El campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, ha sido una vergüenza para Europa. La imagen palpable del fracaso de su política migratoria y de que la Fortaleza Europa sólo podía generar políticas inhumanas, dolor y sufrimiento. El incendio que destruyó el campo en septiembre no ha significado el final de este fracaso. Hay más Morias escondidas en Grecia.
«No queremos volver a ver un nuevo Moria» fue la reacción instintiva de los líderes europeos tras el incendio que devastó el Centro de Recepción de Lesbos el 9 de septiembre. Aquel desastre no fue una sorpresa, sino la consecuencia fatal –y, tristemente, inevitable– de las políticas de disuasión y contención de la UE, que crearon campos superpoblados y con escasos recursos en las islas griegas del Egeo. La Unión ha aplicado estas políticas a cualquier coste y por cualquier medio, sin importar el sufrimiento que causan.
La política de contener a los solicitantes de asilo que llegan a Europa y disuadir a otras personas de emprender el viaje siempre dará lugar a nuevos Morias. Les resulta cómodo a los líderes de la UE mirar hacia otro lado, hasta que un incendio como el de septiembre les hace sentarse, prestar atención y manejar públicamente su culpa, generalmente con la promesa de reubicar a unas pocas decenas de niños o enviar dinero y otras ayudas.
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Imagen de Médicos Sin Fronteras.