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Artículos y demás publicaciones en los diversos foros.

Revista cultural y filosófica Esfinge

REVISTA ESFINGE

Una esfinge es un símbolo antiquísimo de la evolución. Existía en Egipto, Grecia, Asiria, etc. Está formada por cuatro animales: cuerpo de toro, garras de león, alas de águila y cabeza humana. Representa los 4 elementos, las 4 dimensiones… Pero sobre todo representa el enigma de la evolución de la conciencia humana.

Hemos escogido este símbolo para representar la encrucijada en la que se encuentra la actual humanidad. Si somos capaces de armonizar la tradición y la modernidad; la ciencia y el espíritu; lo individual y lo colectivo; lo occidental y lo oriental; el pasado y el futuro; lo micro cósmico y lo macro cósmico, etc. resolveremos el enigma que nos plantea la esfinge.

Como filósofos e idealistas prácticos, creemos que existe una posibilidad de desarrollar una nueva civilización más humana sobre la base de reconciliar estos opuestos. Esta nueva civilización no sería de una nación sino del mundo entero. Y debería incluir a las naciones desarrolladas y a todos los pueblos.

Cada mes se forma un mosaico vivo de inquietudes y propuestas sobre el cual resulta útil reflexionar. La diversidad de temas tratados puede resultar desconcertante pero existen unos rasgos que los armonizan y les confieren un sentido: El primero es la actualidad. Con una mirada atenta, podremos rescatar de la actualidad hallazgos llamados a perdurar en la memoria.

El segundo es la invitación a nuestros lectores a observar con otra mirada, desde un ángulo quizá insólito tales acontecimientos. El mundo cambia, el viejo paradigma se hunde, surgen nuevos hallazgos en todos los campos del saber pero hay que interpretarlos: Para eso estamos los filósofos. También hay que reinterpretar los conocimientos de siempre, bajo una nueva luz: Una nueva visión de la historia, del ser humano, de la naturaleza, del cosmos…

Saludamos a nuestros lectores, fieles amigos que acuden a la cita, a compartir los resultados de esta búsqueda de sabiduría.

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Nuevo libro de Jordi Claramonte

Estética Modal

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Reseña: Tecnos publica «La estética modal» de Jordi Claramonte. Se trata de una teoría de la distribución, una teoría de los modos de lo sensible que especifica cómo lo que hay comparece siempre combinando en lo efectivo diferentes proporciones de orden y caos, de necesidad, contingencia, posibilidad e imposibilidad…

Se contribuye desde ahí, como quería Lukács, a un replanteamiento de la estética como una triple teoría: una teoría del arte, una teoría de la sensibilidad y una teoría de la performatividad social y política del arte. Esto se articula a través de un pensamiento de lo necesario-repertorial, uno de lo posible-disposicional y uno de lo efectivo-complexo, sin descuidar las tramas de relaciones que los unen y los ponen en tensión.

El objetivo de todo ello es acometer una recuperación de lo estético en toda su potencia, investigando la consistencia y la lógica de los procesos autopoiéticos y de auto-organización sin los cuales no se entiende un pimiento ni en un plano meramente estético ni mucho menos en un plano social y político.

Dicho de otro modo: la Estética modal es un pensamiento de lo necesario, lo posible y lo efectivo aplicado en el ámbito de la producción artística, la sensibilidad estética y el despliegue político de ambas.Considera que las unidades básicas del pensamiento y la acción estéticas son lo que podríamos denominar «modos de relación».

Fragmento: La Tercera Antinomia de Kant, el Ejercito Rojo avanzando sobre Berlín y Nicolai Hartmann saliendo por piernas con su lógica inédita a cuestas.

La cosa venía de largo.  Alrededor de 1770 uno de los superhéroes de nuestra historia filosófica, Immanuel Kant, ya se encontraba asediado, en su placida casita de Königsberg, por dos poderosos y temibles ejércitos que le tenían rodeado y sometido mediante una clásica maniobra de pinza, cercado por dos frentes como siempre han temido los alemanes.

Ya en su Disertación Inaugural (De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis)el recién nombrado Profesor de Lógica y Metafísica, que sin lugar a dudas se las veía venir, había intentado dar cuenta de la distinción entre las facultades correspondientes al pensamiento intelectual y las relativas a la receptividad sensible. Era imprescindible diferenciarlas -decía el nuevo profesor- para entender bien sus especificidades, su necesaria autonomía y sus leyes internas. Pero una vez tramada esta diferenciación, una vez constituida esa autonomía ¿aceptarían las facultades, así por las buenas, cooperar en un proyecto conjunto de dignidad e inteligencia? ¿O como abogados de causas impías buscarían embaucarse mutuamente y, ya puestos, pillarnos a todos entre dos fuegos? Si así fuera se llevarían de calle, ya no al joven Kant, sino al proyecto Ilustrado mismo basado en la exploración y la expansión -sobre todo- de la autonomía de las facultades, las sociedades y los individuos. Si los defensores del proyecto de la autonomía ilustrada en vez de centrarse en el carácter contagioso e instituyente, de la exigencia de autonomía, utilizaban las cotas de autonomía conquistada en cada área del espiritu para zurrarse unos a otros… mal nos iba a ir.

Esta era entonces la guerra en curso. Y estos eran -y en cierta medida siguen siendo- los brazos de la tenaza que rodeaban al Kant precrítico:

En el frente Norte, el de la receptividad sensible, le acechaba la epistemología británica que con Hume y Newton acabarían por imponer una teoría del conocimiento absolutamente dependiente de la causalidad mecánica, sometida a leyes de tipo matemático y que hacía del mundo algo tan previsible y calculable como una sesión de la Cámara de los Lores.

En el frente Sur, el del pensamiento intelectual, resonaba sus trompetillas la filosofía francesa que seguía postulando, pese a sus eventuales y epatantes alardes de mecanicismo maquínico, una clara preponderancia de la Razón, del Esprit, del más incorporeo Cogito incluso.  Que no se engañe nadie, a los franceses lo suyo les viene de lejos, no es solo cosa de Deleuze.

No en balde los ingleses la habían cortado la cabeza ,y el cogito ya puestos, a su rey hacía prácticamente un siglo y tanto sus colonias como sus negocios o sus reformas políticas parecían ir cayendo por sí mismas, tan por su propio peso como la manzana de Newton. En el mundo de los ingleses del XVIII la mano invisible era algo beligerantemente eficiente y no parecían necesitar de intervención externa alguna. Eso hacía sensato creer en la omnipresencia de la causalidad mecánica, la universal aplicabilidad de las leyes físicas.

Por el contrario y por su parte, los franceses, pese a la brillantez de su vida intelectual, de sus Luces y su Enciclopedia no parecían capaces de columbrar que ningún cambio político significativo fuera a darse de suyo, antes al contrario diríase que se hacía preciso un salto cualitativo, la intervención de un Deus ex machina, o de una suprema y barbada Ratio ex machina si se quiere…

En definitiva, parecía que el espíritu les sobraba a los ingleses allí donde a los franceses les hacía demasiadafalta. (y sigue…)

Biografía: Jordi Claramonte Arrufat es doctor en Filosofía por la UNED, donde imparte Teorías Estéticas Contemporáneas. Ha sido profesor invitado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), la Universidad de Yale y el Arts Institute de Chicago. Ha traducido textos de John Dewey, Luigi Pareyson, Michel de Certeau o Stewart Home, entre otros, y escrito artículos y libros que, como La República de los fines (2010), tratan de construir una noción de autonomía relevante tanto para las prácticas artísticas como para las políticas más comprometidas. Ha participado, con diversas contribuciones, en algunos de los movimientos artísticos y políticos más característicos del ámbito del arte de contexto, como los que en este libro se tratan.

Ápeiron ediciones publica «Comprender el capital» de Venancio Andreu Baldó

Ápeiron Ediciones publica en versión electrónica el libro de Venancio Andreu Baldó

 Comprender el capital. La estructura dialéctica del modo de producción capitalista, según Marx

Ver la página web del libro

En este libro, el autor entresaca, de los textos económicos centrales de K. Marx, las categorías ontológicas que estructuran el capitalismo como un sistema dialéctico, donde identidad y diferencia se conjugan realiter de forma permanente. El capitalismo solo sería comprensible desde el tertium datur del que hablara el último G. Lukács, esto es, desde la interrelación continua entre lo empírico-concreto y lo abstracto-concreto, lo relativo y lo objetivo, lo cuantitativo y lo cualitativo, lo natural y lo social. Pero dichas imbricaciones dialécticas no implican ni indistinción ni confusión de los momentos que las conforman, sino irreductibilidad de los mismos y jerarquía ontológica. Más concretamente el autor enfatiza el ciclo abstracto-concreto del valor como eje del capitalismo, eje fluctuante cuya identidad viene dada por el trabajo abstracto y el trabajo social, sustancias cualitativa y cuantitativa, respectivamente, del mismo.

Venancio Andreu Baldó es Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, Licenciado en Antropología Social y Cultural por la UNED, y Doctor en Filosofía por la Universidad de Murcia. Ha publicado artículos de filosofía en las revistas de filosofía Malleus y Espinosa, reseñas de textos filosóficos para la revista La Torre del Virrey, y traducciones del alemán para esta misma revista y para la revista Ápeiron. Estudios de filosofía, donde destaca La «muerte aplazada» en el deseo, según Jaques Lacan, texto de Rolf Kühn. Ha colaborado en la traducción del libro Lithuana philosophica: de Kant a Levinas, editado por Nexofía. Interesado básicamente por la filosofía marxista y por el análisis del capitalismo, ha publicado dos libros al respecto: El mundo en que vivimos: un análisis marxista, en la editorial Omegalfa, y El materialismo dialéctico: sistema e historia. La actualidad del marxismo revolucionario, en la editorial Nexofía. Es autor, también, de un libro de divulgación infantil y juvenil sobre la figura de K. Marx, que lleva por título El Moro Marx, Sabio y Guerrero, para la colección Sofía y yo de Ápeiron Ediciones.

UN MUNDO SIN FILOSOFÍA

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Rafael Narbona.  Escritor y crítico literario.

La desaparición de la filosofía de las aulas no provocará daños materiales, pero es indudable que empobrecerá la mente de las jóvenes generaciones y debilitará nuestra salud democrática. Aunque parezca increíble, la filosofía no es una asignatura obligatoria en Alemania. No se trata de una medida reciente. A principios de los noventa, hablé con un estudiante alemán que acababa de iniciar sus estudios universitarios. No puede evitar la tentación de mencionar a Kant, Leibniz, Heidegger. No conocía a ninguno de los tres. Pensé que mi lamentable pronunciación le impedía reconocer a tres grandes filósofos de su nacionalidad. Opté por escribir sus nombres en un papel, pero sólo logré que se agudizara su expresión de perplejidad. Me temo que los españoles avanzamos hacia el mismo futuro. Presumo que dentro de pocos años, casi ningún joven habrá oído hablar de Ortega y Gasset. Saber que millones de personas viven hipnotizadas por las modernas pantallas digitales, sólo agrava mi desolación. ¿Se han cumplido las profecías de Ray Bradbury en Fahrenheit 451? Durante mis años como profesor de filosofía, solía incluir la novela entre las lecturas obligatorias. Los alumnos más inteligentes señalaban que el mundo actual se parecía bastante a la distopía de Bradbury. Desde entonces, ha transcurrido más de dos décadas. Los grandes historiadores sostienen que los cambios sociales suelen producirse progresiva e inadvertidamente. ¿Vivimos en la época de la noche del pensamiento?

El “eclipse de Dios” comenzó a mediados del XIX y alcanzó su plenitud en 1945, después de la Segunda Guerra Mundial. Auschwitz e Hiroshima parecían la prueba definitiva de la muerte de Dios. Desde entonces, Europa Occidental y Estados Unidos han disfrutado de una paz alterada tan sólo por los estragos del terrorismo. En cambio, el resto del planeta ha soportado guerras, hambrunas y desastres naturales. Para gran parte de los europeos, Dios es un vestigio arqueológico, una columna de piedra en un viejo anfiteatro, que sólo despierta el interés de los turistas. Muchos celebran este ocaso y entienden que la filosofía debería correr la misma suerte. Opinan que la ciencia y la tecnología representan el triunfo del progreso. Liberales y socialdemócratas suscriben este planteamiento con el mismo fervor. Y cada vez parece más improbable que la filosofía regrese a las aulas. No parece casual que se arrojen al vertedero dos mil años de asombro, reflexión y aventura en un tiempo donde la política se ha rebajado a un lamentable intercambio de insultos y banalidades.

El poder totalitario nunca disimuló su hostilidad hacia la filosofía. Nazis y bolcheviques mostraron el mismo encarnizamiento con el pensamiento, quemando libros y asesinando, exiliando o silenciando a los pensadores que se atrevieron a desafiarlos. Pienso en Karl Jaspers, Gadamer, Hannah Arendt, Walter Benjamin. Benjamin se suicidó en Portbou, cuando las autoridades franquistas se mostraron dispuestas a entregarlo a la Gestapo. Stalin no se mostró menos implacable, pero gracias a la hegemonía del marxismo como línea de pensamiento apenas tuvo que litigar con los filósofos. Las peores represalias cayeron sobre los escritores que no claudicaron ante las exigencias del realismo socialista. Isaak Babel, autor de Caballería Roja y Cuentos de Odessa, fue detenido, torturado y ejecutado sumariamente en 1940. Dos años antes, había muerto Ósip Mandelshtam en un Gulag por el horrible delito de escribir un poema que aludía críticamente a Stalin.

Mientras escribo este artículo, hojeo mi ejemplar de El giro hermenéutico, de Hans-Georg Gadamer (1995). Discípulo de Heidegger, Gadamer se opuso al nazismo desde su aparición. En ese sentido, se distanció de su maestro, que simpatizó con Hitler y se afilió al Partido, aceptando durante un breve período cargos y honores. Gadamer renovó la tradición hermenéutica con Verdad y método (1960), uno de los grandes clásicos de la filosofía del siglo XX, señalando que “habitamos la palabra” y, en consecuencia, ser hombre significa “dialogar”. Con los otros y con el mundo. Leer no es un mero entretenimiento, sino una experiencia que nos transforma y nos reinventa. Algo semejante sucede cuando aceptamos confrontar nuestras ideas. El papel de la filosofía es abrirnos los ojos y recordarnos que la palabra es el lugar de encuentro con el otro. El diálogo no es una opción, sino la condición de posibilidad de una vida plena, humana, racional, responsable. Gadamer apunta que el fin de la filosofía es mantener vivas las preguntas. Interrogarnos sobre las cosas nos permite traspasar nuestra subjetividad y adentrarnos en el punto de vista ajeno, con voluntad de comprensión y conciliación. “Allí donde se logra realmente una conversación, los interlocutores ya no son exactamente los mismos cuando se separan. Están más cerca el uno del otro”.

En nuestro país, vivimos un escenario de crispación política que ha olvidado los buenos modales democráticos. La filosofía enseña a debatir, a respetar al adversario, a ser autocrítico. Gadamer recuerda que Aristóteles destacó la importancia de la phrónesis (prudencia, sabiduría práctica) en la vida de la polis, cuya permanente invitación a la moderación frena y contiene a la hybris (desmesura, ira, apasionamiento ciego). Aristóteles sigue “representando para nosotros el ideal de la razón, el ideal de un mundo razonablemente ordenado y comprensible”. Suprimir la filosofía (o minimizarla) en los planes de estudio, sólo contribuirá a fomentar la demagogia y los mesianismos. “Si un día se acaba el preguntar, se habrá acabado también el pensamiento”, escribe Gadamer. Si un día desaparece la filosofía, la democracia probablemente sobreviva, pero indudablemente dañada. Desconocer el origen y el sentido de una forma política, sólo puede beneficiar a los que añoran el totalitarismo, con sus masas hipnotizadas y sus falsos ídolos. Quizás Ortega no se equivocaba y nuestro país sigue cautivado por “la trágica emoción del fracaso”.

Fuente: http://www.elimparcial.es/noticia/164867/opinion/

Rocío Orsi: Filosofía entre fronteras

Rocío Orsi: Filosofía entre fronteras

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Profesora de Filosofía en la Universidad Carlos III de Madrid. Autora de El saber del error. Filosofía y tragedia en Sófocles (Plaza y Valdés) y Butterfield y la razón histórica (Plaza y Valdés). Editora de El desencanto como promesas. Fundamentación, alcance y límites de la razón práctica (Biblioteca Nueva) y Ritmos contemporáneos. Género, política y sociedad (siglos XIX y XX) (Plaza y Valdés). Ha traducido, entre otros, a Bernard Williams y Martha Nussbaum.¿Cuál es el papel de la filosofía en la actualidad?
Hoy, como siempre, tiene que propiciar o ahondar en la comprensión de nuestro tiempo y nuestro pasado, debe proveernos el utillaje conceptual con que reconciliarnos con nuestro mundo, con todo lo que esta compleja operación entraña.

¿Crees que la filosofía está condenada a desaparecer de la enseñanza reglada?
Vamos por mal camino, y no solo porque desaparezca del bachillerato o se imparta de forma generalista en la universidad; me temo que el estudio de la filosofía pueda sustituirse, de manera callada e incluso subrepticia, por un batiburrillo de filosofías aplicadas y deontologías, de formación cívica o en valores que, si bien pueden ser enseñanzas útiles y valiosas –y aunque la percepción pública a veces las confunda con ella–, no son intercambiables por la filosofía. Quizás queramos arrinconar definitivamente esta disciplina; sería una decisión muy mala, pero podemos tomarla. Lo que sospecho es que no somos conscientes de hasta qué punto lo estamos haciendo.

Eres autora de un libro sobre Sófocles, un clásico de la tragedia griega. ¿Hay una clara frontera entre filosofía y literatura?

La filosofía es en cierto modo un género literario y en muchas ocasiones es artificioso distinguirla de la literatura. Se puede hacer filosofía literariamente, y se puede leer filosóficamente un texto literario. Explotar la condición porosa de las fronteras disciplinares nos enriquece. Sin embargo, creo que es honesto distinguir entre dos formas de discurso que tienen objetivos y reglas –concebido todo ello con bastante holgura– diferentes.

¿Forman parte filosofía y política de un todo común?
Deberían estrechar sus vínculos, pero tal y como se practican… no forman una pareja bien avenida, sino que se ignoran recíprocamente. Lo que no significa, por supuesto, que no exista una afinidad íntima entre las preocupaciones políticas y las filosóficas; de hecho, la filosofía es política. Además, las instituciones pueden obstaculizar, posibilitar o promover la práctica de la filosofía, lo cual, a su vez, afecta a las instituciones mismas: de ahí la importancia de la parrousía, de la posibilidad (o no) de hablar claro ante o al poder. Tengo la sensación, sin embargo, de que el problema no es que no podamos hablar parresíacamente: el problema es más bien que el filósofo y su público no terminan de encontrarse, quizás por una incapacidad achacable a todos y para todos perjudicial.

¿Puede ayudar la filosofía a afrontar un panorama de crisis económica y social como el que el mundo occidental vive hoy?
Debería ayudarnos a comprender qué nos ha traído hasta aquí y cómo encontrar la salida del laberinto. Sin embargo, la misma condición intemporal del discurso filosófico dificulta que, precisamente en lo que atañe a la crisis económica y social, pueda ofrecerse como una herramienta para la iluminación del presente. Mi experiencia es que la mejor filosofía va más allá, y la peor se queda corta y, en lugar de contribuir a desmontar tópicos y afinar nuestra percepción del entorno, aporta sus propios ladrillos a la construcción de un relato mítico de la crisis en que estamos sumidos.

¿Qué figura del panorama filosófico actual, nacional o extranjera, consideras una referencia ineludible?

Yo destacaría a ensayistas a la vez sesudos y mediáticos, como Antonio Valdecantos y José Luis Pardo, muy en la línea de Ferlosio. José Luis Villacañas me parece un sabio admirable, y en lo que atañe a pensadores extranjeros, quizá no se pueda dejar de leer a autores como Sloterdijk, Badiou, Butler o Agamben, y clásicos del siglo pasado como Arendt o Foucault conservan toda su vigencia.

¿Sobre qué tema o autor gira tu investigación actual?
Acabo de terminar la edición de un breve ensayo de un historiador, Butterfield. Un texto de historiografía que en su momento se leyó y citó mucho y que hoy está un tanto olvidado. Me gusta la crítica que le hace a los progresistas más entusiastas por su manera un poco atolondrada de ver el presente como si todo estuviera dispuesto para desembocar en el triunfo de la libertad y del parlamentarismo (británico, en su caso). Es del año 31, es decir, que la advertencia no podía ser más urgente (y, ¡ay!, más desoída). Así pues, no nos creamos que lo ganado no puede perderse: cada día vemos que lo más inquietante de nuestro pasado puede estar otra vez ahí, a la vuelta de la esquina…

Fuente:

http://filosofiahoy.es

Psicopolítica: Artículo de Víctor Bermúdez

Víctor Bermúdez. Profesor de filosofía.

La psicología es una ciencia interesante, pero a la par peligrosa, sobre todo en algunos de sus sucedáneos más populares. Sea como sea, nunca desanimo a los muchachos que quieren dedicarse a ella. Trabajo no les va a faltar. Creo de veras que en un futuro no muy lejano la educación, la sanidad o la gran empresa estarán tomadas por los psicólogos. No en vano, y como afirma el filósofo surcoreano Byung-Chul Han vivimos en la época de la «psicopolítica». La psicopolítica –por si alguien no lo sabe– es una forma de hacer que la gente trabaje, consuma y obedezca, con sumo gusto y hasta el límite de sus fuerzas, por su propia voluntad. ¿Qué cómo se logra esto? Pues, como suele decirse, «con mucha psicología». Uno de los objetivos más logrados del «psicopoder» (la forma de poder correspondiente al capitalismo neoliberal, según Han) es hacer creer al individuo que su vida entera depende de sí mismo, de su motivación, de su ardor competitivo y de una implicación absoluta (intelectual, emotiva, social…) en el trabajo. Es el modelo del individuo «empresario de sí», optimizado y liberado –gracias al «pensamiento positivo»– de toda duda capaz de «bloquear» su frenética actividad productora o consumidora, y «auto-explotado» hasta la extenuación sin otra «lucha de clases» que la más interna por no estar a la altura, por no darse del todo, por no tener la suficiente fe en sí mismo, etc. Este sujeto convencido de que su completo sometimiento físico y mental a la dinámica del mercado es, a la vez, la más alta expresión de su realización como ser libre, es la obra maestra del capitalismo. Pero para que funcione bien hacen falta legiones de psicólogos, de líderes en management personal, de expertos en coaching, y de todo tipo de gurús y asesores en técnicas de autogestión, mindfullness, inteligencia emocional, desarrollo transpersonal y lo que haga falta para ayudar a la gente a creérselo…

Pero lo que más preocupa es que toda esta marabunta de parapsicólogos, psicosofistas y nuevos mentores espirituales está llegando, poco a poco, a la educación formal. A menudo con la complacencia inocente de algunos ingenuos que confunden esta nueva psicotecnología del poder con una suerte de renovación educativa de corte humanista. Esto es falso. No hay en todas esas técnicas ninguna genuina formación en valores, ni verdadera educación emocional, ni libre desarrollo de la creatividad, ni apenas otra cosa que adiestramiento soft en los valores más afines al liberalismo, una alentada confusión entre libertad y emocionalidad (no hay nada más rentable que un individuo abandonado a las emociones), y una alergia rayana en la obsesión a todo lo que sea «negatividad» (esto es: duda y pensamiento crítico). Mucho de todo esto está ya vigente, por cierto, en la nueva ley educativa (LOMCE), de corte, justamente, neoliberal. En las nuevas materias de ética y filosofía en educación secundaria, por ejemplo, los alumnos han de estudiar libros de auto-ayuda como el best seller de Daniel Goleman, Inteligencia Emocional, o aprender filosofía para la empresa, disciplina por la que, según el programa, el estudiante deberá encauzar sus inquietudes filosóficas hacia la tarea de proyectar negocios, o de saber interpretar los inevitables cambios profesionales (léase: despidos ágiles, traslados forzosos, empleos precarios…) como oportunidades para desarrollar su creatividad u obtener valiosas e imprevistas experiencias vitales…

Así que, lo dicho, si les preocupa el futuro de sus hijos invítenlos a estudiar psicología. En unos años, el horario de las escuelas podría ser este: a primera hora «bioneuroemoción y liderazgo», luego «mindfullness o inteligencia emocional», después «técnicas de lenguaje no gestual para emprendedores»… Y durante el recreo dinámicas de grupo para generar empatía. No vaya a ser que el que le pegó el balonazo al chaval sea, el día de mañana, un gran traficante de influencias. Les juro que esta última frase la oí, literalmente, en un programa de la televisión pública dedicado a jóvenes emprendedores. Así están las cosas. A no ser, claro, que el problema sea yo, que estoy instalado en la negatividad y, seguramente, necesite terapia.

Este artículo fue originalmente publicado en El periódico de Extremadura, el 20-9-2016

Petición Asamblea de Madrid

El pasado miércoles día 8 de Junio, y en nombre de la REF_Madrid, Enrique P. Mesa compareció en la Comisión de Educación de la Asamblea de Madrid para defender que la Comunidad de Madrid pusiera como materias de Libre Configuración Autonómica y común para todos los alumnos  Ética y Educación Cívica en 4º de ESO e Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato.

Además, Esperanza Rodríguez, Manuel Sanlés y el mismo Enrique P. Mesa están trabajando en nombre de REF_Madrid-  en la posibilidad de hacer una proposición no de ley (PNL) sobre este tema y llevarla a un pleno.

Aquí os adjunto el vínculo: http://mediateca.asambleamadrid.es/library/items/sesion-de-la-comision-de-educacion-y-deporte-2016-06-08?in=2424.457

 

Un saludo,

Enrique P. Mesa García

Presidente de la Asociación de Profesores de Filosofía de Madrid

 

Web: www.profesoresfilosofia.es

Twitter: https://twitter.com/apfm_profesfilo

Facebook: www.facebook.com/apfm.filosofia

Campaña #SalvemoslaFilosofía (recogida firmas)

Facebook SalvemoslaFilosofía

DIÁLOGO POR LA EDUCACIÓN. ACTO EN EL ATENEO 31 MAYO 19h

Compañeros y compañeras,

Ante la posibilidad de un inminente Pacto de Estado de Educación elaborado por las fuerzas políticas sin el consenso ni la participación de la comunidad educativa, el pasado 19 de abril impulsamos desde la plataforma La Educación que nos une la iniciativa «Diálogo por la Educación«. Su objetivo es promover un proceso de diálogo que conduzca a un acuerdo social y político que permita alumbrar una nueva Ley de Educación:

  • Democrática: elaborada con la participación de la comunidad educativa y la ciudadanía.
  • Estable: centrada en las necesidades de las personas y no en los intereses de los partidos.
  • Comprometida con un mundo más justo.

Dicha iniciativa tuvo una gran acogida por parte de diferentes plataformas y colectivos de la comunidad educativa, así como el apoyo desde diferentes ámbitos y personalidades (valgan de ejemplo las palabras de Pucho (de Vetusta Morla) en la entrega de Premios de la Música Independiente).

Por todo ello, reclamamos tiempos y espacios donde ese encuentro y diálogo sea posible. Os invitamos a participar en el acto que hemos organizado para el próximo 31 de mayo a las 19.00h en el Ateneo de Madrid (Calle del Prado, 21).

Agradecemos toda la difusión posible y esperamos la máxima participación y asistencia de colectivos, plataformas y ciudadanía.

 

Si aún no lo has hecho, muestra tu apoyo en: http://laeducacionquenosune.org

 

Evento en Facebook: https://www.facebook.com/events/1154081561278652/

 

Síguenos a través de:
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Un cordial saludo.

Ciudadan@s por la Educación Pública

La filosofía, matemática de las letras

Isidoro Reguera

Así como la matemática es el lenguaje universal de las ciencias, la filosofía es, en el mismo sentido, el de las letras. Ambas formalizan, conceptualizan, estructuran lógicamente y dan universalidad al pensamiento en ambos campos del saber. Y si en la educación secundaria la matemática es una asignatura instrumental, o competencia clave, junto con la lengua (que es el lenguaje universal de la vida, de sus ocios y negocios), la filosofía debería formar una trinidad sagrada educativa con ellas. Ninguna otra asignatura es capaz de hacer operativo el pensamiento científico, literario y humano como ellas, fundarlo en el estado actual de la evolución superior general de la mente humana, ninguna otra es crucial y necesaria al nivel esencial y básico de agilidad conceptual del quehacer y de la gracia intelectual de una persona.

Seguro que en este sentido Guillermo Fernández Vara , médico de formación, nos confesaba a una compañera de bachillerato y a mí, en un encuentro casual en Mérida, meses antes de ser elegido para este segundo mandato, que únicamente la asignatura de filosofía le había enseñado a pensar. Lo dijo muy convencido, como recordando una experiencia real. Creo que un tanto se le nota en su actividad política el fondo que le debió dejar aquella experiencia. Como creo que se nota en su nuevo y confeso talante, al menos cuando lo confesaba al principio y por el hecho de confesarlo, otro fondo filosófico que recordamos aquel día. El de la melancolía aristotélica, distintiva luego en la historia de todo gran quehacer humano, en política como en cualquier cosa: la inanidad definitiva del negocio humano, la superconsciencia, un tanto irónica, de lo inaccesible del ideal pero de la necesidad de vivir por él a pesar de todo, a pesar de saberlo tal, porque, si no, no tiene sentido nada, las cosas son muy cutres.

logica

Aristóteles

Sí, no está mal la lección filosófica de aquel encuentro fortuito emeritense: pensar y melancolía. La filosofía es superconsciencia de ambas cosas, juntas. Melancolía por tener que pensar dentro de una lógica siempre asintótica a la vida. Pensar movido por la melancolía de ser así, consciente a cada instante del hecho irrebasable de poder existir y actuar solo en esas condiciones melancólicas de pensar. Sí, efectivamente, un buen fondo esta consciencia también para toda acción política, aunque parezca inverosímil en la degradada posdemocracia de hoy y en sus ínclitos representantes. Y una elegante compañera de viaje, en general, en el artificio virtual de nuestra ilustre condición actual de vida de netizens en camino a cyborgs.

LA FILOSOFIA da que pensar al intelectualmente sensible, al que no lo es solo le produce una sonrisa de estúpida suficiencia. De modo que, además de todo lo demás, la sensibilidad por la filosofía es buena medida de la sensibilidad en general de una persona. Sucede, por ejemplo, que aquellos alumnos que dicen que se les «atraviesa» la filosofía no suelen ser en general los mejores. A pesar del profesor, por ejemplo, y si es el caso, la filosofía, más que otras asignaturas, se impone por sí misma, por su nivel de consideración de las cosas, a las mentes jóvenes, menos adocenadas, despiertas.

Como las matemáticas en ciencias, en la educación secundaria se necesita una asignatura de letras realmente difícil, en tanto abstracta, que desbroce hacia el concepto las mentes de la gente de esa edad. Nunca lo agradecerán suficiente en la vida. En los másteres de dirección de empresas americanos, y en alguno de los más famosos de aquí, al menos hace años, siempre había alguna asignatura de filosofía. Enseña a ordenar las ideas, graduar su valor lógico y su eficacia retórica, y en ese sentido a superar entrevistas de trabajo y a dirigir empresas, incluso. Eso me confirmaba esta Semana Santa, agradecida, una brillante antigua alumna mía de filosofía en la licenciatura de historia, directora hoy en Londres del departamento organizativo de una multinacional española técnica, llena de ingenieros de caminos y otros vericuetos: la que diseña y construye aves por el mundo.

Respecto a otros valores ineludibles de la filosofía: coadyuvar al civismo, convivencia, ciudadanía y democratización, reflexión crítica y diálogo, exponer las cuestiones básicas que laten bajo las ciencias, la economía, las letras, el arte, la religión, etc., han escrito, y muy bien, quienes estos días publican cosas sobre la entidad de la filosofía, defendiéndola de las desastrosas arbitrariedades de la ley del inefable Wert , hoy por cierto irresponsablemente escabullido de sus responsabilidades al respecto en su dorado retiro de Paris, creo. Los políticos de esta tierra parecen haber entendido el clamor del pueblo enseñante (¡gracias!), manifestado razonada y razonablemente por las propuestas de profesionales entendidos, responsables y valientes, preocupados sobre todo por sus alumnos y por el nivel de la enseñanza y educación de este, en este aspecto, sufrido y sufridor país.

Este artículo apareció originalmente el El periódico de extremadura, el día 19-5-2016

La reiterada repulsa a Lluís Vives y su magisterio filosófico

Julio Badenes

¿Acaso en la Comunitat Valenciana conocemos quién fue, realmente, ese valenciano llamado Lluís Vives? El nombre nos suena a casi todos, pero ¿somos conscientes, ciudadanos y políticos, de su trascendencia, a lo largo de la Historia, en la creación de nuestra realidad sociopolítica europea y valenciana del siglo XXI? ¿Es coherente un gobierno que reduce a la mínima potencia, en nuestro sistema educativo, aquellas materias, la filosofía y la ética, que alimentan la base en la que se sustenta la democracia, y los valores de las constituciones europea y valenciana, a los que tanto contribuyó el magisterio filosófico-humanista de Lluís Vives?

Lluís Vives nació en aquel Siglo de Oro Valenciano, de valores tan contradictorios, a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, tan próspero para las letras, las artes y la economía, pero tan letal para la convivencia social entre los valencianos de diferentes creencias religiosas (cristianos, musulmanes y judíos). De hecho, aquel año de 1492 en el que nació, marcó a fuego su destino y le avocó, cual flecha recién lanzada, a ser el refugiado europeo más influyente del Renacimiento. Pues ese agridulce año en el que Colón llegó a América, los Reyes Católicos decretaron la expulsión de los judíos, religión que profesaba la familia de Vives.

Los mismos Furs del Reino señalaban la hoguera para los herejes. Mas, a pesar de su conversión al cristianismo, la familia Vives fue perseguida por una férrea Inquisición valenciana, quemando en la hoguera a Lluís Vives Valeriola, padre del humanista, en la plaza de la Seo el 6 de septiembre de 1524. Por precaución familiar, el joven Juan Lluís Vives había marchado a París en 1509 y ya no regresaría a su amada Valencia nunca más. Se había convertido en uno de los refugiados más universales de la Historia al no poder retornar a su tierra natal por la intransigencia de una interpretación inhumana y absolutista de la política y de la religión en el Reino de Valencia. Sin embargo, Europa lo acogió y supo reconocer su magnífica contribución ético-filosófico-política que, con el paso del tiempo y los siglos, se ha convertido en uno de los pilares sobre los que se ha nutrido la Unión Europea y los valores éticos que la sostienen.

Al comienzo del siglo XXI, unos 500 años después, el Gobierno valenciano volvió a despreciar el legado humanístico-filosófico de uno de sus hijos más universales. De hecho, el Estatuto de Autonomía, en su artículo 1, punto 4, afirma que «la Comunitat Valenciana, como región de Europa, asume los valores de la Unión Europea». Y el preámbulo del tratado por el que se establece una Constitución para Europa afirma que surge «inspirándose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona humana, la democracia, la igualdad, la libertad y el Estado de Derecho». Sin embargo, la implantación actual de la Lomce, prácticamente, reduce a la mínima expresión aquellas materias (ética e historia de la filosofía), legado de Vives, que alimentan y promueven dichos valores europeos entre los valencianos y fundamentan nuestra democracia.

HumanistaLuisVivesBrujas

Mas, ¿cómo podrán pasar nuestros alumnos de simples habitantes del territorio valenciano a auténticos ciudadanos democráticos valencianos, españoles y europeos si se elimina la obligatoriedad de aquellas asignaturas que son insustituibles para «defender y promover los derechos sociales de los valencianos que representan un ámbito inseparable del respeto de los valores y derechos universales de las personas y que constituyen uno de los fundamentos cívicos del progreso económico, cultural y tecnológico de la Comunitat Valenciana» (Estatuto de Autonomía, artículo 10, punto 1).

Evidentemente, si se va a implantar la Lomce en la Comunitat Valenciana, y se elimina la obligatoriedad de las enseñanzas de ética e historia de la filosofía, entonces, hay una flagrante contradicción y, o no se cree en el Estatuto de Autonomía o no se está dispuesto a educar a los alumnos valencianos en los valores que propone dicha Constitución valenciana. Por tanto, el Estatuto sería papel mojado o una mera pantomima.

Al honorable conseller de Educación y a la Generalitat Valenciana les compete no volver a despreciar, por tercera vez, el magisterio de Lluís Vives y apostar por los valores democráticos. Pues, honrar a Lluís Vives no consiste en erigirle calles y estatuas, sino en que nuestros alumnos estudien su herencia filosófico-humanista porque, como él nos enseñó, las capacidades en cualquier ámbito son ciegas si no están dirigidas hacia un fin ético-político-social que se piensa desde la reflexión filosófica.

Este artículo fue originalmente publicado por Julio Badenes en el diario Levante el día 10 de Mayo de 2016