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Coronavirus en Europa: cómo prepararse para la posguerra

Nada será igual luego de la pandemia. La gente necesitará empleos y sentirse segura, afirma el ensayista y Ministro de Universidades de España.

Vista general del hospital improvisado en Ifema, un centro de convenciones que alberga habitualmente ARCO, la feria de arte de Madrid. Foto: Reuters/Sergio Pérez.

Todas las guerras acaban. Incluso cuando son contra un enemigo invisible que amenaza a los humanos como especie. La cuestión escómo, cuándo, con qué sufrimiento y cuáles serán sus consecuencias.

Es difícil pensar en el día después cuando estamos sumidos en la angustia, confinados, enmascarados, sintiendo enfermedad y muerte alrededor. Y sin embargo, sabemos que en algún momento habrá un brote de alegría, de volver a sentir el placer del paseo, del juego, del abrazo, de la vida en las calles, en los parques, en las playas, en los bosques y en restaurantes a rebosar de fiesta.

Las últimas noticias sobre el virus que afecta a la Argentina y al mundo.

La vida, ahora en suspenso, retornará. Con el añadido de una nueva filosofía espontánea del placer infinito de las pequeñas cosas.

Sentir la belleza de la vida sin más, apreciar el simple hecho de ser y de estar, de amar y ser amados, con un sentimiento nuevo de solidaridad como si siempre estuviéramos aplaudiendo a las ocho.

Volverá la luz. Con sus tonos rosados de amanecer y rojizos de atardecer, con un aire fresco renovado porque dejamos de contaminar por un tiempo.

Nada volverá a ser como antes. Todos saldremos transformados de esta experiencia. Pero ¿habremos aprendido algo sobre nuestro modo de vivir, de producir, de consumir, de gestionar?

Coronavirus, un escorpión gigante copa la silenciosa Nueva York

 ¿Sabremos interpretar esta brutal advertencia para prevenir otras pandemias, posibles por nuestra interconexión global? ¿Y la catástrofe ecológica predicha por los científicos y cuyos signos se multiplican mientras los congresos se divierten? ¿Podemos rectificar colectivamente e institucionalmente la dinámica de autodestrucción en la que nos hemos metido?

Nunca hemos tenido tanto conocimiento y nunca hemos sido tan irresponsables con su uso. Tal vez la posguerra sea el punto de inflexión que estábamos esperando.

Pero la posguerra será dura, todas lo son. Pasado el momento de euforia, habrá que enfrentar la realidad de una crisis económica y financiera que podría ser tan grave como la del 2008, con un aparato productivo dañado, un sistema sanitario exhausto, una cooperación europea en entredicho, una economía global desglobalizada de forma caótica, un resurgimiento del nacionalismo primitivo del cierre de fronteras contra el mal que viene de fuera, una proliferación de bulos dañinos, difundidos por poderes fácticos o mentes calenturientas, un orden geopolítico trastocado por la superioridad china en la respuesta a la crisis, mientras que la errática política de otros países habrá mostrado los destrozos de la ideología neoliberal en la vida de la gente.

Coronavirus en Europa: muertos sin funeral y adioses virtuales en tiempos de desconsuelo

Esa posguerra hay que prepararla desde ahora, porque la forma en que gestionemos la crisis, con prioridad absoluta a la salud de la población, hará más o menos difícil la reconstrucción.

A una economía de guerra tendrá que sucederle una economía de posguerra, en la que el gasto público sea el motor de la recuperación, como lo ha sido en todas las posguerras. Pero solo se consolidará si se genera empleo y si la gente se siente segura y recupera su vida cotidiana.

La financiación de esa política expansiva, más allá del obligado endeudamiento, requerirá imaginación para crear una nueva arquitectura financiera y capacidad de gestión para operar una economía distinta, que no caiga en la trampa secular de una austeridad de servicios esenciales. Porque el Estado de bienestar es la fuente de productividad que es la fuente de riqueza.

Pero también sería el momento de ensayar modelos no consumistas que conduzcan a la transición ecológica y cultural que tanto se proclama. ¿Puede reactivarse la economía disminuyendo el consumo superfluo? Sólo si hay un cambio en los patrones de gasto, que faciliten la inversión, mantengan empleo e incrementen productividad.

En Italia, clubes de barrio y una panadería de Oregina ofrecen pan gratis a los vecinos en situación de necesidad, agravada por la pandemia. Foto:  EFE/EPA/Luca Zennaro.

En Italia, clubes de barrio y una panadería de Oregina ofrecen pan gratis a los vecinos en situación de necesidad, agravada por la pandemia. Foto: EFE/EPA/Luca Zennaro.

Los servicios básicos (lo que se recortó en las políticas de austeridad destructivas) deberían ser no solo el motor de la inversión sino también de la demanda. Y no habrá otra forma de financiarlo a largo plazo que mediante un aumento de la carga fiscal a grandes bolsas de acumulación de capital que hoy día tributan poco o nada.

Reinventar la fiscalidad quiere decir superar el enfoque de gravar sobre todo a las personas o a las empresas para centrarse en una regulación impositiva del mercado global de capitales que hoy día ha perdido gran parte de su función productiva para incrementar sus ganancias mediante creación de valor virtual y crecientemente inestable.

Una fiscalidad inteligente podría a la vez generar recursos para gasto público de manera no inflacionista y regular los flujos globales de capital. Entre la desglobalización aventurada y la globalización descontrolada de capital hay margen para iniciativas coordinadas de los estados que asuman un control estratégico de la economía en un marco al menos europeo.

Esa economía debería, además de ser sostenible, incluir un Estado de bienestar desburocratizado y preparado para los choques venideros.

Choques que serán tanto menos dañinos cuanto que vayamos encontrando un equilibrio entre producir, vivir y convivir. Convivir entre nosotros y con este maravilloso planeta azul que seguimos maltratando.

Después de la guerra podemos desembocar en una espantosa crisis económico-social o en una nueva cultura del ser, sin la cual no sobreviviremos mucho tiempo.

Fuente:

https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/coronavirus-europa-prepararse-posguerra_0_FPDAJ02t8.html

Coronavirus

Biopolítica y coronavirus

Roberto Esposito  

«Secciones enteras de la población, consideradas en riesgo, pero también portadores de riesgo de contagio, se ven afectadas por prácticas profilácticas, al mismo tiempo protegidas y mantenidas a distancia —escribe Esposito en este artículo—. Este es también el resultado del síndrome inmune real que durante mucho tiempo ha caracterizado el nuevo régimen biopolítico. Lo que se teme, incluso más que el daño en sí mismo, es su circulación incontrolada en un cuerpo social expuesto a procesos de contaminación generalizados».
«Secciones enteras de la población, consideradas en riesgo, pero también portadores de riesgo de contagio, se ven afectadas por prácticas profilácticas, protegidas y mantenidas a distancia —escribe Esposito—. Es el resultado del síndrome inmune real que durante tiempo ha caracterizado el nuevo régimen biopolítico. Lo que se teme, incluso más que el daño en sí mismo, es su circulación incontrolada en un cuerpo social expuesto a procesos de contaminación generalizados».

Cuando comenzamos a hablar de biopolítica, la noticia fue recibida con cierto escepticismo. Parecía una noción apenas verificable en la realidad. De pronto la situación cambió rápidamente. Y la retroalimentación se ha vuelto cada vez más densa, hasta que ahora alcanza cotas impresionantes.

Por Roberto Esposito, profesor de Filosofía Teorética

Desde procedimientos biotecnológicos, dirigidos a modificar eventos que antes se consideraban naturales, pasando por el terrorismo suicida, hasta la crisis de inmigración más reciente, los problemas de vida y muerte se han asentado en el centro de las agendas y los conflictos políticos. Hasta la explosión del coronavirus, con las consecuencias geopolíticas que ya vamos viendo, estamos llegando al clímax de la relación directa entre la vida biológica y las intervenciones políticas.

Habría tres pasos básicos. El primero es el cambio del objetivo político de los individuos a ciertos segmentos de la población. Secciones enteras de la población, consideradas en riesgo, pero también portadores de riesgo de contagio, se ven afectadas por prácticas profilácticas, al mismo tiempo protegidas y mantenidas a distancia. Este es también el resultado del síndrome inmune real que durante mucho tiempo ha caracterizado el nuevo régimen biopolítico. Lo que se teme, incluso más que el daño en sí mismo, es su circulación incontrolada en un cuerpo social expuesto a procesos de contaminación generalizados. Por supuesto, la dinámica de la globalización ha aumentado este miedo, en un mundo que parece haber perdido todas las fronteras internas. El contraste violento con la inmigración por parte de los partidos soberanistas, más que como una continuación del viejo nacionalismo, debe interpretarse en esta clave inmune.

Hasta la explosión del coronavirus, con las consecuencias geopolíticas que ya vamos viendo, estamos llegando al clímax de la relación directa entre la vida biológica y las intervenciones políticas

El segundo paso de la dinámica bipolítica en curso tiene que ver con el doble proceso de medicalización de la política y politización de la medicina. También en este caso es una transformación que se remonta al nacimiento de la medicina social. Pero la aceleración en progreso parece cruzar el umbral de la guardia. Por un lado, la política, desvaneciendo sus coordenadas ideológicas, ha acentuado cada vez más un carácter protector contra riesgos reales e imaginarios, persiguiendo temores que a menudo se produce a sí misma. Por otro lado, la práctica médica, a pesar de su autonomía científica, no puede dejar de tener en cuenta las condiciones contextuales dentro de las cuales opera. Por ejemplo, las consecuencias económicas y políticas que determinan las medidas sugeridas. Esto explica de alguna manera la sorprendente diversidad de opiniones entre los principales virólogos con respecto a la naturaleza y los posibles resultados de los coronavirus.

El tercer síntoma, quizás aún más perturbador, del entrelazamiento de la política y la vida biológica es el cambio de los procedimientos democráticos ordinarios hacia disposiciones de emergencia. El decreto urgente también tiene una larga historia. Se basa en la idea de que, en condiciones de alto riesgo, en lugar de la voluntad del legislador, se aplica el estado de necesidad. Por ejemplo, si un terremoto destruye un territorio, se determina un estado de urgencia que puede pasar fácilmente a un estado de excepción.

La práctica médica, a pesar de su autonomía científica, no puede dejar de tener en cuenta las condiciones contextuales dentro de las cuales opera. Por ejemplo, las consecuencias económicas y políticas que determinan las medidas sugeridas

Esto es lo que está sucediendo en los últimos días, con las medidas aprobadas, por un lado, por algunos gobiernos y, por otro, por las regiones,con el riesgo de una superposición indebida entre las dos potencias. Este impulso hacia el estado de excepción es aún más perturbador porque tiende a estandarizar los procedimientos políticos de los estados democráticos a los de los estados autoritarios como China. Con la advertencia de que, en este terreno, los estados autoritarios, por la propia naturaleza de su tipo de poder, siempre estarán por delante de los democráticos.

*Artículo publicado con expresa conformidad del autor. Apareció en italiano en La Repubblica (28 de febrero de 2020). Traducción: Miquel Seguró.

Sobre el autor

Comunidad, inmunidad, biopolítica, de Roberto Esposito (Herder).
Comunidad, inmunidad, biopolítica, de Roberto Esposito (Herder).

El pensador italiano Roberto Esposito enseña Filosofía Teorética en la Scuola Normale Superiore de Pisa. Es autor de Comunidad, inmunidad y biopolítica,publicado en Herder. Las tres palabras que conforman el título de este libro inauguran un nuevo modo de pensar la política en el momento que más interpela a la vida, entendida en su dimensión biológica. «¿Qué es, qué puede ser, una política que ya no piense la vida como objeto, sino como sujeto de política? —se pregunta el filósofo—. Una política, así, ya no sobre la vida sino de la vida. Son preguntas que, evidentemente, no pueden responderse en una investigación individual, sino que reclaman un esfuerzo colectivo al que estamos todos convocados».

Fuente:

https://www.filco.es/biopolitica-y-coronavirus/

Nuccio Ordine

Pensador italiano

Filosofar en el coronavirus: “Las clases deben prolongarse en el verano”, dice Nuccio Ordine

Encerrado en su casa de Calabria, el intelectual recuerda pestes del pasado, habla del peligro de depender de otro país y apunta contra la idea de que los vínculos que vienen son virtuales.

¿La pandemia del coronavirus obliga a repensar el mundo? Con el objetivo de fomentar el debate, La Vanguardia inicia hoy una serie de entrevistas con destacados intelectuales y creadores que reflexionan sobre la cuestión. Uno de los pensadores más respetados de Italia, el profesor y filósofo Nuccio Ordine (Diamante, 1958), gran experto en el Renacimiento y autor de obras como El umbral de la sombraLa utilidad de lo inútil o Clásicos para la vida, abre fuego, desde el confinamiento que sufre en su casa de Calabria, mediante una conversación por videoconferencia.

Nuccio Ordine: “Si no transformamos el saber en una forma de vivir, resulta inútil”

-¿Cómo está?

-Un poco triste. Hoy ha fallecido por coronavirus mi amigo, el gran arquitecto Vittorio Gregotti, acabo de escribir su obituario para el Corriere della Sera.

-¿Dónde se encuentra?

-En mi casa, los italianos estamos todos en prisión. Es una gran tristeza, todo está cerrado, solo abren las farmacias y los supermercados.

-¿Cómo lo ha afectado en lo cotidiano?

-Mi vida es la misma, me levanto a las seis de la mañana y trabajo hasta la noche. Me falta la libertad de salir a comer con los amigos, ir al cine o a un concierto. Se han anulado todas mis actividades, el 11 de marzo iba a dar un concierto-conferencia junto a Jordi Savall en el auditorio Verdi de Milán, el mismo que hicimos en el Palau de la Música hace dos años.

-¿Qué pensamientos le genera la situación?

-Es un momento muy importante para reflexionar. Es una ocasión para revisar nuestra vida social, política y personal. La crisis es la fase decisiva de una enfermedad y puede ser una modificación positiva o negativa, crisis significa en latín decisión, elección, y tenemos que tomar muchas decisiones.

“En internet muchos sitios hablan de punición divina, hay gente que propaga ideas locas”

-Por ejemplo…

-Comprender que la literatura permite comprender el pasado para, a través suyo, comprender el presente. En el Decamerón de Boccaccio, de 1348, se reúnen unos amigos en el campo a contarse historias como terapia frente a la peste que asuela Florencia. Ellos respetarán unas reglas convenientes no solo a su salud física sino a la salud del espíritu porque la peste genera tristeza y depresión. Boccaccio es inteligente y nos dice que lo peor es el miedo al miedo, esa extrema confianza que te hace hacer cosas contra ti mismo y tu comunidad, él describe la irracionalidad de esa gente que cree estar haciendo cosas para mejorar su salud pero que en realidad son muy dañinas. Leamos la primera frase del libro: «Humana cosa es tener compasión de los afligidos», es maravilloso. ¿Ve el poder de la literatura como fármaco? La enfermedad no es solo del cuerpo, sino también del espíritu.

-¿Qué casos cita de ese miedo al miedo?

-La gente cae en comportamientos extremos: comer mucho, acudir a discotecas muy frecuentadas a bailar salvajemente… Es irracional. El miedo a contactar con otra gente es positivo, evita que se difunda más la enfermedad.

-¿Más lecciones?

-La realidad social y económica de aquella Florencia era caótica, no había un poder religioso, político, sanitario… nada, todo era el caos. Mientras la gente cae en la irracionalidad, los diez confinados practican el comportamiento contrario, se cuentan historias en el campo y deciden llevar una vida ordenada por reglas.

“En Italia hemos comprendido que la educación y la salud no pueden ser delegadas a los gobiernos regionales, cada uno con su política.”

-¿Había otro tipo de discursos?

-Matteo Villani escribió su crónica de la peste, la enfermedad que lo mató, para él la enfermedad es un castigo que Dios nos envía por la corrupción y los pecados que dominan el mundo. Boccaccio no tiene esa visión. Hoy, en Internet, muchos sitios hablan de punición divina, hay gente que propaga ideas locas.

-¿Destaca alguna referencia literaria anterior sobre las plagas?

-El texto más importante es la descripción que hace Tucídides de la peste en la Historia de la guerra del Peloponeso, en el siglo V a.C.

“Frente a una epidemia extrema ¿como vamos a esperar que las mascarillas nos lleguen de China?”

-¿Qué temas se repiten a lo largo de los siglos?

-Por ejemplo, cómo estalla la noticia de la infección, la reacción de la gente, la difusión del miedo, la impotencia ante el mal, la degradación moral, la peste vista como un elemento extranjero que penetra en la comunidad…

-¿Qué nos enseña el coronavirus?

-La necesidad de una estructura central. En Italia, el ejemplo más avanzado del problema, hemos comprendido que la educación y la salud no pueden ser delegadas a los gobiernos regionales, cada uno con su política. En un momento de emergencia nacional, no puedes crear 26 dispositivos para arreglar el problema, la estructura debe ser centralizada. Italia sufre una tendencia a regionalizar la escuela y la salud, es un error gravísimo. Son los dos pilares del desarrollo de la sociedad. El economista Amartya Sen, en un libro maravilloso, Una gloria incierta, habla de Khera, en la región más pobre de la India, que, invirtiendo mucho dinero en sanidad y educación, se ha convertido hoy en el estado con un PIB per cápita más alto de todo el país. Y no lo dice un literato, sino el premio Nobel de Economía. El estado debe ocuparse del bien común, el interés de una región puede resultar negativo para la región que está al lado. Pero una centralización no es suficiente, porque si Italia toma unas medidas y Alemania, Austria y Francia no lo hacen no sirve de nada.

Una antigua experiencia. El "Decamerón", de Bocaccio.

Una antigua experiencia. El «Decamerón», de Bocaccio.

-¿Qué nos dice la crisis de Europa?

-Europa no existe ¿dónde está la solidaridad? La presidenta europea ha decidido invertir unos 8.000 millones de euros contra el coronavirus… y solo el gobierno italiano ha gastado ya 25.000.

-¿Qué más lecciones han aprendido en Italia?

-Algo básico sobre la producción empresarial. Italia no tiene producción nacional de mascarillas, nada, todas vienen de China. Frente a una epidemia extrema ¿como vamos a esperar que las mascarillas nos lleguen de China? Es un pequeño modelo de cómo deberíamos funcionar en muchas otras cosas.

-¿Y en lo personal?

-En este momento en que la gente no se puede abrazar, darse la mano o besarse descubrimos que no es verdad la idea que regía el mundo, ese individualismo que asegura que las personas son islas separadas. Al contrario, tenemos necesidad del otro. Si me daño yo, daño a la comunidad entera. La humanidad es un continente. Lo decía el poeta John Donne: «Ningún hombre es una isla», ese es el tema de un libro mío que aún no ha llegado a España. El gesto irresponsable de una sola persona tiene enormes consecuencias en toda la comunidad: tras la decisión del gobierno italiano de cerrar toda la Lombardía, 20.000 personas tomaron el coche, el tren, el bus y emigraron al sur de Italia, es un gesto irresponsable que infecta zonas donde no estaba el virus.

-¿En Estados Unidos es muy diferente?

-Esa nación, gobernada por un loco, carece de solidaridad sanitaria, su sistema de salud es privado y un test de coronavirus puede costar 2.000 dólares, eso solo lo pueden pagar los ricos, no los trabajadores. El virus se difunde de manera incontrolable entre los pobres, que se infectan masivamente. En Italia ya hemos vivido que, en los hospitales, no hay suficientes máquinas de respiración asistida, con lo que si, de las 50 maquinas de un hospital, solo quedan dos libres y de repente entran cuatro enfermos, el médico está teniendo que elegir quiénes de los cuatro van a sobrevivir. ¡Es terrible para una sociedad! O el loco de Boris Johnson, que prefiere que se expanda el contagio y declara tranquilamente que va a tener muchos muertos, ¿cómo pueden existir políticos capaces de hablar así? Esa es otra pregunta que nos lanza el coronavirus: ¿Una sanidad privada es un buen sistema? Yo creo que no lo es.

-El virus despierta gestos generosos, pero otros muy negativos…

-La especulación. En estos momentos dramáticos para la humanidad, hay gente que piensa en hacer dinero. En Internet se venden cosas que cuestan 50 céntimos por 30 euros porque la gente, en su desesperación, está dispuesta a pagar lo que sea por mascarillas o desinfectante para las manos (agotado en toda Italia). En La peste de Albert Camus hay un personaje que piensa que la plaga es positiva porque le permite hacerse rico. También se venden hoy ‘vitaminas contra el virus’, que, por supuesto, no hacen nada contra él.

"La peste", una advertencia de Albert Camus

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-El sistema educativo, una de sus obsesiones como autor, se ha visto sacudido…

-Han cerrado las escuelas y universidades. ¿Cómo evitar la ruptura total entre profesores y estudiantes? La única posibilidad son los cursos a distancia, telemáticos. Yo soy contrario a esa enseñanza pero entiendo que es la única posible ahora. Sin embargo, escucho a rectores de universidad y pensadores que dicen que el coronavirus es la oportunidad de aprender que el e-learning es el futuro. ¡Menuda sandez! Transformar la educación de emergencia en la normalidad es muy peligroso. La verdadera enseñanza no es virtual, sino en el aula, con el profesor mirando a los ojos del estudiante, solo la mediación física, la palabra del maestro en clase, puede cambiar la vida de los estudiantes. No es solo comunicar un contenido sino la experiencia humana que se tiene conjuntamente en clase. Leer elQuijote en pantalla no es lo mismo que leerlo en papel, los neurocientíficos demuestran que, aunque el texto de Cervantes ​sea el mismo, la concentración del lector es muy diferente, en la pantalla hay más distracciones y una menor comprensión del texto que en papel.

-¿Qué propone para este curso?

-Que las clases se prolonguen, presencialmente, en los meses de verano.

-Estos días podemos ver a nuestros amigos por internet.

-Las redes sociales no aumentan las relaciones humanas, las banalizan. Muchos estudiantes creen que la amistad es un click. Un perfil en facebook te da 1.500 amigos, eso banaliza el término amistad. Si se privilegia la relación humana virtual ante la directa se crea una nueva y terrible forma de soledad, la gente que pasa las horas en su casa, solos, creyendo que tienen muchas relaciones. No tienen nada.

-Un mensaje final…

-La última página de La peste de Camus. El médico protagonista se pregunta qué hemos aprendido en estos momentos de peste. La respuesta, precisa, es: “Esto es lo que se aprende en medio de las plagas, que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio”.

Fuente:

https://www.clarin.com/cultura/filosofar-coronavirus-clases-deben-prolongarse-verano-dice-nuccio-ordine_0_9EDDIhGD.html

El Virus

El valor de lo simple

Hygge, la filosofía danesa que propone el disfrute de estar en casa

En tiempos de aislamiento por coronavirus, vuelve a tomar auge la tendencia que revaloriza lo hogareño.

Un rico café en el sillón más cómodo, una cena con unos pocos amigos, un libro pendiente, retomar una actividad manual, disfrutar de un buen vino o simplemente no hacer nada.

A esto remite la filosofía hygge, un término danés, difícil de traducir y que suele estar asociado con la idea de bienestar y confort y también del goce de la cosas simples, entre ellas, el hogar. Algo que en estos tiempos de aislamiento preventivoactividades suspendidas y home office, como medidas frente al coronavirus, tiene una nueva dimensión. 

“En Dinamarca tenemos inviernos fríos y largos. Esto influye en el desarrollo de este concepto. Pero el hygge no sólo está relacionado con el invierno. Implica poner mucha atención en el relax y sentirse en casa tanto como sea posible, olvidándose de las preocupaciones”, explicó Susanne Nilsson, profesora de danés en Londres, en una nota para la BBC.

Menos pantallas y más juegos de mesa, para tiempos de aislamiento por coronavirus (AP).

Menos pantallas y más juegos de mesa, para tiempos de aislamiento por coronavirus (AP).

Cuarentena por Coronavirus: mascarillas de belleza para un spa improvisado

“Ahora, en muchos países, por una prevención de salud, necesitamos resguardarnos y quedarnos en nuestros hogares. Justamente la casa es nuestro refugio, el espacio adonde siempre llegamos y muchas veces la usamos de paso, no le damos valor o entidad. Habitar los espacios, cada rincón, es muy beneficioso para el bienestar, sobre todo en estos tiempos”, explica la doctora y psicoterapeuta Gabriela Paz, especializada en medicina natural, aromaterapia y ayurveda.

Hacer de la casa nuestro refuguio, una de las premisas de la filosofía Hygge (Digs Decor).

Hacer de la casa nuestro refuguio, una de las premisas de la filosofía Hygge (Digs Decor).

Cinco hábitos para una vida hygge

¿Cómo implementar estos conceptos? Pequeños ajustes en la vida diaria pueden hacer una gran diferencia.

Restricción a Netflix

Una maratón de series o de películas pendientes es una gran tentación. Aunque también puede generar abulia y un poco de hastío. Entonces, mejor dosificar y buscar tiempos offline.

Disfrutar de una copa de vino, en versión slow.

Disfrutar de una copa de vino, en versión slow.

Fijar horarios de home office

El trabajo remoto también tiene su contracara. Uno de ellos es olvidarse del reloj, no sacarse el pijama en todo el día, extender la jornada sin límites o ni siquiera hacer un corte para el almuerzo.

Proponer actividades sin pantalla

Esto es válido para chicos y grandes. Disponerse a cocinar algo especial y casero, a hacer una actividad creativa o manual, leer o plantear un juego de mesa darán efectos positivos para el bienestar.

La filosofía "Hygge" propone el disfrute en nuestros hogares (Shutterstock).

La filosofía «Hygge» propone el disfrute en nuestros hogares (Shutterstock).

Hacer pequeñas reuniones

 Salvo en casos de necesidad de aislamiento o indicación médica, no habría motivos para no reunirse y disfrutar entre algunos amigos u otros integrantes de la familia.

“Se trata de interrumpir o dosificar los estímulos externos, para conectarnos con nuestro ser y redescubrir los vínculos cercanos”, completa Paz.

Fuente:

https://www.clarin.com/internacional/hygge-filosofia-danesa-propone-disfrute-casa_0_I-oo8uYI.html

Super Mario Bunge

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Juan Carlos Ortega

El filósofo ayudó a que los seres humanos pensáramos las cosas bien pensadas antes de darlas por supuestas

Esta semana ha fallecido Mario Bunge, el filósofo de la ciencia argentino. Hay personas, como él, que pasan por la vida y se nota. La mayoría de nosotros nos iremos de aquí sin haber ayudado nada a los demás, pero él lo hizo, y probablemente sin que fuera del todo consciente.

Podría suponerse que un filósofo de la ciencia, un epistemólogo, no es alguien que ejerza una labor de ayuda al prójimo, pero eso no es cierto en absoluto, o al menos no lo fue en el caso de Mario Bunge. Él ayudó, y además durante mucho tiempo, a que los seres humanos pensáramos las cosas bien pensadas antes de darlas por supuestas. 

Su lucha contra el pensamiento irracional, sus colaboraciones con colectivos escépticos, a los que ayudaba de forma desinteresada, supusieron durante décadas toneladas de oxígeno para los que, casi en solitario, intentaban derribar a los gigantes del embuste en la ciencia y en la vida.

Él nos enseñó que ser riguroso en la ciencia no debe quedarse solamente ahí, que ese rigor, ese método, debe aplicarse a todo.

La mayoría de los científicos y de los filósofos (él era las dos cosas) apuestan y defienden la racionalidad en sus áreas, pero luego, en las cosas de la vida, parece que la cosa se relaja.

Mario Bunge insistió en que el método que la ciencia ha ideado para observar y comprender el mundo es el mismo que todos nosotros, en nuestros asuntos, podemos utilizar para dirimir que es verdadero y que es falso.

Gracias a sus enseñanzas, todos nos convertimos un poco en científicos. El método riguroso y serio de la ciencia no es solo patrimonio de los especialistas, sino de todo el mundo, o al menos así debería ser. Eso es en lo que él insistía desde que empezó a escribir hasta esta misma semana en la que nos ha dejado.

La primera vez que oí su nombre, recuerdo que no sabía cómo se pronunciaba. Esa ‘g’ en su apellido podía decirse de varias formas y yo ignoraba cuál era la correcta. Vi ese nombre en la portada de un libro gordísimo donde se hablaba de epistemología en una época en la que yo no sabía del todo qué significaba esa palabra.

Me sonaba como a medicina. Luego, poco a poco, y gracias a él, supe que era la rama de la filosofía que aborda el tema del conocimiento, de hasta qué punto podemos saber, y de cuales son sus límites.

Luego volví a escuchar su nombre en boca de amigos míos pertenecientes a un colectivo de escépticos. Me hablaron de él y volví a sus libros con cariño.

Lo que aprendí de él no lo apliqué a la ciencia, porque, por desgracia, no soy científico, pero sí a la vida. Cómo él pretendía, empecé a usar el método de esos señores tan serios en los asuntos cotidianos, y supe que funcionaba tan bien en la vida como en el universo.

Por eso, para mí, Mario Bunge será, para siempre, el auténtico Súper Mario.

Fuente:

https://www.elperiodico.com/es/opinion/20200229/super-mario-bunge-por-juan-carlos-ortega-7866836

Más filosofía y menos tecnología

Lecciones de vida de pensadores de todos los tiempos en la era de la distracción

Las ideas de los grandes filósofos son de gran ayuda para lidiar mejor con nuestro día a día

Más filosofía y menos tecnología: lecciones de vida de pensadores de todos los tiempos en la era de la distracción
La filosofía puede ayudarnos a pensar en nuestros objetivos vitales pero también a gestionar mejor la vida cotidiana (dusanpetkovic / Getty Images/iStockphoto)

ROCÍO CARMONA

¿Qué le pides a la vida? Según tu momento vital puede que respondas: tener una pareja cariñosa, acabar de pagar la hipoteca, conseguir un alquiler razonable –si es que tal cosa existe–, encontrar un trabajo interesante y que permita pagar el supuesto alquiler razonable o la mencionada hipoteca…

Pero todas estas respuestas, como advierte William B. Irvine, autor del magnífico ensayo divulgativo El arte de la buena vida (Paidós), se limitan a enumerar algunas de las cosas que queremos en la vida. La pregunta importante, no obstante, va mucho más allá. De todo lo que buscamos en nuestra existencia, ¿qué es lo más valioso?

La celeridad  y las distracciones de la sociedad tecnológica dificultan pararse a pensar en nuestros propósitos
La celeridad y las distracciones de la sociedad tecnológica dificultan pararse a pensar en nuestros propósitos (Tzido / Getty Images/iStockphoto)

Explica Irvine que a muchas personas les cuesta enumerar su objetivo. Saben lo que quieren a cada instante, incluso hacen planes anuales o por décadas, pero no se han detenido nunca a considerar cuál es su gran propósito, si es que lo tienen. “Nuestra cultura no anima a la gente a pensar en estas cosas; de hecho, proporciona una interminable corriente de distracciones para que no tengan que hacerlo”, afirma en la introducción de su obra.

La tecnología, ese ente amorfo que envuelve nuestra existencia y acerca del que pocas veces nos detenemos a reflexionar, es una de dichas distracciones, por no llamarla “la gran distracción”. Según un informe de 2019 de la plataforma Hootsuite y la agencia We Are Social, los españoles pasamos una media de 5 horas y 18 minutos al día conectados a internet a través de cualquier dispositivo. Que estamos enganchados y distraídos es un hecho. ¿Cómo encontrar tiempo en estas circunstancias para pararse a pensar? Y antes que nada, ¿por qué es tan importante hacerlo?

¿Por qué pararse a pensar?

La respuesta más evidente es que sin un objetivo, sin una filosofía de vida, corremos el riesgo de malvivir. Según William B. Irvine, el peligro consiste en que “a pesar de toda tu actividad, a pesar de todas las agradables diversiones de las que has podido disfrutar, acabes viviendo una mala vida. En otras palabras, existe el peligro de que en tu lecho de muerte eches la vista atrás y descubras que has desperdiciado tu vida. En lugar de perseguir algo verdaderamente valioso, la has desaprovechado al dejar que te distraigan las baratijas de la vida”.

Para el autor, del mismo modo que cuando necesitamos ayuda con nuestras finanzas para dejar de desperdiciar el dinero recurrimos a un asesor, cuando lo que pretendemos es dejar de distraernos y de desperdiciar nuestra existencia podríamos buscar también a un experto que nos guíe: un filósofo. ¿Necesitamos, pues, más filosofía y menos tecnología para empezar a vivir una vida más plena y con sentido?

Si para aclarar nuestras finanzas pedimos ayuda a un asesor, para aclarar ideas es útil recurrir a un filósofo que nos guíe.
Si para aclarar nuestras finanzas pedimos ayuda a un asesor, para aclarar ideas es útil recurrir a un filósofo que nos guíe. (juanestey / Getty Images)

En opinión de Miquel Seguró Mendlewicz, filósofo, profesor de los estudios de Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autor de La vida también se piensa (Herder), “probablemente vivimos en un entorno en el que se asume que la tecnología es neutra. Es decir, que no hay ninguna idea o concepción del mundo detrás de ella. Y esto me parece muy discutible. No porque tenga ninguna consideración sospechosa en relación a la tecnología, sino porque todo lo que hacemos parte de unas creencias y unas finalidades a las que se pretende llegar. Dicho esto, en lo que la filosofía puede ayudar es, precisamente, a iluminar y a entender qué elementos ideológicos y de concepción del mundo hay detrás de los anhelos, los usos y las perspectivas alrededor de la tecnología. Teniendo en cuenta, además, que es necesario apreciar el impacto que ocasiona en conceptos como la identidad personal, la comunicación, la intimidad o la idea del espacio público”.

¿De qué te sirve la filosofía?

Nerea Blanco, que se define como filosofer y es filósofa y divulgadora de la web Filosofers.com, afirma que la misión de la filosofía es cuestionarlo todo: “En un mundo en el que cada vez se nos llena más y más de información, la filosofía nos ayuda a encontrar qué preguntas son las más relevantes, cuáles son mentira, o cuáles son innecesarias. Es cierto que hay una aceleración a la hora de hacer las cosas (parece que todo es para ayer) y eso provoca que vayamos como proponen los Javis: lo hacemos y ya vemos. Y como no es cuestión de ir tan a lo loco, por no acabar como el planeta, agotados y exhaustos al acabar cada jornada laboral, es interesante ver cómo afrontamos el día a día. Nos hablan mucho del mindfulness, pero yo propongo que leer es otro interesante ejercicio. Leer con el teléfono apagado o muy lejos. La filosofía también tiene mucho que aportar aquí”.

“Pensar, pensamos a todas horas. Yendo hacia el trabajo, volviendo del supermercado, haciendo deporte o en las noches de insomnio”, explica por su parte Miquel Seguró. “Lo que quizá nos faltan son espacios, no forzosamente físicos –aunque también–, donde poder desarrollar preguntas que exigen tiempo para poder ser contestadas. La velocidad, o mejor dicho, la aceleración de nuestro tiempo imposibilita no solo la experiencia de la pregunta en toda su expansión, sino sobre todo la calidad de la misma”.

“Pensar, pensamos a todas horas; lo que nos faltan son espacios para desarrollar preguntas que exigen tiempo para poder ser contestadas”

MIQUEL SEGURÓ Filósofo, profesor en la UOC

No hablamos aquí de las grandes preguntas, sino de aquellas relacionadas con la vida concreta, con el día a día que experimentamos en este mundo. Con lidiar con esa ansiedad difusa que quizá nos ataca al meternos en la cama después de un largo día de ir de aquí para allá.

Entonces, volviendo al ejemplo del asesor financiero, ¿por qué no recurrimos entonces más a menudo a los filósofos en esa búsqueda de sentido de lo cotidiano? Irvine explica muy bien en su libro que lo habitual es que en las facultades de Filosofía hallemos filósofos especializados en metafísica, lógica, política, ciencia, religión, ética, filosofía del deporte, del feminismo… Pero es poco probable que hallemos lo que él llama “filósofos de la vida”. Para encontrarlos, según este autor, deberíamos remontarnos a las enseñanzas de los filósofos griegos y romanos, pues ellos pensaban que las filosofías de la vida merecían no solo ser contempladas, sino que la razón de ser de la filosofía no era otra que desarrollarlas.

Recetas de filósofos para el día a día

Irvine, concretamente, hace un repaso, actualizado, de las enseñanzas y valores que podemos extraer de la filosofía estoica, como por ejemplo, prepararse siempre para lo peorno tomarse demasiado en serio lo bueno o lo malo que nos sucede, puesto que ambas cosas son circunstancias externas que escapan de nuestro control, o aprender a navegar con aquello que trae la vida en cada momento.

“Hay muchas ideas flotando entre todos los pensadores de la historia que siguen vigentes a día de hoy”, corrobora Nerea Blanco. “Tan sencillo porque… ¡todos somos humanos y tenemos emociones similares ante situaciones parecidas! Todos hemos intentado encontrar respuestas para dotar se sentido a nuestros días, y ellos lo hicieron tiempo atrás y nos dejan pistas para que sepamos cómo sobrellevar los nuestros. Yo en las redes cuento cada vez que me visitan “mis amigos muertos” (los filósofos)”, dice.

Las ideas de Aristóteles, como las de otros grandes pensadores, siguen vigentes a día de hoy
Las ideas de Aristóteles, como las de otros grandes pensadores, siguen vigentes a día de hoy (thelefty / Getty Images/iStockphoto)

De los estoicos podemos aprender a prepararnos para lo peor, a no tomar demasiado en serio ni lo bueno ni lo malo, a navegar con lo que trae la vida

Y explica que los considera buenos consejeros “aunque no pueda escribirles por whatsapp para contarles mis dramas, porque puedo ir a sus libros y ver qué lecciones puedo sacar”. Y desgrana un buen puñado de ejemplos.

Nietzsche, cuando estoy de bajón, me susurra siempre que no me rinda y que la vida tiene mucho que ofrecer. Y es el que me dice: ¡vive y disfruta! Que la vida hay que exprimirla. Su idea del eterno retorno me dice: piensa en si esto que haces te gustaría hacerlo eternamente. Si es así, es que estás disfrutanto, ¡sigue! ¡Haz de tu vida una obra de arte!”

“Cuando estoy de bajón, Nietzsche me susurra que no me rinda, que la vida tiene mucho que ofrecer y hay que exprimirla”

NEREA BLANCO Filósofa, divulgadora Filosofers.com

Y continúa: “Aristóteles, por ejemplo, me viene en momentos en los que tengo que ser más prudente y me dice: cuidado con los excesosZambrano me recuerda que soy persona, que soy ciudadana, amante de las letras y de la soledad, pero que no puedo dejar de lado que vivo en sociedad y que es bonito tratar de lograr un mundo más justo. Marx me sirve para pensar en lo que el trabajo significa y no odiar el despertador cada mañanaBeauvoir, para luchar por una mejora de la situación de las mujeres (y en consecuencia del mundo en general). Camus, para cuándo estás en el atasco de que nada parece tener sentido. En plena crisis existencial. Te da aliento”.

“Y cuando sientes que nada permanece y te agobia no poder controlarlo”, concluye Blanco, “hay que pensar en Heráclito y en su río; que total, agua siempre va a haber, aunque no sea siempre la misma: vida vamos a tener aunque esta no pare de cambiar”.

“Aristóteles ayuda a ser más prudente, Zambrano nos insta a lograr un mundo más justo, Marx sirve para no odiar el despertador…”

Fuente:

https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20190914/464187388849/filosofia-tecnologia-lecciones-pensadores-vivir-mejor.html

Un Sócrates enamorado

Cuando Sócrates se enamoró: Aspasia, la brillante mujer que el machismo redujo a «puta»

Aspasia de Mileto.

En ‘Sócrates enamorado’, el profesor Armand D’Angour arroja luz sobre la pasión del filósofo por Aspasia, una intelectual experta en amor y retórica. 

Lorena G. Maldonado @lorenagm7

Aspasia era una mujer brillante, genuina, bella, misteriosa, distante: una hembra dinámica e intelectual, una auténtica rara avis allá en sus fueros atenienses, una joven escurridiza y admirada por los maestros de la época que, sin embargo, ha pasado a la historia como una mera prostituta, cómo no, por la misoginia de los autores, aunque no existen datos que puedan atestiguar que fuese concubina. Así lo cuenta el profesor de Estudios Clásicos en Oxford Armand D’Angour, que acaba de publicar Sócrates enamorado (Ariel), un libro que arroja luz en los puntos ciegos de la vida, el pensamiento y la trayectoria emocional del filósofo. El pobre no pudo hacer frente a una mujer como ella, a la que conoció alrededor del 450 a. C., y por quien siempre vivió boquiabierto.

Los expertos la tildan como una de las mujeres más controvertidas y extraordinarias de toda la Antigüedad clásica. Aspasia, hija de Axíoco, tenía sólo 20 años cuando fue en barco hasta Atenas con su hermana y su cuñado, Alcibíades El Viejo. Éste último había sido desterrado de la ciudad de Mileto -que era un centro de comercio bullicioso situado al otro lado del Egeo- por reyertas políticas. Aunque muchos de los investigadores estimaron que Aspasia viajó con su hermana y su cuñado para apañar en Atenas un matrimonio de prestigio con un aristócrata ateniense, lo cierto es que la tesis no tiene mucho sentido, porque sólo un año antes, en el 451 a. C., Pericles había introducido una ley de ciudadanía que impedía que los hijos de mujeres no atenienses se convirtieran en ciudadanos atenienses.

Es decir, esta ley servía para disuadir a los hombres atenienses de clase alta de que se casaran por conveniencia con mujeres no atenienses: la idea es que este cambio mejorase el estatus de las madres nacidas en Atenas y ser “ateniense” se revalorizase. En cualquier caso, Aspasia era toda una joya de joven y no necesitaba un hombre para nada. Sus padres la habían educado en una mentalidad progresista, abierta, y además su formación era bastante ambiciosa. Era persuasiva, hermosa, experta en el amor y en la retórica: con todo ese arsenal sedujo al mismísimo Pericles, que le doblaba la edad y ya tenía dos hijos de otro matrimonio, pero quien se había divorciado hacía diez años.

Su amor con Pericles

A él se unió aproximadamente en el año 445 a. C., dejando a Sócrates con cara de póker. Hay autores que cuentan que Pericles estaba tan enamorado de Aspasia que “durante todo el tiempo que duró su relación, no dejó pasar un solo día sin darle un beso por la mañana y otro por la noche”. Aspasia fue la esposa de Sócrates de facto, aunque no de nombre -Pericles, como es lógico, no podía saltarse su propia ley sobre la condición de ciudadano ateniense-, pero esta circunstancia la minusvaloró a los ojos de la sociedad. Los poetas satíricos se burlaron de esta unión y llamaba a Aspasia “puta”, y a su hijo, el niño Pericles, “bastardo”.

Ahí poetas como Cratino o Hermipo, que soltaban en sus textos bilis y resentimientos contra una mujer tan poderosa como Aspasia; o los biógrafos, que la tildaron de “concubina con ojos de perro”. Plutarco, por su parte, la comparó con Targelia, una cortesana jónica que seducía a hombres poderosos y ejercía su influencia sobre ellos. Lo más bonito que le dijeron fue “hetaria”: una hetaria era una cortesana de alto nivel, bastante más respetable; una mujer que procedía de una familia no ateniense y que se dedicaba al entretenimiento. Las heterias eran jóvenes de exigente nivel educativo e independientes en lo económico que, por supuesto, proporcionaban favores sexuales a cambio de dinero y que ofrecían diversiones refinadas en los banquetes más selectos. Chicas de compañía.

Algunas eran tan poderosas que podían ser consideradas auténticas empresarias, porque eran dueñas de su propio burdel. Sin embargo, ningún dato ni ningún escrito antiguo nos permite suponer hoy que Aspaia era una hetaira. El profesor D’Angour lo deja claro: todo esto pinta a calumnia misógina. Lo cierto es que Pericles amó con locura a Aspasia y que la honró “sobre todas las mujeres” hasta que él murió a causa de la peste en el año 429 a. C.

La mujer que todo lo sabía

Aspasia, no se lo pierdan, aparece en El banquete de Platón bajo el nombre ficticio de Diotima, que significa “honrada por Zeus”: ahí es cuando Sócrates dijo que ella le había enseñado “todo lo que sabía del amor”, parece ser que en calidad de terapeuta sexual y de pareja -la mayoría de sus discursos versaban sobre el amor-. El filósofo reconoce que Aspasia también le había instruido en cuanto a componer discursos fúnebres se refería, concediéndole total solvencia intelectual, y al nombrarla así es capaz de asumir ciertos vínculos con una mujer que no era su esposa ni pariente suya. En un párrafo de Jenofonte, cuando preguntan a Sócrates cómo puede instruirse a una mujer, él responde: “Te presentaré a Aspasia, porque ella sabe mucho más que yo del asunto. Ella te lo explicará todo”. En esa época no era normal valorar así la elocuencia de una mujer.

Tras la muerte de Pericles -por cierto, otro gran orador al que ella preparó-, Aspasia pasó a ser la pareja del político ateniense Lisicles, con el que tuvo un hijo. Nunca volvió con Sócrates, quien pasó a idealizarla toda su vida y a recordar siempre la “inextinguible pasión” que sentía por ella, registrado tal cual en un poema de Hermesianax en el siglo III a. C. El autor cree que no llegó a consumarse este amor y que la relación debió verse obstaculizada por “la preocupación del propio Sócrates por las voces interiores, su tendencia a la catalepsia y su inclinación a seguir un camino en la vida”. No dejó espacio para un torrente como Aspasia de Mileto.

Fuente:

https://www.elespanol.com/cultura/20200122/socrates-enamoro-aspasia-brillante-mujer-machismo-redujo/461454943_0.html

El cerdo de Epicuro

El cerdo de Epicuro… y otros animales filosóficos

Por Filosofía&Co -10 febrero, 2020   

En este libro, los perros nos llevarán a conocer anécdotas de la vida de Diógenes o Antístenes, de la misma manera que la paloma nos llevará a Kant o el mochuelo nos enseñará cómo se las gastaba Gottfried Hegel.

Boreal Libros nos trae Los animales de los filósofos, curioso título que trata de enseñarnos filosofía a través de los animales más representativos de los diferentes movimientos filosóficos, así como de sus pensadores más célebres.

Por Jaime Fernández-Blanco Inclán

Una imagen vale más que mil palabras. En ocasiones, es más sencillo explicar un fenómeno o una idea mediante una analogía, es decir, sin hacerlo directamente. De tal manera que ese concepto quede en nuestra mente fijado de la mejor manera posible. Y algo parecido a eso es lo que ha hecho Jesús Mollà Castells en Los animales de los filósofos: usar a los animales como excusa para contarnos sus propias opiniones personales acerca de la filosofía y sus aplicaciones.

Los animales de los filósofos, de Jesús Mollà Castells (Libros Boreal).
Los animales de los filósofos, de Jesús Mollà Castells (Boreal Libros).

Tal como explica Mollà, la idea le vino a la cabeza ejerciendo su labor como docente. Como profesor, es necesario hacer que la materia —ya se llame filosofía, lengua o matemáticas— sea accesible y atractiva, por lo que se hace imprescindible una buena comunicación que logre que el alumno no se desenganche completamente del tema a los pocos minutos.

Qué cuenta

En ese sentido, los animales son un recurso como otro cualquiera, puesto que despiertan en el público un buen número de emociones —desde el miedo hasta la ternura— que facilitan captar la atención de quien nos lee. De esta manera, el autor buscó aquellos animales que pueden relacionarse, directa o indirectamente, con el pensamiento de estos filósofos para, a partir de ellos, desarrollar sus teorías. Los animales no son más que la coartada, el condimento con el que atraer al lector hacia lo que el autor nos quiere contar, que, como no podía ser de otra forma, es filosofía. Así, los perros nos llevarán a conocer los principios de la filosofía cínica y las anécdotas de la vida de Diógenes o Antístenes, de la misma manera que la paloma nos llevará a Kant o el mochuelo nos enseñará cómo se las gastaba Gottfried Hegel.

A partir de ahí, la libertad es absoluta. Podemos leer todo el libro seguido o en el orden que nos dé la gana. Quizá solo queramos conocer las bases del pensamiento de tal o cual filósofo, o lo mismo nos pica la curiosidad la relación que se establece entre un animal y una corriente filosófica. Tanto da. El libro no está escrito para formar un todo, sino que consta de diferentes piezas que el lector puede abordar como lo crea conveniente. En el mejor de los casos sus páginas lo dejarán con ganas de más y se animará a buscar otros libros acerca de ese tema para seguir aprendiendo y, en el peor, simplemente habrá perdido unos pocos minutos de su tiempo.

El autor ha buscado aquellos animales que pueden relacionarse directa o indirectamente con el pensamiento de estos filósofos para, a partir de ellos, desarrollar sus teorías

Como señala Mollà, cuando un animal aparece en un libro de filosofía, puede hacerlo por una de las siguientes razones:

  1. Como aliado del autor. Es decir, como un elemento que usar de manera metafórica para que el escritor de turno pueda ilustrar de manera adecuada una tesis o un personaje (por ejemplo, la tortuga de Zenón o el lobo de Thomas Hobbes).
  2. Como un insulto. El cerdo, el perro, la serpiente, etc. Otra manera metafórica de describir al personaje en cuestión, normalmente exagerando alguna de sus características menos agradables.
  3. Como objeto de reflexión. Para explicar así las diferencias que poseen los seres humanos frente al resto de animales, concretamente aquellos que hacen gala de ese comportamiento o cualidad que quiere destacarse.
  4. Como un simple apodo.

Estas categorías no son compartimentos estancos. Un mismo filósofo o una misma rama de pensamiento puede aparecer en distintas categorías, de la misma manera que un mismo animal puede aparecer en otras. De hecho, ese solapamiento es lo más natural, de ahí que en el libro podamos observar que se da tal circunstancia en algunos casos, si bien en otros los conceptos aparecen de manera más aislada.

Por qué hay que leerlo

Pese a habernos desarrollado más que cualquier otro animal, el homo sapiens sigue siendo, a un nivel evolutivo y biológico, el mismo que era hace miles de años. Un ser que tiene conciencia de sí mismo y una certeza clara: la de que antes o después morirá. Con esa salvedad, lo cierto es que seguimos siendo muy parecidos al resto de los animales (incluso más de lo que nos gustaría reconocer).

El fin de todos estos animales es ayudarnos a conocer al que más nos preocupa y que más interés despierta en todo el planeta Tierra: nosotros, los seres humanos

Analizar esos entresijos de nuestra especie es el fin de todos estos «animales», ayudarnos a conocer mejor al que más nos preocupa y que más interés despierta de uno a otro lado del planeta Tierra: nosotros, los seres humanos.

Ese y no otro es, a fin de cuentas, el objetivo último de la filosofía: pensar al ser humano. En ese sentido, el filósofo es aquel que se piensa a sí mismo. De la misma manera que lo hacen otras ciencias, bien es cierto, pero sin la suerte de aquellas de tener modelos, metodologías y protocolos bien definidos con los que lograr resultados válidos e irrefutables. Los filósofos, por suerte o por desgracia, lo tienen todo mucho más complicado y la prueba está en que hoy todavía ponemos en duda muchas de las teorías que lanzaron nuestros predecesores. Los médicos conocen a estas alturas buena parte de nuestros órganos (sus funciones, la manera de curarlos, etc.). La filosofía, en cambio, sigue todavía casi en pañales, intentando responder a las mismas preguntas de siempre y sin parecer acercarse mucho más a la verdad: ¿quiénes somos? ¿Cómo podemos conocer la realidad? ¿Soy libre? ¿Existe Dios?

El libro no es, en cualquier caso, un tratado con el que transformar la mente y el alma del lector con sus posturas rompedoras, sino un mero divertimento con el que acercar la filosofía al común de los mortales. Teniendo esto en cuenta, aquellos que estén buscando un exhaustivo trabajo bibliográfico o un manual de historia de filosofía objetiva, deberían abstenerse, mientras que los que se estén acercando a ella de primeras quizá disfruten más del título de Mollà.

Fuente:

https://www.filco.es/cerdo-de-epicuro-y-otros-animales-filosoficos/

El hombre-masa de Ortega, el visionario

El hombre-masa de Ortega, el visionario

Por Filosofía&Co -18 octubre, 2019   

Ortega vislumbró antes que nadie los peligros totalitarios que se cernían sobre el mundo y los reflejó en sus críticas a la sociedad de masas.
Ortega vislumbró antes que nadie los peligros totalitarios que se cernían sobre el mundo y los reflejó en sus críticas a la sociedad de masas.

La rebelión de las masas es una de las obras más conocidas de Ortega y Gasset. Con el objetivo de explicar la sociedad que le toca vivir, el filósofo español desarrolla en ella una de las ideas claves de su pensamiento: el hombre-masa. Hoy es aniversario de su muerte, el 18 de octubre de 1955.

Por Candela Touza-Vidal

La rebelión de las masas es uno de esos libros cuyo título puede llevar a equívoco. El ensayo filosófico de Ortega y Gasset no habla del levantamiento popular o de la revolución como la conocemos, sino que define y explica la aparición del hombre-masa y los Estados que este crea. Pero ¿quién es este hombre? ¿Qué tipo de realidad elabora a su alrededor? ¿Por qué es relevante hoy día?

La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset (Alianza).
La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset (Alianza).

Con esta obra maestra del pensamiento occidental, publicada en 1930 y traducida inmediatamente a varios idiomas, Ortega y Gasset vuelve a estar, hoy más que nunca, de rabiosa actualidad. Con ella se sitúa a la altura de visionarios como Huxley y Orwell, y predice una situación que se ha acentuado en lo que llevamos de este siglo XXI.

Sin cobardía, el pensador expone lo que opina de su tiempo, de la época que le ha tocado vivir, desde su punto de vista, una realidad vacía, llena de apariencias pero sin profundidad, sin objetivos, protagonizada por el hombre-masa.

¿Quién teme al hombre-masa?

El concepto de hombre-masa es una de las contribuciones más relevantes de Ortega y Gasset a la historia de la filosofía occidental. Este es el hombre de su tiempo, el conformista al que la vida le parece fácil, que se siente en control de la realidad que le rodea y que no se somete o siente sometido a nada ni a nadie. Es un individuo egoísta y mimado, un ser cuya máxima preocupación es él mismo. Este también es el hombre del siglo XXI, preocupado por las tendencias y las apariencias, poco profundo.

«El hombre-masa (…) sintiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él»

El filósofo español centra parte de su argumento en la imposición de la masa sobre el total de la sociedad, ya que esta masa alocada no ve más allá de sí misma, no respeta, no sigue. La masa se impone. Los que tradicionalmente se consideraban lujos reservados a unos pocos, se convierten ahora en los placeres a los que todos tienen acceso. La masa ya no va detrás, ahora se coloca en cabeza: «El ejército humano se compone ya de capitanes». El hombre del presente se ve a sí mismo más merecedor, que su «vida es más vida que todas las antiguas (…) que el pasado íntegro se le ha quedado chico a la humanidad actual».

El hombre-masa es autosuficiente. «Por lo menos en la historia europea hasta la fecha, nunca el vulgo había creído tener ‘ideas’ sobre las cosas. Tenía creencias, tradiciones, experiencias, proverbios (…) Nunca se le ocurrió oponer a las ideas del político otras suyas; ni siquiera juzgar las ‘ideas’ (…) Hoy, en cambio, el hombre medio tiene las ideas más taxativas sobre cuanto acontece y debe acontecer en el universo. Por eso ha perdido el uso de la audición. ¿Para qué oír si ya tiene dentro cuanto le hace falta?». La rebelión de las masas es un ensayo sobre el triunfo de la vulgaridad a manos de este hombre-masa que la hace constar, la sitúa por encima de todo. Es casi como si no respondiese a razones; posee todos los poderes. Él se lo guisa y él se lo come.

El «especialista», un sabio-ignorante

Por otra parte, con mucho sentido del humor y cierto grado de preocupación, Ortega se aventura a definir otro tipo de ejemplar propio de su tiempo y que se extiende hasta el presente: el especialista. Al explicar cómo es este individuo, el autor se encuentra con que, en el pasado, era sencillo y fácil agrupar a los hombres. Existían dos grupos: sabios e ignorantes, y dentro de cada uno, varios grados. El especialista, que a principios de siglo llegó a su «más frenética exageración», es un hombre que «no es un sabio, porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es un hombre de ciencia y conoce muy bien su porciúncula (pequeña porción de tierra) de universo. Habremos de decir que es un sabio-ignorante» ya que, dependiendo del tema en cuestión, se comportará de una u otra manera.

Hoy día podría decirse que la situación se ha acentuado y generalizado hasta tal punto que todo el mundo, cualquier individuo, opina. O mejor dicho, impone su opinión sobre cualquier materia. El hombre-masa es especialista en todo y más que nunca se siente en posesión de la verdad, su verdad, y trata de imponerla.

Ortega, su circunstancia y el pensamiento del siglo XX

«Yo soy yo y mi circunstancia» es la cita más conocida e interpretada del filósofo. Recogida en su perspectivista obra Meditaciones del Quijote (1914), estas seis palabras resumen la postura del autor en lo referente a la existencia del individuo y cómo esta no puede separarse de la realidad, del mundo que le rodea. Es decir, la historia, su contemporaneidad, lo espiritual. De alguna forma define la interactuación del hombre con sus alrededores.

A lo largo del siglo XX, la filosofía muestra un creciente interés en el estudio del individuo como realidad social, como elemento componente del todo, de la masa. Los autores estudian y se centran más en la influencia de la sociedad (de las comunicaciones y el consumo) sobre el hombre.

La sociedad del espectáculo, de Guy Debord (Pre-textos).
La sociedad del espectáculo, de Guy Debord (Pre-textos).

En el clásico moderno La sociedad del espectáculo (1967), Guy Debord presenta la existencia del individuo tal y como lo expresa en el título: como un espectáculo. Una de las citas más reveladoras y concluyentes de este trabajo es esta: «la declinación de ser en tener y de tener en simplemente parecer». La vida social se ha reemplazado por una mera representación de sí misma. Este concepto de espectáculo se convirtió en uno de los pilares centrales del Movimiento Situacionista de los años sesenta.

Jean Baudrillard, en La sociedad de consumo, expone que este es una forma activa de «relacionarse no solo con los objetos, sino con la comunidad y con el mundo, un modo de actividad sistemática y de respuesta global en el cual se funda todo nuestro sistema cultural». De nuevo, un filósofo de primera línea se centra en los aspectos más sociológicos del pensamiento y expone que los medios de comunicación de masas saturan la realidad que nos rodea. «Los perjuicios culturales, debidos a los efectos técnicos y culturales de la racionalización y de la producción de masas son, rigurosamente incalculables».

Dialéctica de la Ilustración, de T. Adorno y M. Horkheimer (Trotta).
Dialéctica de la Ilustración, de T. Adorno y M. Horkheimer (Trotta).

Los pensadores alemanes de la Escuela de Frankfurt Theodor Adorno y Max Horkheimer, de alguna forma en línea con las predicciones de Ortega y Gasset, puntúan que «la industria de la cultura ha acomodado y estandarizado todo el arte. Debido a esto, ha ahogado la individualidad y destruido el pensamiento crítico» (Dialéctica de la Ilustración, 1944).

Si todo apunta a que nos hemos vaciado, a que el Estado, los medios de comunicación, la sociedad de masas han absorbido a la persona como entidad individual, ¿qué nos queda?

Una monótona repetición

La descontextualización de una obra de este calibre conlleva a falsas o incompletas interpretaciones de la misma. La rebelión de las masas fue escrita durante la aparición de los fascismos y comunismos, algo que el lector no debe ignorar y que el autor critica duramente: «Bolchevismo y fascismo, los dos intentos ‘nuevos’ de política que en Europa y sus aledaños se están haciendo, dos claros ejemplos de regresión sustancial».

¿Dónde está el error de acuerdo con el filósofo? ¿La regresión? ¿En qué se equivoca la masa que apoya, defiende, entiende estos regímenes? En el hecho de que se vuelven a cometer los mismas equivocaciones del pasado. El hombre-masa no ha aprendido, no ha escuchado lo que la historia tiene que contar y lanza revoluciones sociales, políticas y culturales que no triunfarán porque «no escucha», no aprende, por lo que tropezará en la misma piedra una y otra vez. «Con el pasado no se lucha cuerpo a cuerpo. El porvenir lo vence porque se lo traga. Al pasado, si se le echa, vuelve, vuelve irremediablemente».

En el capítulo titulado El mayor peligro, el Estado, el filósofo se encuentra frente a frente con una de esas paradojas que consigue desenmarañar con gran ingenio. La sociedad de masas crea el Estado para el servicio de sí misma. ¿Cómo es posible entonces, que el resultado sea el inverso y que la masa acabe estando al servicio del mismo? O en palabras del autor, «el andamio se hace propietario e inquilino de la casa». Con estas palabras entra de lleno en la explicación de cómo y por qué han aparecido los fascismos en Europa, en los que una sola persona se hace dueño o manipulador del órgano creado por todos (el Estado), abusa de él y lo pone a su servicio. A modo ilustrativo, el caso de Mussolini que, una vez en el poder solo tuvo que emplear la máquina del Estado de forma extrema. Las herramientas creadas por la democracia liberal ya estaban establecidas. Solo tenía que saber cómo utilizarlas.

«El hombre-masa no ha aprendido, no ha escuchado lo que la historia tiene que contar y lanza revoluciones sociales, políticas y culturales que no triunfarán porque este hombre que no escucha, que no aprende, tropezará en la misma piedra una y otra vez»

Visión aristocrática

A Ortega y Gasset se le ha criticado en ocasiones por su acercamiento a diversos temas desde un punto de vista que expresa cierta superioridad, un aire aristocrático, elitista. Como todos, es un comentario válido –sobre todo teniendo en cuenta la decadencia propia del cambio de siglo– pero que se contradice en parte con la idea de hombre liberal que se posee de él. Probablemente, como ocurre con muchos pensadores, lo hemos malentendido. Tal vez no.

Uno de los motivos por el que el lector puede llegar fácilmente a esta conclusión tras leer La rebelión de las masas es que Ortega y Gasset –como otros muchos hombres de su tiempo– considera que el arte, el pensamiento y la cultura en general deben ser responsabilidad de unos pocos y no de todos. Con esto no quiere decir que deba reservarse a unos pocos, sino que es la minoría que se ha renovado y se distancia de la masa la que debe abrir nuevos caminos en el arte, en el pensamiento, en la creatividad. La cultura en general existe para que todo el mundo la disfrute –y ahí es donde entra su lado más democrático–, pero no debe ser cualquiera quien la desarrolle y la cultive o se vulgarizará.

El pseudointelectual, el hombre-masa, no posee el conocimiento, el individualismo y el deseo de superación necesarios para desarrollar o elevar ni las artes, ni el pensamiento. Es un hombre satisfecho, apático, incluso conformista; no se marca metas, es como si ya hubiese llegado a donde tenía que llegar. «La famosa plenitud es, en realidad, una conclusión. Hay siglos que por no saber renovar sus deseos mueren de satisfacción». En otras palabras, renovarse o morir. Este es un síntoma del hombre-masa: todo está alcanzado, descubierto, inventado. Le falta ese ímpetu, esa hambre, ese querer saber más que el hombre de épocas pasadas. La pereza de la masa.

La rebelión de las masas es un viaje que no se detiene aquí, en el presente, sino que continúa y se adentra en el futuro. ¿Y por qué no? Como dijo Cervantes, «el camino es siempre mejor que la posada».

El ciberhombre-masa

El hombre-masa que presenta Ortega y Gasset está hoy día en todas partes. El desarrollo de las redes sociales y los ciberespacios personales conforman la plataforma perfecta para el lanzamiento, proyección y marketing personal de uno mismo en el mundo.

En un intento de individualización, el hombre y la mujer del siglo XXI recuerdan mucho a los individuos del cambio de siglo que el filosofo español tanto criticó. Buscan ser originales y no aceptan ninguna realidad superior a ellos. En las redes sociales, el individuo crea su propia imagen ideal… y falsa.

Estas plataformas se han convertido en puntos de encuentro sin contacto físico, lugares en los que ser visto. Equivalen a los bailes y las fiestas de otro tiempo. Ortega y Gasset lo define muy bien en una anécdota que recoge en La rebelión de las masas: «Yo no puedo sufrir un baile al que han sido invitadas menos de ochocientas personas», en otras palabras: el «ser es ser percibido», que diría George Berkeley.

Hoy, si el individuo no tiene presencia digital, no existe. Ortega critica la sociedad de las apariencias que le toca vivir, por poco profunda y vacía. Podría decirse que esa situación se extiende hasta el presente. En Internet, el individuo posee carta blanca para ser, aparentar lo que desee. Inventa, diseña y distribuye una imagen de sí mismo que en muchos casos poco tiene que ver con la realidad. Se reinventa, se vacía. Esto es sintomático de la sociedad de consumo. Ya lo dijo Jean Baudrillard: «estadísticamente, y siguiendo una curva creciente, cada individuo tiene menos trato cotidiano con sus semejantes que con la recepción y manipulación de bienes y de mensajes».

Ortega añade que a su tiempo le pasa como se decía del Regente durante la niñez de Luis XV: «Tenía todos los talentos, menos el talento para usar de ellos». En este siglo XXI no podemos evitar sentirnos el centro del universo, capaces de llevar a cabo misiones imposibles. En palabras del autor: «Vivimos en un tiempo que se siente fabulosamente capaz para realizar, pero no sabe qué realizar».

jóvenes filosofos

Jóvenes filósofos y humanistas

El simposio trata de fomentar el estudio de la filosofía y el pensamiento crítico entre los más jóvenes, a la vez que les da la oportunidad de expresar sus propias ideas. (Imagen: oradea-photographer.com)
El simposio trata de fomentar el estudio de la filosofía y el pensamiento crítico entre los más jóvenes, a la vez que les da la oportunidad de expresar sus propias ideas. (Imagen: oradea-photographer.com)

La filosofía no es solo cosa de adultos, de ahí la necesidad de dar oportunidad a los jóvenes y adolescentes para que expongan ellos también sus preocupaciones y temas de interés, expresando así su deseo de saber. Y esto es exactamente lo que el colectivo Mussol-Paideia 2.0 viene haciendo en su Simposio de Jóvenes Filósofos y Humanistas en la Comunidad Valenciana, que celebraba el pasado día 28 de marzo su cuarta edición.

Por el Colectivo Mussol-Paideia

El simposio de este año contó con la profesora Cristina Peris, directora del IES de Albal, que fue la encargada de conducir el acto y dar la palabra, en primer lugar, a Pascual Casany Muñoz, profesor universitario, inspector de Educación de la Generalitat Valenciana y miembro de la Junta de Gobierno del Centro Valencia-Mediterráneo UNESCO. Casany remarcó la importancia de la filosofía a nivel empresarial –como refleja el hecho de que, cada vez más, es uno de los aspectos más buscados en la selección de personal en Estados Unidos–, ya que existe la consideración de que estos estudios completan la formación de la persona, dándole un entendimiento y juicio de la realidad y los problemas más ajustados a la perspectiva de la humanidad. Ya no basta con ser arquitecto, ingeniero, abogado o médico, sino que hay que tener una formación más amplia con un sentido crítico que solo los estudios y lecturas de carácter filosófico pueden proporcionar. Casany animó a los asistentes a seguir en el esfuerzo y en la indagación que requiere el amor al saber (que es la definición de la filosofía), ese deseo siempre insatisfecho de alcanzar la sabiduría.

El evento se desarrolló en la localidad valenciana de Burjassot, con gran éxito de participación (magen: www.oadea-photographer.com)
El evento se desarrolló en la localidad valenciana de Burjassot, con gran éxito de participación. (Imagen: www.oradea-photographer.com)

A continuación tomó la palabra la concejala delegada de Educación del ayuntamiento de Burjassot –ciudad donde se realizó el simposio–, Olga Camps Contreras, quien quiso recordar el carácter formativo de la filosofía advirtiendo que no se valora suficientemente la importancia de esta materia a la hora de despertar el sentido crítico de la ciudadanía. Camps animó a los jóvenes asistentes a luchar por la filosofía, el pensamiento y la sociedad democrática.

Camps Contreras advirtió del riesgo de no valorar lo suficiente la filosofía, herramienta necesaria para despertar el sentido crítico

Y después llegaron las exposiciones de los ponentes. Adolescentes de 4º de la ESO, 1º y 2º de bachillerato que, por equipos, presentaron sus proyectos de reflexión filosófica: el neofascismo, la posverdad, el feminismo, el crecimiento personal, el pensamiento crítico, los animales reales y simbólicos de la filosofía, etc. Reflexiones de actualidad que fueron expuestas en multitud de formatos (discursos,performance, dramatización, exposiciones, etc.) y experiencias didácticas para el aprendizaje de la filosofía (desde la confección de un trivial filosófico, hasta la presentación al público), para terminar con una crítica de los libros filosóficos de lacolección de mangas de La Otra H.

La mañana terminó con tres talleres filosóficos –en los que el público participó con sus preguntas– en una colaboración entre los saberes de la filología clásica y la filosofía, contando, incluso, con una intensa y divertidísima sesión de Kahoot (plataforma que permite la creación de cuestionarios de evaluación y quizs), en la que los casi 200 asistentes, emulando al programa de televisión Pasapalabra, pudieron divertirse con la filosofía de fondo.

Tras esta mañana de exposiciones, los ponentes se dirigieron a la Casa de la Cultura de Burjassot para disfrutar del parque de la granja de Burjassot y reponer fuerzas al modo epicúreo: en un entorno muy agradable que daba pie a la conversación y la amistad entre los alumnos de los diferentes centros participantes.

Las reflexiones de los jóvenes fueron expuestas en multitud de formatos:  discursos, performances, dramatizaciones, exposiciones, etc) y a través de experiencias didácticas para el aprendizaje de la filosofía.
Las reflexiones de los jóvenes fueron expuestas en multitud de formatos: discursos, performances, dramatizaciones, exposiciones, etc., y a través de experiencias didácticas para el aprendizaje de la filosofía. (Imagen: oradea-photographer.com)

La sesión de la tarde corrió a cargo del mentalista Javier Botía, que sorprendió y estimuló al auditorio con su espectáculo, un verdadero reto para el pensamiento crítico de los asistentes. Punto y final perfecto para este encuentro/simposio, que se consolida como una gran fiesta de concordia y pensamiento sin otro fin que promover la filosofía dentro de la educación secundaria.

Instrucciones de uso del simposio

El objetivo del simposio es promover entre el joven alumnado el interés por la filosofía y las humanidades, así como dar relevancia al papel fundamental de estas asignaturas en la formación de la juventud. Además, por su carácter no competitivo, busca promover y fomentar los valores de colaboración, respeto, convivencia y solidaridad.

Está dirigido a y protagonizado por el alumnado de 4º de la ESO, 1º y 2º de bachillerato. Cada centro participante puede proponer el proyecto de reflexión que considere oportuno coordinado por el profesorado de Filosofía y, si se considera conveniente, con la colaboración del profesorado de otros departamentos
Se establecen dos Modalidades bajo las que participar:

Modalidad A: Presentación de un proyecto filosófico.

Modalidad B: Nuevas dinámicas para hacer Filosofía.

El proyecto de reflexión se puede exponer en grupo de alumnos y alumnas, según lo requiera el formato que se haya elegido y la modalidad a la que ha optado, procurando que sea atractivo y ameno para los asistentes.

El tiempo máximo de exposición del proyecto depende de la modalidad: 15 minutos para la modalidad A y 30 minutos para la modalidad B, independientemente de su contenido y número de ponentes.

El tema es libre. El proyecto puede abarcar cualquier temática que se considere oportuna, relevante, atractiva y sobre la que se quiera llamar la atención. El formato de presentación también es libre. Puede adoptar la forma de disertación, presentación Pecha-Kucha (20 diapositivas y el ponente debe hablar 20 segundos en cada una), perfomance,fotografía, música, aforismos, vídeo, Power Point o cualquier otro medio. Los proyectos se pueden exponer en cualquiera de las dos lenguas oficiales de la Comunidad Valenciana. Y, por último ,a las exposiciones pueden asistir familiares y amigos.
Se puede acceder a la web del simposio desde la web de la editorial
www.boreallibros.es
Facebook: @simposiojovesfilosofos

Fuente: https://www.filco.es/jovenes-filosofos-y-humanistas/