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Ensayo inédito de Foucault

Publican un ensayo inédito de Foucault que explora la sexualidad de los padres fundadores de la Iglesia

En 1976 Foucault comenzó un proyecto mastodóntico que buscaba explorar la sexualidad occidental desde la antigua Grecia hasta nuestros días. De aquella «Historia de la sexualidad» se publicaron 3 tomos, pero un cuarto se quedó por el camino, frustrado por la muerte del pensador en 1984 a causa de una complicación derivada del sida.

Ahora, 34 años después de su fallecimiento, la mítica editorial Gallimard ha decidido recuperar y publicar aquel proyecto inacabado. Este cuarto volumen lleva por título «Las confesiones de la carne» y aborda las doctrinas elaboradas por los padres fundadores de la iglesia.

Aunque este es el volumen número cuatro, en realidad fue el segundo que comenzó a escribir el filósofo. Después de publicar el primer tomo, que era una introducción general al tema titulada «La voluntad del saber», empezó a dar forma a este ensayo.

En la introducción del libro, el filósofo Frédéric Gros justifica la publicación aludiendo a que «ha pasado el tiempo» y las condiciones son distintas. Además, claro, subraya que la decisión parte de los titulares de los derechos de Foucault.

Para algunos estudiosos de la obra de Foucault en este ensayo inconcluso está la clave de toda la serie de la «Historia de la sexualidad». ¿El motivo? Que aborda el tema de cómo el cristianismo reemplazó la noción afrodisíaca del placer que reinaba en la Grecia Antigua por el concepto de carne, una idea vertebradora de su pensamiento.

Fuente:

http://www.abc.es/cultura/libros/abci-publican-ensayo-inedito-foucault-explora-sexualidad-padres-fundadores-iglesia-201802131110_noticia.html

“Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”

El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, un destacado diseccionador de la sociedad del hiperconsumismo, explica en Barcelona sus críticas al “infierno de lo igual”

Las Torres Gemelas, edificios iguales entre sí y que se reflejan mutuamente, un sistema cerrado en sí mismo, imponiendo lo igual y excluyendo lo distinto y que fueron objetivo de un atentado que abrió una brecha en el sistema global de lo igual. O la gente practicando binge watching (atracones de series), visualizando continuamente solo aquello que le gusta: de nuevo, proliferando lo igual, nunca lo distinto o el otro… Son dos de las potentes imágenes que utiliza el filósofo Byung-Chul Han (Seúl, 1959), uno de los más reconocidos diseccionadores de los males que aquejan a la sociedad hiperconsumista y neoliberal tras la caída del muro de Berlín. Libros como La sociedad del cansancio, Psicopolítica o La expulsión de lo distinto (en España, publicados por Herder) compendian su tupido discurso intelectual, que desarrolla siempre en red: todo lo conecta, como hace con sus manos muy abiertas, de dedos largos que se juntan mientras cimbrea una corta coleta en la cabeza.

“En la orwelliana 1984 esa sociedad era consciente de que estaba siendo dominada; hoy no tenemos ni esa consciencia de dominación”, alertó ayer en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde el profesor formado y afincado en Alemania disertó sobre la expulsión de la diferencia. Y dio pie a conocer su particular cosmovisión, construida a partir de su tesis de que los individuos hoy se autoexplotan y sienten pavor hacia el otro, el diferente. Viviendo, así, en “el desierto, o el infierno, de lo igual”.

Autenticidad. Para Han, la gente se vende como auténtica porque “todos quieren ser distintos de los demás”, lo que fuerza a “producirse a uno mismo”. Y es imposible serlo hoy auténticamente porque “en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual”. Resultado: el sistema solo permite que se den “diferencias comercializables”.

Autoexplotación. Se ha pasado, en opinión del filósofo, “del deber de hacer” una cosa al “poder hacerla”. “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, y si no se triunfa, es culpa suya. “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”. Y la consecuencia, peor: “Ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión”. Es “la alienación de uno mismo”, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.

‘Big data’.“Los macrodatos hacen superfluo el pensamiento porque si todo es numerable, todo es igual… Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo sino que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba; lo vemos en China con la concesión de visados según los datos que maneja el Estado o en la técnica del reconocimiento facial”. ¿La revuelta pasaría por dejar de compartir datos o de estar en las redes sociales? “No podemos negarnos a facilitarlos: una sierra también puede cortar cabezas… Hay que ajustar el sistema: el ebook está hecho para que yo lea, no para que me lea a mí a través de algoritmos… ¿O es que el algoritmo hará ahora al hombre? En EE UU hemos visto la influencia de Facebook en las elecciones… Necesitamos una carta digital que recupere la dignidad humana y pensar en una renta básica para las profesiones que devorarán las nuevas tecnologías”.

Comunicación. “Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los likes solo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!”.

Jardín. “Yo soy diferente; estoy envuelto de aparatos analógicos: tuve dos pianos de 400 kilos y durante tres años he cultivado un jardín secreto que me ha dado contacto con la realidad: colores, olores, sensaciones… Me ha permitido percatarme de la alteridad de la tierra: la tierra tenía peso, todo lo hacía con las manos; lo digital no pesa, no huele, no opone resistencia, pasas un dedo y ya está… Es la abolición de la realidad; mi próximo libro será ese: Elogio de la tierra. El jardín secreto. La tierra es más que dígitos y números.

Narcisismo. Sostiene Han que “ser observado hoy es un aspecto central de ser en el mundo”. El problema reside en que “el narcisista es ciego a la hora de ver al otro” y sin ese otro “uno no puede producir por sí mismo el sentimiento de autoestima”. El narcisismo habría llegado también a la que debería ser una panacea, el arte: “Ha degenerado en narcisismo, está al servicio del consumo, se pagan injustificadas burradas por él, es ya víctima del sistema; si fuera ajeno al mismo, sería una narrativa nueva, pero no lo es”.

Otros. Es la clave de sus reflexiones más recientes. “Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos seamos iguales, incluso los turistas; el neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas”. Por ello propone “regresar al animal original, que no consume ni comunica desaforadamente; no tengo soluciones concretas, pero puede que al final el sistema implosione por sí mismo… En cualquier caso, vivimos en una época de conformismo radical: la universidad tiene clientes y solo crea trabajadores, no forma espiritualmente; el mundo está al límite de su capacidad; quizá así llegue un cortocircuito y recuperemos ese animal original”.

Refugiados. Han es muy claro: con el actual sistema neoliberal “no se siente temor, miedo o asco por los refugiados sino que son vistos como carga, con resentimiento o envidia”; la prueba es que luego el mundo occidental va a veranear a sus países.

Tiempo.Es necesaria una revolución en el uso del tiempo, sostiene el filósofo, profesor en Berlín. “La aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja; requerimos de un tiempo de fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros”.

SU ÚLTIMO LIBRO ‘LA EXPULSIÓN DE LO DISTINTO

Autor: Byung-Chul Han.

Editorial: Herder (2017).

Formato: versión kindle y tapa blanda (123 páginas)

Fuente:

https://elpais.com/cultura/2018/02/07/actualidad/1517989873_086219.html

Foto:

El filósofo Byung-Chul Han, ayer en Barcelona. Massimiliano Minocri / epv

Simone de Beauvoir: 10 frases para recordarla

Simone de Beauvoir, nacida un 9 de enero de 1908 en París, hoy se cumplen 110 años de su nacimiento. Pareja del también escritor Jean-Paul Sartre, fue una de las grandes representantes del feminismo francés. Escribió, entre otras obras, «El segundo sexo», «Los mandarines» y «Una muerte muy dulce». Recopilamos algunas de sus mejores frases en el aniversario de su muerte:

Vivir es la voluntad de vivir:

«El hombre no es ni una piedra ni una planta, y no puede justificarse a sí mismo por su mera presencia en el mundo. El hombre es hombre sólo por su negación a permanecer pasivo, por el impulso que lo proyecta desde el presente hacia el futuro y lo dirige hacía cosas con el propósito de dominarlas y darles forma. Para el hombre, existir significa remodelar la existencia. Vivir es la voluntad de vivir».

La muerte, violencia indebida

«No hay muerte natural: nada de lo que sucede al hombre es natural puesto que su sola presencia pone en cuestión al mundo. La muerte es un accidente, y aun si los hombres la conocen y la aceptan, es una violencia indebida».

El hombre y Dios

«La perfección de su ser no deja ningún lugar al hombre porque el hombre no podría trascenderse en Dios si Dios ya está todo entero dado. En tal caso el hombre no es más que un accidente indiferente a la realidad del ser; está en la tierra como un explorador perdido en el desierto; puede ir a la derecha o a la izquierda, puede ir a donde quiera; jamás irá a ningún lugar y la arena cubrirá sus huellas».

El eterno femenino

«No creo en el eterno femenino, una esencia de mujer, algo místico. La mujer no nace, se hace. No hay un eterno femenino desde el origen, son roles. Y eso se aprecia muy bien cuando se estudia la sociología. El papel de los hombres y de las mujeres no está determinado de forma absoluta en todas las civilizaciones, hay grandes cambios».

La dicha del amor

«El secreto de la dicha del amor consiste menos en ser ciego que en cerrar los ojos cuando hace falta».

Amar sin sentir miedo

«En sí, la homosexualidad está tan limitada como la heterosexualidad: lo ideal sería ser capaz de amar a una mujer o a un hombre, a cualquier ser humano, sin sentir miedo, inhibición u obligación».

Feminismo

«Sólo después de que las mujeres empiezan a sentirse en esta tierra como en su casa, se ve aparecer una Rosa Luxemburg, una madame Curie. Ellas demuestran deslumbrantemente que no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia».

Oprimidos y opresores

«Uno de los beneficios que la opresión ofrece a los opresores es que el más humilde de ellos se siente superior: un pobre blanco del sur de los Estados Unidos tiene el consuelo de decirse que no es un sucio negro. Los blancos más afortunados explotan hábilmente este orgullo. De la misma forma, el más mediocre de los varones se considera frente a las mujeres un semidiós».

El poder y los medios

«No nos engañemos, el poder no tolera más que las informaciones que le son útiles».

La escritura

«Escribir es un oficio que se aprende escribiendo».

Fuente:

http://www.abc.es/cultura/abci-simone-beauvoir-palabras-201604141257_noticia.html

 

La filósofa que combatió el nazismo, Hannah Arendt.

La franqueza desgarradora de la pensadora ha superado un millón de visitas en una entrevista en la que habla del pasado y las ideas

Cuando estábamos a punto de tirar la toalla y aceptar que en las redes sociales los destinados a triunfar eran, en el mejor de los casos, los vídeos de gatitos, Hanna Arendt llega para demostrar, no solamente que cabalga después de muerta, filosóficamente hablando, sino que la historia, la política y el pensamiento de calidad sobreviven en el nuevo mundo surgido de internet, apenas se les haga un pequeño espacio.

Este vídeo, contiene una entrevista a la filósofa realizada en 1963 por el periodista Günter Gaus y que no había vuelto a ver la luz desde que fue emitida por la televisión alemana, ha superado en Youtube el millón de visualizaciones. Sus traducciones a diferentes lenguas, como el español, también cosechan éxito de espectadores, poniendo de manifiesto las ansias de profundidad y de testimonios fidedignos por parte de los internautas del siglo XXI, a los que Arendt anima a la autocrítica: «No encuentro patriótico a quien ama tanto a su pueblo que se siente obligado de por vida a pagarle el tributo de la adulación». También previene contra el consumismo: «Hoy, el ciclo de trabajo y consumo arroja al hombre contra sí mismo, porque esas dos actividades ocupan en su vida todo el espacio que debería ocupar lo autenticamente relevante».

«No encuentro patriótico a quien ama tanto a su pueblo que se siente obligado de por vida a pagarle el tributo de la adulación»

Resulta difícil imaginar que diría hoy Hannah Arendt si supiera lo lejos que llegan sus palabras. Ella, que justificaba su obra escrita explicando: «No me preocupa la influencia que puedan tener mis obras, lo que me preocupa es comprender y escribir forma parte de comprender, forma parte del proceso. Si tuviera la posibilidad de recordar todo lo que pienso, posiblemente no habría escrito nada. Cuando logro desarrollar un pensamiento necesito además expresarlo adecuadamente a través de la escritura. Si después otros comprenden en el mismo sentido que yo, es una doble satisfacción, un sentimiento de liberación y de sentirme como en casa».

Su franqueza gusta a las redes

Su cruda franqueza se adapta con facilidad al tipo de comunicación que requieren las redes y su falta de corrección política resulta de lo más actual, como cuando afirma que «hay determinadas ocupaciones que no son para las mujeres. Cuando una mujer empieza a dar órdenes, eso no tiene buen aspecto, debiera intentar no llegar a tales posiciones si le importa seguir siendo femenina. Personalmente, nunca me ha importado».

Aunque para los internautas alemanes, seguramente lo más valioso de su pensamiento es el testimonio de experiencia de unos años de los que a menudo sus padres y sus abuelos han preferido no hablar demasiado. «Nunca me habían interesado la historia ni la política, pero en 1933 no era posible ya esa indiferencia. El 27 de febrero de 1933, el incendio del Reichstag y todas aquellas detenciones ilegales aquella misma noche, la llamada “detención preventiva”, llevándose a la gente a los sótanos de la Gestapo… lo que se desencadenó aquella noche fue monstruoso y a menudo queda ensombrecido por lo que vino después. Pero para mí supuso una conmoción inmediata y desde ese momento sentí una responsabilidad, pensé por primera vez que no podía quedarme al margen», relata sobre su toma de conciencia política.

Infancia de otro planeta

Los recuerdos infantiles de Hannah Arendt parecen no de otra época, sino de otro planeta. Cuenta cómo creció leyendo a Kant, a Jaspers, a Kierkegard… y para desengrasar poesía griega clásica que todavía en 1963 recitaba de memoria con soltura. «Yo no supe por mi familia que era judía. Mi madre no era religiosa, mi padre murió muy pronto… Mi abuelo era presidente de la comunidad Judía Liberal de Königsberg y me topé por primera vez con la palabra “judío” por los insultos antisemitas de otros niños en la callle. Después fui ilustrada al respecto y, con el tiempo, se convirtió en una cuestión esencial de mi identidad, igual que, todavía en mayor medida, para mi madre. Me considero judía y no me considero alemana», rememora.

«Yo no supe por mi familia que era judía, me topé por primera vez con la palabra “judío” por los insultos antisemitas de otros niños en la callle»

El profesor de culturas digitales de la Universidad de Luneburgo Götz Bachmann, considera que «la entrevista triunfa en Youtube porque es un documento increíble, porque mezcla un gran poder intelectual y una honestidad desgarradora», sugiriendo cuánto pensamiento valioso se perderá en la era digital por el simple hecho de no estar grabado en vídeo.

«Las experiencias de antisemitismo envenenaron el alma de muchos niños», dice en un lúcido recordar de sus primeros años, «la diferencia, en mi caso, es que mi madre era partidaria de no humillarse, de defenderse. Cuando los profesores humillaban a otras niñas, especialmente judías del este, yo tenía instrucciones de levantarme inmediatamente, abandonar el aula y marcharme a casa. Debía informar de lo ocurrido y mi madre, entonces, escribía una de sus muchas cartas de protesta. Yo me quedaba un día sin colegio y aquello me parecía estupendo. Si los comentarios venían de otros chicos, en cambio, no se me permitía quejarme en casa. Tenía que defenderme yo sola. Por eso nunca me afectó demasiado, porque disponía de unas normas de conducta que preservaban mi dignidad. Me sentía completamente protegida».

«La conmoción llegó por la uniformización, no por lo que hicieron nuestros enemigos, sino por lo que hicieron nuestros amigos…»

Hanna confiesa que desde 1931 estaba convencida de que los nazis llegarían al poder, pero precisa que no fue ese el motivo de mayor conmoción para los judíos. «Desde hacía al menos cuatro años era evidente que la mayor parte de los alemanes estaba contra nosotros, ¡no necesitamos que Hitler llegase al poder para eso!. La conmoción llegó por la uniformización, no por lo que hicieron nuestros enemigos, sino por lo que hicieron nuestros amigos…».

En sereno tono de reproche subraya que «la uniformización comenzó como algo voluntario, no como consecuencia del terror. Fue como si en torno a nosotros se abriese un espacio vacío. Yo vivía en un mundo de intelectuales, pero conocía también a personas de otros medios. Y pude comprobar que esa uniformización se extendió mucho antes entre los intelectuales que entre personas de otros medios. Y eso nunca he podido olvidarlo. Abandoné Alemania pensando que nunca más me metería en cosas intelectuales, nunca más quería estar entre semejante gente. No lo sigo pensando con la misma intensidad, pero si tenemos en cuenta que pertenece a lo intelectual el forjar ideas sobre el otro, el hecho de que los intelectuales se uniformasen y forjasen esa idea sobre Hitler resulta, sencillamente, grotesco. Los intelectuales alemanes cayeron en la trampa de sus propias ideas».

«Así supe de Auschwitz»

Tenía 23 años cuando huyó de Alemania. El presidente de la organización sionista la buscó para realizar un trabajo de recopilación, un compendio de todas las expresiones racistas y segregacionistas que se estaban infiltrando en la sociedad alemana a través de la nueva legislación de profesiones. Se trataba de un trabajo ilegal y no quería que ningún sionista se ocupase personalmente de ello porque, en caso de caer, caería con él toda la organización. Debido a esta tarea fue arrestada y pasó ocho días en prisión, tras lo cual abandonó el país de forma ilegal y no regresó hasta 1949. Exiliada en Francia, relata sus trabajos de apoyo a los refugiados alemanes, arrojando excelsa luz sobre la actual polémica por los refugiados en Alemania, y cuenta cómo, ya viviendo en EE.UU., supo acerca de Auschwitz. «Fue en 1943. Mi marido y yo no nos lo creímos… Sabíamos que esa tropa era capaz de lo peor, pero mi marido repetía que tan lejos no podían llegar. Medio año después sí que lo creímos porque vimos pruebas. Y fue como si el abismo se abriese. Todo lo demás podía asimilarse. Eso no».

Fuente:

http://www.abc.es/cultura/libros/abci-filosofa-combatio-nazismo-hannah-arendt-estrella-youtube-201801100128_noticia.html

El problema filosófico de Dios

Estos días celebramos la fiesta del nacimiento de una divinidad; para los cristianos, la Divinidad: Cristo.

Arash Arjomandi es filósofo y profesor de la EUSS (UAB)

El tema de Dios ha sido, en la historia de la filosofía, un problema por cuanto no se ha podido aportar ninguna prueba racional de su existencia o de su ausencia que no haya sido razonablemente refutada. Además, lo más apropiado para nuestra época actual parece ser la evitación de este problema a pesar de ser el de mayor trascendencia para cualquier ser humano.

Se elude hablar de esta cuestión, acorde al pragmatismo y funcionalismo de nuestra era tecnológica, o bien porque se le considera irresoluble; o bien por nuestra asunción del certificado nietzscheano de defunción de la idea de Dios; o bien porque, a la manera budista, no creemos imprescindible su resolución para procurarnos la felicidad.

A lo largo de la historia de la cultura ha habido muchos intentos racionales de demostrar la existencia de Dios. Kant los catalogó, sintetizó y clasificó magistralmente para, luego, mostrar que ninguno de ellos es susceptible de decisión lógica. En efecto, todas las pruebas racionales aducidas para la existencia de un Ser supremo se reducen, de un modo u otro, a tres tipos de argumentos.

1.El argumento ontológico, que afirma que un Ser cuya grandeza sea de tal magnitud que no pueda pensarse ningún otro ser por encima de él debe, necesariamente, existir, pues de no existir podría pensarse en otro Ser superior a él por cuanto ese otro Ser, además de ser pensado, tendría una propiedad más: la existencia.

Empero, gracias a Kant sabemos que este argumento tiene una falla lógica fundamental. En efecto, si Dios existe debe ser, ciertamente, el creador de la realidad (su causa primera; no necesariamente como antecedente temporal, pero sí como causa eficiente). En consecuencia, debe ser omnisciente y omnipotente. Pero, esta necesidad (que la causa primera debe ser omnisapiente, omnipotente, suprema) no implica su existencia; de la definición del ser necesario no se puede deducir la existencia de un ser necesario. La existencia no es un predicado lógico (aunque sí gramatical). Si decimos que Dios, además de omnipotente, omnisciente y bondadoso, es existente no estamos añadiendo un nuevo atributo (la existencia) a la noción de Dios, pues la existencia (o inexistencia) del objeto de una idea no es una cualidad de esa idea.

2.El argumento cosmológico, que enuncia la existencia de Dios por el hecho de que la contingencia (no necesidad) de todos los demás seres del mundo prueba la existencia de un Ser necesario. De nuevo, estamos infiriendo la existencia extramental de un concepto de la propia necesidad de tal concepto. De la imposibilidad de una serie infinita de causas hacia atrás queremos deducir la existencia de una causa primera; pero la imposibilidad de la regresión infinita es un principio del pensar, un axioma lógico necesario para poder argumentar; no una característica de lo real.

3. La prueba físico-teológica, que quiere deducir la existencia de un ordenador y diseñador inteligente para el mundo en virtud del orden y regularidad que la ciencia descubre en éste. Nuevamente, ello puede legitimarnos a pensar que, en caso de que existiera un Creador, éste sería, ciertamente, sabio y ordenado pero no nos prueba su existencia.

En suma, la noción de la necesidad solo reside en el pensamiento; es una condición formal de nuestro pensar. Todas las pruebas de la existencia de Dios incurren en la ilusión dialéctica de extrapolar el concepto y la noción de necesidad e hipostasiarla como una condición material del mundo real.

¿Cuál puede ser, entonces, una solución al problema de Dios? Es verdad que las referidas pruebas filosóficas han demostrado que la idea de un ser supremo, de una causa primera o de la unidad de los fenómenos en un único Todo es una idea que se nos revela lógica y racionalmente necesaria, inexorable; pero de la necesidad de una idea no se puede deducir la existencia de su referente fuera del pensamiento. Empero sí podemos y debemos postular esa existencia del siguiente modo: Karl Popper y otros han demostrado que todo nuestro conocimiento científico descansa, entre otras cosas, sobre el principio de razón suficiente (a saber, todo lo que ocurre tiene, al menos, una explicación suficiente, aunque la desconozcamos). Y bien, sólo cabe un único tipo de razón suficiente para la referida necesidad racional de la idea de Dios; esa razón suficiente es que postulemos la existencia de Dios también fuera de nuestro pensamiento. En otras palabras, el hecho de que, en virtud de los argumentos de arriba, nuestra razón no pueda, desde el punto de vista lógico, sustraerse de la idea de un Ser supremo nos obliga a aceptar el axioma de que ese Ser existe. Tal idea es un principio regulativo de nuestra racionalidad, es decir, aquello que nos permite mirar las cosas como si procedieran de una causa necesaria, algo imprescindible para nuestra experiencia epistemológica y moral.

Fuente: http://www.abc.es/opinion/abci-problema-filosofico-dios-201801050437_noticia.html

José Antonio Marina: «Decir que no hay que aprender cosas de memoria es un disparate neurológico»

El filósofo y escritor ha publicado «El bosque pedagógico», una guía orientativa en «el profundo bosque de la educación hoy»

Un docente que quiera profundizar en todas las propuestas pedagógicas de hoy en día no tendría tiempo para ponerlas en práctica. ¿Qué puede hacer? ¿Ignorarlas? ¿Obedecer a los políticos? ¿Fiarse de los expertos? ¿Pero de qué expertos? Ese es el punto de partida y el esqueleto que articula «El bosque pedagógico», el último libro del filósofo y escritor José Antonio Marina.

En esta obra el autor reconoce que «vivimos en la sociedad del aprendizaje, pero la pedagogía actual está confusa, incapaz de ofrecer soluciones para una situación compleja y acelerada. Necesitamos una educación potente y eficaz, pero no sabemos cómo pensarla». Todas las naciones, asegura Marina, «están en emergencia educativa»

Estamos presenciando continuamente la aparición de pedagogías emergentes. ¿Cómo saber cuál es el camino a seguir en esta avalancha de conceptos, teorías y modelos?

Estamos presenciando esta irrupción de pedagogías emergentes que pugnan por resolver los problemas, pero que a veces plantean otros nuevos, porque provocan confusión e incluso movimientos autodefensivos de rechazo entre los educadores y padres, desconcertados ante la proliferación de innovaciones a veces poco fundamentadas. Vivimos en la sociedad del aprendizaje, pero es cierto que la pedagogía actual está confusa, incapaz de ofrecer soluciones para una situación compleja y acelerada. De ahí este libro, humilde y laborioso, con frecuencia repetitivo y redundante, e incluso contradictorio, que pretende ser una cartografía en este bosque que no deja de crecer.

¿Su último libro es una especie de mapa?

Dado que en este momento se hace mucha investigación sobre pedagogía, lo que he intentado hacer es, efectivamente, una especie de «mapa» que nos oriente entre tantas investigaciones fragmentarias, e inconexas con otras investigaciones que suelen además inventar su propio vocabulario. Da la impresión de que muchas cosas son nuevas pero en realidad son cosas pasadas cambiadas un poquito. Eso está produciendo un espejismo de novedad, cuando lo que hay en realidad es mucha investigación movida. Ha salido otra imagen pero con dificultad de integrarlo en un modelo completo de pedagogía.

A veces parece también que todo se resume en un enfrentamiento entre la escuela tradicional y la nueva.

Lo que pasa es que cuando un paradigma que tiene una tendencia al todo, lo demás parece «malo». Y se transmiten por una cuestión de fe, de manera que se vuelve a repetir y no se tiene capacidad crítica para evaluar el paradigma en el que se está trabajando. Dicho esto, el paradigma antiguo se basa en el maestro, la memoria, los contenidos, mientras que el otro se basa en no aprender de memoria y en aprender procesos y no contenidos. Las críticas de los antipedagogos son muy feroces. Critican los puntos flacos del nuevo paradigma. Sostienen que hay mucha actividad, mucho proyecto, pero que al final no han aprendido nada.

No hay solución si no se atiende a lo poquito que cada uno tenga de verdad. Y es que cada uno ha cogido una idea fragmentada de la inteligencia. Lo que tenemos que hacer es bajar a una teoría de la inteligencia de la memoria y del aprendizaje humano que, en este momento es muy potente, porque aprovecha cosas de la teoría de la neurociencia, de la psicología evolutiva, de la psicología a secas, de la antropología…

Es que hay paradigmas nuevos muy controvertidos, como el que no hay que aprender cosas de memoria.

Cierto, ese es uno de los paradigmas nuevos que está mal. Cada vez que decimos que no hay que aprender cosas de memoria estamos diciendo un disparate neurológico total. Porque la memoria es el órgano de aprendizaje que tiene nuestro cerebro y, por tanto, todo lo aprendemos de memoria. Y todo lo que comprendemos lo hacemos a partir de los conocimientos que tenemos. Pero el viejo paradigma tampoco está bien, porque consideraba la memoria como un acto de repetición para almacenar. Todos los aprendizajes se organizan a través de la memoria. Y por tanto los dos paradigmas tenían una teoría errónea de la misma. Así no se puede fundar una teoría del aprendizaje. El lema de la Universidad de Padres que fundé es que «hay que conocer para comprender, y hay que comprender para tomar buenas decisiones y actuar». Y eso es lo que nos interesa. De manera que el hecho de desprestigiar los conocimientos significa desprestigiar de una misma tacada la comprensión y facilitar que las decisiones se tomen por el trending topic de turno, algo que nos sitúa en una situación de mucha vulnerabilidad.

El paradigma nuevo también antepone la educación de la persona frente al conocimiento. ¿No es una exageración?

Es una contraposición ridícula. No hay que contraponer nada, para formar personas es indispensable formar el conocimiento. Pero sí es verdad que la educación tiene dos grandes columnas.

Una es la instrucción, que es un conjunto definido de procedimientos, de habilidades (ahora están de moda las destrezas, las competencias…), de conocimientos… Tienen que saber de matemáticas, razonar, pensar… pero todo se integra en un sujeto personal, o de una personalidad. La personalidad incluye más cosas: el estilo emocional, la manera de tomar decisiones, de soportar dificultades… ese es el carácter de la persona.

Por una parte está una, y por otra la otra, pero tiene que haber un proyecto integrador entre ambas. No podemos hacer una cosa holística, misteriosa. ¿A qué nos referimos cuando estamos hablando de personalidad o de carácter? De la peculiar forma que tiene cada sujeto de integrar muchas cosas que terminan siempre en el paso a la acción, de cómo actúa esa persona en la vida.

Ahora hemos recuperado a través de la psicología y la pedagogía americana una idea que era específicamente europea y que habíamos desdeñado un tiempo: el concepto de hábito. Adquirimos una cosa cuando adquirimos el hábito y repetimos con automatismo. Los hábitos se adquieren con aprendizaje, con entrenamiento. Desde Aristóteles se define a la personalidad como el conjunto de hábitos afectivos y morales que tenían las personas.

Las dos cosas tienen que estar dentro de un mismo modelo. Estamos ayudando a que los alumnos configuren su propia personalidad, pero mediante el fomento de hábitos emocionales, morales… que se van adquiriendo en la escuela y la familia o donde sea, y que tienen mucho que ver con el conocimiento y el modo de usar este. En definitiva, necesitamos una visión muy integrada del asunto.

En este momento lo que ocurre es que hemos «troceado» a los seres humanos y los hemos convertido en destrezas. Pero esas destrezas deberían articularse en la personalidad del sujeto concreto. No nos interesa que solo desarrolle una de las ocho inteligencias y nada más. Necesitamos que todo esto se integre en una persona.

También necesitamos una educación «a lo largo de toda la vida», pero desconocemos quién va a impartirla.

No puede educar cualquiera. Vivimos en una sociedad muy complicada. Necesitamos más formación que la que teníamos antes, más amplia y profunda. La fobia a las matemáticas empieza hacia los 9 años. Nos lo tenemos que tomar en serio. Hay que saber qué funciona y qué no. Y respecto a la formación de los docentes, eso no se ha cuidado nunca. Hay maestros estupendos, pero muchos de ellos autodidactas.

¿Cuál es su opinión sobre la marcha del Pacto Educativo?

La metodología que se ha elegido no es buena, tengo poca esperanza. Hice lo que pude con mi equipo cuando publiqué los papeles, señalando cuales eran los temas que han impedido que haya un pacto educativo a pesar de los intentos. El secretismo con el que se está llevando me parece muy perjudicial. No se puede llevar a puerta cerrada un asunto que interesa a toda la sociedad. Deberíamos saber las posiciones de todos los partidos para que después cada palo aguante su vela.

fuente:

http://www.abc.es/familia/educacion/abci-jose-antonio-marina-decir-no-aprender-cosas-memoria-disparate-neurologico-201712112147_noticia.html

La filosofía explicada por Teminator: llega el cómic que arrasa en Internet

‘Cómics existenciales’ contienen a Platón, Kant o Simone de Beauvoir

Déborah García

No miento si digo que este cómic ya existía en mi cabeza hace mucho tiempo. Me pasé los años universitarios rodeada de estudiantes de filosofía, y ellas ya descontextualizaban a los filósofos y filosofas que estudiaban y los ponían a discutir de las cosas más absurdas. He ido encadenando carcajadas página a página, disfrutando de las diferentes tiras cómicas. La imagen de Leibniz queriendo un bocadillo de choricillos se me repite sin parar en la cabeza, la de Kant intentando ligar o «chulesco» Camus siendo callado una y otra vez por la imponente Simone de Beauvoir.

Rebobinemos. Pensemos por un segundo qué pasaría si mezcláramos a filósofos y pensadores de toda la Historia -Platón, Wittgenstein, Beauvoir, Kant, Spinoza o Hannah Arendt-, en medio de un bosque, en un bareto, en una oficina de trabajo o en un tribunal. Imaginaros que los juntamos a todos jugando un partido de fútbol americano o en el mismísimo cielo. El ingeniero de software Corey Mohler (Portland,1985) es capaz de trasladar la filosofía de toda esta lista de autores a contextos improbables con una trascendencia y humor insospechado. Desde que creó la web Existential Comics en 2013, ha publicado 161 cómics con 121 filósofos diferentes como personajes. Un site que recibe más un millón de visitas por mes y es uno de los sitios web temáticos sobre filosofía más populares de Internet.

Ahora, Cómics existenciales ofrece la oportunidad de disfrutar a través de sus páginas de mini relatos que pivotan con equilibrio, entre la reflexión sosegada y el chiste fácil. En la actual adaptación que la editorial Stirner ha hecho al castellano del webcomic original se han reunido en un solo tomo y a todo color, más de cien de sus mejores tiras protagonizadas por los pensadores estrella de la Historia de la Filosofía.

El cómic se divide en 8 capítulos distintos: revolución, libertad radical, angustia, desasosiego, autenticidad, ansiedad, ambigüedad y un lapidario octavo capítulo, la vida carece de sentido y después te mueres. Hay algunos extras un tanto naifs a los que debo confesar, no me he podido resistir… ya sé cómo dibujar a Marx y al mismísimo Sartre. Para dibujar a Marx solo necesitas seis sencillos pasos, muchos círculos, trazar una especie de papa Noel, cambiarle la chaqueta, quitarle el gorro y pintarle un bigote muy oscuro. Dibujar a Sartre ya es otra historia porque implica hacer uso de la libertad radical.

Como no podemos destripar cada una de las tiras, desde Stirner han tenido la amabilidad de dejarnos compartir y comentar algunas.

El genio de Descartes

La filosofía explicada por Teminator: llega el cómic que arrasa en Internet

Es sin duda una de mis tiras favoritas, hace referencia al genio maligno de Descartes en las Meditaciones metafísicas, un experimento para dudar de absolutamente todo. De lo único que no parece dudar el bueno de René, o quizá también, es de la bondad de Dios. En el cómic sin embargo, Dios y el genio maligno engañan a Descartes, le hacen incluso creer que existen las jirafas y los canguros. Dios y el genio maligno básicamente flipan con la ingenuidad del pobre René, se tiran de los pelos viendo lo panoli que es. Sin embargo, el suspicaz René, que se huele toda la tostada, acaba escribiendo precisamente que todo es un engaño.

La vindicación de los derechos de Mary Wollstonecraft

La filosofía explicada por Teminator: llega el cómic que arrasa en Internet

La viñeta dedicada a Mary Wollstonecraft, filósofa feminista del siglo XVIII y autora de Vindicación de los derechos de las mujeres, recuerda su enfrentamiento con Edmund Burke por defender que las mujeres deberían ser educadas igual que los hombres. Según cuentan las crónicas, ambos podrían ser tertulianos agresivos de cualquier televisión actual. Sus movidas son antológicas. Las opiniones de Wollstonecraft sobre la mujer e incluso la defensa que hizo de la Revolución Francesa fueron incompresibles para Burke, pero muy aceptadas para la sociedad, al menos hasta su muerte.

Tras su fallecimiento, su marido William Goldwin quiso mostrar la vida moderna que su mujer había llevado, pero provocó todo lo contrario: los hijos fuera del matrimonio, su ateísmo… La sociedad no estaba preparada para su forma de vivir y sus obras fueron condenadas al olvido. En el cómic podemos verla enfrentarse y vacilar a Burke, y cómo este se vale de su vida personal para desacreditarla. ¿Dos siglos después y seguimos exactamente igual?

Friedrich Nietzsche: Director de Recursos Humanos

La filosofía explicada por Teminator: llega el cómic que arrasa en Internet

¿De verdad podemos imaginar a Nietzsche de director de recursos humanos de una empresa? Mohler lo hace. Para Nietzsche la humanidad de su tiempo estaba entrando en una época de crisis, a medida que esta “mataba a Dios”. Mientras la existencia de Dios fue creída como algo incuestionable, el sufrimiento era una especie de esperanza que formaba parte de un plan más alto. De repente, tenemos a seres incapaces de entender su nacimiento y su muerte, comprender esta existencia después de la proclamada muerte de Dios era una tarea complicada. Igual de complicado que hacer que ese empleado que tiene proverbios animosos para cada día del año, comprenda que no hay esperanza que debe aceptar activamente la filosofía negadora de la vida. ¡Suerte con el rebelde Nietzsche!

Los alemanes juegan al Monopoly

La filosofía explicada por Teminator: llega el cómic que arrasa en Internet

Esto son cuatro filósofos alemanes, Carnap, Freud, Nietzsche y Karl Marx, jugando al Monopoly. Pues mientras Freud analiza los motivos ocultos de por qué cada cual ha elegido una ficha determinada (ya sabéis que el coche es la más fálica de las piezas), Nietzsche, haciendo gala de una voluntad férrea, se afana por tener propiedades de todos los colores aunque no sea el objetivo del juego. Hasta que llega Marx que es un desastre para las finanzas personales y decide mirar el precio del juego al grito de ¡¡¡REVOLUCIÓN!!!

Terminator: las crónicas de Simone de Beauvoir

La filosofía explicada por Teminator: llega el cómic que arrasa en Internet

Siempre nos han hecho creer que la filosofía era cosa de señores, como el arte. En realidad, como todo. Sin embargo, en Comics existenciales han decidido darle a Simone de Beauvoir y a otras filósofas un protagonismo especial, el que se merecen. Simone es la que más páginas ocupa de todos los pensadores, la que más viñetas protagonizada directa o indirectamente. Aparece a lo largo de todo el cómic casi siempre al lado de sus compañeros existencialistas, cuestionando a Sartre y vacilando a Camus, y es a ella, a la que le dedican también un extra como mujer maravilla. La viñeta final de esta tira sirve para hacernos a la idea de la épica que envuelve esta parte del cómic. En ella vemos a Simone apuntando a la boca de Bentham, pitillo en boca: “Olvidaste una cosa Bentham-9000, uno no nace siendo el puto jefe, se convierte en el puto jefe”.

Fuente:

https://elpais.com/elpais/2017/11/23/tentaciones/1511452010_286890.html

 

 

Formas en movimiento

Georg Simmel vio lo que hoy se celebra como modernidad líquida en ciudades europeas que conservaban rasgos premodernos

No conozco mejor definición sobre “lo contemporáneo” que la que Georg Simmel ofreció para la modernidad. En los últimos años se ha debatido cuándo terminamos los modernos, cruelmente ahogados en un líquido que recibió varios nombres, casi siempre compuestos con sustantivos antecedidos por el prefijo “pos”. En un libro publicado en 1911, Simmel escribió lo siguiente: “La esencia de la modernidad es el psicologismo y la interpretación del mundo según las reac­ciones de nuestra vida interior, desde donde todo lo exterior se filtra y cuyas formas son meramente formas de movimiento”.

Impresiona la actualidad de estas breves líneas escritas hace más de 100 años, antes de las redes sociales, los derechos de la subjetividad convertidos en pilares de la civilización occidental, y el respeto por la opinión atinada o desatinada. Me pregunto: ¿cómo pudo Simmel ver estas formas nuevas? Ocurre que los grandes pensadores ven las cosas cuando todavía no se han consolidado. Las descubren en estado de emergencia, y es difícil captar sus rasgos porque están mezclados con lo más arcaico, lo que va a desaparecer inevitablemente, pero todavía no ha desaparecido. Las mercancías que se utilizan como ejemplos en El capital no son caños de acero sin costura o cristales de silicio, sino levitas y varas de lienzo. La teoría del valor y la plusvalía se definió con esos ejemplos, suficientes para un talento filosófico como el de Marx, que no necesitaba conducir el primer automóvil, porque habría debido esperar algún tiempo. El pensamiento puede esperar, pero no por tonterías.

Simmel vio lo que hoy se celebra como modernidad líquida, en ciudades europeas que aún conservaban rasgos premodernos injertados con las transformaciones asombrosas de las grandes avenidas y los nuevos sistemas de transporte. No necesitó descubrir a los citadinos flotando en la ola indecisa de sus subjetividades para comprender la forma del presente y del futuro. Hoy sería muy fácil escribir unas líneas como las citadas más arriba. Pero llegarían tarde, ya que pueden aparecer en la monografía de un estudiante de primer año. Por ejemplo: ¿quién no puede afirmar hoy que nuestras subjetividades están flotando en el flujo ininterrumpido de una pantalla de teléfono celular, flujo que no nos animamos a cortar ni cuando nos sentamos a la mesa?

Vivimos en un mundo colonizado por la subjetividad. Dos horas en las redes sociales son suficientes para descubrir que la opinión fundada o infundada tiene tanto valor como un dato científico o una noticia chequeada en varias fuentes. Roland Barthes habría dicho que vivimos en el Reino de la Doxa, es decir de la opinión, del que no hay que excluir todos los prejuicios que acompañan a la opinión como sus fieles camaradas de armas. Una investigación reciente nos avisa que la permanencia de un usuario de redes sobre una noticia periodística cualquiera promedia los 35 segundos. Como es un promedio, hay quienes permanecen más y también menos que ese fatal medio minuto. Aceptemos que la investigación se haya equivocado en sus datos. Pero ¿por cuánto?, ¿por 40 o 50 segundos?, ¿por un minuto? La noticia misma, más allá de los deseos e intereses de quienes escribimos en los diarios, es un medio líquido, donde flotan hasta hundirse todos los cuidados editoriales porque valen tanto como una foto falsa, dos minutos de azaroso vídeo, las creencias más improbables o los desahogos furiosos.

Por lo tanto, interpretar el mundo “en términos de nuestra vida interior” (como lo fraseó Simmel) parece inevitable. Liquidadas las ideologías, jubilados los principios, no nos queda otra cosa que ese cogollito donde nos pensamos libres porque acostumbramos a llamarlo, consoladoramente, nuestra propia vida, esa isla un poco imaginaria. Vale nuestra opinión, como si una orgullosa independencia de criterios externos fuera la prueba de la más completa libertad, aunque simplemente pruebe una sujeción dentro de los propios límites y lo difícil que es reconocerlos.

Puede que las autoridades del saber estén agonizando. La modernidad, como escribió Simmel, es el reino edificado sobre esa agonía. Liberados de las autoridades, la Doxa establece su imperio subjetivo, móvil y caprichoso. Pero estamos en familia: vamos a las redes y por obra del algoritmo nos encontramos con nuestros parientes, es decir, los seres que, como cliquean más o menos los mismos links que cada uno de nosotros, son nuestra nueva familia. “Un mundo interior donde se han disuelto los contenidos fijos”, escribió Simmel hace un siglo.

No se trata de hacer un cuadro de honor simplemente para dejar establecido que Simmel vio este cambio antes que las secciones de vida cotidiana de los periódicos. No es un concurso para ver quién llegó primero a la meta. Simplemente porque no hay meta. Algunos intelectuales pudieron percibir lo que estaba apenas esbozado. Vieron lo radicalmente novedoso a través de los restos de un pasado que perduraba. Hoy esa novedad es el presente.

Fuente:

https://elpais.com/cultura/2017/11/06/babelia/1509985334_019816.html

Foto:

Un hombre sostiene un ordenador portátil con un fondo binario. REUTERS

Nueva temporada de Diálogos en la caverna (RNE)

Se abre la nueva temporada del programa filosófico «Diálogos en la caverna» en Radio Nacional de España. Este programa, ya veterano, está comandado por Víctor Bermúdez y Juan Antonio Negrete, que junto a multitud de colaboradores/as hacen de las madrugadas de los martes unas veladas deliciosamente filosóficas.

Aquí podéis encontrar todos los programas emitidos hasta ahora:

http://www.rtve.es/alacarta/audios/dialogos-en-la-caverna/

Lo que realmente importa

Hay que educar para saber y para convivir, y eso solo puede llevarse a cabo sobre la base de conocer en el sentido más amplio de la palabra

Si Emilio Lledó se hubiera limitado a ser tan solo una figura enormemente influyente en la filosofía académica española de la Transición, habría perdido peso en el pensamiento de nuestro país tan pronto como se hubiera jubilado. Si Emilio Lledó hubiera sido solamente un magnífico profesor, su prestigio se habría ido apagando conforme se hubiera ido quedando sin estudiantes a los que transmitir su sabiduría. Si Emilio Lledó hubiera sido únicamente alguna de esas cosas, o incluso la suma de todas ellas, no estaríamos hablando hoy aquí de él. Pero Emilio Lledó no se deja describir apelando a ninguna de las determinaciones mencionadas. Si ha llegado a los 90 años no ya manteniendo intacto el prestigio que atesoraba cuando abandonó definitivamente las aulas, sino incrementándolo, es porque ha residenciado su virtud en el lugar que le correspondía: en la palabra misma.

¿Es esta efectivamente la clave del prestigio de Lledó? Intentemos poner a prueba nuestra propia afirmación. De pocas cosas se habla más en este país últimamente que de diálogo. Hasta el punto de que se diría que para algunos parece haber constituido un descubrimiento, cuando no (para los más ignorantes) una propuesta radicalmente novedosa. Pero ¿qué es el diálogo sino la palabra en su estado más vivo, la palabra en acción, ese momento en el que la palabra muestra todo su poder y se pone en juego? Importa entenderlo así para alejarse de una imagen unilateral de lo dialógico sumamente frecuente. Me refiero a esa imagen en la que el diálogo queda dibujado como una actividad, noble, hermosa, bienintencionada, que busca que las personas rebajen su posible dogmatismo, su intransigencia, su incomprensión o cualquier otra actitud negativa (por no decir antipática), saquen su parte buena y corran al encuentro del otro para ponerse de acuerdo con él de forma razonable y, de ser posible, amistosa. Así dibujado, el diálogo formaría parte del repertorio categorial del perfecto buenista, y el mejor provecho que podría extraerse de él sería el de que constituyera un instrumento para negociar y alcanzar acuerdos.

Qué duda cabe de que en ocasiones el final feliz es la desembocadura del diálogo, pero representaría un grave error suponer que es una desembocadura inevitable. Si no queremos quedar atrapados por las connotaciones que a menudo se adhieren a las palabras, se impone subra­yar la enorme importancia del diálogo entendido, si se me permite decirlo así, como aventura intelectual, que es como nos enseñó a entenderlo Emilio Lledó. Ignoro hasta qué punto el veneno del diálogo a él se lo inoculó a su vez Hans-Georg Gadamer, con quien estudió en la Universidad de Heidelberg, o ya venía Lledó envenenado de casa, esto es, lo llevaba incrustado en lo más profundo de su alma cuando conoció al autor de Verdad y método. En todo caso, se puede afirmar que la pasión por el diálogo como actividad espiritual de alto riesgo —por decirlo apenas de otra manera— constituye la expresión más transparente de su talante intelectual, aquello que mejor informa de la naturaleza de su pensamiento.

De ahí la complementaria insistencia, de la que nunca se ha apeado Emilio Lledó, en la paideia, en la educación. Esta debería cumplir, además de una función de conocimiento, una función moral. Hay que educar para saber y para convivir, y eso solo puede llevarse a cabo sobre la base de conocer en el sentido más amplio y fuerte de la palabra, esto es, de conocernos también a nosotros mismos, a los que tenemos por otros y a los vínculos que podemos y debemos establecer con ellos. Llámesele a esto, si se quiere homenajear a Flaubert, educación sentimental (a no confundir con la autoayudesca inteligencia emocional) o de cualquier otra forma, siempre que dé cuenta del calado que se le está atribuyendo a la función de ese educador.

Y aunque Lledó, modestamente, prefiera definirse como profesor de filosofía antes que como filósofo, lo cierto es que, parafraseando al ilustre político, podríamos decir de él que es filósofo a fuer de (magnífico) profesor de filosofía. Esto es, lejos de contentarse con ser mera correa de transmisión de la herencia recibida, se ha esforzado en criticarla, depurarla y mejorarla para ponerla al servicio de un ideal de vida buena. Con lo que nos vemos devueltos al punto de partida: ha dialogado con la tradición de la que somos hijos, se ha convertido en interlocutor de ella y, a través de ese gesto, ha ejercido de filósofo. Las lecciones de dicho diálogo están en los textos que Lledó ha escrito, textos con los que, prolongando esa gran conversación de la humanidad que es la cultura, venimos nosotros hoy convocados a dialogar. No otra constituye, en fin, la gran metalección que deberíamos retener de su magisterio (y, en lo posible, aplicarnos para ser capaces de prolongarla): la figura de Lledó resiste tan bien el paso del tiempo porque siempre ha hablado de las cosas que realmente importan.

Fuente: https://elpais.com/cultura/2017/11/03/babelia/1509729280_210957.html

Foto: Álvaro García.