Así lo sostuvo el filósofo en el Centro Cultural de Periodismo de la Agencia Télam, donde repasó algunos conceptos básicos de la filosofía moderna».
«Si las verdades absolutas están en crisis, es difícil pensar cómo nos relacionamos con la verdad en el mundo periodístico, teniendo en cuenta que hay una concepción muy ingenua», analizó el filósofo, docente y ensayista en una charla donde se pudo ver una gran cantidad de estudiantes.
Y señaló que «no hay una problematización, porque todavía existe una idea de que el periodismo busca la verdad, cuando la verdad murió hace 150, como ya dijo Nietzsche».
Según el ensayista, «ahí aparece la paradoja, porque es difícil pensar la actividad periodística si no es en busca del develamiento de eso que se supone que es la verdad pero que sabemos reflexivamente que no existe».
«Hegel decía que la verdad es el todo -apuntó-. Sin entrar en todo ese quilombo dialéctico, podemos entender, de manera lineal, que es el todo en el sentido de tal como llega a nosotros la idea de la verdad, ya que supone un conocimiento absoluto del todo, algo así como ‘El Aleph’ de Borges».
«El Aleph», continuó, «es la primera letra del abecedario hebreo que representa la totalidad; es como ver a Dios. En el cuento, la totalidad está en un sótano, debajo de una escalera: un punto que no tiene extensión pero cuando lo ves, ves todo; pero no todo junto, sino separado, al mismo tiempo, en un segundo».
«La historia del todo, desde que empezó hasta que terminó; lo ves entero, desplegado, separado y al mismo tiempo, eso es la verdad. Si hay una verdad, es esa, el resto es literatura, lo que nos toca a nosotros, algo bellísimo. Pero si hay una verdad significa que hay respuesta última a todo», graficó el autor de «¿Para qué sirve la filosofía?».
Según Sztajnszrajber, la cuestión de la verdad se mueve entre dos polos: «existe y es imposible o no existe. Aunque no exista no se puede dejar de buscar, pero si existe no es para nosotros».
«Sócrates, uno de los primeros filósofos que sale a pelear por la verdad, se da cuenta justamente de lo contrario que en general se cuenta: dice Sócrates, o sea Platón, si hay una verdad no está en este mundo, porque si la verdad es el absoluto, no puede haber carencia, no puede ser una parte, tiene que ser el todo», explicó.
Y dijo que, entonces, «queda claro a lo que el filósofo se debe dedicar: a pelearse con todos los hijos de puta que se creen dueños de la verdad y arman sistemas en función de sus intereses. Si no hay una verdad, se sabe dónde está el enemigo: en quien habla en nombre de ella», definió el conductor del programa de televisión «Mentira la verdad».
«Los que hacemos filosofía nos interesamos en esa relación con el saber: vamos desde un pensamiento crítico a cuestionar a aquellos que salen a hablar en nombre de la verdad, a veces interesadamente y a veces desde una subjetividad que necesita presentarse como si fuese la realidad misma», reflexionó.
Luego afirmó que mentira y verdad «son dos conceptos muy ambiguos. Nietzsche decía que la verdad es la mentira más eficiente, aquella que ha logrado su objetivo, es tan profundamente mentirosa que le creemos».
«Muchos de los que somos cultores de las verdades relativas, tenemos que hacernos cargo del relativismo siempre -indicó-. No vale ser relativista cuando te conviene y cuando no te conviene no, que es el gran modus operandi de los relativistas: cuando el otro gana, somos relativistas, pero cuando nuestra verdad se impone, somos absolutistas».
Según el docente, «sabemos que la verdad no existe pero no hacemos otra cosa buscarla; eso es la filosofía: la búsqueda de un saber que sabemos que no existe: es búsqueda, no encuentro, no va al mundo intentando hallar certezas, sino de subvertir, de generar preguntas donde creemos que las cosas son simples, estables, ordenadas y seguras».
«Hacer filosofía es la construcción permanente de una inseguridad existencial; huimos cuando nos peleamos con las seguridades de ese adormecimiento que al mismo tiempo provocamos, porque buscamos un saber que sabemos que nunca vamos a alcanzar», concluyó Sztajnszrajber.
Este artículo ha sido publicado en: www.telam.com.ar