El “frikismo” como negocio de la marginalidad a la influencia cultural

Dra. Arantxa Vizcaíno Verdú

Antiguamente utilizado para describir a personas con gustos considerados excéntricos, su significado ha cambiado con el tiempo, hasta convertirse en una etiqueta que engloba a individuos apasionados por una amplia variedad de productos culturales. Estos incluyen cómics, videojuegos, películas, series, libros y más. Lo que antes era visto como marginal y poco convencional, hoy constituye un fenómeno global y un motor económico significativo, con la industria cultural adaptándose a la creciente demanda de este segmento del mercado.

¿Cuál es el perfil de un friki? El perfil de un «friki» ha evolucionado de ser simplemente una persona con gustos extravagantes a alguien que exhibe una pasión intensa y especializada por ciertos productos culturales. Académicamente, la etimología del término deriva del inglés “freak”, que en su origen hacía referencia a comportamientos o características físicas que destacaban por ser inusuales. Sin embargo, con la expansión de la cultura popular y el acceso a productos culturales a través de Internet, el concepto de «friki» se ha redimensionado.

“El término friki ya no se emplea únicamente de manera despectiva”, afirma. “Hoy en día, muchas personas se identifican abiertamente como frikis, y sus intereses, lejos de ser marginales, han captado la atención de las grandes industrias culturales”. Este fenómeno ha dado lugar a la creación de subcomunidades dentro del frikismo, que incluyen a geeks, cosplayers, gamers y otakus, entre otros. Cada una de estas comunidades tiene su propia dinámica interna, pero todas comparten una pasión común: el consumo y la dedicación hacia productos que históricamente no formaban parte de la “dieta cultural” principal.

La transformación del frikismo en un negocio Las industrias culturales han reconocido el valor de la comunidad friki y han adaptado sus estrategias para captar la atención de este grupo. Aunque algunos podrían ver la popularización del frikismo como una moda reciente, en realidad su influencia ha sido subestimada durante años.

La proliferación de eventos como la Comic-Con o la E3 (Electronic Entertainment Expo) y la consolidación de plataformas de streaming como Netflix y Amazon Prime Video han jugado un papel crucial en llevar el contenido «friki» a una audiencia masiva. Una de las primeras formas en que las marcas comenzaron a capitalizar este fenómeno fue a través del merchandising.

Desde figuras de acción hasta camisetas y pósters, los productos asociados con películas, series o videojuegos han sido una fuente constante de ingresos.

Con el tiempo, estas empresas no solo han generado beneficios económicos directos, sino que han creado un sentido de pertenencia entre los consumidores. Según el Dr. Henry Jenkins, experto en estudios culturales, “la industria cultural ha logrado responder a una demanda latente que durante años fue invisible para muchos”. En este sentido, las marcas han sabido aprovechar las comunidades frikis no solo como consumidores, sino también como defensores y promotores de sus productos. Hace apenas dos décadas, acceder a ciertos productos culturales, como un manga específico o una película de anime, requería grandes esfuerzos logísticos y económicos. En algunos casos, era necesario viajar a grandes ciudades para encontrar tiendas especializadas que ofrecieran este tipo de artículos.

Fuente: https://www.lahora.com.ec/esmeraldas/El-frikismo-como-negocio-de-la-marginalidad-a-la-influencia-cultural-20241019-0023.html