El Laboratorio conversa con Rodrigo Mena

Rodrigo Mena Fluhmann es profesor adjunto del Instituto de Estudios Sociales (ISS) de la Universidad Erasmus de Rotterdam y estudia las respuestas humanitarias y la reducción del riesgo de desastres en interacción con otras crisis. Es miembro del Comité de Ética del ISS-EUR, Board Member de la Asociación Internacional de Estudios Humanitarios (IHSA) y del Centro de Expertos en Comunicación Humanitaria (HuCom). Ha trabajado como investigador, gestor de proyectos y consultor con ONG locales e internacionales, las Naciones Unidas, organizaciones gubernamentales y el sector privado. También ha dirigido grupos de ayuda humanitaria e investigado in situ la ocurrencia de varios conflictos, crisis y desastres en Afganistán, Bangladesh, Chile, Colombia, Jordania, Perú, Sudán del Sur, Uganda y Yemen. Es licenciado en Sociología y Ciencia Política, tiene una maestría en Medioambiente por la Universidad de Melbourne y es doctor en Gobernanza de Acción Humanitaria y Desastres por el ISS-EUR.

Rodrigo, te agradecemos la participación en este debate del Laboratorio dedicado a la ética de desastres. Nuestra primera pregunta es por qué la ética debe ser una dimensión integral para todo el proceso de la investigación aplicada a desastres.

Gracias por la invitación a ser parte de este foro. Primero, si entendemos que la ética de la investigación busca asegurar que nuestra práctica investigadora no cree daños y ni condiciones para la ocurrencia de daños (en otras palabras, el riesgo de daños), entonces la ética debe ser una parte integral de todo proceso investigador, y no solo cuando esta estudia desastres o lugares afectados por conflicto. Dicho esto, muchos riesgos y condiciones de daño se ven exacerbados en lugares afectados por conflictos y desastres y, por lo tanto, la ética de la investigación aplicada a desastres cobra un valor especial.

Lo anterior se puede dar de muchas maneras, incluyendo que en lugares afectados por desastres las personas tienden a estar o quedar en situación de alta vulnerabilidad, y en base a ello nuestros procesos investigadores pueden generar daños que en otros contextos podrían no existir o darse de menor manera. Por ejemplo, en investigación es normal preguntarles a nuestros participantes que describan cómo ciertos eventos han ocurrido o que los expliquen. En estos contextos de desastres y conflicto esas mismas preguntas pueden resultar en una re-traumatización de los participantes ya que los invita a recordar eventos trágicos que tal vez han estado tratado de olvidar por mucho tiempo.

Otra manera en que se puede dar este riesgo de daño se relaciona con los daños físicos que muchos lugares afectados por desastres presentan. Terrenos inestables, escombros, contaminación, bajo nivel de salubridad, entre muchos otros, suponen una posibilidad de daño real que todos quienes interactúan en esos escenarios deben considerar, incluyendo no solo aquellas personas afectadas o quienes trabajan en ayudarlas, sino también quienes están investigando o apoyando procesos investigadores. En este sentido, la ética de la investigación en condiciones de desastres considera todo un amplio universo de actores, no solo los informantes/participantes e investigadores.

Más aún, la posibilidad o riesgo de daño se presenta a lo largo de todo el ciclo de la investigación, no solo cuando se está recolectando información. Las propuestas investigadoras o las preguntas que nos hacemos pueden estar basadas en sesgos y generar investigaciones que reproducen estigmas de los grupos afectados (es importante aquí las políticas de la representación). Lo mismo puede ocurrir durante el análisis de la información y la publicación o divulgación de resultados. A modo de ejemplo, los estudios sobre desastres tratan de influir en la gestión o la respuesta a desastres, ya sea directamente a través del diálogo o mediante la formulación de recomendaciones. Una pregunta esencial aquí es qué pasa si esas recomendaciones terminan generando más daño o hasta dónde llega nuestra responsabilidad ética respecto a lo que decimos, describimos y proponemos de los lugares en riesgo de desastres.

Asímismo, mucha gente piensa que las consideraciones éticas son sólo para los que hacen «trabajo de campo» en lugares afectados por desastres, pero no es cierto. Los riesgos están en todas partes en las prácticas de investigación. Del mismo modo, la ética de la investigación también se aplica a la investigación a distancia de desastres y crisis.

¿Cómo se puede ver en la práctica lo que supone desarrollar una investigación ética?

Cómo desarrollar una investigación ética en contextos afectados por conflictos o desastres no es una pregunta fácil de responder. En general, el proceso abarca múltiples fases. La primera consiste en desarrollar un análisis de los posibles riesgos asociados a nuestro trabajo de investigación (el Manual de Seguridad para el trabajo de campo e investigación en zonas complejas, remotas y peligrosas presenta en su capítulo final una descripción del proceso). Esto nos permitirá ver qué elementos de nuestra investigación pueden hacer daño o crear/exacerbar el riesgo de ello. A partir de este análisis pueden desarrollarse múltiples acciones para reducir los riesgos, mitigar sus impactos si se manifiestan e identificar qué modificaciones o consideraciones deben introducirse en la investigación. Con esta información, el proyecto de investigación puede someterse a una Revisión Ética. En esta fase, un comité de ética revisa nuestra investigación y comprueba si se han identificado todos los posibles riesgos y si existen medidas para afrontarlos. En función del diálogo con el comité de ética, pueden introducirse más cambios en nuestros proyectos.

Una vez obtenida una recomendación positiva del comité de ética para continuar con la investigación, la siguiente fase requiere poner en práctica todo lo que se presentó al comité de ética para garantizar que se reducen o mitigan los riesgos identificados y, además, desarrollar una actitud reflexiva ante nuestro proceso de investigación. Eso es esencial en contextos de desastres o crisis. Si bien toda investigación es dinámica y cambia a lo largo de su desarrollo y en relación con los contextos en los que se desarrolla, los lugares afectados por conflicto son particularmente dinámicos, cuentan con gran cantidad de desinformación, presencias de rumores, etc., que afectan al acceso a la información de los lugares y poblaciones afectadas. Por lo tanto, es necesario desarrollar una actitud que nos permita reflexionar constantemente sobre los riesgos de la investigación para nosotros y para los demás, riesgos que pueden haber surgido o que pueden haberse reforzado. En muchos casos se recomienda realizar periódicamente un nuevo análisis de riesgos.

¿Cuáles son las principales responsabilidades implicadas en la investigación sobre el terreno y quiénes han de asumirlas?

Sin duda gran parte de la responsabilidad recae en los investigadores/as, quienes deben no solo evaluar los posibles riesgos, sino también desarrollar un plan para reducir su riesgo o mitigar sus impactos. Para esto es necesario que otros actores entren en juego, principalmente las organizaciones detrás del proceso de investigación.

Hacer investigación en lugares afectados por desastres, especialmente cuando el desastre o la fase de respuesta están aún en desarrollo, suele ser costoso y tomar tiempo. A eso se le suman los tiempos y costos que pueden nacer de las consideraciones éticas. Por ejemplo, como resultado del análisis de riesgo un investigador puede darse cuenta de que no es posible conducir una investigación segura y ética en una comunidad afectada por inundaciones, pero existe un buen segundo mejor caso de estudio, aun cuando este requiere viajar a una zona más remota. Tomar esa decisión puede significar buscar nuevos fondos, tal vez tomar más tiempo, y hasta ajustar la pregunta de investigación dado el nuevo contexto. Esto muchas veces ha de requerir apoyo institucional. En este sentido, actuar éticamente en esos espacios puede implicar tener que negociar y buscar apoyo institucional y de otros actores para validar, aprobar o sustentar los procesos de investigación. Y acá es importante recalcar que las organizaciones detrás de tales procesos tienen responsabilidades asociadas a una conducción de la investigación que sea ética más de allá de contar con comités de ética.

Tu propia experiencia humanitaria fue la que te llevó a mantener una concepción dinámica de la empresa colaborativa de la investigación y de la ética que la acompaña. ¿En qué sentido es ésta una labor procesual, adaptativa y sensible a los contextos y situaciones?

En todos los sentidos posibles. La investigación de desastre ocurre en muchos lugares y contextos diferentes, interactúa con un sinfín de personas e instituciones y, aun cuando ocurra en un mismo contexto, distintos desastres suponen diversos desafíos. Por lo tanto, no basta con reconocer qué repercusiones negativas pueden tener nuestras prácticas y decisiones en un contexto concreto, sino que a partir de esas reflexiones también es necesario tomar decisiones y emprender acciones que ayuden a prevenir o mitigar las repercusiones negativas relacionadas con nuestras prácticas de investigación.

Es importante reconocer que existen profundas desigualdades dentro de los estudios de desastres, que afectan no sólo a muchos investigadores (por ejemplo, estudiantes de doctorado o investigadores/as locales), sino que permean nuestras prácticas de investigación. Abordar estas desigualdades supone repensar nuestras agendas de investigación, métodos y aproximación al estudio de desastres. Este proceso reflexivo colectivo dio forma al manifiesto Poder, prestigio y valores olvidados: un manifiesto de los estudios sobre desastres. Este documento, firmado por cientos de investigadores en desastres, presenta la necesidad de descolonizar y reconceptualizar a fondo nuestro de campo de estudios. Acompañando el manifiesto, se elaboró un Acuerdo de la investigación de desastres que pretende reconocer {las realidades locales, prioridades de las personas, diversas epistemologías/maneras de conocer y puntos de vista/sensibilidades indígenas» en el estudio de desastres.

Por lo tanto, la ética de la investigación se considera cada vez más como un acto reflexivo, que equilibra las consideraciones éticas de los diferentes aspectos de la investigación, y además lo hace de forma dinámica, a lo largo de todo el proceso de investigación y en consideración de nuestra pregunta de investigación, la metodología y la difusión de los resultados de la investigación.