‘Resumen de mi vida’, de Thomas Mann: la vida dentro de un orden

En esta breve autobiografía, el autor de ‘La montaña mágica’ construye con pudor sus recuerdos, más para iluminar su obra que para desnudar intimidades.

Luis M- Alonso

Efectivamente, llama la atención que un hombre que ha escrito largos testimonios traducidos en extensas y ambiciosas novelas levante en poco más de ochenta páginas un edificio de recuerdos que parece más destinado a iluminar su obra que a desnudar su intimidad. ‘Resumen de mi vida’ destaca por la sobriedad, Thomas Mann (Lübeck, 1875-Zúrich,1955) no se abandona al desorden sentimental ni a la complacencia del recuerdo. Por el contrario, clasifica su vida como quien ordena una biblioteca, cada experiencia está relacionada con un título, cada episodio vital con una página escrita.

La infancia en Lübeck desemboca en ‘Los Buddenbrook’; su estancia en Davos, junto a su esposa enferma, germina en ‘La montaña mágica’, y la figura de Johann Wolfgang von Goethe se alza como inspiración para ‘Carlota (Lotte) en Weimar’. Digamos que la vida se convierte en materia literaria y la literatura en espejo de la vida. Este es uno de los regalos, quizás el mejor, que ofrece Mann en este pequeño gran libro publicado por Nørdica, cuando se cumplen 70 años de su muerte y 150 de su nacimiento. Ese paralelismo, tan característico en él, revela su concepción del arte como una forma de conocimiento.

El escritor no escribe para exhibirse sino para comprender, y convierte esa comprensión en objeto de estudio

El escritor no escribe para exhibirse sino para comprender, y convierte esa comprensión en objeto de estudio.Resumen de mi vida’ es un autorretrato breve pero no simplificado, intelectual, casi clínico, en el que las emociones aparecen tamizadas por el rigor del análisis. El tono, contenido y a la vez musical, recuerda a sus ensayos. Frases medidas y juicios sopesados. El ritmo narrativo es inmejorable.

El hombre y el artista

Cualquiera que busque en estas páginas anécdotas privadas o confesiones desgarradas se sentirá profundamente defraudado. Mann nunca fue un autor que cultivara la transparencia o la rendición de lo íntimo. Su pudor, unido a la convicción de que la verdad de un escritor se encuentra en su obra, le apartó de cualquier tentación de desnudarse. Pero ese mismo pudor otorga al texto una elegancia particular, la de un relato vital en el que la esencia es la relación entre el hombre y el artista. Ello no significa, sin embargo, que el misterio haya sido relegado.

Hay pasajes de este breviario que conmueven por lo que sugieren más que por lo que dicen. Cuando Mann se refiere a la enfermedad de Katia en 1912, lo hace con sobriedad, aunque detrás se adivina el temblor de la experiencia. El viaje a Davos se convierte en literatura, pero en la raíz de esa transfiguración está la vulnerabilidad humana, el miedo a la pérdida. Ese doble movimiento de vivir y transformar lo vivido en obra constituye quizá la esencia del gran autor alemán.

Consciente de su posición en la cultura europea, Mann ofrece una versión abreviada y cuidadosamente elaborada de sí mismo

Mann había anunciado un proyecto de memoria total que jamás llevó a cabo. Esta ausencia puede que otorgue cierto aire fantasmagórico a ‘Resumen de mi vida’, que es, al mismo tiempo, un punto de llegada y una promesa incumplida. Como si el autor hubiera querido reservarse para una narración más amplia que el tiempo o la voluntad no permitieron. Probablemente nunca quiso desnudarse del todo, a la vez que le parecía irrelevante o sencillamente inconveniente hacerlo.

Sus novelas hablaron por él, también los protagonistas. Gustav von Aschenbach, Hans Castorp, etcétera, son, en el fondo, proyecciones de su conciencia moral y estética. Cada uno encarna una faceta de su conflicto interior, el deber frente al deseo, la razón frente a la pasión, la cultura ante la naturaleza. En ‘Resumen de mi vida’ se despliega una idea de la literatura como destino. La vida de Mann no se entiende sin sus libros, y es posible que sus libros no se entiendan sin esa vida. Todo parece implicar mediación.

Ejercicio de afirmación

En el contexto de 1929, año que ya había alcanzado prestigio internacional, Premio Nobel incluido, esta obra puede leerse también como un ejercicio de afirmación. Consciente de su posición en la cultura europea, Mann ofrece una versión abreviada y cuidadosamente elaborada de sí mismo. No hay improvisación, sino la voluntad de fijar una imagen, que es la del artista serio, heredero de Goethe, que convierte la experiencia en arte y la vida en literatura.

Cada frase parece escrita valiéndose de un compás interior y una cadencia que recuerda a la música de cámara. No hay palabras de más, pero tampoco de menos. La claridad viene de la precisión; la emoción, de la contención. Quienes estén familiarizados con sus novelas reconocerán esa armonía que combina la solidez alemana con una sensibilidad casi mediterránea. Mann no desconocía la forma, el estilo, como una cuestión moral.

Cuando escribióResumen de mi vida’, Alemania vivía el final de la República de Weimar, la etapa convulsa y fascinante que preludiaba la tragedia. El escritor consagrado ya observaba con preocupación el avance del nacionalismo y el deterioro moral de su país. Aunque su breve autobiografía no recoja ese momento, se percibe en sus páginas una defensa implícita de los valores humanistas que después lo llevarían a enfrentarse abiertamente al nazismo y a exiliarse en Suiza y en EEUU.

La distancia que se palpa no supone frialdad; al contrario, revela la profundidad de un hombre medido que se conoce demasiado bien como para dejarse llevar por las emociones inmediatas. La mirada en Mann es siempre la de un moralista que se interroga sobre su propio papel en la cultura y en la historia. En cada frase se adivina una ética del trabajo, una confianza en la razón y en la forma, instrumentos de la verdad. Leerlo es abrazar nuevamente la literatura.

Fuente: https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/libros/20251028/thomas-mann-critica-autobiografia-resumen-vida-122790813