Vernos las caras, abrazarnos, sentirnos, para ser más fuertes

Inés Villanueva Pérez es estudiante del Grado en Filosofía, Política y Economía en la Universitat Pompeu Fabra. Fue activista de Fridays For Future Barcelona desde sus inicios hasta finales de 2020, momento en que se mudó a Oporto, Portugal, donde ahora reside como asistente de investigación en prácticas.

Hoy, hace un año:

Me despierto más tarde de lo que debería, y me molesto por ello. Miro por la ventana y un cielo azul impregnado de la más viva luz primaveral me recuerda que, otro día más desde hace un par de meses, desearía ser un pájaro (como los que me reclaman al otro lado de mi realidad). Reducida a una casa, a un cuarto, a una cama.

Se acercan exámenes y sólo he visto dos de los catorce vídeos que conforman la docencia que he recibido este trimestre. Cada uno de casi dos horas de monólogo triste, de un profesor brillante apagado por tener que hablar solo. Y a ambas nos apasiona de lo que está hablando, pero se nos come el espacio, vaciado por el silencio.

Hoy tengo reunión de la comisión de cuidados de mi asamblea. Me siento más perdida que una aguja en un pajar. Y los conflictos que salen de debajo de las piedras. Hace demasiadas semanas que pienso que lo que más nos curaría sería lo que no podemos darnos (ay, las dinámicas del deseo…). Sí, tal vez sólo con vernos las caras, abrazarnos, sentirnos, estaríamos más fuertes. Habría menos «desapariciones» de compañeras que necesitan cobijarse en un rincón, dejando todo de lado. Habría menos desesperación por lo que vomitan los medios. Y, sobre todo, habría menos sentido de la impotencia.

Cuando tu espacio de acción política es la calle, ¿cómo sobrevenir su despojo? Cuando encuentras el sentido de tu lucha en el abrigo de masas desconocidas que creen en lo que defiendes, ¿cómo volver a encontrarlo si este armazón se ha fragmentado en todas y cada una de las ventanas que conforman tu ciudad?

La red. Oh, la red. Claro, no esa red. No como la echo de menos. Ahora la red es la del otro significado. La de asambleas telemáticas. La de reuniones telemáticas. La de formaciones telemáticas. La de birras telemáticas. La de abrigo telemático.

Las compañeras de la comisión de comunicación están desbordadas de trabajo. Nos hemos mudado de espacio de acción, como todas las compañeras de otras luchas, y ahora tenemos especialistas en gestión de redes sociales y creación de contenido. ¿Nos habrá engullido tan simplemente el capitalismo? Qué opción nos queda.

Todavía no sé que esto cambiará un poco. Que podremos empezar a hacer reuniones presenciales dentro de muchos meses, para luego tener que volver a hacerlas telemáticas, para luego poder volver a encontrarnos. Que las personas que reuniremos en las calles serán al principio pocas, tímidas, y luego a lo mejor se une más gente. Pero que siguen saliendo con algo de miedo (medidas de seguridad, lo llaman) y que nuestro miedo es el cansancio.

Qué enraizado este ataque nuevo a la autoorganización.