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TV3 rueda la serie «Merlí», que busca acercar la filosofía a los jóvenes

Barcelona-. Un profesor de filosofía que propone a sus alumnos de bachillerato replantearse la realidad que conocen, como si de un nuevo Aristóteles se tratase, constituye el punto de partida de la serie «Merlí», dirigida por Eduard Cortés, que ya se está rodando en Barcelona y que TV3 estrenará la próxima temporada.

El director barcelonés, avalado por películas como «The Pelayos» y que compagina el rodaje de la serie con el del largometraje «Cerca de tu casa», tendrá a sus órdenes a Francesc Orella, el protagonista, de cuya filmografía destacan «Los ojos de Julia», «Smoking Room» o «Lasa y Zabala».

Orella encarnará al profesor Merlí Bergeron, que propone a sus estudiantes, a los que considera peripatéticos del siglo XXI, cuestionarse y reflexionar sobre todo cuánto les rodea, lo que genera una polémica en todo el instituto, por su carácter irónico e irritante.

Las relaciones con los demás profesores serán complicadas, así como con los alumnos, de entre los que destaca su hijo, con quien más le cuesta conectar.

La trama de la serie recuperará las grandes figuras de la historia del pensamiento, entre ellos Sócrates, Hume y Nietzsche.

«Merlí», producida por Nova Veranda 2010, es una idea y guión de Hèctor Lozano, que ya estampó su firma para Televisió de Catalunya en la serie «La Riera».

Según ha explicado Lozano, el proyecto surgió de la conversación con un profesor amigo suyo: «Me gustó la idea de un profesor que supiera motivar a sus alumnos». El hecho de escoger la filosofía como la materia impartida por el maestro resultó natural: «Siempre me ha gustado».

El director, Eduard Cortés, confiesa que ya al leer los guiones pensó que tenía entre manos «un gran producto que nos daría muchas satisfacciones y que iría creciendo a medida que fuéramos trabajando».

Para Cortés, «Merlí» es una serie en la que confluyen muchas energías, la del creador, Hèctor Lozano, y la de los actores, «tanto los veteranos como el grupo de jóvenes, que aportan una gran energía y entusiasmo».

Por su parte, Francesc Orella explica que el profesor Merlí quiere que «los chicos dejen de ser sólo consumidores de información y de ocio». Orella subraya que «la filosofía es una ciencia que cuestiona las cosas» y que el profesor busca que los alumnos «sean observadores, se mojen y tengan espíritu crítico».

El elenco de actores lo completarán Pere Ponce, Assun Planas, Mar Del Hoyo, Carlos Cuevas, Candela Anton, Albert Baró, Adrian Grosser, Elisabet Casanovas, Júlia Creus, Pol Hermoso, Marc Arias, David Solans, Marta Marco, Pep Jové, Marcos Franz, Rubén De Eguia, Anna Ycobalzeta Victòria Pagès, Jordi Martínez, Iñaki Mur, Pau Poch.

Este artículo ha sido publicado por: www.lavanguardia.com y es noticia de la Agencia EFE.

¿Ha matado la ciencia a la filosofía?

No tan muerta

Por Javier Sampedro

Yo, señor, soy un científico raro. Sé que meterse con los filósofos es una de las aficiones favoritas de los científicos. Francis Crick, codescubridor de la doble hélice del ADN, aseguraba con característica mala uva que el único filósofo de la historia que había tenido éxito era Albert Einstein. El genetista y premio Nobel Jaques Monod dedicó un libro entero, El azar y la necesidad,a reírse de los filósofos marxistas, y el cosmólogo Stephen Hawking ha declarado con gran aparato eléctrico que “la filosofía ha muerto”, lo que ha dejado de piedra a los filósofos y seguramente a los muertos. Pero fíjense en que todos esos dardos venenosos no son expresiones científicas, sino filosóficas, y que por tanto se autorrefutan como una paradoja de Epiménides (ya les dije que yo era un científico raro).

¿Qué quiere decir Hawking con eso de que la filosofía ha muerto? Quiere decir que las cuestiones fundamentales sobre la naturaleza del universo no pueden responderse sin los datos masivos que emergen de los aceleradores de partículas y los telescopios gigantes. Quiere decir que la pregunta “¿por qué estamos aquí?” queda fuera del alcance del pensamiento puro. Quiere decir que el progreso del conocimiento es esclavo de los datos, que su única servidumbre es la realidad, que cuando una teoría falla la culpa es del pensador, nunca de la naturaleza. Un físico teórico sabe mejor que nadie que, pese a que la ciencia es solo una, hay dos formas de hacerla: generalizando a partir de los datos y pidiendo datos a partir de las ecuaciones. Einstein trabajó de la segunda forma, pensando de arriba abajo. Pero ese motor filosófico también le condujo a sus grandes errores, como la negación de las aplastantes evidencias de la física cuántica con el argumento de que “Dios no juega a los dados”. Como le respondió Niels Böhr: “No digas a Dios lo que debe hacer”.

La ciencia no matará a la filosofía: solo a la mala filosofía.

Una cooperación fecunda

Por Adela Cortina

La filosofía es un saber que se ha ocupado secularmente de cuestiones radicales, cuyas respuestas se encuentran situadas más allá del ámbito de la experimentación científica. El sentido de la vida y de la muerte, la estructura de la realidad, por qué hablamos de igualdad entre los seres humanos cuando biológicamente somos diferentes, qué razones existen para defender derechos humanos, cómo es posible la libertad, en qué consiste una vida feliz, si es un deber moral respetar a otros aunque de ello no se siga ninguna ganancia individual o grupal, qué es lo justo y no sólo lo conveniente. Sus instrumentos son la reflexión y el diálogo bien argumentado, que abre el camino hacia ese “uso público de la razón” en la vida política, sin el que no hay ciudadanía plena ni auténtica democracia. El ejercicio de la crítica frente al fundamentalismo y al dogmatismo es su aliado.

En sus épocas de mayor esplendor la filosofía ha trabajado codo a codo con las ciencias más relevantes, y ha sido la fecundación mutua de filosofía y ciencias la que ha logrado un mejor saber. Porque la filosofía que ignora los avances científicos se pierde en especulaciones vacías; las ciencias que ignoran el marco filosófico pierden sentido y fundamento.

Hoy en día son especialmente las éticas aplicadas a la política, la economía, el desarrollo, la vida amenazada y tantos otros ámbitos las que han mostrado que el imperialismo de un solo saber, sea el que fuere, es estéril, que la cooperación sigue siendo la opción más fecunda. Habrá que mantener, pues, la enseñanza de la ética y de la filosofía en la ESO y en el bachillerato, no vaya a ser que, al final, científicos como Hawking o Dawkins acaben dándole la razón a la LOMCE.

Artículo publicado por Javier Sampedro y Adela Cortina en: www.elpais.com

Fecha: 3 de enero de 2015.