
Entrevista a Tania Sánchez en France24 Español.
Sócrates o Nietzsche: cómo enfrentar la modernidad gracias a la Filosofía
Argumentos para el debate:
La modernidad nos coloca frente a desafíos que, si bien son inéditos en su escala —hiperconectividad, crisis ecológica, aceleración tecnológica, polarización digital—, conservan un núcleo humano que no ha cambiado desde la Antigüedad: la necesidad de preguntarnos quiénes somos, qué valoramos y cómo debemos vivir. Frente a estas tensiones, la filosofía vuelve a convertirse en un territorio fértil para interpretar el presente y buscar caminos para orientarnos. Entre las figuras que más iluminan este debate destacan dos polos opuestos y complementarios: Sócrates y Nietzsche.
A primera vista parecen enemigos irreconciliables: uno defensor del diálogo racional y la búsqueda humilde de la verdad; el otro crítico feroz de la moral tradicional, del racionalismo occidental y de todo intento de encerrar la vida en conceptos fijos. Sin embargo, ambos ofrecen herramientas valiosas para pensar la modernidad desde ángulos distintos. Decidir entre Sócrates o Nietzsche no implica elegir un bando, sino reconocer qué aporta cada perspectiva para comprender y enfrentar la era contemporánea.
- Sócrates: la verdad como brújula en el caos
En tiempos de infoxicación y discurso polarizado, la figura de Sócrates adquiere una sorprendente actualidad. Su método —el diálogo crítico, la pregunta incómoda, la duda como motor— funciona como un antídoto frente a la superficialidad y la certeza fácil que dominan la esfera digital.
A. La “ignorancia sabia” frente a la sobreconfianza moderna
La actitud socrática parte de un reconocimiento fundamental: no lo sé todo. En un mundo donde las redes sociales recompensan la opinión rápida y tajante, la humildad intelectual socrática se vuelve revolucionaria. Nos invita a suspender el juicio, examinar nuestras ideas y abrir espacio al entendimiento mutuo.
B. El diálogo como práctica democrática
Para Sócrates, la verdad emerge de la confrontación respetuosa de argumentos. En la modernidad, donde la conversación pública se fragmenta en cámaras de eco, el modelo socrático recuerda la importancia de escuchar activamente y cuestionar sin destruir.
C. La ética como arte de vivir
Sócrates proponía que el mayor enemigo del ser humano no es la ignorancia intelectual, sino la incapacidad de examinar la propia vida. Frente a la hiperproductividad moderna, la ética socrática nos invita a un retorno a lo esencial: ¿qué tipo de persona quiero ser? ¿qué vida vale la pena vivir?
- Nietzsche: vitalidad, ruptura y creación en tiempos de crisis
Si Sócrates representa la búsqueda paciente de la verdad, Nietzsche encarna la afirmación radical de la vida. Su pensamiento es una provocación permanente contra todo aquello que oprime, uniformiza o domestica la existencia humana.
A. La crítica al rebaño en la era de las masas digitales
Nietzsche advertía sobre el peligro de convertirnos en seres que siguen la opinión general sin cuestionarla. La modernidad tecnológica, con su maquinaria de tendencias y viralidad, intensifica ese riesgo: la presión por adaptarse, por pertenecer, por ser “aceptado”.
El filósofo propone lo contrario: el cultivo del individuo fuerte, autónomo, capaz de decir “sí” a su propia manera de existir.
B. La transvaloración de los valores
Nietzsche invita a cuestionar radicalmente cualquier sistema moral que hayamos heredado sin examinarlo. En la modernidad —marcada por crisis éticas, transformaciones laborales y nuevos modelos de convivencia— esa invitación es vital: debemos atrevernos a reconstruir nuestros valores, no a repetirlos.
C. El “superhombre” como metáfora de creación
Lejos de ser un ideal de dominación, el superhombre representa la capacidad de reinventarse, superar el nihilismo y crear nuevos sentidos. En un mundo donde la incertidumbre genera miedo y parálisis, Nietzsche apuesta por la potencia creativa como salida.
- ¿Sócrates o Nietzsche? Un diálogo necesario para la modernidad
Aunque parezcan polos opuestos, ambos filósofos pueden interpretarse como dos dimensiones complementarias para enfrentar los desafíos contemporáneos:
Sócrates nos enseña a:
Pensar antes de reaccionar.
Conversar antes de confrontar.
Reconocer límites y abrirse al otro.
Construir una comunidad basada en la razón compartida.
Nietzsche nos enseña a:
Liberarnos de normas que ya no sirven.
Desarrollar coraje para vivir según criterios propios.
Crear nuevos valores frente al vacío.
Afirmar la vida incluso en tiempos convulsos.
El equilibrio necesario
La modernidad exige un espíritu socrático que evite caer en dogmatismos, pero también una energía nietzscheana que permita reinventar lo que ya no funciona. Sin Sócrates, quedamos atrapados en la opinión irreflexiva; sin Nietzsche, caemos en la obediencia y la resignación.
La filosofía, así entendida, no es un refugio del pasado, sino un laboratorio para pensar el futuro.
- Conclusión: Filosofar como acto de resistencia moderna
En un mundo que se mueve a la velocidad del clic, detenerse a pensar —como Sócrates— o a transformar —como Nietzsche— se convierte en un acto de resistencia. La modernidad necesita tanto la lucidez crítica como el impulso vital. No se trata de escoger entre uno u otro, sino de escuchar ambas voces para navegar la complejidad contemporánea.
Sócrates nos recuerda que el diálogo puede salvarnos de la confusión.
Nietzsche nos recuerda que la creación puede salvarnos del vacío.
Y juntos ofrecen una brújula filosófica que, lejos de vencer a la modernidad, permite habitarla con más sentido, libertad y profundidad.
