Pandemia y digitalización

Pedro Egio

Murcia, 26 de agosto de 2020

Quizá el fenómeno «esencial» más relevante -o, al menos, uno de los más relevantes- de la sociedad de nuestro tiempo sea la Digitalización, entendida como la traducción a ceros y unos de manifestaciones analógicas, y definidas estas como «analógicas» desde la misma instancia de la Digitalización, se trate de  texto, audio, vídeo, bases de datos, ítems, porciones informativas de toda índole; y, por cierto,  con un poder de proceso y de cálculo que va siempre en aumento, en un desarrollo tanto del hardware como del software, de una forma tan exponencial que a cualquiera en todo el globo terrestre deja cuando menos perplejo.

Esta Digitalización en sí misma es un fenómeno esencial casi misterioso, pues supone la cumbre, hasta el momento, de esa tendencia a la Lógica, la Matematización, la Cientización y la Concienciación -propia esta última de lo que llamamos Filosofía- por parte de lo que al comienzo fueron grupos humanos más o menos diferenciados, pero que ya es, desde la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del presente, una Humanidad Global. La globalización es el resultado de esta actividad esencial del colectivo de seres humanos a la que denominamos Digitalización y que conduce a concebir el devenir de la humanidad, su historia, como un devenir en constante Progreso, no siendo esto sin más del todo cierto.

Y aquí estamos, dado el reducido tamaño de este escrito, en el centro de la idea que quería aportar: el hecho de que tal Digitalización, siendo en sí misma -y casi misteriosamente- tan brillante, comporta también tremendos riesgos si sigue sometida a las órdenes del Neoliberalismo y del reciente Neofascismo que llega a darse la mano con él.

Foucault y otros pensadores han analizado los fenómenos “esenciales” como prácticas sociales situadas, como condiciones “existenciales”, por utilizar el término del que se sirve Heidegger para definir al Dasein humano. Esto que yo llamo “esencial” -parodiando, si se me permite, a Heidegger- define a nuestra época, aunque ninguno de ambos pensadores llegó a abordar la actividad “digitalizadora” o “digitativa”, porque su eclosión arrolladora no se produjo en 1947, con la construcción del ingenio ENIAC, sino más bien a partir de los años 80 del pasado siglo.

Esta digitalización more Neoliberale y Neofachista es la que supone un gran riesgo para la Humanidad Global. Cabe señalar que tampoco fue avistada ni por Huxley ni por Orwell, en sus narraciones distópicas del porvenir. No sabemos si es más temible una sociedad conformada desde el Biologismo del primero o desde el Control que vislumbra el segundo, aunque la Pandemia parece que está favoreciendo la conjunción de ambos.

Sin embargo, a la par que comporta tantos problemas para el presente y para el futuro, la Digitalización es ya una condición de nuestra vida, un esencial insoslayable, al tiempo que motivo de sufrimiento para colectivos como el de discapacitados visuales, al que pertenezco: soy Licenciado en Filosofía desde los 23 años de edad y ciego total desde que cumplí los ocho. La traducción a ceros y unos de textos -muchas veces por reconocimiento óptico de caracteres (OCR)-, audios, bases de datos, etc., sin duda posibilita que también los ciegos podamos sumarnos a las prácticas discursivas y sociales de nuestro tiempo, como nunca antes nos era dado, aunque la situación de “lo real”, como registro anillado a lo Imaginario y lo Simbólico en términos de Jacques Lacan, siempre se impone nouménicamente. “Lo real” en Lacan no es fenómeno, no se manifiesta sino anillado a los otros dos registros: es en todo caso la Angustia existencial, pero también es la condición necesaria de lo que tenemos ahí delante.

Esta es pues una cualidad ventajosa de la Digitalización, así como otras sin duda más centrales para todos: organización conveniente de la sociedad global, condición de operaciones complejísimas al servicio de la ciencia y la técnica; y otras menos interesantes, como las exigidas por el régimen neoliberal y cada vez más neofascista del nuevo orden global, que en este sentido muestra en efecto un carácter peligroso que debe ser combatido y corregido.

El carácter peligroso de la Digitalización es el que hace que este “esencial” opere con una doble faz, de una manera contradictoria. Una contradicción que la Filosofía, lejos de “sofisterías” inútiles y amorales, debe señalar, ahondando en ello todo lo posible, a fin de visualizarla. Cabe esperar que esta Concienciación permita las correcciones necesarias en tal “esencial” de nuestra época. Su conveniente reorientación y democratización permitirá un futuro posible para la Humanidad entera. Esta ha de ser, al menos, nuestra aspiración.