, C.S. Lewis, se preguntaba qué sentido tenía seguir cultivando y enseñando humanidades en semejantes circunstancias. A él le pareció que la modesta e inútil labor de seguir enseñando latín, griego, literatura, historia o filosofía era como honrar y justificar el terrible esfuerzo que hacían los combatientes y el país: preservar y mantener un mundo en el que la desgracia de morir, si se hacía inevitable, tendría al menos la nobleza de contribuir a salvar la memoria y la posibilidad de lo humano frente a la barbarie.

Que millones de compatriotas estén muriendo a manos de otros hombres a los que a su vez están intentando matar, y que después de toda esa devastación de cuerpos y de almas, queden en pie unos saberes donde poder mirarnos para aprender de nuevo a ser humanos, no fue en efecto servicio pequeño.

El argumento de Lewis vale también para tiempos de paz. Incluso para tiempos de gobiernos con una estrechez intelectual en materias educativas como el actual; tal vez el más obtusamente arrogante de nuestra reciente historia política, nada afortunada a ese respecto. Es triste pero revelador tener que recordar que las humanidades en general y la filosofía en particular mantienen abierto el camino por el que los hombres conocen y aprenden a apreciar lo humano de sí mismos y de los otros. Es triste pero urgente porque la majadería está perpetrada.

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José Ignacio Wert

Es necesario carecer por completo de la experiencia vital del enriquecimiento propio y ajeno que supone la apertura comprensiva y crítica de la realidad que reporta el pensamiento filosófico, para dispensarle un trato tan displicente y reducirlo todavía más en los recorridos educativos de nuestros jóvenes. Seguramente es la milenaria acusación de inutilidad de la filosofía la que anima a nuestros ufanos adelantados del futuro para suprimirla. Se olvida -seguramente se ignora- que la declaración de inutilidad de la filosofía procede de los filósofos mismos y que significaba en realidad una declaración de libertad: el pensar filosófico no sirve a ningún interés distinto del deseo humano de saber buscado por sí mismo y no por cuanto pudiera derivarse de él en términos de utilidad. Es, ciertamente, un puro lujo que solo puede darse el animal al que los afanes por la supervivencia no lo hocican sin remedio en la urgencia de las necesidades. En esa capacidad para ´perder el tiempo´ y sobrepujar lo necesario, en esa sobreabundancia dispendiosa de la vida que se expresa en mirar el mundo sin otro particular que aprenderlo y entenderlo, reside la genuina libertad y dignidad de lo humano.

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Gilles Deleuze: La filosofía no sirve ni al Estado ni a la Iglesia, que tienen otras preocupaciones. No sirve a ningún poder establecido.

Pero solo la estupidez puede suponer que lo anterior implique que la filosofía no sirve para nada, porque precisamente desde esa supuesta inutilidad, la filosofía presta un servicio cívico de naturaleza esencial: mantener la expectación de la verdad, es decir, ejercitar el afán humano por mirar a la cara a la realidad sea cual sea la suerte que hacerlo nos depare. Y de ahí que el tesón de la inteligencia que se resuelve a no servir -al menos exclusivamente- de instrumento para ningún interés; es, no obstante, un elemento estructural de las sociedades democráticas porque abre una instancia de discusión y autoconciencia crítica sin la que resulta improbable una ciudadanía razonablemente libre.

Ciertamente los filósofos somos los principales responsables de la actual irrelevancia pública de la filosofía que -enjaulada en la carrera académica y los requisitos del reconocimiento gremial- hemos ausentado no ya de los avatares históricos, sino de las encrucijadas de la existencia humana universal ¿Qué pensar de alguien que se haga llamar filósofo y no tenga nada relevante que decir sobre la muerte, la libertad, la amistad, el amor, la existencia de Dios, el deseo o el dolor y el sufrimiento humano, pero acumule publicaciones, sexenios, estancias internacionales, acreditaciones y subvenciones públicas a proyectos de investigación?

Con todo, y aunque sea a pesar de los filósofos, la filosofía es un lujo imprescindible porque el hombre para serlo necesita saber que lo es, aunque sea solo lo estrictamente necesario para poder preguntárselo. Filosofar es solo la forma insistente, metódica, crítica y dialógica de esa pregunta; y la historia del pensamiento filosófico es el cúmulo de los esfuerzos más penetrantes y esclarecedores por indagar qué somos, para poder serlo, y qué es el mundo, para poder habitarlo humanamente, es decir, comprensivamente. Tal vez no sea posible conseguir al respecto de tales preguntas una visión unánime, pero sabemos al menos que somos el ser que se pregunta qué es, y sabemos que dicha pregunta abre en el mundo el camino del hombre.

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Immanuel Kant: ¿Qué es el hombre?

Un camino incierto pero en el que la resistencia de la inteligencia a ser reducida a un recurso sofisticado para la producción, reivindica al hombre como un ser singular, irreductible a la condición de instrumento. Y es que la rebelión de la filosofía contra la ley de la utilidad y la producción desencadena la revelación de lo humano del hombre. Tal vez sea esa rebelión-revelación la que les trastorne.

Pero todo lo anterior está en constante peligro porque los caminos por los que los hombres buscan lo humano pueden desaparecer y borrarse bien por desuso y olvido, bien por sobreuso estereotipador. El ministerio es culpable de lo primero, pero los filósofos lo somos de lo segundo, porque la enseñanza de la filosofía requiere el ejercicio de un pensar viviente o carece por completo de justificación. Solo el arraigo del pensamiento en la realidad puede revitalizar lo que el exceso o la falta de costumbre desvanecen.

Al respecto la filosofía ejerce la modesta misión de los antiguos peones camineros: evita que el olvido o el abuso borren los rastros del saber sobre sí y sobre el mundo que nuestra tradición ha acumulado. Así es como los caminos del hombre para indagarse a sí mismo y al mundo siguen abiertos. Menospreciarlo y postergarlo es simple ignorancia investida de enfática suficiencia tecnocrática. ´Idiotez´, decían los griegos.

Esta entrada fue originalmente publicada en el diario La Opinión de Murcia el 10 de octubre de 2015

Diálogos en la caverna, un programa de radio imprescindible

Nuestros compañeros Víctor Bermúdez Torres y Juan Antonio Negrete Alcudia dirigen desde hace tiempo un estupendo programa en RNE dedicado a la Filosofía. Su nombre es Diálogos en la caverna

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Víctor Bermúdez

 

El programa se ocupa de tratar problemas filosóficos clásicos, mediante explicaciones y dramatizaciones, lo que le confiere un carácter ameno y profundamente didáctico.

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Juan Antonio Negrete

 

No dejéis de escucharlo, porque aunque su horario es intempestivo (Los martes a las 2:55 de la madrugada), todos los programas están colgados en:

Rtve a la carta: Diálogos en la caverna

Y además están transcritos en su blog, desde donde también se puede acceder a los podcast:

http://dialogosenlacaverna.blogspot.com.es/

Estupendo programa de Hora 25 dedicado a la Filosofía y las Humanidades

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Àngels Barceló

Anoche, día 8 de octubre de 2015, el programa Hora 25 de la Cadena Ser, dirigido por Àngels Barceló, volvió a dedicar una hora entera de radio a las Humanidades en general y la Filosofía en particular.

Entre los invitados se encontraba gente como Santiago Auserón y Pepe Viyuela, artistas que han hecho de la Filosofía la base de su formación. También Carlos Martínez y Eugenio Nasarre, ambos con un pasado como Secretarios de Estado de Investigación y Educación, respectivamente, apuntaron su visión de la deriva antihumanística, tecnocrática y competitiva de la educación actual.

Os dejamos aquí el enlace a un programa muy ameno y completo, que cuenta con algunos despieces verdaderamente escalofriantes, como cuando toda una retahila de autores clásicos acaban en la papelera de algún despacho ministerial:

Puede escucharse el programa completo aquí

Legalizar la eutanasia: ¿sí o no? Las posiciones de los partidos políticos

El debate de la muerte digna vuelve a estar sobre la mesa. El caso de la niña de 12 años ingresada en estado terminal en un hospital de Santiago de Compostela, cuyos padres han pedido que no se siga alargando su vida artificialmente, reabre un tema que los partidos políticos no se han atrevido a abordar. El impacto de este caso ha hecho que este jueves el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez diera un tímido paso adelante al respecto, mostrándose dispuesto, si gobierna en la próxima legislatura, a abrir un debate sobre la eutanasia para tratar de aprobar una ley con el consenso del resto de partidos. Dar este paso resultará difícil, ya que algunas formaciones lo llevan intentando muchos años sin ningún resultado.

Los padres de la pequeña Andrea abogan por una muerte digna para su hija, lo que supone una retirada de la medicación que la mantiene con vida, para lo cual ya hay regulación en la legislación española y se considera una buena práctica médica. Poco tiene que ver con la eutanasia o el suicidio asistido, que consiste en la ayuda de los profesionales médicos para acabar con la vida del paciente que así lo desee y que sí está penalizado. Destaca el caso de Ramón Sampedro, el primer ciudadano en España en pedir el suicidio asistido, y al que le fue denegado. Finalmente murió envenenado ayudado por su amiga Ramona Maneiro que fue juzgada y absuelta por falta de pruebas aunque cuando prescribió el caso admitió haber cooperado.

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En el suicidio asistido la actuación del profesional médico se limita a proporcionar al paciente los medios necesarios para que sea él mismo quien se produzca la muerte. En la eutanasia, otra persona es el agente activo respecto de quien la solicita. En España, ambas conductas se consideran malas prácticas médicas y están castigadas con penas de hasta cinco años de cárcel, a pesar de que, según una encuesta del CIS del año 2008-2009, el 64,5% de la población española está de acuerdo en «ayudar a un paciente a morir para evitar su sufrimiento». ¿Por qué ninguno de los grandes partidos políticos se ha atrevido a abordar el tema? ¿Sería posible la derogación del artículo 143 del Código Penal que castiga esta práctica?

La Asociación Federal por el Derecho a Morir Dignamente (AFDMD) es una asociación sin ánimo de lucro que trata de promover el derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de su vida. Defiende especialmente el derecho de los enfermos terminales a morir sin sufrimiento, si es lo que desean. El presidente federal de la asociación es el doctor Luis Montes, conocido por el Caso Leganés, en el que fue acusado por practicar la eutanasia a enfermos terminales. En el juicio salió absuelto.

LA EUTANASIA EN ESPAÑA

«Para entender bien esta polémica hay que hacer un recorrido histórico», explica el doctor Montes a El Huffington Post. “En España la Ley General de Sanidad se crea en 1986 y en ella se incorpora la autonomía y se deja claro que el mejor interés lo tiene el paciente o sus representantes”, señala. Esta ley atribuye a los profesionales sanitarios la tarea de explicar a sus pacientes la situación en la que se encuentran y dar un diagnóstico claro para que estos puedan decidir.

«Aparece así el primer derecho del paciente a renunciar al tratamiento cuando lo considere. Si renuncia, se considera alta voluntaria y se va a su casa», continúa Montes. Esto abre una nueva polémica: la del tratamiento de los síntomas o la medicina paliativa, que consiste en conseguir la máxima calidad de vida para los pacientes sin acortarla ni alargarla.

En el año 2002 se aprobó la Ley de Autonomía del Paciente. «Fue en pleno Gobierno de Aznar, pero la orden vino desde la Asamblea Europea», explica el doctor. En esta legislación se aprueba el derecho a una información veraz, científica y entendible para el paciente, a rechazar al tratamiento y a los cuidados paliativos.

TESTAMENTO VITAL

Las prácticas mencionadas anteriormente se llevan a cabo suponiendo que el paciente se encuentra en un estado en el que tiene competencia para tomar determinadas decisiones. Pero, ¿qué pasa si una persona llega a un punto de su enfermedad en el que no es autónoma o competente? En la Ley de Autonomía del Paciente se regula también el derecho a dejar planificados con antelación los cuidados o el tratamiento de la salud del paciente en lo que se llama registros de instrucciones previas o testamento vital.

«El problema del testamento vital es que cada comunidad autónoma es la que proporciona las facilidades para la redacción del mismo», asevera Montes. «En Andalucía, por ejemplo, hay 50 puntos donde se puede hacer y en Madrid sólo uno, con un horario limitado y teniendo que pedir cita previa», explica, añadiendo que «Madrid es una de las comunidades donde más baja es la cifra de personas que firman testamentos vitales». En el año 2013, el número testamentos vitales registrados en España era 150.000.

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El doctor Luis Montes

LA POLÉMICA

La polémica actual que se erige en nuestro país es a raíz del Código Penal que, según el doctor, «justifica lo que son buenas y malas prácticas médicas». El artículo 143 del mismo «califica las prácticas eutanásicas como delitos de inducción al suicidio de un ciudadano a otro y los actos necesarios para que se lleve a cabo». El punto 4 del mismo artículo señala que si hay una petición del ciudadano para que le ayuden a morir se reducen las penas a entre dos y cinco años de cárcel. “Sin embargo, lo que se denomina eutanasia pasiva, que consiste en el tratamiento sintomático y la sedación paliativa, sí que está permitido”, recuerda.

Artículo 143 del Código Penal
1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años.
2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos necesarios al suicidio de una persona.
3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte.
4. El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar, será castigado con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este artículo.

En estos casos es importante el papel de cada comunidad autónoma, ya que “son las que regulan su propia normativa en las leyes autonómicas de muerte digna”. “El problema”, continúa Montes, “es que las competencias autonómicas son limitadas. No pueden despenalizar la eutanasia porque sí. Lo que hacen es particularizar los derechos de la ley”. Esto ya lo han llevado a cabo algunas autonomías como Andalucía, Aragón o Canarias; y el País Vasco está haciendo los trámites. “Lo que sí pueden hacer los gobiernos autonómicos es pedir que se lleve este tema al Congreso. El País Vasco ya lo ha hecho”, concluye.

ASÍ SE POSICIONAN LOS PARTIDOS POLÍTICOS

La AFDMD ha reunido en un debate a representantes de distintos partidos y profesionales especializados en la eutanasia para plantear la legalización de la misma. El PP declinó la invitación al acto por «problemas de agenda» y, con Montserrat Domínguez como moderadora, Ciudadanos, Podemos, Izquierda Unida, PSOE y Equo han explicado su posición.

DMD LOGO

PSOE

Jose Manuel Freire, diputado y portavoz de la Comisión de Sanidad en la Asamblea de Madrid, lamenta que la pasada legislatura su partido «considerase que había cosas más urgentes que plantear la legalización de la eutanasia». «El planteamiento del PSOE no está claro, hay altibajos» explica, aunque asegura que para él personalmente es “el último derecho a conquistar” y que no entiende por qué su partido “no ha hecho de este tema una bandera”. Cree que “alguien ha valorado que es un tema muy polémico” o que “no se ha hecho demasiada presión”. Estas declaraciones las realizó antes de que Pedro Sánchez se pronunciase este jueves.

Los socialistas incluyeron este tema en su agenda política del 2004, pero «con la legislatura de Zapatero no se hizo nada», reconoce Freire. “Confío en que este tema esté en el programa del PSOE para las próximas elecciones. Yo lucharé por ello”, asegura, recordando la ejemplaridad de la Ley Andaluza 2/2010, de 8 de abril, de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona en el Proceso de la Muerte.

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DEL PSOE?

Programa electoral de soluciones justas para la Comunidad de Madrid: Desarrollaremos normativa y protocolos sobre Testamento Vital e Instrucciones Previas Anticipadas y pondremos medios para que el fin de la vida tenga una atención adecuada, garantizando condiciones para una muerte digna, a ser posible en el domicilio, siempre de acuerdo con los deseos del paciente y las capacidades familiares.

IZQUIERDA UNIDA

Por el contrario, Ricardo Sixto, diputado de EUPV-Els Verds en el Grupo Parlamentario de Izquierda Plural del Congreso de los Diputados, sí que lo tiene claro: en su partido defienden que haya una regulación «de un derecho a disponer de la propia vida». «Queremos poder decidir sobre este derecho», dice. Recuerda que su grupo parlamentario ya ha presentado una proposición de ley para derogar el 143 del Código Penal. «Queremos abrir el debate en el Congreso, pero con el PP ha sido imposible”, se queja, añadiendo que es una demanda social y un problema de muchos profesionales sanitarios. «La dignidad de las personas debe estar por encima de las concesiones religiosas, reclamamos ese derecho como ciudadanos de un país libre».

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DE IZQUIERDA UNIDA?

Programa de las elecciones municipales y autonómicas del 2015: Incorporar como derechos ciudadanos los derechos a: (…) Cuidados paliativos y tratamiento del dolor, privacidad y titularidad de la historia clínica, derecho a una muerte digna.

PODEMOS

Ana Castaño, representante de Sanidad en el Consejo Estatal de Podemos, ha transmitido el apoyo de su partido al doctor Montes. “Una sociedad como la nuestra, que se hace cargo del bien vivir, debe hacerse cargo también del buen morir”, dice. Según esta portavoz, no dejar decidir sobre la buena muerte a los pacientes ni a sus familiares es “exponer a estas personas al capricho de otro”. Reclama que se haga incidencia en la base cultural para cambiar el mito de Dios nos da la vida y “empezar a hablar de Derechos Humanos”. “Para Podemos, hay que ir un paso más allá de la derogación y empezar a pensar en una ley de disponibilidad de la vida”. «¿Quién quiere morir si tiene una buena vida?» concluye.

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DE PODEMOS?

El programa del cambio. 215 medidas para un proyecto de país: Estableceremos el derecho a una muerte digna, mediante la elaboración y ejecución de un Plan de Cuidados Paliativos que reconozca y aborde el derecho a morir sin dolor, con dignidad y evitando el encarnizamiento terapéutico. Este plan potenciará la voluntad y autonomía del paciente. En el marco del respeto y la defensa de las personas en su derecho a decidir qué asistencia sanitaria quieren recibir en el momento próximo a la muerte, se exigirá un registro de últimas voluntades, vinculante, que será respetado por los profesionales sanitarios y constará en la historia clínica del paciente.

CIUDADANOS

Ciudadanos no tiene una respuesta clara sobre el tema. Así lo asegura Daniel Álvarez, diputado y portavoz de la Comisión de Sanidad en la Asamblea de Madrid: «Los políticos debemos escuchar a la población antes de tomar decisiones», señala. Es consciente de que hay “aspectos mejorables”. “Debemos ponernos de acuerdo en las definiciones de eutanasia y plantearnos una postura clara”, concluye. Cuando se le pregunta por qué su partido no lo ha hecho, señala que “hasta ahora no se ha puesto fuego en esto”.

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DE CIUDADANOS?

El programa de Ciudadanos no dice nada sobre el tema.

EQUO

«Debemos luchar por un estado laico y leyes laicas. Delito es lo que nos perjudica, no lo que dice Dios que nos perjudica», dice Juvenal García, miembro de la Ejecutiva Federal y una de las personas que se encargó de incluir las propuestas sobre la eutanasia en el último programa marco autonómico de Equo. Tanto él como su partido abogan por, no sólo la despenalización, sino la legalización del derecho a una vida y una muerte digna.

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DE EQUO?

Programa electoral del Parlamento de Navarra: Garantizar el derecho de las personas a decidir sobre la fase terminal de sus vidas. Propone la aplicación general y efectiva del testamento vital, el acceso universal a los
cuidados paliativos y la despenalización de la eutanasia.

UPyD

Ningún representante de UPyD acudió al acto de DMD, pero Julio Lleonart, diputado del partido y responsable de Comunicación de la Dirección del partido ha explicado a El Huffington Post que están a favor de la derogación del artículo 143 del Código Penal. También abogan «por regular tanto el suicidio activo como pasivo». En sus programas anteriores no hay alusiones al tema pero Lleonart ha aclarado que «en el programa que estamos redactando sí que va a estar incluido».

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DE UPyD?

El programa de UPyD no hace alusión al tema, de momento.

PP

El Partido Popular no se ha pronunciado sobre el tema. El Huffington Post se ha intentado poner en contacto con algún representante del partido y sigue esperando una respuesta. En el año 2012 rechazaron en el Congreso la toma en consideración de una proposición de ley del PSOE para regular los derechos de la persona ante el proceso final de su vida porque «ya existía normativa sobre la materia en España».

¿QUÉ DICE EL PROGRAMA DEL PP?

En el programa del PP no se menciona nada.

EL PAPEL DE LOS PROFESIONALES SANITARIOS

En el debate, celebrado en Madrid no sólo hubo representantes políticos. Antonio Sacristán, jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos del Area 5 de Madrid señala que los profesionales «son los que de verdad están con los pacientes» y pueden «hablar desde el barro». Explica que hay muchos mitos sobre los cuidados paliativos que retrasan la derogación del artículo 143 del Código Penal.

Uno de esos mitos tiene que ver con los síntomas. «Los profesionales no controlamos todos los síntomas ni mejoramos la calidad de vida», dice. Nombra tres tipos de pacientes terminales: los más religiosos, que «viven la muerte como un tránsito hacia una vida mejor». Según Sacristán, estos son pocos casos. En segundo lugar, están los pacientes que niegan el proceso, «que no quieren saber nada» y en tercer lugar aquellos que aceptan lo inevitable. Entre estos últimos, están los que consideran que sus últimas semanas de vida «no son vida» y «piden ayuda para morir». «Ni los médicos ni la sociedad podemos mirar hacia otro lado», dice.

Alerta también de que los cuidados paliativos «no funcionan como antídoto» y que «actualmente se producen demandas de eutanasia que por evidentes razones no se pueden hacer ni aceptar» y que esas peticiones las suelen hacer «personas con buenos cuidados y que pueden pensar por sí mismos y quieren un final digno».

¿QUÉ PIENSA LA SOCIEDAD ESPAÑOLA?

El politólogo Ignacio Sánchez Cuenca también intervino en el acto. Destaca que «cuando las democracias tienen que tratar problemas morales, los políticos pueden pensar que a fin de evitar conflictos es mejor dejar pasar tiempo». Asegura que el caso español es una «anomalía» y que nuestra sociedad es «excepcionalmente madura» en la aceptación de este tipo de problemas sociales. Lo demuestra con los siguientes datos de la encuesta del CIS del año 2009:

– A la pregunta ¿Todas las personas deben tener acceso a la asistencia necesaria para una muerte sin dolor ni sufrimiento?, un 95% de los españoles están «totalmente de acuerdo» o «bastante de acuerdo». Esta cifra es «casi imposible de reunir» en debates públicos. Salvo en la guerra de Irak, en la que el 95% de los españoles estaban en contra de una intervención.

– A la pregunta ¿Quiere que en España se regule por ley la eutanasia?, un 58% responde que «sí» y un 15% responde «creo que sí pero no estoy totalmente seguro». Si se suma, un 73% de españoles está a favor de legalizar la eutanasia.

– Hay muy poca diferencia de opiniones entre votantes de distintos partidos. En el electorado del PSOE o IU, un 90% de votantes están a favor de regularla. En el electorado del PP, es más del 70% de los votantes. Por lo que «no es un problema de fractura entre votantes».

– Por si el problema es un «matiz de la pregunta», se cuestiona de otra forma. En la pregunta Cuando una persona tiene una enfermedad en fase terminal que le causa grandes sufrimientos y que le causará la muerte en poco tiempo, ¿cree usted que la ley debería permitir a los médicos que pudiesen poner fin a su vida y a sus sufrimientos si esta persona lo desea?, de nuevo vemos que en el PP hay cerca de un 70% de gente que está a favor de ello.

– Si se ve por familias ideológicas, los más reticentes podrían ser los democristianos y conservadores. Pero entre ellos hay porcentajes superiores al 60% de personas que están a favor.

-Por religión, los católicos están a favor en un 60%.

– El único grupo que no tiene mayoría a favor son los creyentes de otras religiones (musulmanes, protestantes, ortodoxos…). Pero son un 4,5% de la sociedad.

– A la pregunta ¿Has sufrido o has tenido experiencia directa de muertes con un sufrimiento innecesario?, hay tres respuestas: «Sí, en una ocasión», «sí, en más de una ocasión» y los que «no». Entre estos últimos las opiniones son parecidas: un 61% de las familias que no han pasado por esta situación están a favor de la muerte asistida.

Ante estos datos, Sánchez Cuenca se pregunta: «Entonces, ¿qué pasa en España?». Según él, «la respuesta está en los grupos de interés, no en la sociedad». Aboga por «presionar la neutralización de focos de resistencia». «El problema social está resuelto», concluye.

Este artículo fue originalmente publicado por Carlota Ramírez en El Huffington post, el 5 de octubre de 2015