No se puede imaginar una sola respuesta sobre el sentido del ser, pero sí unas cuantas sobre el sentido de dejar de ser
JORGE WAGENSBERG
Hemos tenido mucha suerte. Sí, porque el universo en el que vivimos es solo uno entre infinitos posibles y, si sus constantes no fueran justamente las que son, no habría vida en él. Hemos tenido mucha suerte. Sí, porque en un radio de millones de años luz solo aquí, en la Tierra, se han dado las condiciones idóneas para que la materia evolucione hasta el punto de preguntarse por ella misma. Y yo, concretamente yo, también he tenido mucha suerte por ser quien soy y no uno cualquiera de los otros 250 millones eventuales hermanos míos procedentes de otros tantos espermatozoides que compitieron conmigo en aquella memorable carrera hacia el óvulo que completó el ser que he llegado a ser. El producto de estas tres probabilidades es una cantidad tan ínfima que nadie apostaría un euro por mi existencia. La probabilidad era muy pequeña, pero no nula. Quizá por ello la extrañeza de mi propia condición no se me antoja tan extraña. La probabilidad solo está definida antes de la ocurrencia de un suceso, después solo queda certeza. La discontinuidad entre el no ser y el ser es abisal. De ahí el vértigo que da pensar la posibilidad de llegar a ser desde la certeza del que ya es.
1. Una pregunta es una verdadera pregunta si es posible imaginar para ella una respuesta, aunque sea una respuesta falsa.
2. La pregunta de Leibniz “¿por qué existe algo en lugar de nada?” acaso no sea una verdadera pregunta.
3. La pregunta de Heidegger sobre el sentido del ser quizá sea una falsa pregunta.
4. No se puede imaginar una sola respuesta sobre el sentido del ser, pero sí unas cuantas sobre el sentido de dejar de ser.
5. Dos cargas de igual valor y signo opuesto no son nada juntas, pero pasan a ser algo si se separan.
6. Todo fluctúa, incluso la nada.
7. El ser es una fluctuación cuántica de la nada.
8. A menudo es difícil saber si un problema filosófico no se resuelve por su contenido o por el lenguaje inventado para formularlo.
9. La palabra omnipotente contamina cualquier lenguaje porque el enunciado “un ser omnipotente crea una piedra que ni él mismo puede levantar” es indecidible, es decir, no puede ser verdadero sin ser falso ni falso sin ser verdadero.
10. El conflicto entre ser y tiempo está oculto en el lenguaje porque no se puede existir si después no se persiste, ni se puede persistir si antes no se existe.
11. Principio antrópico: si las constantes de la naturaleza no hubieran sido exactamente las que son, la emergencia de la humanidad no hubiera tenido lugar, pero maravillarse de ello es consecuencia del vértigo que da pensar en la posibilidad de llegar a existir desde la certeza del que ya existe.
12. A los partidarios del principio antrópico: señoras y señores: los árboles se caen en el bosque aunque no haya nadie mirando.
13. Tuvo que elegir entre dos opciones: desterrar el mal del mundo o garantizar la libertad del ser humano…, por lo que no tuvo más remedio que equivocarse.
14. Todo lo real es pensable (hipótesis de la ciencia), pero todo lo pensable no tiene por qué ser real (hipótesis de la literatura), luego la imaginación es más grande que la realidad entera (tesis científico literaria).
15. Para dejar de ser primero hay que ser, pero nada obliga a no ser como paso previo a ser.
16. La idea de la creación del mundo procede de la hipótesis, por lo demás gratuita, de que el ser procede del no ser.
17. Todo lo que es acaba o se transforma.
18. “Ser o no ser, he aquí la cuestión” shakesperiana del darwinismo, el ser o no ser de un gen, el ser o no ser de un organismo, el ser o no ser de un grupo, el ser o no ser de una sociedad…
19. Según E. O. Wilson, un ser altruista lo tiene peor que un ser egoísta para sobrevivir dentro de un grupo, pero un grupo de altruistas sobrevive mejor que un grupo de egoístas. Así nació la idea de sociedad.
Fuente:
http://cultura.elpais.com/cultura/2017/02/28/babelia/1488295484_913184.html
Imagen de exoplanetas proporcionada por la NASA
Acaso la pregunta de Leibniz no sea más que la antesala necesaria o, curiosamente a la inversa, de la pregunta de Heidegger. Si es el azar la causa por la que hay algo en vez de nada, la cuestión del sentido heideggeriana deviene improcedente. Pero ¿cómo saber que fue ciertamente el azar,en último término? Mientras no se resuelva la X, ambos pensadores están legitimados a preguntarse por qué hay algo y qué sentido tiene. Otra historia será las respuestas que puedan darse con cierta consistencia.
Tus maravillosos aforismos me trajeron a mi memoria un viejo Maestro… que veía eso de que «La discontinuidad entre el no ser y el ser es abisal». Te comento un poco:
J.R. Guillent Pérez, fue un profesor, escritor y, sobre todo, filósofo, venezolano que tuve como maestro. Para él, Filósofo es aquel que descubre la verdad. Descubrir la verdad, no intelectualmente; sino vivir la verdad, “Ser”, darle cabida en nuestra vida cotidiana a la presencia del misterio, del Ser. Por ello, la Verdad no es para pensarla; sino para vivirla, para serla.
Comentaba que en nosotros hay la lamentable confusión de identificar conocimiento y verdad. El pensamiento solamente nos brinda imágenes del río, del mar, del árbol; pero jamás el siendo efectivo de esas cosas.
Por otra parte aclaraba que el pensamiento no nos puede decir nada de la nada; porque la nada no es algo, sin embargo, que la nada no sea algo no quiere decir que no sea: La nada nos acompaña inseparablemente a todos los entes concretos, incluyendo al ser humano. Todo lo que es manifiesto y lo que llegue a manifestarse está signado por la nada. Pero, la nada para ser nada primero tiene que Ser. Y es así que la nada no es la negación del Ser. Más sin embargo, la presencia de la nada produce el “silencio del pensamiento” y sólo así puede aparecer el brillo del Ser.
En definitiva, YO SOY, LAS COSAS SON, LA NADA ES…. Guillent Pérez Vivía El SER como la puerta al encuentro con lo eterno. En efecto, nos decía que el Ser es inengendrado: no hay un antes del Ser, ya que un antes para ser antes, había de ser. De igual forma el Ser es imperecedero: Un después del Ser tampoco puede ser, todo después, para ser después, ha de ser, no solamente después, sino Ser. Por lo tanto, el Ser es eterno.
Gracias amigo por iluminarme el domingo…